lunes, 19 de septiembre de 2016

EL SEMÁFORO Y EL TENIS




 

La palabra “Semáforo” es de origen griego como tantas cosas importantes de nuestras historias, es una dualidad de palabras “sema” que significa señal y “foros” que significa portador, es decir el semáforo es el que porta las señales.

También se llamaba semáforos a las torres de señales que se extendían por todo el territorio, desde donde se emitían señales ópticas, que facilitaban las señales más rápidas que utilizando otros medios.

Pero el semáforo todo el mundo lo asociamos con el mundo de la carretera, los coches y los cruces y su ánimo era regular la circulación. La idea del semáforo se trajo a las ciudades del entorno ferroviario, en donde se utilizaba para dar señales a los trenes que circulaban por las vías.

Aplicando esta idea de los ferrocarriles el ingeniero de trenes Jonn Peake Knight, quien trasladando la idea de lo que existía ya en la vías de los ferrocarriles, instaló el 10 de diciembre de 1868, el primer semáforo en la ciudad de Londres. Aquel artilugio era lógicamente muy diferente al que podemos contemplar hoy, constaba de dos brazos que se levantaban para indicar el sentido de circulación que tenía que detenerse, al tener que utilizarse la luz del gas, esto provocó su explosión al poco tiempo de ser inaugurado. Al funcionar las luces con lámparas de gas, se imponía un funcionamiento manual a expensas de un policía de turno, lo que al explotar le provocó la muerte en el año de 1869.  Era invierno y el semáforo nacía con la muerte de un policía servidor del orden y la circulación. 

EL SEMÁFORO EN BROMA

Fue un programa de Televisión Española de actuaciones de artistas “intrusos” dirigido por el genial Narciso Ibáñez Serrador, y lo presentaba un peso pesado de la pequeña pantalla como era Jordi Estadella, con la ayuda estimulante de una serie de azafatas que como siempre, estaban espléndidas. El programa consistía en que una persona con cara de “intruso” se presentaba allí en el escenario y durante el tiempo de un minuto, procedía a hacer lo que el creyera conveniente, fuera un pego, una tontería o una idea genial. El ridículo o la idea genial era premiadas con una cacerolada o aplausos. Aquello fue una forma de sacar provecho para la buena risa, de todos los “ridículos” que la gente de forma voluntaria se empeñaba en hacer cara al público. Luego, y con otros nombres se hicieron copias que ya no resultaron tan originales.

EL PRIMER SEMÁFORO EN CÓRDOBA

Era el mes de junio de 1957, y estaba yo acompañado de mi padre en la Plaza de José Antonio, allí habíamos quedado citados en la puerta del Instituto Góngora, por una circular de la Mutualidad Siderometalúrgica, que se hallaba ubicada en la Calle del General Villegas de la Ciudad Jardín. La carta la firmaba una tal Toledano, que al parecer era hermana de los Toledano que tenían la Taberna en la Calle Rejas de Don Gome, esquina con Calle Hinojo. Allí en la Puerta del citado Instituto, nos recogería el coche de la Universidad Laboral para llevarnos para realizar el examen de ingreso. Al presentarnos con media hora de anticipación; eran las 10.30 de la mañana, y mientras llegaba el autocar, mi padre me relató cosas del antiguo reloj, del Águila de la Unión y el Fénix Español, y de la Farmacia Marín, que estaba en la esquina de la Calle Gondomar con la TENDILLAS, ya que él solía coger allí todos los días el autobús de la Electro Mecánicas, que por aquella época eran de color amarillo y paraban junto a los Waters de Caballeros que estaban en la acera de telefónica.

Estábamos en la conversación y empezaron a llegar más padres con sus hijos y pudimos ver a los hermanos Cantarero, a Navas Linares, a Unquíles Sánchez, a Vázquez Martín, a Luque Aranda, a Julián Contreras, a Manuel Pineda, a Calero Calero León, a Manuel Martínez, a Nogueras Sánchez y así hasta un largo etc. de compañeros. Finalmente llegó aquel espléndido autobús inglés (tenía el volante a la derecha), que se paró en la puerta del Instituto. Al abrirse las puertas de "aire" pudimos ver que se bajaba una especie de ordenanza con un uniforme ceremonioso y que luego nos enteramos de que se trataba del señor Madrid, hombre que nos daría muchas veces en aquellas Aulas, la alegría de abriendo la puerta pronunciar la frase: "señor. Profesor, es la hora"

Empezamos a subir y ocupamos todos los asientos y bastantes compañeros se quedaron de pie, sobre todo en la plataforma posterior. Con el coche en marcha y desde las ventanillas nos despedimos de nuestros familiares. También antes de cerrar la puerta del autobús, se despidió de forma muy correcta el señor. Madrid. El autobús arrancó con dirección a Calle Cruz Conde pero antes, tuvo que dejar que saliera un autobús que iba en la misma dirección y que podía ser el que iba para la Electro Mecánicas. Empezaron a andar despacio uno tras de otro los dos vehículos y con sorpresa de todos al encarar el principio de la Calle y a la altura de los Almacenes Rodríguez y Espejo, observamos que los dos vehículos se pararon de forma ostensible; por curiosear miramos y el mismo chófer que era un tal Sr. Molina dijo: “Ea, ya nos ha tocado el semáforo”, efectivamente aquella columna metálica pintada en verde y que habían colocado en el cruce con la Calle Morerías, tenía encendida una luz roja que al parecer indicaba prohibido el paso. Luego ya que circulábamos con más fluidez, el mismo chófer le comentaba al ordenanza: “Hace poco tiempo que han puesto estos dos semáforos para regular el tráfico y el paso de los peatones; además de éste, existe otro en el cruce de Avenida del Generalísimo con el Gran Capitán, que fue colocado un poco antes.

