martes, 13 de diciembre de 2016

LA ALAMEDA DEL TIRITAR



En los años cincuenta la Alameda del Tiritar era un lugar de ensueño para ir de perol en verano con la posibilidad de pernoctar en los puentes festivos. Allí por aquellas fechas pasaba el arroyo Rabanales con una limpieza casi cristalina, y se disfrutaba lógicamente del frescor del agua y de un buen baño. Este arroyo que en la bonita descripción que hace el poeta Francisco Carrasco Heredia de los Arroyos de Córdoba, a éste, le dedica unos parajes y unos lugares preciosos, y que él los correteó con su amigos Bernardo Romero Calzado y Rafael Parras Mejías, cuando tomaba apuntes para escribir su libro "LOS ARROYOS DE CÓRDOBA", en donde rezuma una bonita prosa y un amor inconmensurable a Córdoba, y pone de testigo de este discurrir maravilloso, "El Puente de los Piconeros", lugar, en donde este arroyo con sus barbos y sus bogas, superaba cualquier reválida de belleza y encanto. Era un arroyo por tanto, precioso y se nos antojaba su agua, más apetecible incluso que la de cualquier piscina, y había gente que se iba de perol con toda la tranquilidad del mundo. Era muy frecuente el pernoctar a campo abierto, sobre todo en aquellos "puentes festivos" del verano. Pero ya, alrededor de los   años 1945, el Ayuntamiento de Córdoba, canceló por problemas de salubridad, las llamadas aguas de SOTOMAYOR, que eran las que surtían la fábrica de Cervezas el Águila, que por aquellos tiempos estaba ubicada en la esquina de la Calle Al-Haken II, con la Avenida de Cervantes, y eso hizo nada más que se precipitara la decisión de la empresa de Cervezas el Águila, sin duda una de las más importante que había en España, el mudar sus instalaciones. Por aquellos tiempos tenían fábricas en Madrid, Valencia, Zaragoza y Córdoba.

En aquellos peroles solían ir familias enteras, incluso vecinos de la misma calle, A estos peroles cada uno solía llevar algunas cosas que se completaban perfectamente con la que llevaban los vecinos. Eran peroles de camaradería y solidaridad. Para nada se parecía aquello con lo que suele ocurrir ahora, en donde cada cual se siente independiente y aislado hasta para enterrar a sus muertos. Siempre recordaré aquél perol que echaron unos jóvenes de San Lorenzo, en aquel puente de Santiago, en donde era famosa la frase: "Por Santiago y Santa Ana, pez o rana" en clara alusión en que siempre por desgracia, y dada la gran afluencia de personas al río, solía haber por desgracia algún ahogado. Desde Lope García, pasando por toda la zona de las Quemadas hasta llegar a la Ribera, todo era un gentío de personas, chicos y mayores que buscaban el frescor del agua. Aquel perol fue guisado por Inocencio Montes, "El Chencho", y la verdad es que el "arroz con magro" como se estilaba por aquellos tiempos, salió de maravilla.  Los Manolo Afán, Rafael Morales, Pepe Estévez, Enrique Parejas, Francisco Luque, Antonio López, Alfonso Lupión, José Montero, e Inocencio Montes, todos jóvenes con apenas 18 años, disfrutaron de un día festivo en la Alameda del Tiritar con baño incluido. Eran los tiempos en los que el tener un MEYBA, era todo un lujo.

EL AGUILA

Como ya hemos comentado, la falta de las "Aguas de Sotomayor", que le venían por la zona de "Los jardines de los Patos", hizo que la fábrica de cervezas el Águila de Córdoba, la segunda en facturación después de la planta de Madrid, buscara su acomodo en las afueras de Córdoba.

Los primeros que vieron las obras del traslado, fueron Sebastián Naíces y Pedro Pérez, que eran los empleados del Ministerio de Obras Públicas, que tenían su base en aquella legendaria "Casilla de Peones Camineros", que estaba allí coronando la Cuesta de Rabanales, desde los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera; sería uno de estos empleados, ambos vecinos de Alcolea, el que nos comentaría un día en el Bar CARMONA, por aquellos tiempos uno de los Bares principales de aquella barriada de Alcolea.

"El lugar elegido para la nueva fábrica, podemos decir que comercialmente es inmejorable, pues al estar al borde de la carretera, su cartel indicador, es un anuncio constante para los que circulan por la llamada "Carretera de Madrid.

Fue nada más instalarse la fábrica en la Cuesta de Rabanales, cuando al poco tiempo ya la Fuente que existía allí desde el año 1807, apareció con un cartel que decía "Agua no potable"; y al poco tiempo hasta el arroyo ya no era lo que fue. Se condenó con ello a la "Alameda del Tiritar", como lugar de baño y expansión natural para la gente popular de los barrios de Córdoba, que acudían de forma masiva a disfrutar del baño en los meses de verano..

Todavía recordamos cuando en aquel año de 1959, y al objeto de que pudiésemos ver el paso de la Vuelta Ciclista a España, nos dieron permiso para ello; lógicamente nos fuimos andando por la carretera hacia Córdoba. Todo el trayecto desde la Universidad hasta Córdoba, estaba prácticamente lleno de aficionados; muchos de ellos habían acudido con su bicicleta y todo, y se puede decir que el Quiosco que había en la Cuesta de Rabanales, hizo su "agosto" como se suele decir, pues vendió prácticamente casi todo lo que tenía. Nosotros íbamos Manuel Serrano Ramírez, José Vázquez Martín, Julián Contreras Cantador, y yo, y decidimos pararnos a beber agua en la Fuente que estaba atiborrada de "espectadores", y que utilizaban el propio pilón como un improvisado palco.

