viernes, 19 de mayo de 2017

EL AGUA DE CORDOBA Y LOS FRANCESES




En el libro de “LAS FUENTES DE CÓRDOBA”, en su página 111, al hablar de la fuente de San Rafael, se nos dice: “La austera y serenísima fuente de este evocador rincón cordobés junto a la monumental fachada de la Iglesia del Juramento, donde se venera la imagen del Arcángel Custodio de la ciudad, logró, con su indemne presencia mantener sobre el tiempo el viejo encanto urbano de la Plazuela pese a las modernas edificaciones que la rodean”.

La construcción de la fuente data de 1809 y tiene como base un grueso pilón rectangular de mármol negro respaldado por un esbelto pilar adosado al muro. Dicho pilar ostenta en su frontispicio el escudo de la ciudad de Córdoba, esculpido en mármol blanco.

Esta fuente tenía una parte de la “paja de agua” del venero llamado de la Palma que el Ayuntamiento había concedido a la Iglesia del Juramento en 22 de mayo de 1801 a condición de alimentarla.

La fuente de San Rafael en aquellos tiempos (1950-1970), constituía “La radio información local” de aquella época. Allí mientras llegaba la hora de llenar tus cántaros, se hablaba de lo divino y de lo humano, (como ahora ocurre en las tertulias de TV), y se le tomaba el pulso al barrio en cuanto a muertes, nacimientos, enfermedades y toques de fortuna que se producían. Lo normal era que las mujeres fueran a la fuente a llenar sus cántaros y otros recipientes. En aquella Plaza había tres mujeres con nombre propio, tal era el caso de: Teresa Caballero Candelario, “La Relojera”, en cuya casa había un taller de costura, y unos buenos balcones para dominar la plaza. Una de sus hijas, Trinidad Fernández, cuando era aún una niña, nos obsequiaba con sus actuaciones en RADIO CHUPETE, que tenían lugar los jueves por la tarde-noche, en programa que emitía La Emisora EAJ-24, Radio Córdoba, y que era patrocinado por  CARAMELOS HISPANIA, de  la Avenida de Cervantes, muy  cerca de donde estaban entonces las cocheras de los autobuses públicos, y en la misma acera por donde estaba la Casa de “Manolete”.

Luego estaba  Josefa Repullo García, “La Repulla”, que durante mucho tiempo y a la caída de la tarde, repartía casa por casa, la poca leche que se consumía por aquellos tiempos y que vendía Natalia, y esto le hacía conocer de cerca como estaban las exiguas despensas de las casas. Su hija Rafaela, fue la autora material de la mayonesa MUSA, producto que lanzó al mercado los Almacenes María Auxiliadora, de Moreno S.A, que estaban ubicados cerca de lo que se llamaba los “Santos Pintados”, junto a la fábrica de Carburos Metálicos y el cementerio de los protestantes.

La fábrica de Carburos Metálicos, que fue fundada en 1929, protagonizó en abril de 1977, una serie de explosiones que asustaron a todo el barrio de VALDEOLLEROS. A eso del mediodía, un incendio fortuito, hizo que bastantes botellas de acetileno subieran como auténticos cohetes hacia las alturas.  todo ello entre el ruido aparatoso de multitud de bombonas de gases que explotaban. La gente como es natural se mantenía a distancia, y era el BAR SIBONEY, el observatorio ideal para verlo todo.  Incluso el Parque de Automovilismo, nunca mejor dicho se puso en GUARDIA, pues temían que cualquier “proyectil” de aquellos, cayera en sus instalaciones, donde había bastantes vehículos que podían arder.

Y al final completaba el trío de mujeres de aquella Plaza de San Rafael, Socorro Mayor Polo “La Sacristana”, que sabía de las necesidades y problemas del barrio, ya que sus vecinos solían entrar por la puerta de la Casa-Sacristía,  y que a modo de “Confesionario” todo el mundo le contaba sus necesidades, y la razón por la que iban a rezarle a San Rafael. Estas tres mujeres eran de sobra conocidas, pues eran tres referencias de la antigüedad y la convivencia de la Plaza. Otra que estaba cerca de allí era Pepa “La gorda” como se le llamaba familiarmente a esta mujer, que por su carácter algo huraño, le dejaban el protagonismo de ser “La guardiana de la Fuente”, ya que al vivir muy cerca de ella, le hacía sentirse como si ella fuera la dueña. Cuando surgía alguna discusión en torno a quien le tocaba la vez para llenar el cántaro, salía ella y con su autoridad imponía un orden que todo el mundo estaba de acuerdo en aceptar.

Después de haber descansado hablando de la fuente de San Rafael, cogeremos el padrón de 1808, y veremos que al mencionar al vecino de la Calle de la Peña, Luís Gabriel, se dice: “Cochero, casado con Francisca Gálvez, de 48 años de edad y dos hijos. Se ignoran los nombres de los hijos por haberse evadido de esta ciudad sus padres y ellos poco antes de la entrada y los desmanes de los franceses.”

El portero del Convento de Santa María de Gracia en 1808, un joven de 47 años, llamado Luís Díaz, pidió de forma acalorada ayuda para evitar que un piquete de franceses lograra entrar en el Convento. Allí acudió un grupo de vecinos de la Plaza de San Rafael, y con toda seguridad pudieron observar lo asustada que estaba la hermana novicia Maria del Pilar Casas, de 25 años, que intentaban pedir ayuda al portero. Pero a pesar de todo no pudieron evitar que los franceses, hicieran lo que quisieron. El desorden era total e incluso la oficialidad francesa se aterró del abuso que estaban cometiendo sus tropas.

Y es que durante nueve días, el ejército francés se dispersó por la ciudad derribando puertas y saqueando todas las casas. De entre los conventos sólo medio se libró el Hospital de Jesús Nazareno, en donde el hermano Juan Montilla, con toda probabilidad acompañado de la hermana Maria Aurora Hoyo, les enseñaron a los invasores los enfermos del hospital que superaban en aquellos tiempos, más de setenta personas  entre ancianos y ancianas.

Igual suerte de disgusto se llevarían las monjas Sor Mercedes Basallo, del convento del Corpus Christi, Sor Josefa Jiménez, del convento de Santa Clara, Sor Rosalía Cristo, del Convento de Santa Ana, Sor María Cañete y Sor Rosario López, del Convento de la Encarnación. También en el Convento de las Jerónimas de Santa Marta, Sor Catalina Cobos, Sor Teresa Merino y Sor María Castillo, vivieron momentos muy difíciles. En los demás conventos se correría la misma suerte.   