Los semáforos debieron de ponerlos a finales del 1956, pero nosotros no lo habíamos visto hasta que íbamos en aquél autobús de la Universidad Laboral, y es que no era muy normal que la gente que vivía del Realejo para abajo, anduviera por el centro de la ciudad.  Por eso días después de aquellos exámenes y estando en el portalón de San Lorenzo, un grupo de amigos formado por:  José de la Cuesta, Martínez Bermúdez, Manuel Torres, Rafael Gordillo, Antonio Granados y el que esto anota, y habiendo salido en conversación el dichoso Semáforo, decidimos acercarnos para verlo "in situ".

Estando allí en el mismo cruce, vimos pasar en ese momento a Rafael Merlo Jiménez, joven y eficaz dependiente de Calzados Rodríguez, al que conocíamos por vivir en la Calle el Cristo, y además su padre trabajaba como pintor en CENEMESA, en donde era un gran profesional. A él preguntamos cosas acerca del semáforo que por enfrente de su trabajo, había visto todo su montaje. Y el amablemente nos contestó:

“La Empresa que instaló este Semáforo fue el taller de Electricidad de Antonio Mármol, que estaba ubicado en la Calle Blanco Belmonte. (Años más tarde, su hijo Antonio Mármol, se colocaría en la Universidad Laboral de profesor de electricidad)

El amigo Merlo, siguió diciéndonos: El que hizo los trabajos de albañilería e infraestructuras, fue José Rubio “Pepillo el Pocero”, que ya por aquellos tiempos le hacía algunas obras al Ayuntamiento, alternándose en estos menesteres con los hermanos Domínguez, que a la par de ser unos de los primeros Cabos Gastadores que desfilaron por las calles de Córdoba, fueron buenos peñistas, y pertenecieron a la Peña Los Emires y Córdoba Soberana, y uno de ellos, Rafael, el mayor llegó a ser Presidente de la Federación de Peñas Cordobesas fundada en 1964. Este Rafael Domínguez Ramírez, fue uno de los primeros "Potros de Oro" que se adjudicaron en Córdoba. Todo lo que tenía de estatura lo tenía de buena persona.

Por otra parte “Pepillo el Pocero” fue uno de los que trabajaron en San Juan de Letrán y en la Calle Montero, para que su Carnaval se hiciera famoso en Córdoba, durante los años setenta y ochenta del pasado siglo. También  fue uno de los primeros “Colonizadores” del entrañable paraje de nuestra sierra denominado “La Colina”, en donde llegó a regentar el principal Bar del mismo nombre y  que fue referente para muchos aficionados al perol

Y allí mismo nos explicaron que los postes de los Semáforos, fueron realizados por fundiciones “SISI” de Madrid y que los letreros de CERVEZAS EL ÁGUILA, que se habían pintado en los bordillos del PASO DE PEATONES, fueron realizados por “Los Maños”, pintores que tenían el almacén de pinturas en la Calle La Banda (Ruano Girón), en el mismo local en donde antaño tuvo su taller de zapatero el simpático Mejías, el que fuera además de zapatero, masajista del Córdoba en sus primeros tiempos. Este Mejías, era un gran aficionado al boxeo y la gimnasia, y a determinadas personas enseñó estas técnicas y fue precisamente Don Alfonso Cruz Conde, el que le dio el puesto de masajista en El Córdoba CF, en aquel año de 1954.

LA AVENIDA DE CERVANTES

En aquel año de 1956, la fábrica de CERVEZAS EL ÁGUILA, estaba en un gran proceso de expansión en Córdoba. Dicha fábrica estaba ubicada en un edificio que hacía esquina con la Avenida de Cervantes y la Calle Fray Luis de Granada, muy cerca de la que fue  la casa Chalet del inolvidable “Manolete” y en la misma acera de CARAMELOS HISPANIA, que patrocinaba todos los jueves por la tarde el programa de "RADIO CHUPETE", en la Emisora EAJ-24 Radio Córdoba. Al entrar en el Estudio cara al público de esta emisora, podíamos observar como la LUZ VERDE, significaba que se estaba en antena, y la LUZ ROJA, era una luz previa de atención para entrar en las ondas.

Pero por aquella Avenida de Cervantes, se veían con frecuencia aquellos entre aprendices y militares, que con el uniforme azul eran como alumnos de RENFE, y recuerdo que uno de ellos que se llamaba Jiménez me decía: "Teníamos una asignatura muy importante que era SEMAFOROS, y con ella interpretar los colores rojo y verde, que eran fundamentales en el tema de la circulación de los trenes.

Me recordaba este Jiménez el enorme Economato que había muy cerca de lo que fue la casa Palacio de Manolete, y fue precisamente esta gente llana, la que al entrar a la Avenida desde el Paseo de la Victoria, pues venían del Alcázar Viejo, Los Olivos Borrachos o el Campo de la Verdad, le pusieron a la casa que se hicieron los Hermanos Rodríguez, le pusieron el apodo de "La Casa del Coñ.......", pues llamaba la atención en aquella esquina.

Queremos recordar que la EMISORA EAJ-24 RADIO CORDOBA, estaba ubicada en la Calle Alfonso XIII, enfrente de lo que fueron las Oficinas centrales de Sevillana de Electricidad. El programa de "RADIO CHUPETE" era puesto en antena por Paco Vargas y Oficina Quirós. Era cara al público y por aquellas fechas años 1950, empezaron a montar en el Patio de la Emisora una enorme torre de hierro a base de angulares de 100 en la brida de arranques y disminuyendo para arriba hasta llegar a los 65 metros de altura, altura que era coronada por una LUZ ROJA, en señal de precaución y peligro para los aviones.

EL SEMAFORO AMARILLO

Muy cerca de la Avenida de Cervantes estaba el llamado "Contraste" a donde iban la mayoría de los aprendices de los talleres de platería, a que contractaran las piezas que sus jefes les mandaban. Allí nos juntábamos muchos aprendices de Regina, de la Calle Arenillas, de la Magdalena, de la Calle Isabel II, de San Pedro, por citar una zona clásica de Córdoba, y es que en aquellos tiempos en cada casa de aquellos Barrios de San Lorenzo, la Magdalena, San Pedro, Santiago, San Andrés y hasta el Campo de la Verdad, siempre había Talleres de platería, que con un aparato de radio por toda distracción ambiente, trabajaban más horas que un despertador.