Por allí vimos a un tal Vacas, que era el fotógrafo que casi todos los días y desde Córdoba se desplazaba en su bicicleta a la Universidad Laboral, para realizar algunas fotos a los alumnos durante el recreo. En aquellos tiempos escaseaban los fotógrafos, y como no el papel de fotografía, pues te hacían las fotos en formato 40 x 40 mm. Este Vacas, también era conocido en Córdoba por su gran afición a la bicicleta a pesar de su ostensible cojera de pie derecho. Muy cerca de él se encontraba un buen grupo de aficionados al ciclismo a la vista de que todos llevaban buenas máquinas e iban vestidos con su maillot de ciclista. Entre ellos, reconocimos a Vicente Luque, Antonio Álvarez, Jerónimo Lafuente, Torrecilla Valenzuela, José Castillejo, "Pan duro", al que todos le temían por su enorme voluntad y fortaleza. También andaba por allí con ellos Agustín Romero, el hombre que al decir de Isidoro Muñoz, era el que desde la Organización Sindical de Educación y Descanso, organizaba todas las competiciones del fin de semana en Córdoba y que utilizaron con frecuencia las carreteras urbanizadas del Polígono de la Fuensanta, sin apenas bloques de viviendas; además de competiciones y llegadas a la mayoría de los pueblos de la provincia. Queremos recordar ahora por estas fechas la singular "Carrera del Pavo". Todos los aficionados al ciclismo de verdad echarán de menos aquella época en que la citada Educación y Descanso, cuidaba de todas estas competiciones.

Hoy a muchos años desde aquél 1959, Isidoro Muñoz Cortés, me decía el otro día en la puerta del Portalón de San Lorenzo: "No me explico cómo estos políticos se cargaron de momento a aquella  EDUCACION Y DESCANSO, que en lo que yo conocí y relacionada con el ciclismo, este Agustín Romero, era una campeón organizando toda clase de carreras, cosa que hoy por desgracia, y quizás con más bicicletas, no se producen estas pruebas tan interesantes; y me siguió hablando al recordar a  José Castillejo, el célebre "Pan duro" de la Calle de los Moriscos, que era un ciclista de competición total, nunca dejaba una carrera por pérdida, y aunque llegara "muerto a la meta" siempre disputaba el sprint.

Este Isidoro Muñoz Cortés que apuntaba muy buenas maneras por su potencia en las llegadas, terminó por dedicarse al negocio del Pan que orientó su padre en Cañero Viejo, como fue el Horno de los Remedios. Este nombre de Los Remedios, se lo puso el industrial Muñoz Malagón, porque por aquellos años 1956-57, en su casa de Luis Valenzuela, velaron una noche la imagen de la Virgen de los Remedios, que le fue enviada desde la Parroquia de San Lorenzo. Aquel traslado de la Virgen a "Cañero Viejo", supuso una fiesta para los vecinos de aquel simpático barrio.
 
Tenemos que decir que en este Horno de los Remedios, llegó a trabajar el célebre "Teleras" que con su carro y su mulo, recorrió medio Córdoba, ofreciendo su pan y sus palillos-  Con él empezó a trabajar un joven Manuel Machín Moreno, que de herrero en la Herrería de Mariano el Cojo, de la Torre Malmuerta, empezó a repartir pan con el teleras. Pronto se independizó y empezó a repartir por su cuenta en uno de aquellos triciclos de color amarillo que eran signo de identidad del Horno. Desde primera hora atendió a las tres primeras Calles de Cañero, según entras hacia la izquierda; estas calles y esta zona, con el tiempo se convirtió en "Territorio de Rafael Gómez "Sandokan", pues aquí fue en donde empezó a levantar su imperio de la platería, que el mundo y la burbuja del ladrillo se cargó. En una ocasión me llegué a su casa con José Luis Muñoz, el pintor que le pintaba los "San Rafael sobre el Puente" que él regalaba a sus amigos, y a la hora de ir a cobrar los 10 o 12 cuadros que le había pintado, se le acercó Rafael Gómez, y a la palabra de "Socio" quieres un jamón, se dirigió a él llevándolo enfrente a un gran local que tenía repleto de jamones colgados. Con toda seguridad allí había jamones para todos los vecinos de la Calle Pintor Muñoz Lucena, y es que los jamones y su bien entender el negocio de la platería cimentaron el Imperio que montó en la citada Calle. Testigo sordo de esta operación "Del Jamón Regalo", era inevitablemente la tienda de "Deportes Mejías", regentada por aquel zapatero que siguió la tradición de su padre el que fuera primer masajista del Córdoba CF. en 1954, y que seguía haciéndole las botas de fútbol a destacados equipos profesionales del fútbol español. Casi con el "jamón al hombro" José Luis, el pintor y nunca mejor dicho se dirigió a un tal Pintor Diéguez, que fue el que le pagaría el importe de los cuadros. Hay que decir que éste Pintor Diéguez conocido de nosotros por ser trabajador de Westinghouse, fue una de las personas que empezó a cimentar el negocio de Rafael Gómez con su eficaz e intenso trabajo

La bondad de "Sandokan" también quedó relejada en aquellos tiempos en que Manuel Machín Moreno hacía el reparto del pan por aquellas calles, llegado el tiempo y conforme el platero iba progresando "adecuadamente" ordenó al panadero que la factura del pan diario de los "mayores" se lo cobrara a él todos los meses.