En 1951, y después de la Semana Santa, acompañé a Pablo García Baena, que como hermano de la Hermandad de Animas, fue a hablar con las monjas de Santa María de Gracia, para poder guardar allí algunos enseres de la Hermandad. Nos atendió en el torno una monja muy agradable que me parece que el la llamó como Sor Esperanza. Esta  monja nos abrió la puerta después de sentirse varios cerrojos y una tranca que aseguraban la puerta. Entramos por una galería y salió a nuestro encuentro una monja algo mayor (70 años), y que al parecer tenía un pequeño defecto en el pie izquierdo. Pablo y la superiora iban un poco por  delante de mi. Nos dirigimos a un patio antiguo que había al fondo y que por los capiteles de las columnas debía de ser Medieval.  En todo momento nos acompañó el sonido del “tilín-tilín” de su campanilla, que tocaba ella para que las monjas guardaran su clausura. En el primer patio, se sorprendió Pablo, de que había unos enormes macetones de cerámica, todos lañados, y sin escuchar lo que Pablo le preguntara, si oí lo que la superiora le contestó: “¡¡ Los franceses, los franceses !!” y es que le diría que los franceses hasta rompieron las macetas.

Cuando salimos, de allí Pablo García Baena, se despidió de la monja diciendo: “Gracias Madre Caridad” y entregándole lo que fuera en un sobre se despidió. Ya camino de casa del poeta, que por entonces vivía en la Calle Hermanos López Diéguez, en una casa que quedaba enfrente de donde luego estuvo el ambulatorio “18 de Julio”. Entró en su casa para soltar un libro y realizado esto continuamos para San Lorenzo.

EL AMOR QUE HUYE

Al pasar por la puerta de San Andrés, en ese momento se cruzó con una señora alta de buen tipo y con el pelo gris-plateado, cogido en un moño. El dio la impresión de que la conocía, pues la saludó con una inclinación de cabeza. Ella se montó en su coche de caballos que la estaba esperando, y salió en dirección para San Lorenzo.

En ese momento empezó a llover y no llevábamos ni paraguas ni nada, por ello nos cobijamos en la puerta de lo que eran “LAS BODEGAS DIEGUEZ”, pero viendo que nos seguía cayendo AGUA, optamos por meternos en “CASA LUCAS”, una taberna que estaba en lo que hoy, es la Farmacia del Realejo, allí  llegó Joaquín Ruíz Baena, y ambos se pusieron hablar. Por esta conversación y mientras llovía bastante AGUA, me enteré que aquella señora, del pelo “gris-plateado” era María de los Ángeles López de Alvear, hija de los dueños de la Banca Pedro López, y que casi semanalmente acudía a la Iglesia de María Auxiliadora, pues era cooperadora salesiana.

Como seguía cayendo agua y no teníamos paraguas, permanecimos allí un buen rato, y mientras Joaquín y Pablo, seguían hablando.

Comentaron que esta mujer se había casado en 1913, con el Conde de Cañete de las Torres, don Antonio Velasco López-Zapata. La boda se celebró en la Iglesia de Santa Victoria, colegio del que ella había sido antigua alumna. De casada se fue a vivir a la Calle Pedregosa, en una casa-palacio, que hoy ocupan las monjas “Las Siervas de María”. Esta mujer en 1920, volvió a vivir en su casa de San Andrés, con su madre y sus hermanos. Al parecer se había separado.

Fue Lucas, el tabernero, el que intervino en la conversación, añadiendo que a esta mujer se le conocía por el apodo “El Amor que Huye”.  Unos decían de que él novio la seguía a todas partes con su coche detrás del suyo, pero fue Joaquín, el que dijo:  “Lo del Amor que Huye”, se lo pusieron porque en Córdoba se estrenó una obra de teatro que tenía ese titulo y que hablaba de ciertas infidelidades.

Parece que dejaba por momentos de caer AGUA, y yo me atreví a salir corriendo para mi casa,  y ponerme allí a buen recaudo.

Pasado el tiempo nos enteramos de que esta mujer era buena benefactora en el Colegio Salesiano, pues ella era una de las personas que ayudaba a costear la ropa que se le entregaba por Navidad a los alumnos más necesitados. También en época de don José María Campoy, como encargado de las Escuelas Populares, costeó varios años unas comidas que se daban a la gente necesitada del barrio. Quien sabe de esto, era la persona que ayudaba a repartirla, que no era otro que José Carmona, alias “El Cebollita”. 

Luego en casa de Alfonso González Román, “El Droguero de San Lorenzo”, nos enteramos de que la Banca Pedro López, fue adquirida por el Banco Popular Español, en 1956. El padre del “Droguero”, Antonio González, al que en la Banca Pedro López, apodaban como “El Séneca de los números”, fue la persona encargada por la familia de los López de Alvear, para cuadrar los números finales de la operación de venta. Después de dejar la Banca, éste hombre, siguió llevando los asuntos económicos de los Pedro López.

Hay que decir que los López de Alvear, eran los dueños de los dos mejores casinos que había en Córdoba. Uno era el Circulo de Labradores, y cuya propiedad se extendía hasta la esquina del Gran Teatro. El otro era el Circulo Mercantil. También esta familia fue la que urbanizó la mayoría del terreno en el que se construyó “LA CIUDAD JARDÍN”, que conocimos. Como detalle anecdótico tenemos que decir de que esta familia mantuvo una cuneta corriente en el Banco de Andalucía, con el nombre de ALBENIZ.

El Banco Popular tras la compra en el 1956, inicialmente continuaron en las mismas instalaciones de la Calle Carreteras, luego se trasladaron al edificio que construyó Federico Valera Espinosa, en la Calle Cruz Conde. En la esquina de la Calle Pastores, se instaló el nuevo Banco, en la otra esquina de Conde de Robledo, se instalaría “CALZADOS SEGARRA”, que a decir de Ignacio Nocete, fueron los que cambiaron el mercado de los zapatos. En el centro del Edificio, se habilitó un moderno local para Sala de Fiestas o similar, y fue dotado de las primeras escaleras eléctricas que se instalaron en Córdoba.

El Conde de Cañete de las Torres, fallece en febrero de 1954, el año en que cayo una nevada importante en Córdoba. Don Antonio Velasco López-Zapata, disfrutaba en la Capilla de la Natividad de la Virgen, de la Catedral de enterramiento comprado por su madre en 1901. Murió a los 64 años de edad.

María de los Ángeles López de Alvear, murió en abril de 1969, y fue enterrada en el panteón familiar del Cementerio de la Salud. Murió a los 74 años. Un día don José María Izquierdo, encargado de los gratuitos de los salesianos, nos comentó que esta mujer costeó las distintas fuentes de chorros múltiples con cabeza de leones, que sustituyeron a aquellos penosos y casi siempre grifos rotos que había en los patios del Colegio.