Traemos aquí al recuerdo a un Rafael Luque, hijo de un  sastre, un gran profesional de la platería, artista diría yo, ya  que por su taller pasaron muy buenos aprendices que hicieron carrera y dinero en este oficio. Era un mundo VERDE esperanza el que se presentaba para aquellos jóvenes aprendices que aprendieron el oficio con él, pero a él no le fueron del todo bien las cosas, pues aún siendo un consumado artistas de los antiguos como se decía antes, terminaría presentándose como candidato a unas elecciones en Córdoba, por una candidatura de COLOR ROJO, tampoco tuvo suerte como político.

El simpático Copado, platero de la Calle Arenillas, que al igual que era un buen portero de balonmano, también jugó a adivino, y un día nos diría cuando los "AMARILLOS" se despierten acabarán con la platería tal como ahora la entendemos, y con todo lo que se pueda fabricar en plan domestico.

Aún guardamos el recuerdo de insistentes alusiones, en las tertulias de los adultos, al "peligro amarillo". Después del ataque a PERL HARBOR, los japoneses ocupaban la mayor parte de Asia y su expansión por el Pacífico parecía no tener límites. Recuerdo que la película OBJETIVO BIRMANIA, era una película de mucha actualidad en aquellos tiempos.

Desgraciadamente tuvieron que ser las bombas de HIROSHIMA y NAGASAKI, las que frenaran aquella idea imperial que representaba el "peligro japonés".

Superada aquella etapa tras las masacres de las bombas atómicas, el "peligro amarillo" cambió de localización geográfica pero continuó presente en muchas conversaciones que yo tomaba con pinzas, porque los años me habían enseñado a no guiarme por estereotipos racistas. El comunismo chino era peligroso, pero no por el color de la piel de sus ideólogos y prosélitos sino porque formaba parte de un polifacético movimiento totalitario internacional. La caída del Muro de Berlín le quitó "El cinturón" que apretaba y daba fuerza a toda esta ideología, y ya el amarillo, como señal previa del "rojo" o peligro, cambió de ubicación.

Todos los idearios políticos que adoptan alguna significación en banderas, "ESTELADAS", o vestimentas, nos recuerda a la aclamación de ciertos dictadores: La "CAMISA AZUL", la "CAMISA NEGRA", la "CAMISA PARDA", la "CAMISA VERDE!", los "ESCAMOTS de Esquerra Republicana, la Guardia de Hierro rumana, el integrismo brasileño, los verdes olivo de los castristas, la boina roja de los carlistas, y los descamisados peronistas.

Pero no cabe duda que el amarillo se ha convertido en el color emblemático de los secesionistas catalanes. Las camisetas de color amarillo con sus embarrados que exhiben los manifestantes, nos traen a los veteranos el recuerdo de todas aquellas gentes que se concentraban en torno a un dictador o idea imperialista.
  
Ya José Ortega y Gasset en 1929, en pleno apogeo de los totalitarismos fascista y comunista, escribe "La rebelión de las masas", en el que se manifiesta de la siguiente forma:

"Creo que las innovaciones políticas de los más recientes años no significan otra cosa que el imperio político de las masas. La vieja democracia vivía templada por una abundante dosis de liberalismo y de entusiasmo por la ley. Al servir a estos principios el individuo se obligaba a sostener en sí mismo una disciplina difícil. Al amparo del principio liberal y de la norma jurídica podían actuar y vivir las minorías. Democracia y ley, convivencia legal, eran sinónimos. Hoy asistimos a una Hiper-democracia en que la masa actúa directamente sin ley, por medio de materiales presiones, imponiendo sus aspiraciones y sus gustos.",

Y nosotros añadimos, que ante cualquier aclaración sobre historia, derecho o libertad, la masa, te suele decir "ESO ERA ANTES", por lo que se ha perdido toda posibilidad de recurrir a la historia ni ha nada parecido para el diálogo. Y si hablas algo contrario a sus ideas te llamaran como "FACHA" o algo por el estilo.

El autor de la "REBELION DE LAS MASAS" aunque muy poco tiempo, vivió en Córdoba, Su familia se tiene que mudar a Córdoba por consejo de los médicos, ya que a su madre doña Dolores Ortega y Chinchilla, de salud quebradiza le habían diagnosticado un cuadro de debilidad que en Paris el conocido doctor Charcot del Hospital de la Salpetriereo, -uno de los más ilustres médicos de la época- le achacó todo el cuadro que padecía con los continuos partos que había tenido. Por lo que para su restablecimiento le recomendó un clima menos severo que el de la Meseta y con protección del aire de la Sierra que al parecer quiso ver en Córdoba.

Ortega llegó a Córdoba (1889), apenas si tenía seis años, y su padre lo colocó en un Colegio de la Calle Obispo Fitero, que fue fundado por el inspector de Primera Enseñanza, don José del Río y Labandera,  con domicilio en la Calle Horno de San Juan. En esa Escuela José Ortega fue condiscípulo a Fernando de los Ríos, que estudiaría el bachillerato en el Instituto Góngora.

El padre de JOSE ORTEGA Y GASSET, (1883-1955), se mandó construir una Casa Palacio en Córdoba, haciendo esquina con la Avenida de Cervantes, los planes de la inversión de JOSE ORTEGA Y MUNILLA, (1856-1922), no se conoce exactamente pues en esa casa la familia a penas si paró un año y medio y luego sería vendida a la familia Cruz Conde en la persona de Rafael Cruz Conde, que además en la Calleja instalaron una importante Bodega, por lo que a la Calle desde entonces se le conoció con el nombre de Calle LA BODEGA.