Luego este panadero Manuel Machín "machota" como le decían los amigos, seguí repartiendo su pan hasta llegar a la Calle Roelas, y des allí pasaba por la Calle Custodio, El Pozanco de San Agustín, Reja de don Gome, hasta llegar a la Calle Reyes Católicos, entonces el pan era pan y no "pasta hinchable" como parece ahora. Yo que le ayudaba a llevar el triciclo pude observar como la gente llana y popular o tenía más hambre o consumían más pan. Siempre recordaré que en la mayoría de aquellas casas, algunas hasta con ascensor, al llamar en la puerta y preguntar el pan que necesitaban solían decirte: "espere usted que mire el pan que nos quedó ayer", aquello era una prueba evidente de que la gente del centro miraba más por una peseta.

EL PAN

De aquella experiencia que vivimos en el reparto del pan, hemos llegado a la situación actual que poco falta para que el pan te lo manden "poco menos que por correo". Lo mismo que en su día hubo una persona cachonda que etiquetó a los "pollos de SIMAGO", con la famosa frase: "Tienes peor cara que los pollos de SIMAGO" hoy en día habría que hacer algo parecido con el pan que comemos. Antes era considerado un alimento fundamental y su encarecimiento dio lugar incluso a determinados "cabreos" de los vecinos como "La Revuelta del Pan de 1652 en el Barrio de San Lorenzo de Córdoba",  y que el notario de Bujalance, Díaz del Moral, da cumplida reseña de lo que significó aquella "agitación" en donde la gente fundamentalmente protestaba por los precios de la harina que encarecían el pan, alimento tradicional de las casas populares, en donde el pan con "aceite" con "aceitunas" con "bellotas" con "castañas" con "algarrobas" con "madroños" y hasta con "tocino"" o con cualquier otra cosa, significó durante muchos años, el alimento fundamental de cualquier casa. 

Recuerdo que en aquellos tiempos y cuando había la suerte de freír algún chorizo, se cuidaba de "esperar a que el aceite cuajara" para que sirviera a modo de mantequilla. Todo esto demuestra de que en torno al pan, había un respeto y un celo, porque se trataba de un alimento fundamental, pero hoy que hay tantos ecologistas repartidos por el mundo, el pan da la sensación de que es un relleno en la alimentación. Antes eran sacos de harina y troncos de leña, los que daban la sensación de ese pan. Ahora son multitud de cajas que contienen un prefabricado al que le llaman pan. En Cádiz que son adelantados para todas las cosas simpáticas, ante la avalancha de anuncios de: "Por un euro 2 barras" "Por un euro 3 barras" por un euro....todo lo que usted quiera. A ellos se le ha ocurrido el anuncio de: "2 barras y además le regalamos el euro". Y es que este pan nadie sabe en donde lo fabrican, al principio se creía que era cosa de los chinos, pero ya lo vende todo el mundo. Al igual que a los "Pollos de SIMAGO, a este pan le tenían que llamar  "El pan burbuja". Qué lejos ha quedado aquella harina que venía de los Molinos de Lope García, del Molino de San Rafael, del Molino de Carbonell, El Molino de Casillas, el Molino de Martos, del Molinillo Sansueña, el Molino de los Ciegos; en fin harina, con el esfuerzo del hombre y el agua, como conjunción de la vida. Ahora da la impresión de que se hace el pan como adorno decorativo de la mesa.

Me contaba poco antes de morirse mi amigo "El Persianas" toda su vida dedicado a la confitería y al obrador, que en aquellos años de 1945-60, en la llamada " Casa de Cristina", en las simpáticas Costanillas, a falta de otros ingredientes a los merengues y otros dulces se le añadía un poco de AMONIACO, para que "levantaran  y pujaran", dando vistosidad de buen dulce. Hoy con el "pan ese" que viene preparado solamente para hornear, cualquiera sabe lo que le echan. Un bocadillo de ese pan con Mina, tienen que recordarte a una sensación de aquella "carne de guapo" que se comía en muchos cocidos de los llamados pobres. La carne de "guapo" eran las ternillas o nervios de los animales.

Y volviendo al triciclo del panadero, recuerdo que el recorrido del reparto terminaba en la Calle Benito Pérez Galdós, en donde estaba el gran Almacén de Hierros Álvarez Salas, y también una modernizada "GRAFICAS UTRERA", con unas instalaciones al último grito. Allí en una casa por bajo de la Imprenta estaba el despacho de un tal don Pio Jiménez Ortiz, hombre de mucha influencia en la Córdoba de aquellos tiempos y uno de los promotores del Banco Ibérico en la Plaza de José Antonio, recuerdo que uno de los primeros empleados de este Banco, sería el eficiente y fenomenal Paco Mesa. En ese edificio en donde se instaló en citado Banco, al poco tiempo inauguraron el Reloj de la Tendíllas (1961), que fue una gentileza de Crecencio Marrodán, el hombre de la Casa Philis en Córdoba, otra razón comercial que desapareció como por encanto. Hay quien entendiendo de cante insinuaron que el Reloj tenía que haber sonorizado las sevillanas: "ALGO SE MUERE EN EL ALMA CUANDO UN AMIGO SE VA" en propia alusión a  aquella tienda de electrodomésticos que fue "santo y seña" en Córdoba y que se marchó; lo malo es que Juanito Serrano quien grabara los rasgueos de guitarra que acompañan en las campanadas del Reloj, decidió marcharse de Córdoba, antes que su hermano, el eficiente Jefe administrativo de Almacenes Roses, firmara el balance definitivo para cerrar el citado Almacén. Ese fue el principio de toda la burbuja que vino por detrás y que afectó, a toda la construcción y subcontratados.