Mientras esta mujer moría en Córdoba; en el Parador de Jaén, escribía sus memorias un retirado general Charles De Gaulle, que había perdido la confianza de su pueblo y se puede decir que fue arrastrado por aquella enorme “OLA DE AGUA”, que supuso el Mayo del 68. 

El 8 de agosto de 1981, Gregorio Marañón Moya, recordaba en el “DIARIO EL PAIS”, la visita que en 1970, hizo a España el General Charles De Gaulle. Entre otras cosas, quería conocer el Museo del Prado, y algunos lugares en donde los guerrilleros  españoles y el general Wellington derrotaron a los franceses en nuestra guerra de independencia. También visitó algunos pantanos de la cuenca del Guadalquivir. Finalmente tuvo la cortesía de visitar al general Franco, al que quería conocer en persona. Cumplido éste trámite, quiso retirarse a descansar  en la Finca “EL Cigarral Los Dolores”, propiedad de la madre de don Gregorio. Fue el ministro Alberto Castiella el que le pidió a Marañón que fuera al “Cigarral los Dolores”.

La familia de los Pedro López como banqueros, eran enjuiciados criticados por los usuarios  como un tipo de banca dura, al estilo del que se nos presenta en la película ”MARI POPINS”, estrenada en 1964. Allí te cobraban al parecer hasta el agua del botijo, que llevaban rotulados con el nombre de la banca. Y en cuanto a su movilidad para los negocios, el servicio de autobuses constituía para ellos el vehículo básico que utilizaban para sus desplazamientos, pues la mayoría de los hermanos no tenían ni tan siquiera carnet de conducir ni coche.    

Siguiendo con los franceses diremos que del saqueo que llevaron a cabo no se salvó a nadie, pues hasta el obispo de la ciudad Pedro Antonio de Trevilla (1805-1832), tuvo que salir huyendo saltando por la tapia posterior de su palacio. Pero cuando se creía a salvo, fue apresado y maltratado. A pesar de ello, a éste obispo se le acusó de “afrancesado” por varias circunstancias: Por una famosa “pastoral”, en la que llegó a pedir Cortes a favor de José Bonaparte y creer que no se identificó con las Cortes de Cádiz.

Actualmente se está elaborando una tesis doctoral de estudio sobre el posterior  “afrancesamiento” de este obispo, y la autora, a base de mucha investigación y arduo trabajo intenta demostrar toda la verdad sobre este hecho. Por cierto a este obispo cuando se le pasó el disgusto de los franceses, se le ocurrió instalar en el desierto de Belén (Las Ermitas), un sillón de piedra mirando hacia Córdoba y que los novios tienen por costumbre meter su dedo anular en una hendidura que tiene a ras del asiento, como augurio de una buena boda.   

En España, la única ciudad que desde primera hora contó con la dotación de un ejército organizado fue la ciudad de Cádiz, la “Tacita de Plata”, se destacó en esta contienda por muchas cosas. En primer lugar evitó que el general inglés Welliton, la ocupara después de su interesado ofrecimiento. Efectivamente el general inglés le pidió al general Castaño, que ellos ocuparan la ciudad de Cádiz, mientras el ejército español salía a combatir a los franceses. Con esta negativa ante el ofrecimiento del general inglés, posiblemente se evitó la posibilidad de “otro Gibraltar” dentro de la misma España.

El día del Corpus de 1808, el general Dupont ordenó la evacuación de Córdoba. Los soldados, temerosos de la reacción del pueblo, huyeron a toda prisa, agarrados al enorme botín que habían obtenido en la ciudad. Los cordobeses corrían tras ellos y se unieron al general Castaños, en busca de venganza. En Bailen el ejército francés, que avanzaba con cierta dificultad por la caravana de carros que arrastraba, fue derrotado por el general Castaños y ahí empezó a forjarse nuestra guerra de independencia. 

Como hemos dicho, las autoridades cordobesas quisieron celebrar la marcha de los franceses de Córdoba, inaugurando una preciosa fuente en la Plaza de San Rafael en 1809. Antes hemos dicho que lo único que los franceses no se llevaron fue el AGUA, pero viendo la fuente de San Rafael, da la impresión de que si se la llevaron. Es curiosa la comparación del agua que fluye por las “FUENTES CORTINAS” del Paseo del Vial Norte, y el agua que ni se ve caer en el pequeño caño de la Fuente de San Rafael. Le pedimos al Ayuntamiento que por favor la única fuente que hay en el barrio, eche al menos agua que se pueda beber, pues tiene un pobre chorro que no cae, sino que lame la pared.

Y a los que hicieron la edición del libro “LAS FUENTES DE CORDOBA”, le recordamos la palabras del eminente arqueólogo MICHELE PICCIRILLO, en el sentido de que “Si a un mosaico antiguo, le quitamos un trozo, le hurtamos un pedazo de la historia, que nos quiere reflejar dicho mosaico”.  A este respeto tenemos que lamentar que en el citado libro de la “Fuentes de Córdoba”, se ha omitido la fuente de pilón negro que fue testigo fiel de todo lo que aconteció en la Plaza de San Lorenzo desde 1734 a 1963. El libro está muy bien adornado con poesías y frases muy bonitas, pero tiene omisiones lamentables como es el no citar para nada a José López Amo, el hombre que puso en orden los papeles del agua de Córdoba dentro del Ayuntamiento.

OTRAS COSAS DE AGUA

Su cuerpo bonachón, siempre imbuido en un mono azul a tirantes, lo delataba, más que su enorme y gran estatura, estamos hablando de Félix  Merino Merino, el hombre que empezó trabajando en las obras de la Universidad Laboral de Córdoba y terminó siendo el empleado responsable de la estación depuradora de agua. Esta bombeaba todos los días del canal del pantano del Guadalmellato, el agua necesaria para las tres mil personas que allí pudo haber, incluyendo, piscinas, servicios, riegos y todo lo necesario para que unas instalaciones modernas pudieran funcionar con calidad de vida. El agua que diariamente se trataba en aquellas instalaciones, hubiera llenado unas pocas veces el Aljibe del Patio de los Naranjos, que tienen una capacidad de 700.000 litros.