La profesión de periodista de ORTEGA Y MUNILLA, y sus muchas ocupaciones, y el temer que estar en Madrid trabajando y su familia en Córdoba, fue muy complicado para el padre de Ortega que al año y medio de estancia en Córdoba, coloca a sus hijos en un internado de Jesuitas en la ciudad de Málaga por la zona del Palo.

A pesar de su poca estancia viviendo en Córdoba, Ortega y Gasset, debieron llevarle a visitar el desierto de Belén y las Ermitas, pues uno de sus primeros trabajos que publicó con apenas 20 años, fue "LAS ERMITAS DE CORDOBA". No cabe duda de que este lugar influyó en su mente dada para el pensamiento y la filosofía. El defiende este espiritual lugar diciendo: "En ese entorno y paisaje espiritual tiene más enseñanza, que la que te pueda dar el mejor pedagogo". El cómo filosofo justifica su "circunstancia" cordobesa. Y es que aquél lugar le sobrecogió, al contemplar como aquellos ermitaños, habían optado libremente sólo por la compañía de la soledad.

Superado al parecer el "síndrome" que presentaba la madre de Ortega y Gasset, la familia abandonó la casa de la Avenida de Cervantes y al poco tiempo pasaría a manos de Rafael Cruz Conde, quien a su vez se la vendió en 1942 a Manolete.

Lástima que esta casa finalmente acabara en manos de un constructor inmerso y ahogado por la burbuja inmobiliaria. Existe algún rumor de que la citada casa estaba en los planes del torero José Tomás en comprarla, pero esa intención no se ha hecho efectiva.

Desgraciadamente con la "Burbuja" y millones de acá para allá el semáforo se puso rojo y el peligro se precipitó sobre muchos que no lo esperaban.

ALGUNOS DATOS SOBRE EL SEMAFORO

Los primeros semáforos que se instalaron en Madrid fueron en la Calle Alcalá y posteriormente en la Calle Barquillo, quizás porque en aquella Calle estaba la sede del Atlético de Madrid en donde el amigo Barroso, era su presidente.

Los comunistas chinos intentaron cambiar el significado de los colores, pues el rojo que se asociaba con el comunismo no lo querían como prohibitivo.

Pero en la Italia de Sofía Loren, todo lo interpretan como ellos quieren y allí pese a las normas internacionales existentes en cuestión de tráfico para ellos el "rojo y amarillo" significa pasar y el "verde" que hay que parar.

En Alemania se sigue usando la estampa "del hombrecillo" con su gorro, que habilitaba con el "verde" el paso, y hay que decir que este "hombrecillo" ya fue adoptado en la Alemania Oriental.

Sería en la simpática provincia de Jaén en donde se colocaría en el 2008, y en el Paseo de la Estación un semáforo en el que se cambia el pantalón por una falda de mujer.

Luego las distintas disputas entre hombre y mujer han hecho que en determinados lugares la figura que autoriza el paso con el verde, sea mujer e incluso con falda. La ciudad de Valencia es la que cuenta con mayor número de semáforos por habitante, estando por detrás Madrid y Barcelona.

Los americanos como queriendo ser más adelantado en todo, han añadido una cuarta luz en color azul o blanco, que luce sobre el semáforo para avisarte incluso desde lejos que está en posición de rojo y de prohibido el paso.

EL SEMAFORO Y EL TENIS

Los técnicos modernos quieren ir tan lejos a la hora de enseñar el juego del Tenis e incluso el juego del Pádel, que quieren identificar las zonas de las pista de juego y adjudicarle un color, para indicar en cada momento a donde se debe enviar la pelota para que afecte en la mayor forma posible al contrario.

Ya que hemos hablado de Tenis, tenemos que recordar que después de 47 años, en que España disputó la final de zona con la India, ahora ha vuelto a jugar el ascenso a la primera división de la Copa Davis. En aquellos partidos de noviembre de 1965, en los que Manuel Santana era el Rafael Nadal de ahora, España eliminó a India, jugando contra Khrishnan y Mukeryea, el equipo español formado por Santana, Juan Gisbert y J. Luis Arilla, dieron cuenta de los indios por 3-1.

Aquel partido se jugó en Barcelona, en el mítico Club de Tenis Barcelona, cuando tenía que haberse jugado en la Ciudad de Calcuta, pero la Federación internacional consideró que la Guerra Indio-Pakistaní, que entonces estaba latente, porla disputa de Cachemira, podía afectar aquella celebración, y por ello y a la influencia de Santana en el concierto mundial del Tenis, se trajo el partido a Barcelona.

Pero Manolo Santana, al igual que el Real Madrid fueron en aquellas épocas los mejores embajadores de España, por lo que las excelentes relaciones del gran Santana con el australiano Roy Emerson, el mejor jugador de aquellos tiempos, hizo que esas buenas relaciones, unidas a la seriedad y eficacia del equipo   español, de la mano de catalán JAIME BARTROLI, ejercieran su enorme influencia ante la Federación Internacional que por aquellas épocas y por el peso y calidad de sus jugadores estaba en Australia. No obstante el gobierno Indio, no se plegó a aquella decisión y argumentó a través de los organismos internacionales, si el gobierno de España, podía garantizar la seguridad física de sus jugadores. Aquello para los que trabajábamos en el día a día en la España de aquellos tiempos (1965), nos resultaba absurdo y excesivo, pues pensábamos que era lo que habían propagado de nosotros, los que perdieron la guerra, hasta el punto de que un país, como la India pudiera exigir aquellas garantías.

Luego por otra parte comprendimos que ese país, lejano en la distancia, en la cultura y en todo, todavía tenía el eco de aquellos dirigentes de la  izquierda, que viendo que perdían la guerra, se procuraron poner su culo a salvo, utilizando en su mayoría los últimos aviones, coches, e incluso barcos, que les quedaban, dejando abandonados a muchos de sus combatientes que seguían luchando por una causa perdida en las Bolsas de Mérida, el Frente de Pozoblanco y la zona de Alicante.