APARECIO LA VUELTA

De nuevo con la Vuelta a España, tenemos que decir que después de una caravana multicolor de publicidad, que incluso se hizo muy pesada, aparecieron los primeros ciclistas a la altura de la Casilla de Peones Camineros, eran dos españoles,  KARMANY y el otro era CAMPILLO. Luego y  a una distancia de unos doce minutos, (aquí nunca mejor dicho el espacio se convierte en tiempo), el gran pelotón con su colorido y el chirriar de sus bicicletas, bajó  majestuosamente la Cuesta de Rabanales en dirección a Córdoba.

Fue el fotógrafo Vacas, gran aficionado al ciclismo el que nos diría: " El Pelotón, dentro de una carrera, es el lugar a modo de Salón, en donde los ciclistas, descansan, charlan y toman decisiones, según el desarrollo de la Etapa." Y también en la "comodidad" del Pelotón, es donde los ciclistas de élite pierden muchas veces las carreras, pues allí tienen lugar muchas veces las caídas que tanto perjudican a los líderes. Esto último que nos dijo, le viene bien aplicado a Alberto Contador, nuestro gran campeón, el cual últimamente quizás escaso de fuerzas, falto de ilusión, o lo que sea, se ha acostumbrado a "protegerse" dentro del pelotón, y ahí es donde vienen las caídas. Los grandes campeones jamás se les podía ver dentro de la masa del pelotón, y si se caían, era por auténtica desgracia como le ocurrió a LUIS OCAÑA en el descenso del Col de Menté cuando vestía el maillot amarillo y aventajaba en casi siete minutos a EDDY MERCKY en el Tour de 1971, que después de la desgraciada retirada del español, el belga ganó el Tour.

En el pelotón de la Vuelta a España, a pesar de lo rápido que pasaban, pudimos ver a FAUSTO COOPI  que iba muy arropado en el centro. Efectivamente llevaba un maillot con el nombre comercial de TRICOFILINA COPPI, que a la postre sería el mismo maillot que lució ese mismo año de 1959,  FEDERICO MARTIN BAHAMONTES, en su vuelta triunfal del Parque de los Príncipes de París, cuando el 18 de julio de aquel mismo año, Fiesta Nacional en España, ganó el Tour de Francia.

Los de las bicicletas hablaron de ciclismo, pero también  hablaron de algunas cosas referidas a los ciclistas, y comentaron los problemas que había planteado en Italia, la decisión de  FAUSTO COPPI, de "robarle" la mujer a su intimo amigo al doctor LOCATELLI, que para más "inri" era uno de sus más entusiastas amigos y seguidores.

FAUSTO COPPI, estuvo en boca de los hogares italianos por el romance que mantuvo al robarle como hemos dicho la esposa al doctor LOCATELLI, gran amigo suyo y apasionado del ciclismo. La esposa de éste se marchó con el ciclista y mantuvieron una relación extramarital. Ella, GIOLUIA OCCHITI, fue denunciada por adulterio y terminó incluso en la cárcel y a él le quitaron el pasaporte. Hoy, todas estas cosas de los "cuernos e infidelidades" son aplaudidas y comentadas con toda naturalidad, pero en aquellos tiempos, aquello fue un escándalo, especialmente para Italia, llegando incluso a intervenir el propio Papa Pío XII, que condenó la actitud del ciclista. Pero los protagonistas del escándalo a lo suyo, y se casaron en México y tuvieron un hijo llamado Faustino.

Italia desde el punto de vista ciclista estaba dividida entre FAUSTO COPPI y GINO BARTALI,  que si bien eran diferentes por su estilo ciclista, también lo eran en su vida social, pues mientras COPPI, era más liberal y laico, GINO BARTALI, era todo un símbolo para la Democracia Cristiana, el primer partido político italiano de aquellos tiempos.

A raíz de esta episodio amoroso de FAUSTO COPPI, se llegó a decir medio en broma y medio en serio, que todo el italiano que tenía un poco de nariz "aguileña" se le llamaba de forma simpática "coppino", porque podía ser hijo de COPPI..

En nuestro camino de vuelta para Córdoba, los ciclistas que acompañaban a Vacas el fotógrafo, se montaron todos en sus bicicletas y salieron volando para la ciudad. Nosotros mientras tanto, lo hicimos a pie, y nos fuimos recreando en todo lo que veíamos por el camino. Al pasar por la Puerta de la Cerca de Lagartijo, alguien comentó que ya no pertenecía a la familia del torero, sino que la dueña era de la hija de don Rafael García y García que se la adquirió al torero en 1890. Al pasar por la puerta de la Finca, nos paramos a presenciar a lo lejos, la espléndida casa, que con sus franjas de decoración amarillas, que daban buena prestancia a aquel famoso cortijo. En las tertulias que se formaron en la puerta, unos comentaban las historias del torero Rafael Molina Sánchez "Lagartijo", muerto en 1900, y otros comentaban las anécdotas del torero cuando al parecer, mandó derribar la Cerca una vez levantada, para de esta forma, alargar la faena y el trabajo de los albañiles.

Por allí había un tal Franciscol Bancalero Navajas, un hombretón muy alto, que al parecer vivía en la "Casa del Farol" de la Calle Almonas, y por lo que allí opinaban, trabajaba en los talleres de mármoles de los García Rueda de Puerta Nueva, y por ello fue tenida en cuenta su opinión sobre la Cerca de Lagartijo cuando dijo:
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"Para hacer esta cerca debieron trabajar cinco o seis cuadrillas de 12 hombres, que posiblemente tuvieron los siguientes cometidos:. 2 descargando materiales y piedras, y arrimando agua, 2 clasificando y seleccionando las piedras, 2 replanteando, 2 preparando y  arrimando mezcla, y otros 2  para terminar la ejecución".   