Afortunadamente, nunca que se sepa, pasó nada en orden a la salud por el tema del agua, y eso, da una nota muy buena al señor Merino,  

Ya que hemos hablado del Patio de los Naranjos tenemos que decir que en el 2005, y en una tarde lluviosa, cayó una tormenta de mucha intensidad que inundó la zona de paseo del citado Patio de los Naranjos. Dicho paseo en toda su extensión acumuló AGUA al modo de una piscina con una altura de 0.35 metros. de altura. El AGUA de esta piscina que se formó en el Patio de forma circunstancial, hubiera llenado varias veces el Aljibe del Patio del citado Patio.

Hay que tener en cuenta que a poco que llueva en Córdoba, y con una precipitación de 10 L/m2  de forma instantánea, el AGUA que se vierte al Patio de los Naranjos,  es del orden de los  60 litros por segundo.

EL AGUA EN CENEMESA

Eran los años de 1964, y a la fábrica Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica, se entraba por la misma puerta de SECEM. Sólo al final de aquella carretera muchas veces atravesada por un tren lleno de “Catados” y “Ánodos” de cobre, que venían del yacimiento de Riotinto-Huelva,  y que se veían rebosar por el borde de los vagones.

Al llegar al final de la carretera jalonada de frondosos plátanos orientales,  se abría un fichero a la derecha, a donde había colgadas unas 3.000 fichas metálicas y redondas, que se correspondían con el número de trabajadores que había en le Electro Mecánicas. Anexo a este fichero estaba el botiquín en el que don Luís Gala, ejercía como médico de empresa. Éste don Luís era el padre de Antonio Gala, el autor que escribió la serie “SI LAS PIEDRAS HABLARAN”, serie cultural de TVE, que debutó en la pequeña pantalla el 30 de octubre de 1972. Este programa fue presentado por Natalia Figueroa.

Uno de los programas que más gustó era el que mencionaba a la Fuente de la Piedra Escrita, sus piedras, sus leones, fueron protagonistas en aquel programa. Si las fuentes hablaran, estas dirían todo lo que ocurrió en torno a ellas.

Por las tardes noches acudían allí muchos hombres en edad de trabajar que esperaban charlando y fumando a que llegaran los “cortijeros” para contratarlos. Aquello era como una bolsa de trabajo casi a diario.

Se dice que cada león de esta fuente recibía el agua de distintos lugares. Uno, el “Caño Bueno” era alimentado desde el venero de la Fuensantilla, el otro el “Caño malo” era alimentado por las aguas potables. Este león hubo de ser restaurado por Rafael García Rueda, en octubre del 1982. Los arrieros y los piconeros que entraban por la Puerta el Campo, saciaban la sed en esta histórica la fuente. Allí  se colocaba la cartelera del Cine Florida.

Y siguiendo con el Fichero de la Electro Mecánicas, diremos que a su izquierda se encontraba el fichero de CENEMESA, empresa que sería fundada en terrenos propiedad de la propia Electro Mecánicas, el 18 de junio de 1930. El Consejo de administración de la Electro Mecánicas, vio una gran posibilidad de negocio en la reparación y fabricación de motores, en una nave que ellos tenían al sur de sus instalaciones y junto a la vía de Málaga.

Nada más entrar al Fichero de CENEMESA, con lo primero que te tropezabas en aquellos tiempos de 1964, era con Miguel Vázquez, el estoico jefe de los guardas jurados y listeros, y al Listero Antonio Madueño, el  que por su estrecha relación con la Hermandad de los Dolores, había colocado en el fondo del fichero,  el cartel de la coronación canónica de la Virgen de los Dolores que se iba a celebrar el 9 de mayo de 1965. 

Este detalle hubiera sido impensable en la actual ABB, pues cuando llegó a Córdoba, lo primero que hizo fue suprimir hasta el crucifijo, que siempre hubo en el antiguo botiquín.

Nada más entrar a la fábrica se oía perfectamente EL AGUA, del caudaloso pozo con el que contaba la fábrica. Este pozo tenía un caudal de 6 litros por segundo y se bastaba y sobraba para las necesidades de las instalaciones.

EL AGUA APAGA EL FUEGO

Pero hablando de AGUA, en un día de el año 1964, se declaró un incendio en la zona llamada de la “Chatarra”, lugar próximo a donde estaban en espera para su expedición, equipos y embalajes de algunos transformadores. Igualmente se almacenaban allí unos 300 bidones de aceite para los transformadores, además de otro material combustible; tales como ácidos, pinturas y lacas. Aquel fuego fue espectacular y el director de fábrica, tan orgulloso siempre, quiso valerse de sus propios “bomberos” que a las órdenes de Miguel Vázquez, solían practicar durante todos los domingos del año. Por ello se empecinó en no llamar a los servicios públicos y municipales.

Como director de “operaciones” se podía ver por allí a don Tomás López Mezquita, que por aquellos tiempos había sido elevado al cargo de subdirector. También un joven Jefe de Personal, que acababa de sustituir al legendario Manuel Jaén Lacalle, se dejó notar en medio del fuego. De igual manera hubo bastantes trabajadores que se destacaron en atajar este incendio. José Luís Muñoz Baena, hizo una simpática caricatura de José Roldán Moreno, “El Chatillo”, gran profesional y mejor persona,  al que se le nombró cariñosamente como bombero del año.

Al final, personas como Pedro Reina Ramírez y su inseparable “Bartolo”, que conocían la fábrica por los cuatro costados, hicieron ver a la gente, que por medio de la fábrica pasaba el canal de riego; que desde los Olivos Borrachos, y viniendo parejo a la vía de Málaga, cruzaba la fábrica para acceder a las fincas de regadío colindantes con ella. Aquella palabra mágica de ¡¡AGUA, AGUA!!, expresada por “Bartolo”, fue suficiente para que todo el mundo con cubos y recipientes apagaran el fuego. Otra vez el AGUA, era protagonista.

Luego el eficiente y fugaz ingeniero Pascual Gañan, como responsable de fabricación, eliminó el almacenamiento de bidones, habilitando para ello unos grandes depósitos de plástico duro, que varias veces intentaron sabotearlos con falsas aviso de bomba en los mismos depósitos. Este hombre realizó buenas cosas en fábrica de transformadores, contando para ello con un equipo formado por Enrique Repullo, Morillo Velarde y Manuel Aranda. Al final el señor Gañan, se marchó a la empresa Calmante Vitaminado, que por aquellos tiempos prometía mucho.    

LAS CRISTALERAS

Los que pudieron presenciar perfectamente el incendio fueron los delineantes de transformadores, desde los ventanales de su Estudio, que estaban perfectamente orientados hacia aquella zona posterior de fábrica. Obviamente al lado de la enorme cristalera estaban los puestos de trabajo de: Benito Castilla, Morillo Velarde, Rubio Jaraba, Martínez Pérez, José Murillo, Luís Salazar, Leiva Prats, etc. etc. Todos ellos grandes profesionales. 