Fue sin lugar a dudas esta izquierda, que viajó por toda Europa, muchos de ellos ataviados con trajes de alpaca, los que intentaron con sus mentiras, "CAMBIAR LOS COLERES DEL SEMAFORO", pues cambiaron el rojo por el verde, y publicaron una imagen de España, poco menos de salvajes y pistoleros por sus calles. Por tanto, no nos debe de extrañar que los Indios, tuvieran esa opinión de nuestro país. Menos mal que el deporte es un deporte de verdad, puso los colores del SEMAFORO en su sitio.

LAS AGUAS DE SOTOMAYOR

Pero la contaminación de las "Aguas de Sotomayor" a mediados de los años 1940,  que era el venero que discurría por el Jardín de los Patos, fue otra de las causas de que la CERVEZAS EL AGUILA, cambiara su fábrica a la Cuesta de Rabanales, a  la entrada de lo que sería con el tiempo EL POLÍGONO DE LAS QUEMADAS.

Y continuando con los semáforos diremos que la caja de registros  con todos los cables estaba en la fachada de la Zapatería "CIUDAD DEL BETIS", que daba a Cruz Conde, muy cerca de lo que era la entrada al edificio de la “BILBAINA” (Hoy la Estrella), aquella importante compañía de seguros que daba la cobertura médica y de accidentes a empresas importantes como la Electro Mecánicas. Y muy cerca de allí la Taberna de Casa Salinas, una de las Tabernas más clásicas de Córdoba. Al otro lado del edificio y en la esquina de la Calle la Plata, ya aparecía por allí el célebre “Pablito” echando al vuelo sus piñones, y de vez en cuando y en la puerta de la marisquería el Puerto, se solía ver al célebre y singular "MARIO" gran deportista de aquella época (1945-1960), que jugaba maravillosamente bien al balonmano. Era cuñado de Pepín Moreno, por lo que había casado con una hermana de éste, ambos hijos del dueño de la Funeraria Moreno, de la Calle Pompeyos, célebre en Córdoba por haber realizado el entierro de Manolete y el de Julio Romero.

En realidad el Semáforo era más para regular el PASO DE PEATONES, pues por aquellos años la circulación en Córdoba era aún muy escasa. Tenemos que decir que por San Lorenzo solamente en la plaza de San Rafael se  solían ver aparcados los coches del médico D. Nicolás del Rey; del que era su chófer el espigado y serio Eduardo González. Luego estaba el coche de Antonio Aguayo, taxista, que se implicó poco después en la compra de un camión de transportes al que le puso en su cabina el nombre de “Pancho” en recuerdo a la Taberna “Casa el Pancho”, porque a la vez de que era cliente de la taberna, tenía algunas relaciones de parentesco con el dueño. El camión fue explotado por su hijo Antonio hasta que se jubiló. Pero a pesar de todo y como hemos dicho en Córdoba había pocos coches matriculados, siendo la matricula más alta en aquel año de 1956, la de CO-10113., que nos dice bien a las claras la poca circulación que había por nuestras calles. Es más, la Calles los Frailes, Ruano Girón y Calle Montero, aún estaban de piedras y llenas de grillos.

EL BISCUTER CONTEMPORANEO DEL SEMAFORO

En el año 1956, viendo "EL NODO" en el Cine Florida, y como preámbulo de la película “Veracruz”, en la que aparecía por cierto Sara Montiel, nos comentaba que el parque de BISCUTER en toda España llegaba a la cantidad de 3.500 unidades.

Hablando de los coches BISCUTER, tenemos que hablar del que tenía Antonio Serrano Gámez, y que muchas veces nos llevó a Alcolea para bañarnos. También recordamos el que tenía Rafael Garrido, aquel representante del "Scot Brite". Pero el que mejor recordamos era aquel que era propiedad del dueño del Bar Perú, que con el dueño montado, protagonizó una escena que se nos antoja propia del cine de Berlanga. El Bar Perú estaba ubicado cerca de San Nicolás, en la esquina en la que actualmente se encuentra Confecciones Millán.

Y el incidente antes citado del BISCUTER, ocurrió al salir éste del Arroyo de San Rafael para girar para San Lorenzo, al parecer se le debió ir el control de aquel simpático coche y se fue a parar al portal de la casa de los Almirón, dueños de la sultana que había en la esquina. Por delante se llevó a dos personas. Un practicante que se llamaba don Sebastián Cano Marín, con su cartera de trabajo que la llevaba siempre en las manos. Este conocido profesional de la medicina tenía su consultorio particular en Santa María de Gracia enfrente de la taberna "Casa Calzaito" , y era el encargado del Botiquín del Colegio Salesiano de Córdoba.

La segunda persona arrollada fue un hombre mayor que vendía tabaco al estraperlo, y se llamaba Matías, y era vecino del constructor “El Bola” y de la Lola Trujillo. Afortunadamente no pasó nada más allá del susto. Los primeros que acudieron a prestarle auxilio a los arrollados, fueron el guardia de circulación Gustavo Fuentes y el joven mozo de la Taberna de Manolo Minguitos, que no era otro que Rafael Carrillo Maestre, dueño actual del Restaurante el Churrasco de nuestra capital.

Hablando de Matías, el vendedor también arrollado, tenemos que decir que fue una gran persona y cuidó de su sobrino Ángel, como si fuera su hijo. "Angelillo El loco” como le decían sus amigos de la Peña el Octavo, era una excelente persona y trabajaba en todo lo que se le decía. Pero lo de llamarle loco, le venía porque en su Peña, orientada fundamentalmente para disfrutar de los peroles, cada uno tenía su misión. Pepe Polo, guisaba, Carlos el pintor discutía con todos, Pepe "El Lechón" repartía el vino, Manolo Santos, buscaba la leña, y el resto con el amigo Mesa, buscaban espárragos y preparaban la ensalada. Todos tenían su misión en el perol, pero al amigo "Angelillo el loco" había que dejarle disfrutar de lo lindo cual era "Afeitar a todos". Ese era un placer que según él, le gustaba más que comer y beber vino. Al final el bueno de "Angelillo", se tuvo que ir a Barcelona, dejando su tierra y sus costumbres,  como tantos cordobeses, por problemas del paro.