A todos le pareció buena esta explicación y todo asintieron con la cabeza, pero recuerdo que hubo uno que se llamaba Martínez Rodríguez, que era oriundo de Conquista, que se le ocurrió preguntar que cual era la Calle Almonas, a lo que un casi enfadado Roldán Moreno dijo:

"Hombre la Calle Almonas, es el nombre antiguo de la Calle Gutiérrez de los Ríos, y que va desde el Realejo a la Plazuela de la Almagra, y su nombre antiguo se debe a que allí hubo ubicadas distintas fábricas de jabón que en árabe se denominaban almonas. Y su nombre actual de Gutiérrez de los Ríos, se debe a que a mediados del siglo XIX, vivió en esta Calle don Antonio Gutiérrez de los Ríos y sus descendientes, siendo esta familia un linaje importante de Córdoba.

Esta Calle Almonas fue una Calle muy importante para Córdoba, en los años 1950, 60, era una de las arteria comerciales más importantes de Córdoba, por la multitud de negocios y establecimientos que en ella se establecieron. Por otra parte era una de las Calles más habitadas de Córdoba, pues en el censo de 1945, se contabilizan unos 750 vecinos. Entre estos vecinos hubo mucha gente importante empezando por el anciano Venancio Mainez Jiménez, posiblemente la persona de más edad de la Calle. Luego citaremos a aquellos que fueron compañeros en el Colegio, el trabajo o en el Servicio Militar, tal es el caso de: Los Muñoz Baena, los Tendero Mesa, los Roldán Moreno, los Rueda Manzano, Pérez Tierno, Blanco Santos, López García, Antonio Alfaro, Rodríguez Diéguez y Manolo López. Pero es que no queda ahí la importancia de los vecinos de esta Calle, ya que tenemos a un León Morrugares, que supo compaginar su afición al boxeo con la cría de palomos deportivos. Los Cachinero, íntimamente relacionados con la "Casa Venancio" aquél establecimiento que en los años de escasez, sus escaparates llenos de "pan de higo" y "orejones", constituía la ilusión total para muchos de nosotros. Estos Cachinero, migraron también por el negocio de la Farmacia y la construcción, y a ellos se deben la construcción de bastantes bloques que hay actualmente en la Avenida de Barcelona. También es de destacar a Antonio Fernández Blanco, el relojero que sigue fiel al Realejo, en donde ejerce de "Notario" de los recuerdos de aquella Calle. Ramón Medina, aquel hombre que vino de tierras de la meseta para disfrutar cantando a Córdoba, desde su celebrada "Peña El Limón"; por cierto y a propósito del limón, tenemos que decir que éste se ha secado, y se está intentando recuperarlo por un tallo que ha brotado por la raíz, como ya ocurriera hace 40 años. El limón se encontraba en el Patio de la Taberna el Pancho de la Calle Montero".

Serían tantos los nombres propios que vivieron en esta Calle Almonas, que nos sería imposible citarlos a todos, pero quiero recordar aquí a Mariano Salinas Anchelerga, de la famosa dinastía de los Salinas, un apellido y una familia que supo adaptarse perfectamente a todos los aires y ambientes políticos. Estuvieron con la monarquía de Alfonso XIII, continuaron en la dictadura de Primo de Rivera. También estuvieron en la época de Franco y posteriormente en la democracia a partir de 1978, en donde un José Miguel Salinas, de la tercera generación fue presidente de la Diputación Provincial de Córdoba, sin olvidar claro está al Salinas Anchelerga, que sería canónigo de la Catedral de Córdoba. El padre del que fuera candidato a la alcaldía de Córdoba y presidente de la Diputación Provincial, José Miguel Salinas, Rafael Salinas González, fue el presidente del Córdoba CF. que en abril de 1962 subió por primera vez el equipo a la primera división y en su etapa se traspasó Miguel Reina al Barcelona.

Por cierto, que tiempos más distintos del fútbol de aquellos tiempos con el fútbol actual, ahora vas al campo y a penas conoces a ningún jugador, pues por los horarios, el internet y los chinos, todo el fútbol está orientado hacia ellos. Y poco a poco, salvo los equipos grandes de siempre, en los demás campos las gradas vacías suelen acompañar a unos jugadores, que muchos no saben ni a que juegan. Para el colmo las mujeres han entrado en liza en este deporte, y pronto reclamaran "arbitra", "marcadora", "cespeda", "liniera", "golas" etc... todo ello para enriquecer el mundo del espectáculo  Al final vamos a convertir el fútbol poco menos que en el Patio de una casa de vecinos, hasta el punto de que la Liga se resolverá en  las tertulias de TV. con Paloma Gómez Borrero y la María Patiño, como jueces finales.