Aunque lo suyo eran los motores, en el Estudio de Transformadores, tuvo su mesa de Jefe de Sección, don Manuel Ocaña Jiménez. Aquella mesa, aparte de resolver las consultas técnicas que el personal le planteara, era un “AULA PERMANENTE”, para todo aquel que quería saber algo de Córdoba.  Todo el que se acercaba a aquella mesa, aprendía algo. En una ocasión y hablando con Andrés Muñoz Fuentes,  al que apreciaba mucho, le oí una frase que es para enmarcarla:

 “LOS ÁRABES CONQUISTARON CORDOBA, POR SU RIQUEZA EN AGUA, Y POR QUE TENÍAN UN PUENTE PARA HUIR”,

Y luego matizó lo del puente diciendo, de que en la Edad Media, desde la desembocadura del río Guadalquivir, éste puente de Córdoba, era el único que había. En cuanto a la abundancia de agua, nos refirió que viajeros árabes, sin organización, que ya mercadeaban por aquí en los últimos tiempos de los visigodos, había tomado buena cuenta de ésta circunstancia. Ellos ya hablaban de que encima de la Sierra había un gran yacimiento de agua.

Con don Manuel Ocaña, tuvimos la suerte de realizar algunos viajes con el Grupo de Empresa; recuerdo uno que hicimos a la Alhambra de Granada, fue colosal, y completísima sobre todo al hablar del AGUA, del Monumento. Luego en el plano anecdótico nos indicó que el “MARJAL” medida agraria que se empleaba por la vega de Granada, equivale a la superficie del Patio de los Leones. También nos indicó que a los Hermanos García Rueda, le habían encargado unos leones para sustituir a los originales que iban a ser restaurados. Era el año 1969.    

Y hablando de lo que fue Córdoba, solía decir: “Mientras Madrid era un simple arrabal, Córdoba ya era una de las ciudades más importantes del mundo”.

LA PARABOLA DEL DEPOSITO DE AGUA

Dejamos a los delineantes y al señor Ocaña Jiménez, y nos vamos al taller de Aparellaje  y a su Sección de Mecanizado, era el año 1964, y por el taller apareció un periódico de la Juventud Obrera, que alguien había repartido por la sección. Aquel periódico traía en su segunda página y con dibujo incluido, “LA PARABOLA DEL DEPÓSITO DE AGUA”,  Este trabajo de critica social fue escrito por E. Bellamy, y en sus comentarios criticaba la dinámica del Capitalismo, que con el achaque del Mercado, estafaba al trabajador de forma permanente.

Efectivamente en la parábola se relata la forma de trabajar de un obrero que se tira todo el día transportando “CUBOS DE AGUA” para llenar el depósito de la empresa, por lo que recibía una soldada de VEINTE PESETAS. Luego cuando el trabajador necesita el agua para beber y vivir, resulta que se la tiene que comprar a la empresa dueña del depósito, al precio de DIEZ PESETAS el vaso. Esta enorme desproporción entre “LO QUE TE PAGABAN Y LO QUE TE COBRABAN”, es el motivo central de la citada critica.

Aquí vemos que el agua de “AQUEL DEPOSITO” se empleó para encender a la gente que llegó a leer aquel periódico. Porque aún no estaba todavía desarrollada la máquina copiadora (Xeros), que si no, todo el mundo tiene una copia de dicha parábola. Pero a pesar de esta circunstancia fue mucha la gente que leyó este periódico.

COMISIONES OBRERAS

Ya lo he dicho varias veces, pero en aquella época correspondió a Balmón Castell y Luís Rodríguez, fundar la primera célula de Comisiones Obreras en Córdoba, que no se adjudique nadie ese invento. Esto ocurrió en la taberna-sacristía de la Iglesia de Santiago.

A este respecto en una ocasión Antonio Núñez Magaña, que para mi fue una de las personas más honradas que ha habido en fábrica, nos decía sobre este asunto:

“En un principio, el  objetivo del partido comunista no era otro que aprovecharse de la misma estructura de los Sindicatos Verticales, y solamente darle el giro político, que al partido le interesaba. Para ello, se proponían dominar los Consejos de Trabajadores.  En Córdoba, éste labor la llevarían a cabo el compañero Balmón Castell, en la Electro Mecánica y Manolo Rubia, en la Westinghouse. Ellos eran los encargados de llevar a cabo esta transformación. Luego se nos adelantó la buena iniciativa de Comisiones, y el partido comunista nos ordenó que fuéramos a por ella, y nos metiéramos hasta en sus alacenas.”.

El 17 de octubre de 1976, les cayó una lluvia de palos a los que disfrazados de aficionados del Córdoba, llegaron a Jaén, incluso con camisetas del Córdoba. Eran unos  200 autocares enarbolando banderas del Córdoba.  Pero la lluvia de palos, carreras, y tropezones, empezó cuando los “falsos aficionados”, abrieron sus banderas rojas del partido comunista, e incluso unas pancartas en las que podía leer: “DOLORES Y CARRILLO A MADRID”.  Entre la feria de San Marcos, el partido de fútbol, y la manifestación, se formó un caos. Hasta Ignacio Gallego fue detenido y eso que fueron todos a recibirlo.   

EL ESPECTACULO DE AGUA Y LUZ

Tuvimos la oportunidad de poder contemplar el programa de “AGUA y LUZ” que se realizó sobre los restos del templo romano. Era impresionante escuchar a Paco de Lucia sobre impresionado  en el fondo mágico y único que aportaban columnas y capiteles romanos.  Al son de la guitarra, el haz de luz ascendía de forma rítmica por las columnas y llegaban hasta el capitel, buscando quizás la libertad del cielo siempre al encuentro con el gran maestro de Algeciras.

Bonito, espectacular, pero bueno sería recordar también aquí, que al igual que a don Félix Hernández, a García Bellido y Samuel de los Santos, artífices y descubridores del hallazgo arqueológico, también hubo unos sencillos canteros como Pepillo, Flores, Enrique Pareja y Pedro Pareja, que realizaron el trabajo de poner en planta aquellas columnas, labrándole las mediacañas que a lo largo de toda la columna llevan estas columnas de réplica.    