Años después (1980), lo volvimos a ver y ya venía incluso con barba, y por lo que se ve ya no disfrutaba afeitando a nadie pues no se afeitaba ni tan siquiera su propia barba.

RAFAEL ENCUENTRA "EL SEMAFORO"

Arturo Morales Contreras, de joven estuvo empleado en aquella célebre fábrica de zapatillas “LA LANZA”, situada cerca de la TORRE MALMUERTA, (Calle Haza), al hablar del dueño del Bar Perú, nos decía: "PACO RAEL, que así se llamaba, apenas contestaba por su nombre y casi siempre atendía por su apodo de “Bizco”. Era un buen profesional del Bar, pues ponía un café de muy buena calidad, así como “tiraba” muy bien la cerveza al grifo. No obstante era un hombre algo raro, y al final se comprobó su rareza cuando murió en condiciones un tanto extrañas en su propio domicilio. En la papelería Cañete, enfrente de dicho Bar, se reunía un grupo de amigos del oficio de impresores y ellos familiarmente le decían a Paco, el "hijo del fraile".

Entre aquellos amigos estaba Francisco Mármol, que además de un buen impresor, era un viejo afiliado al PSOE, por lo que en aquellos tiempos, también le tocó estar preso. Se movió en toda la "pomada" de lo que acontecía en Córdoba, en una ocasión fue a Gibraltar a vender chatarra con su amigo TORRICO, y siempre se tropezaban con un guardia de aduanas que era de Puente Genil y le llamaban "El semáforo" que les dejaba por la propina correspondiente, traer el camión lleno de cobre, para luego venderlo en la Electro Mecánicas. Los tratos de este cobre se resolvían muchas veces en La Hostería de la Calle Málaga, lugar que regentaba un tal Bernal cuñado del citado Paco Mármol.    

AQUEL AÑO 1956

En este mismo año de 1956, D. Antonio Bejarano Nieto, que fuera Hermano Mayor de la Hermandad del Rescatado, durante los primeros años de los cincuenta, por culpa de la sequía que asoló a Córdoba en el año 1955, se encontraron sin flores para adornar el paso de su titular en la Semana Santa, y fue cuando “aprovechándose” de que era el secretario de la alcaldía, llegó incluso a pedir poco menos que permiso al alcalde para “cortar las pocas flores” que habían florecido en los jardines de la Victoria. Pero afortunadamente se cruzaron en su camino la familia Prieto que hacía pocos años que habían instalado una floristería en Córdoba y ya “importaban” claveles del pueblo catalán de CABRIL. Los hermanos Prieto, propietarios de la floristería Santa Marta, ya había entrado en contacto con el italiano FARINE BIENOVIMO, que fue el que introdujo en España el cultivo industrial de flores. Y digo afortunadamente porque desde esa época los hermanos Prieto, de forma desinteresada  asumieron el compromiso de adornar todos los años el paso del Rescatado. 

A este propósito, me contaba Rafael Prieto que en una ocasión una mujer celebre de Córdoba, como era Concepción Fuentes “La Pichichi”, entre otras cosa, gran devota del Rescatado, pidió contribuir de forma económica en el adorno del paso y le dijeron que no, que eso una obligación que había asumido gustosamente Santa Marta, pero ante la actitud de la devota mujer, le permitieron que ella forma particular le pusiera al Cristo un ramo de claveles a los pies. Esto era en el año 1956.

Y se puede decir que Rafael Prieto, desde su Flores Santa Marta, fue como el SEMAFORO, que marcó en Córdoba el color VERDE, para que todo el mundo pudiera admirar el Patio de los Naranjos, Los Patios de Viana, y un sin fin de jardines y lugares bonitos de flores. Esta empresa que empezó en el año 1942, en Santa María de Gracia, pasando después por distintos sitios, hasta terminar en la Carretera de Palma del Río, en donde el año pasado finalizó su actividad como floricultor. El SEMAFORO ROJO se ha echado para este gran profesional, sólo le queda la Tienda de la Puerta de Osario, a modo de recuerdo.

LA CALLE MORERÍAS

Un grupo de amigos quisimos experimentar lo que era pasar un Semáforo, y así lo hicimos, y nada más pasar detrás “DEL VERDE”, nos topábamos con los Almacenes Rodríguez y Espejo, establecimiento emblemático de Córdoba, que se sintió orgulloso de haber tenido como empleados a personas como:

Rafael Bravo, Enrique Moreno, Rafael González, Ramón López, Eusebio Granados, Fernando Aranda, Ángel Bustos, Rafael Revuelta, etc. etc. Esta tienda atendía muchos "vales de cuenta" que era el medio que tenían muchos trabajadores para poder comprarse la ropa con la llegada del invierno y el verano.

La sociedad de Rodríguez y Espejo, la habían formado Rodríguez Jiménez, como socio capitalista; dineros  que lo había hecho “dando cuentas por las casas” o lo que vulgarmente se decía haciendo de “Ditero”. Luego cogió de socio al simpático Espejo, al que le decían por su estatura “Espejito”, que era el encargado de la tienda de tejidos “EL METRO S.A,” que estaba en lo que hoy es la tienda de COVAP, en la Calle Barqueros. Este Rodríguez Jiménez, no hay que confundirlo con los Rodríguez del Tembleque, que estos eran otros y al parecer tenían un poco más de dineros. Estos últimos tenían su fábrica de aceites, harina y jabones en la Calle Dª Berenguela, aunque empezaron en un local que había en donde estuvo la antigua Comisaria de policía, por debajo del Viejo Coso de los Tejares. En su empresa de la Calle Dª Berenguela, tenían de portero a  JESUS COSANO, hermano de MIGUEL COSANO, tabernero de San Lorenzo, y padre de la saga de plateros que empezaron con PABLO COSANO.