LA CERCA

Nosotros lo que podemos decir en torno a la Cerca, es el documento que Paco Muñoz, en sus "Cosas de Córdoba" nos presenta, fechado en febrero de 1887, que garantizaba el suministro de la piedra para la construcción de la Cerca. La finca se llamaba de Rabanales que se formó por la agrupación de varias hazas, dicho documento dice:

“D. Manuel Casana y Luque vende las piedras de las canteras situadas en el pago de Mirabuenos y llamadas del Brillante, para cercar el cortijo propiedad de Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”, llamado la Campiñuela Nueva, cerca del arroyo de  Rabanales. Precio de la piedra que de ambas canteras necesitará Rafael Molina para cercar el referido cortijo, sería el de 22.500 reales vellón (aproximadamente unos 34 euros actuales). La cerca tendrá medio metro de espesor dos de altura y una tercia de piedra formará el cimiento. LA mencionada cerca comprenderá todo el terreno del referido cortijo exceptuando el arroyo de Rabanales hasta el puente del ferrocarril, excluyendo también un haza de tierra calma de la propiedad de D. Joaquín Chaparro, si no la adquiere el Sr. Molina durante la construcción de la mencionada cerca…” 

Se formalizó un compromiso del  propietario de la piedra de facilitar ocho carretadas diarias para el mencionado cerramiento. Se estima que el cortijo de Rabanales estaba formado o se configuró con las parcelas, Huerta Nueva de Santa Ana, Haza de las Alberguillas, Cruz de Hierro, Haza de los Ciegos y Moyano, y Campiñuela Baja. La superficie rondaba las 99 hectáreas.  Luego pasó a Propiedad de D. Ramón García y García en diciembre de 1890, y después a su hija.

La historia de la Cerca de Lagartijo forma parte de la propia historia de la ciudad, y yo ya he relatado en otra "entrada" mi opinión sobre su construcción, y el posible personal que trabajó en ella. Hoy lamentablemente la propia casa del cortijo, está totalmente derribada, después de una historia sin terminar de "okupas y rumanos". Estaba protegida por el PGOU, pero no se ha ejercido la protección adecuadamente, como en tantas cosas en esta Córdoba nuestra. Ni por parte del actual propietario PRASA, ni por la Gerencia de Urbanismo se ha procurado evitar la ruina. Acción y omisión u omisión de ambos, propietario e institución municipal.

A ciencia cierta la realidad es que se construyó la Cerca, pero ¿cuándo empieza y acaba la leyenda? basada en la personalidad y generosidad del principal actor, el torero "Lagartijo". En la fecha que se construyó había pasado la ciudad por una dura prueba, la epidemia de cólera de 1885 que, junto con la miseria que existía ofrecían al pueblo de Córdoba un panorama desolador.

DE NUEVO EL CICLISMO

Al finalizar aquel año 1959, FAUSTO COPPI fue a correr en plan de reclamo una carrera  al nuevo país de  Alto Volta (actual Burkina Faso), donde contrajo la malaria. Al parecer aprovechando su estancia en dicho país, él y su compatriota RAFAEL GEMINIANI, participaron en una cacería y al parecer un día después se levantó encendido en fiebre. El 29 de diciembre de 1959 fue ingresado en el hospital de TORTONA para el diagnostico de aquella fiebre. Los médicos pensaron que era una fuerte gripe y trataron de poner remedio a dicha enfermedad, pero el 2 de enero Il Campionissimo murió con apenas 40 años.

Después de este recuerdo luctuoso, quiero recordar que aquella etapa de la Vuelta Ciclista a España, terminó en el vetusto Estadio del Arcángel y fue ganada por  KARMANY, seguido de CAMPILLO, En opinión de mucha gente, en un campo de fútbol se pueden celebrar muchos espectáculos, con abundancia de espectadores, pero lo que resulta menos apropiado es para la terminación de una etapa de la Vuelta a España.  Sin ir más lejos, el año 1955, en el 19 de mayo, se celebró una exhibición de acrobacia  aérea, protagonizado por un príncipe rumano de nombre CANTACUZENO, que en declaraciones a los medios locales llegó a decir, que además de haber sido un héroe de la segunda guerra mundial, también era descendiente de la dinastía del Imperio de Bizancio y que fue destronada en el siglo XIV.

LA REALIDAD

Terminó aquella Vuelta a España, desapareció la Cuesta de Rabanales, la Fuente, y de  aquel arroyo, que fue un oasis de barbos y bogas, como pueden atestiguar todos a los aficionados a la pesca, que disfrutaron de este arte en el llamado Puente de los Piconeros. Del arroyo sólo ha quedado una pequeña corriente de agua, en donde unos "cangrejos negros" han acabado con todo, y sólo los caracoles muertos y toda clase de desperdicios dibujan sus discurrir por el llamado "EL VALLE DE LOS BUITRES. Ese es el nombre que le dio a este lugar, un espacio en la orilla norte de la Alameda del Tiritar,  Andrés Tripiana Márquez, una de las personas  que llegó a montar aquí un pequeño taller de automóviles.  Este simpático Andrés, más que nada decía que aquí se "escondían" de las fieras que avasallaban a los pequeños con las facturas y los impuestos.  

LA ENTRADA AL VALLE

Entre la Gasolinera, y lo que era y fue el Colegio de Formación Acelerada San Carlos, existía un camino de tierra que al final y después de una pendiente, te llevaba a la misma linde del Arroyo. Allí en los años principios de los 1960, un intrépido empresario Rafael Jurado Díaz, de aquello, un terreno para utilización rural, lo convirtió en naves industriales. El primero que llegó allí fue un tal JUAN BERNIER, que montó una nave para hacer "tabicas", de escayola, y a él le sucedió el simpático "LLANITOS" que con su piedra artificial, llenó los jardines de muchos chalets de Córdoba, de fuentes y arcángeles de San Rafael. Luego llegarían uno que se dedicaba a la "legumbres" en donde su trabajo era mezclar los tamaños mayores con los pequeños. Luego llegaron los Cerrajeros, y se montó Unión Cerrajera Cordobesa, que llenó Córdoba de hierros de cerrajería, de carpintería y de todo lo que sonara a hierro y aluminio, Luego llegó una empresa que vendía aceite puro de oliva y allí guardaba los despojos de carne, que al parecer empleaban para añadir grasa al aceite. Varias veces se vio a los que manipulaban aquello enfundados en sus monos de trabajo.