Efectivamente, las columnas originales estaban cuarteadas a pedazos, como por ejemplo los trozos que hay en el jardín de las Doblas, y en otros lugares. Para reconstruir y poner en exposición el yacimiento, se llamó a Rafael Morita, para que hiciera los moldes adecuados de las columnas, y luego se hicieron de un hormigón ligero. Pero los surcos o mediacaña que corren de arriba abajo de la columna, fueron realizados en su mayoría por estos tres canteros, los cuales tuvieron necesidad de montar los correspondientes andamios.  Se dice que el yacimiento fue descubierto en 1951, pero yo tengo que decir que mi hermano solía ir al Ayuntamiento todos los meses, acompañando a mi abuelo allá por los años (1945-1947), para cobrar una especie de subsidio que le pagaban y ya vio él por aquellos tiempos a Pedro Pareja y otros canteros, trabajar allí dando golpes con su cincel.

 Me contaba Perico Pareja, el hijo de Pedro Pareja, que para darle sentido de antigüedad a las columnas y a las ranuras media-caña, lo hacían con un barniz muy especial. En una lata cualquiera echaban un puñado abundante de clavos y allí se orinaban y completaban el resto con agua. A la semana tenían un barniz que simulaba perfectamente la antigüedad. 

Precisamente el más bajito de los canteros, a Pedro Pareja, estuvo a punto de arrollarle el Lic. Valverde, dueño de la entonces  farmacia de San Pablo, que cuando el cantero se iba para su casa y se acercó a beber en la Fuente-Farola que había enfrente de la Iglesia de San Pablo, el citado farmacéutico montado en su flamante SEAT 600, le dio por “gatear” por la Farola-Fuente.  Del encontronazo, el agua empezó a fluir por San Pablo para abajo y llegó hasta “LA COCINA ECONOMICA”, que estaba ubicada al lado de Máquinas Sigma, la inicial tienda de Mónico Carrasco.   

Los esparteros hermanos Estévez, fueron testigos de todo esto, y de algunas cosas más. Por cierto a ellos por poco y en una de sus tiendas, no se le mete el autobús que al dar la vuelta, para encarar San Pablo para abajo, se metió en la confitería que hubo en el local en donde ahora se halla una compañía de seguros. Luís Castillejo, el relojero, que estaba en el local de más abajo, notó incluso como los relojes se le pararon del golpe. El autobús que se empotró en la confitería, llevaba en su parte posterior una pancarta con el anuncio de “REBECA”, película que se estrenaba por aquellos días en el PALACIO DEL CINE. 

HELICOPTERO AL  AGUA (1954)

No se trata del avión que de forma misteriosa pasa todas las noches a eso de las 12. No, se trató de un helicóptero, que con 3 americanos a bordo, realizó un aterrizaje de emergencia junto a los Peñones de San Julián,  muy cerca del AGUA.  Aquello se cundió por Córdoba y sobre todo la gente de los barrios cercanos acudimos allí para presenciar aquel “aterrizaje”. Los americanos, ataviados con unos extraños trajes, que para nosotros eran totalmente desconocidos.  La prensa se hizo eco de aquello y la gente joven disfrutamos de estar a la orilla del río, incluso llegamos algunos a meternos en el  AGUA, a la altura de las corrientes.

Los que no se alteraban por la gente ni por nada, eran los inquilinos del Puente de Santa Matilde, que a plena luz del día y con muchos que pasaban por allí, ellos se entregaban a sus caricias y a todo lo que les daba la gana.

Estando allí con aquella novedad, vimos una humareda por encima del Puente y pudimos ver como hacían carbón con los troncos de los tarajes que allí abundaban, allí pude ver a una persona que conocía y se trataba del abuelo paterno de la dueña del Bar los “CINCO PUNTALES” que vivía en la Calle El Cristo, otrora comunicada con la Calle Roelas. De vuelta para San Lorenzo, nos paramos en el almacén de materiales de construcción de Sebastián Cuevas, que tenía a espaldas de los pisos de la Lastra. Luego nos llegamos por el venero que había hacia la zona posterior a la Ermita de Los Mártires, y al que se accedía por un agujero que había practicado en la pequeña muralla que cerraba la zona de la Ermita hasta el Molino de Martos.

SE ACABO HASTA EL GUA

En el año 1984, se celebró en el patio verde del Colegio Salesiano, un magno festival flamenco organizado por la PEÑA CAMPO DE LA VERDAD, en ese festival actuaron muy buenos cantaores, pero destacó de forma especial la actuación de “CAMARON DE LA ISLA”, el lleno fue impresionante, con el cartel de: “NO HAY BILLETES”,  incluso hubo entradas falsificadas.

Con un clima espectacular, era el mes de Agosto, la gente acudía al ambigú que se instaló en el fondo opuesto al escenario. Y según el encargado de dicho mostrador que era atendido por 6 personas, se había acabado todo incluso hasta el AGUA.

Recuerdo que comentándole dicho festival a Manolo Flamil Cañete, este me opinó sobre el cante de Camarón:

 “Los demás cantaores ponen en escena su arte y su maestría, pero Camarón cada vez que canta, es como el torrente de AGUA de un río nuevo que va abriendo, surcos inéditos e inesperados”.

EL AGUA EN LA MILI

En el reemplazo de 1965, nos tocó ir para Cerro Muriano, que entonces se llamaba CIR Nº 5, recuerdo que después de pasar no se cuantas veces listas en la Zona de Reclutamiento, nos llevaron al Cuartel de Infantería de Lepanto, para pasar la primera noche.

Pasada la noche como pudimos en aquella compañía del Cuartel, nos llevaron a la cocina en donde nos dieron un café del tipo “Mete y Saca”. Era el mes de marzo, y llovía con fuerza y ganas. Tengo que decir que nos llamó la atención aquel campo central con su albero perfectamente limpio y conservado. Por aquellos pórticos anduvimos toda la mañana de un lado para otro recogiendo la ropa reglamentaria. Una vez con ella dentro del macuto, no nos separamos de él ni para comer.  Al mediodía nos llevaron al comedor para hacer la comida del mediodía que estuvo muy aceptable.

Sin apenas darnos tiempo de hacer la digestión llegó un cabo que se llamaba “Corvillo” que al estar lloviendo nos formó en una de las galerías del patio. Ya que estábamos formados, el teniente se permitió una broma con la lluvia.  “Como no hay paraguas para todos, tendremos que ir todos sin él”.

Lloviendo todo lo que podía y más, nos dirigimos a la Estación de Cercadillas. Al llegar a la Estación en medio del aguacero, entramos apresuradamente en aquel tren, sin mirar apenas los vagones, una vez dentro, empezamos a sospechar de que aquel tren, debió ser pionero en la época del “CARRETA. Como pudimos, nos acomodamos en aquellos asientos de madera, mientras seguía lloviendo a cantaros. De un coche se bajó un empleado de RENFE, que por el uniforme que llevaba, tendría un cargo similar al de Jefe de Estación, y después de recibir un sobre con documentos del teniente, le dio la salida al tren.