Al principio de los años 1940, el notable Salesiano D. Manuel Notario, encargado de las clases del "Pozanco", ayudaba a mucha gente del barrio del Barrio de San Lorenzo, entregándoles "VALES" de favor por aceite, harina y otros productos alimenticios que donaban los Rodríguez Hnos., en su contribución como antiguos alumnos salesianos. Este formidable salesiano al final de los años cincuenta se marchó a Argentina buscando el calor familiar de una hermana suya que vivía en el país de LEO MESSI. Allí falleció; era de VILLABUENA (Salamanca). . 

Estos Rodríguez, cuando estaban en su apogeo, hicieron para sus oficinas centrales y vivienda propia para los cuatro hermanos varones, un edificio con fachada de azulejos en color azul que por sus características todo el mundo le llamaba la “CASA DEL COÑO”, y es que todo el que pasaba y lo veía solía decir: “Coño que casa”. Este edificio está ubicado en la esquina de Avenida de Cervantes con Ronda de los Tejares y se  convirtió en edificio emblemático de los Hnos. Rodríguez, al parecer tuvieron intención de que lo realizara el constructor Federico Valera Espinosa, más que nada, porque tenía entre sus encargados a Gabriel González Ruiz, que era fuera de serie en el tema de fachadas, pero al final parece ser que lo hizo el constructor Alejandro López, que quiso contratar a este profesional pero no se pusieron de acuerdo.

DEL VERDE AL ROJO

Dejando a los Rodríguez, no paramos en la Calle Marqués del Boíl, y de lo primero que tenemos en cuenta fue de la lotera tan guapa que había en aquella Administración de Loterías, que se llamaba Carmen, (pariente de Zurita, el cuñado del rey) era una mujer de verdad, de esas que se llamaban de “banderas”. También nos enteramos con alguna reserva de que esta lotera llegó a tener alguna relación con Eugenio Corell, un afamado republicano valenciano, que se vino a Córdoba y empezó su actividad como empresario agrícola. Según parece cambió de clima por consejo médico, aunque claro está el médico no le recomendó que ya para aquella época se separara de su mujer.  

Enamorado de los caballos y los coches de tiro; fue de las primeras personas que empezó a explotar en Córdoba el cultivo de naranjos de forma moderna. Compró una finca que fue de D. Rafael Castejón, situada en la carretera de Palma del Rio, muy cerca de los viveros de Santa Marta. Hay quien sostiene que la familia Castejón se vio obligada a venderla para atender los gastos de sus problemas con la justicia después de la guerra. Ya en evitación de estos problemas JAEN MORENTE, en su visita a Córdoba desde el exilio en Ecuador en 1954, aconsejaría a don Rafael: "Los intelectuales nunca debimos meternos en política". Estas palabras se las diría en el Bar El Tablón en donde un grupo de amigos le recibió cuando volvió a Córdoba. El mismo JAEN MORENTE, se entrevistó a su paso por Madrid con Ricardo Molina Tenor y Pablo García Baena, que venían de Santiago de Compostela. La corta entrevista fue en la Cafetería LYON, de la Gran Vía de Madrid.

Y siguiendo con la Calle Morería y la Calle Marqués del Boíl, tenemos que hablar del BAR MIAMI, que en aquellos tiempos empezaba a estar atendido Rafael Sánchez Aguilera, que había sustituido en el bar a su hermano Félix, que ya estaba destinado como cocinero para El Hotel CORDOBA PALACE, que estaba a punto de inaugurarse.

Luego nos hablaron del Salón de Billares, que había también en esa calle y donde  muchas se vio jugar a uno que le decían “El Chino” que era un maestro. Nos hablaron de que había una mesa en la que se solía jugar al dinero y allí entraba mucha gente de Córdoba, para jugar “a las treinta”. El singular "Fra Polo", también frecuentaba este billar.

Al hablar del nombre de la Calle, (Marqués del Boíl), se nos dijo que aunque poco el marqués del Boíl también había sido cliente de su abuelo y que el nombre de la Calle fue un detalle del Ayuntamiento con Francisco de Paula Arróspide y Marimón, que ostentaba el Marquesado por aquellos tiempos a principios de siglo XX.

Luego más adelante nos hablaron del entierro del hijo de este marqués que se llamaba, José Mª Arróspide Ruiz del Burgo, Marqués del Boíl y conde de Albatea, que falleció en 1955, su entierro fue uno de los llamados de “cruces” a los que acudían sacerdotes y cruces de todas las parroquias. Antes de enterrar a este hombre llamó mucho la atención que al abrir el ataúd para dar fe de que se enterraba al difunto "correcto", un grupo muy etiquetado de los asistentes al funeral, procedieron a arrojar hojas de papel con una escrituras comunes a todos en donde ponía BULA, acto seguido y después del consabido responso el cadáver fue enterrado en su panteón.

DE COLORES

Saliendo de esta calle nos llegamos al recién inaugurado Bar IVORI y nos dijeron que en esta Bar era donde se reunían un importante grupo de Cursillistas de Cristiandad, que tenían como líder en Córdoba a don Juan Capó Boch, este sacerdote mallorquín se trajo para nuestra ciudad la idea de los cursillos a los cuales los impulsó desde la emisiones matutinas en la radio, “DE COLORES”, en que se daban reflexiones para los cursillistas que las escuchaban. También muy cerca de aquí formaban tertulia habitual algunos toreros, de forma especial los Zuritos, Antonio, Manolo y Gabriel, y buena parte de sus amigos.