Eran los tiempos en que la instalaciones de la antigua Escuela de Formación Acelerada San Carlos, fue un importante recinto ferial, y lugar para grandes comidas con las que don Miguel Castillejo, recordado presidente de CAJASUR, obsequiaba a sus trabajadores, que llegaron a superar los 2.500. Mucho ha cambiado también el tema de CAJASUR, pues ahora, no sólo hay la mitad de los trabajadores, sino que los establecimientos también cierran por vacaciones. A lo que se ve hay muchos Buitres por todos los lados y más aún en la banca. 

Y se puede afirmar que lo de LOS BUITRES,  es por multitud de circunstancias, una de ellas la pudo contar Leandro Saiz Alijo, como cobrador de los Pintores Hermanos Palomino, que llegó un día al Valle y hasta fue mordido por un perro cualquiera de aquellos, que entre hambre y ambiente hostil, merodeaban por aquella zona. Este hombre fue el que llegó a decir: "Cuando mis jefes me mandan cobrar una factura por estos Talleres, yo les digo que me enviaban "AL VALLE DE LOS BUITRES".  

En realidad el dueño catastral del Valle, era Rafael Jurado Díaz, el hombre que en boca  de Antonio Romero, este hombre además de una excelente persona, tenía una gran experiencia en el tema de las letras, de él decía que las tiraba por alto y sólo pagaba las que quedaban de canto. Por lo demás, Rafael Jurado, resultaba una persona entrañable y un ferviente admirador y defensor de Córdoba. En el año 1978, el año que desgraciadamente el Atlético de Madrid perdió su Copa de Europa, por el error o distracción de Miguel Reina en los últimos minutos, Rafael, empezó a hacer naves alrededor del terreno respetando solamente la orilla del Arroyo; y las naves fueron ocupadas por las más variopintas profesiones. A la caída de la noche, aquel llano, a la orilla del arroyo, sin luz, era como gran una sinfonía de "ruidos" que del propio arroyo, hablaban de que algunos animales, unos iban detrás de otros en persecución suicida. Por algo le llamaban a esto EL VALLE DE LOS BUITRES.

EL PRIMERO “LLANITOS”

Nada más entrar al "Valle" te encontrabas el taller de “Llanitos” dedicado a la piedra artificial, un auténtico artista, cansado de andar por toda la Córdoba de los autónomos. Un día me dijo que se había refugiado allí en el “Valle”, para quitarse de todos los que le acechaban para cobrarle. Aquí, me dijo, hago mi Arcángeles, mis fuentes y mis columnas, porque el oficio me gusta y lo llevo en el corazón. Pero no se puede trabajar para nadie y menos a la gente de la construcción, ya que lo quieren todo para ellos. Me recordaba que durante un tiempo le llevó las cuentas Antonio Jiménez Gutiérrez, el tío que posiblemente más sabía en Córdoba de letras, y el sería el que le aconsejó, que se "escondiera" lejos de los clientes y los acreedores. Su sombrero cordobés no faltaba nunca ni en su taller, y era un enamorado de las cosas de Córdoba. Lógicamente después de mucho tiempo "huyendo" trabajaba solo y así quería aguantar hasta que se pudiera jubilar.  

“EL TABIQUES”

Éste, era cuñado de un tal BERNIER que empezó a fabricar unos módulos para levantar separaciones y tabiques de escayola, pero que su explotación comercial no era compatible, con pagar impuestos ni cotizaciones y por eso se refugió en el “Valle”. A pesar de que trabajaba a media puerta cerrada, también tuvo problemas de cobros que le llevaron a cerrar definitivamente el “chiringuito”. No obstante quedaron sus restos diseminados por la orilla del arroyo. El trabajo lo realizaba un cuñado, que también trabajaba sólo, pero este producto debió tener poco mercado, pues por allí apenas venía nadie a comprar nada.

UNION CERRAJERA CORDOBESA

Al hablar de Unión Cerrajera Cordobesa, hay que decir que fue la idea de un grupo de profesionales de la cerrajería, que teniendo todos prácticamente los mismos orígenes en el Taller de Diego Castilla "Pichaca", quisieron encarar su vida profesional con nuevo rumbo en una especie de Cooperativa.
Este grupo de profesionales, realizó multitud de trabajos para la mayoría de las empresas que construían en Córdoba, y como es natural fueron arrastrados por la ruina de las empresas constructoras, que antes de ir a la ruina, lo querían todo para ellos. Los Cerrajeros, como tantos talleres de fontanería, electricidad y otros subcontratados, fueron la mayoría a la ruina o quitaron el negocio. Pero es justo mencionar aquí a los grandes profesionales que formaron esta empresa, empezaremos por los hermanos Ruz Castillero, luego Paco Losada, Antonio Romero, Alejandro Luque, Manuel Cazorla, Antonio Pérez, entre otros. Hoy ya están todos jubilados. 