Arrancó el tren y sólo nos despidieron algunas “inquilinas” de Cercadillas, que con unos impermeables muy vistosos, miraban como aquel tren cargado de reclutas partía para el Campamento CIR nº 5.  Al pasar por la zona del Brillante, vimos la cola de coches que se había formado en el Paso a Nivel, que cruzaba la misma carretera y también nos hicieron sonoras palmas.  Nos adentramos ya por el campo, en lo que hoy es la Avenida del Escultor Fernández Márquez, y que por aquellos tiempos era “LA PARILLA ELECTRICA”, de allí pasamos por el Puente de Hierro de la Palomera, y pudimos presenciar como algunos arroyos vertían sus aguas en el arroyo de Pedroches, que venía bastante crecido.

Cuando la vía se empinaba, la marcha de aquel tren era lenta de desesperación. Seguramente, porque estaba lloviendo mucho, sino, seguro que nos ordenan bajarnos para empujarle. Uno de los maquinistas con un capote amarillo sobre los hombros, empezó a echar una especie de arena a las ruedas de aquella máquina.  Con cuatro horas de recorrido, llegó la máquina a la Estación del Muriano, y seguía lloviendo.

Nos mandó el teniente formar, y bajo la lluvia, pasó una rápida lista, y enseguida nos dirigimos para el campamento. Atravesamos la carretera y cogimos un camino que empezaba en donde había una pequeña Iglesia abandonada que fue construida en 1911, para atender a la colonia minera que allí surgió. Cogimos una senda en donde se apreciaban algunas minas de cobre abandonadas. Después de pasar por multitud de charcos y riachuelos, llegamos al “Cortijo”, que era la entrada del Campamento. Allí nos recibió un comandante al que le colgaba un brazo de forma flácida, y que después de hablar con el teniente en una especie de despacho que allí tenía, salió el teniente y ordenó de nuevo la marcha. Allí nos enteramos de que íbamos al primer Batallón.

Cruzamos todo el campamento y cerca de una edificaciones muy provisionales, estaba nuestra compañía. Allí se volvió a pasar otra vez lista, y bajo una tremenda lluvia, nos iban adjudicando “Chabola”.

Nos tocó la primera compañía, de la que era capitán un tal Giraldez, luego el teniente de la sección era José Villalonga, y el cabo 1º, era un tal Pilo Sanz. En realidad  el cabo 1º, fue el mando que más bregó con nosotros. La compañía al estar en pendiente, bajaba por medio de ella un acelerado riachuelo de AGUA.

En aquellas chabolas se juntaban doce jóvenes, cada uno de su padre y de su madre y para colmo cada uno de su barrio. Había 6 literas dobles, en donde dormían 11 soldados reclutas y un cabo veterano, que estaba al mando del grupo. El primer cabo que tuvimos en aquellos meses se llamaba “Horrillo” que tenía una obsesión enfermiza por la vela, ya que era la única luz que teníamos para alumbrarnos de noche. Quizás por falta de carácter para tratar al grupo, fue sustituido por uno que le decían “El Carloto”. Este cabo tenía obsesión por la marcialidad y las voces de mando.

EN LA CHABOLA:

En la primera litera de la izquierda, la ocupaban: Ángel Márquez, de Villanueva del Duque, y Bernardo Moreno, de Córdoba. En la segunda, Rafael González y Antonio Martínez, ambos plateros y de Córdoba En la tercera, Joaquín Martos y José Luís Thous, ambos de Córdoba; estos se puede decir que eran los auténticos  señores de la chabola. En la cuarta, Miguel Mújica y el cabo Horrillo, uno de Espejo y otro de Castuera. (Badajoz) En la quinta, José Mendoza y Rafael Mendieta, ambos de Córdoba y del Campo de la Verdad. En la sexta, M. Estévez y Juan Membríves, de Córdoba y la Rambla respectivamente.

En la primera clase de instrucción que nos dieron, se nos presentó a los dos cabos  primeros que íbamos a tener. Uno era Pilo Sanz y el otro era Sánchez Puebla. Pero sobre todo fue el tal Pilo Sanz, el que asumió el “mando” de la compañía En realidad en los campamentos y en la instrucción militar de aquellos tiempos, correspondía a los Cabos primero, todo el poder y el mando. Los sargentos apenas si los vimos. Para cualquier recluta un cabo primero en el Campamento, se nos antoja un general, ya que tenían  sobre nosotros el mando total

En la compañía había chabolas con distinto nivel escolar y profesional y abundaban algunas con jóvenes jornaleros del campo.

Lo primero que se nos enseñaban era el conocimiento del mosquetón, en todos sus elementos básicos, y la verdad que a algunos reclutas, por nervios, no eran capaces ni de articular palabras para explicar el dichoso mosquetón. Tal era el caso de José Trassierra González, que siendo una excelente persona para todo, no era capaz ni tan siquiera, de articular palabra en referencia al mosquetón. Eso le costaba todos los días, el irse arrestado para cortar leña a la panificadora. Incluso él se adelanta y solía decir;  “Me voy a la panificadora”. En este aspecto el Cabo primero, no tuvo ningún tacto, ni comprensión con este compañero. También la falta de experiencia del propio cabo primero, le hacía comportarse como un ser totalmente impenitente en esta reiteración.

En el campamento cada dos por tres, se hacían ensayos generales de todos los batallones e incluso tocaba la música de “Ya está aquí el pájaro…………”  que era una música que anunciaba la llegada del general que iba a presidir la ceremonia.

El Campo de la Parada Militar, era mimado por los militares e incluso había un comandante que era el responsable de su cuidado y mantenimiento. En aquel año de 1965, el responsable era el comandante Sevilla.

A mediados del mes de mayo, era viernes y todos los cerros que nos rodeaban amenazaban tormenta, cosa muy frecuente a decir de los veteranos. Ya por la mañana habíamos estado ensayando un simulacro de Parada Militar, pues el sábado nos visitaba un general de brigada y había que hacerle los honores. Nada más terminar de comer empezó a sonar una tormenta algo aparatosa, y al momento cayó una tromba de agua impresionante, el campamento estaba rodeado de arroyuelos que de inmediato empezaban a parecerse a ríos de verdad.  De pronto llega el teniente Márquez, y pide voluntarios para proteger de la inundación el Campo de la Gran Parada, que para los militares era como el Gran Salón de su casa. Allí acudimos un montón de soldados, pero ya había bastantes más, que con piedras y sacos terreros, estaban subiendo el margen izquierdo de un arroyo que pasaba junto al Campo y amenazaba con desbordarse. Entre truenos y relámpagos, la tormenta estaba descargando prácticamente encima del campamento, y daba hasta miedo.  Allí estaba el comandante Sevilla, muy alterado, dando órdenes sin parar, pues el Campo estaba a punto de inundarse. El agua bajaba por aquel torrente arrastrando ramas y toda clase de objetos abandonados por los soldados. De forma sorprendente y cuando más arreciaba la tormenta, el caudal del torrente empezó a bajar y todos sorprendidos empezamos a mirar para arriba sin explicarnos lo que estaba pasando.