Más allá estaba el Bar Colonial, como su nombre indicaba, era un lugar en donde se respiraba un ambiente muy al estilo inglés; por lo pronto tenían su propia plantilla de “betuneros” para el limpiado de los zapatos, uno de ellos era Rafael Gil, el padre del simpático “cachas negras”. El café de este bar era de los más exquisitos de la zona centro, y eso se comprobaba por la calidad de “las granzas” que te vendían y que aún aguantaban un par de hervidos más en el puchero en las casas populares.

Siguiendo por la calle y formando un pequeño vértice estaba La TABERNA LA VERDAD, que era un lugar de reunión del personal de comercios y oficinas, que solían reunirse a la salida de sus trabajos. Tenía unas buenas especialidades en tapas. Una casa más hacia el Gran Capitán (Hoy Colegio de Abogados), estaba en la primera planta "Industrias Parsi", dedicada al tema de extintores y en una planta superior había un consultorio médico de una Mutualidad de papel y Artes Gráficas,  y que había un médico de huesos que era D. Carlos Aguilar, uno de los primeros médicos en utilizar la moto Lambretta. Por los patios se podían ver restos de unas excavaciones de un Foro Romano que según la prensa había aparecido por esa zona colindante.

EL ROJO DE INDUSTRIAS PARSI

Tenemos que decir que el Delegado de "Industrias Parsi", fue uno de los que montaron en Córdoba, la famosa caseta de “SOBRE LA MARCHA”, en los añorados jardines de la Victoria, cerca de la caseta Municipal. 

Aquella Caseta, causó sensación en Córdoba durante muchos años. Por cierto el cartel anunciador de la caseta fue realizado por el famoso cartelista-retratista, Ricardo Anaya Gómez, que aquel año de 1956, pintó el cartel anunciador de la Semana Santa de Córdoba, representando a un grupo de nazarenos de los Dolores en la Plaza de Capuchinos, al fondo, el Cristo de los Faroles y la Iglesia del Hospital de San Jacinto. El simpático Duque de la Mezquita, fue también uno de los promotores inolvidables de esta exquisita caseta.

Y siguiendo en dirección al Gran Capitán y en la acera de enfrente nos encontramos con la tienda de zapatos de don José Reyes, persona sensacional que vivía en la Calle Manchado, cerca del escultor Camacho, y que para imitar a sus parientes de Calzados Toril, irrumpió en el mundo del calzado. Nos llamaba la atención de forma especial la portada del establecimiento que la decoraba con “Una reproducción a gran tamaño de la carta del Rey de Copas”.

Este José Reyes, era un hombre muy devoto del Cristo del Remedio de Ánimas, y de ello estábamos los monaguillos pendientes cuando todos los domingos, a la hora de asistir a Misa de 11, solía llevar dos velas para el Cristo, el que tenía la suerte de colocarlas se ganaba la peseta que daba de propina por aquellos tiempos. Era una gran persona y tenía muy buen corazón. Todavía recuerdo la boda de su hija la mayor que se celebró en San Lorenzo, que las peladillas "almendras de dulce" se pudieron coger por talegas. 

Un poco más abajo y en la misma dirección estaba la Delegación de Apuestas Mutuas Deportivas Benéficas, que era el organismo que controlaba las quinielas de fútbol. El delegado de esta Institución era el periodista Antonio Quesada Chacón, corresponsal del diario ABC en Córdoba. A aquel centro fue a donde acudió a mitad de los años 50, Manuel Jiménez Torres, para cobrar el premio de la quiniela que había acertado cuyo importe rondó cerca del medio millón de pesetas.  Con ese dinero compró el traspaso de la histórica Taberna Casa Armenta de San Lorenzo. Recuerdo que la llegada de Manolo "El de las Quinielas" a San Lorenzo, fue todo un espectáculo, pues además de que remozó la vieja Taberna, se casó con Petra López, sobrina de la Nicasia, célebre pescadera de San Agustín y dicha boda se celebró en el CINE IRIS DE INVIERNO, que era propiedad de la familia de los Moya, la gran cantidad de medias noches y buena parte del convite lo organizó el dueño de la Confitería de San Rafael, hermano político del novio.

Y más adelante nos encontramos la puerta falsa del Palacio del Marqués del  Boíl, que es el edificio que hoy ocupa la tienda “Zara”. De este familia los Arróspide, hasta hace poco ha sido la propiedad del cine Góngora, que finalmente lo ha vendido al Ayuntamiento de Córdoba. En este cine de la empresa Ramos, era en donde se estrenaban en Córdoba todas las películas de Mario Moreno "Cantinflas", que además e proyectaban en los cines OLIMPIA, RAMOS, ORDOÑEZ Y EL CINE ESTADIO, que eran igualmente de la citada empresa.

ROJO DE VERGUENZA

Ya en la esquina en donde actualmente hay una tienda de BENETTON, estuvo la central del Banco Bilbao, que era el que facilitaba el dinero para la nómina de las principales empresas de Córdoba. Un día de principios de los años 1980, todavía recuerdo el mal rato que pasaron Rafael Alejandre Centeno y Bernardo Romero Calzado, que en calidad de Cajeros de Westinghouse, salían con las maletas llenas con el dinero de la nómina, y cuando ya estaban en la calle, y en compañía de la pareja de la Guardia Civil que les solía acompañar, salió como un poseso, el jefe de crédito, y casi de un tirón les retiró las maletas de las manos. La Guardia Civil se quedó estupefacta, pero los ocho millones de pesetas, volvieron al banco, al parecer el talón no era del todo conforme. Nada más llegar a fábrica el infatigable Baltasar Trillo, al que le contaron la odisea, habló con Casa Central y por fin pudieron ir al Banco a por el dinero.

El Banco para intentar "reparar" al menos aquella actitud que había tenido con los cajeros, sin apenas mediar conversación ni razonamiento alguno, por fatiga quizás, transfirió el dinero al Banco Vizcaya, en el que un Isidoro Barneto, los atendió quitándole hierro al asunto.