“EL CARACOLES”

Manolo Murillo “El caracoles”. Su taller era el que estaba a continuación y además era el más veterano en el “Valle”. El “caracoles” fue un trabajador, allá por los años sesenta de Almacenes de Construcción San Antonio,  (Aquél que patrocinaba el espacio de "MINUTOS DEPORTIVOS", de Radio Córdoba). Este negocio de Almacenes San Antonio era de don Antonio Díaz Jaén, procurador de los Tribunales, y fue la empresa que facilitó todas las losas y solería que se puso en la Universidad Laboral, el mismo "Caracoles" trabajó en preparar todas estas partidas de losetas, que serían miles y miles de metros cuadrados.  
Al "Caracoles" que jugaba a todo lo que había en aquellas épocas, le tocó la Lotería Nacional, y el premio le hizo que se metiera a empresario, profesión ésta para la que no tenía preparación alguna. Invirtió todo el dinero que le tocó, ocho millones de aquella época, comprando maquinaria y empleando a doce personas.
El taller no tenía ni oficinista ni nada, solamente su “compadre” iba un día a la semana para llevarle según él las cuentas. (¿).  Y según el compadre, todo iba fenómeno.
El “caracoles” era un hombre espléndido y todas las navidades regalaba “el cordero” para guisarlo en  "EL VALLE" al estilo de “Robín de los Bosques”. Precisamente por esas fechas del año 1986, al hacerle una factura para Noriega, hubo una persona que le abrió los ojos y le dijo: "Caracoles, al precio que tú facturas esta solería le pierdes al negocio unas 1.000 pesetas todos los días". El dudó mucho de aquella aseveración e incluso arrancó un tanto a reír, pero en su casa debió ver lo que debía y lo que podía tener en el Banco, y tardó dos días en cerrar el taller.

TALLERES EMILIO

Este hombre tenía otro taller de cerrajería, pero más fundamentalmente dedicado a las rejas, cancelas y tema de estructuras. Llenó las casitas de Cañero, de rejas de Medio Punto. Para ello compró un camión auto-grúa e incluso instaló en medio del llano una alta grúa de obra para poder mover la enorme cantidad de vigas que tenía que mover. Quizás más joven que los cerrajeros, era también más vivo en el trapicheo del trabajo, pero evidentemente, tenía menos preparación. No obstante aportaba una novedad que los otros no tenían, cual era que se dejaba barba. Pero poco más, todo el día tenía la ropa de trabajo puesta y no conocía otro mundo. No cogió grandes obras y quizás por ello no fue tan maltratado por las grandes constructoras. Al día de hoy puede decir que con todos los kilos de hierro que ha gestionado, todas las cancelas de medio punto que ha hecho y toda la cerrajería que ha salido de su taller, ni ha vivido, ni tiene más comodidad económica que un simple funcionario.

UNA EMPRESA DE ACEITES

Esta empresa empezó allí a ocupar una nave de estas que preparaba Rafael Jurado, y que la mayoría de los días apenas tenían actividad alguna. Allí solamente llegaba una furgoneta de forma regular que soltaba, despojos de carne y huesos, y que con el tiempo acumularon tantos, que por hedor, putrefacción y hasta incluso grandes gusanos, les obligaron a quitar de allí aquel “siniestro almacén”. Los profesionales que hacían este trabajo, portaban unos monos azules, y en el peto izquierdo llevaban en blanco el emblema de la empresa. Se hizo un escrito de protesta dirigido a Sanidad y a raíz de aquello, retiraron el "Kiosco". Al parecer utilizaban aquellos despojos para dar "grasa" al aceite como ya hemos dicho.

ANDRES TRIPIANA EL “GORDO”

Este muchacho simpático y afable, llegó con toda la ilusión del mundo para montar su taller de Chapistería y Pintura. Al fondo de la nave instaló una decente cabina de pintura e incluso hizo su foso para las reparaciones. Estuvo unos seis o siete años a plena actividad pero con una clientela, que según él, la mitad no le pagaba, porque la mayoría eran compañeros, amigos o socios de su coto de caza. La verdad es que este hombre tuvo que salir huyendo del “Valle”, como hemos dicho, pues hasta una barca de remos que tenía en el río, se la quisieron quitar. Su mayor ilusión era su Willy que pudo adquirir gracias a su amigo Rafael "El Pringues" en una subasta del Parque y Talleres de Automovilismo. Pasear en su coche y comer magdalenas eran su mayor felicidad.

EL “SERIO” DE LOS GARBANZOS

Además de un tornero que había escondido debajo de un árbol, el último negocio que se montó allí, era el de un hombre que todo el día estaba “cerniendo” garbanzos, lentejas y habichuelas. Este hombre si se veía que funcionara pues mezclaba garbanzos de todas las clases, lentejas de todas las cosechas y habichuelas de todos los paladares, que al final las envasaba. Alguna veces entre montón y montó se perdía algún roedor que decía por donde había entrado pero no indicaba por donde había salido.

De forma casi general tenemos que decir que en el VALLE DE LOS BUITRES, allí salvo contadas excepciones, nadie funcionaba con un ritmo comercial saludable, ya que la mayoría de los negocios, no solían durar mucho, pues casi todos después de un periodo de funcionamiento, se marchaban con la música a otra parte.

La mala gestión propia de las empresas, y la descarada y abusiva presión egoísta de las Constructoras, determinó que en Córdoba, hayan quedado “MUCHOS CADAVERES POR EL CAMINO”, de fontaneros, electricistas, herreros, soladores, carpinteros, etc. Estos criterios abusivos inflaron aún más la burbuja que a la sombra de CAJASUR, llevó a casi todos a la ruina.

Finalmente, tenemos que decir, que lejos está el bonito recuerdo de aquella "ALAMEDA DEL TIRITAR", ya que por unas razones u otras, sólo ha quedado en su lugar "EL VALLE DE LOS BUITRES", de mal recuerdo para los trabajadores que allí se han dejado media vida, y que sólo queda un arroyo mal oliente, con cáscara de caracoles muertos, y ratas a tiempo libre.