Entonces, todos extrañados, nos dio por mirar cerro-arriba, y vimos bajar a un recluta, con un pernil del pantalón arremangado, la camisa fuera, sin gorro y con una azada al hombro, y empezó a gritar:

¡Ya está arreglado, ya está todo arreglado! , no hay que preocuparse. 

El comandante Sevilla, principal interesado en el asunto, le preguntó:

 ¿Qué ha hecho usted? 

-Nada, le contestó el soldado, eso lo he hecho muchas veces en mi campo. Cuando llueve mucho y hay peligro de correntía, nos vamos a la cresta de la cuesta, y allí hacemos un hoyo muy grande, y de golpe rompemos la pared de dicho hoyo, y el agua hace un remolino y se desvía la mayor parte para otra pendiente.

Al comandante Sevilla, le faltó poco para darle un beso a aquel sencillo recluta de un pueblo de Extremadura, al que casi todos los días de instrucción, el cabo 1º Pilo, le arrestaba a cortar leña para la PANIFICADORA.  Se trataba de José Trassierra González.    

El sábado por la mañana amaneció un día precioso y los militares lucían todos sus mejores uniformes  para la Gran Parada. Allí en aquel campo estaban los 5 batallones formados, con sus comandantes al frente. Se estaba esperando a que llegara “El pájaro” que era el general que iba a visitar el campamento. Poco antes de que sonara el “Ya está aquí el pájaro, ya está aquí el pájaro….” En ese momento, el comandante Navarro Mancebo, enterado de la buena acción de este soldado, sin alterar la formación preguntó en voz alta:

¡¡QUÉ TRASSIERRA , SALE EL MOSQUETÓN!!

A lo que el recluta con toda la naturalidad del mundo le contestó:

-¡¡CLARO QUE SI MI COMANDANTE, POCO A POCO, LE VA LLEGANDO EL GUSTO A LA BURRA!!

En medio del AGUA de aquellos días, esta fue la anécdota, de un recluta de una aldea cercana al pueblo extremeño de  CASTUERA, que paradójicamente era casi todos los días castigado por no saberse el mosquetón, y sin embargo fue el recluta que salvó el campo de instrucción de una inundación. En aquel campamento después de la Jura de Bandera, nos hicieron un examen psicotécnico de cara a los destinos. Recuerdo que en Mayoría aquel soldado le permitieron el destino que el quiso.

Cuando llegamos a Córdoba, a la Base y Talleres de Automovilismo, disfrutamos de ver la cantidad de AGUA que había en aquella compañía. Llegar del Cerro Muriano, en donde había tanta necesidad de AGUA, con la mitad de los pozos, o secos o contaminados, y llegar a la Base, fue como llegar al cielo del AGUA. En Medio de la Compañía había un recodo en tubo de dos pulgadas que cada vez que le dabas a la llave salía AGUA en abundancia. Márquez, el que fuera jugador de la Electro Mecánicas y tapicero en el Parque, nos comentó que cuando el entró en los talleres de la Base, junto a la vía del tren había “UN LLENA MÁQUINAS” , de aquellos trenes de vapor, y con ello nos demostraba la abundancia de agua que había en toda aquella zona.  

Hablando de VENEROS y AGUA, hay que pronuncias con mucho respeto a la saga de los Bonilla, cañeros oficiales del Ayuntamiento. Luego hay que hacer justicia con don José López Amo, el hombre que catalogó toda la información que sobre AGUAS, existía en el Archivo del Ayuntamiento.   Pero hay que hacer justicia a don Ángel Martos de La Casa, que gracias a él, a su dedicación muchas veces no comprendida en EMACSA, por recuperar y poner a buen recaudo estos documentos. También hay que dar las gracias, a “Pancho” a Paco Muñoz, a Juan Galán, a “Laurentino”, porque ellos también se han preocupado por estos temas.

Como dato curioso y referido al AGUA, tenemos que decir que en El Patio de los Naranjos, la Fuente del Olivo, la Fuente del Cinamomo, la Fuente de Santa Catalina, la Fuente del Caño Gordo, y las Cuatro fuentes que a ras del suelo y en una pileta redonda hay en el Patio de los Naranjos, se nutrían del agua llamada “DE LA CATEDRAL” que son la confluencia de dos veneros. Uno nace debajo de la Santa Cruz y otro viene de la Zona de la Albaida, ambos parecen que confluyen en un pozo muy antiguo, que hay al norte de de la “GLORIETA AMADORA”, pero hay aún otros cuatro pozos más, que quedan al norte de esta posición, y que traen agua desconociéndose el origen del nacimiento. Parece ser que se descubrió que aquí existían unas conducciones romanas, y Alhaken II, a partir del Pozo de “GLORIETA AMADORA”, hizo unas conducciones que llegaban a la Calle Gómez Bravo, que es el registro al que llaman de las “MARGARITAS”, de allí pasando por la antigua “PORCELANA”, llegará al Paseo de  la Victoria junto a la Puerta de Almodóvar, de allí llegará a la “CASA DEL AGUA”, y debidamente entubada para darle presión, pasará AL DEPOSITO DE LA PUERTA DEL PERDÓN, y de allí llegará a fuentes y a casas privadas.  Este suministro cambió al principio de los años 1940, conectándose el Patio de los Naranjos a la red pública de AGUA.

Antonio Fernández Grilo (1845-1906), en su poema LAS ERMITAS DE CORDOBA, en una de sus estrofas dice:  “……/Tu monte brota agua…../, con toda seguridad se refería a este venero. Subiendo por la CUESTA DEL REVENTÓN, y hacia la izquierda en una hondonada que hay, existe una fuente, puede que este venero tenga algo que ver con toda esta AGUA. Con toda probabilidad todo esta AGUA viene de los cerros de la zona de la Sierra e incluso de  Trassierra, donde debe de haber un gran embalse subterráneo de agua procedente de las lluvias, y que al encontrar un nivel de “MARGA”, le sirve de conducción hasta las faldas de la Sierra.


M. Estévez