domingo, 27 de marzo de 2016

LOS GATOS




El otro día leímos en un periódico digital la noticia de que el edificio la "Gatera" que una protectora de animales de Ceuta, ha sufrido. Al parecer unos desconocidos a los que según parece les molesta los GATOS, han llegado hasta forzar cerraduras y cerrojos de estas instalaciones.  En estas dependencias dan cobijo a unos doscientos GATOS,  que se encuentran como en su casa. No se conoce la posible razón de estos enemigos de los GATOS.

Los responsables de esta entidad protectora de los GATOS, señalan que hay gente que lleva a cabo estas acciones y que ellos califican de crueles. Esperemos que las autoridades de Ceuta puedan dar con la pista de estas personas que quieren fastidiar a los GATOS.

El GATO es un animal que históricamente se adaptó perfectamente a nuestras casas y se convirtió como "mascota". Aunque bastante arisco, es un animal muy limpio, y en el ambiente doméstico es un animal que se convierte en un miembro más de la familia, incluso hace las paces con el perro.

LEYENDA DEL GATO

Existe una leyenda de antiguo en la que se llega a decir poco más o menos de que el GATO,  según menciona el profesor Edwin Thiele, en su libro "Los Misteriosos números de los Reyes Hebreros", en que nos viene a decir que el Diluvio Universal,  debió ocurrir hace 2893 años, o lo que es igual en el año 967 antes de Cristo.

Según dicha leyenda, en el Arca de Noé, los ratones se reproducían de una manera alarmante,  haciendo peligrar con ello las reservas de alimentos;  por lo que Noé, preocupado por esta circunstancia, solicitó ayuda del Señor, quien le contestaría que debía acariciar tres veces la cabeza del león. Noé hizo lo que Dios le dijo y el león estornudó surgiendo de sus fosas nasales una pareja de GATOS que restablecieron de inmediato el equilibrio de los ratones en la embarcación.

Por otra parte, el GATO es un felino cuya historia y origen se remontan al antiguo Egipto. Los egipcios inoculaban a los GATOS algunas gotas de su sangre, a fin de protegerlos de los malos espíritu y las  enfermedades. En Egipto, estaba prohibido el matar a un GATO, y la pena por hacerlo era de muerte. Era tanto el respeto que existía por este noble animal que cuando el GATO moría, los egipcios se afeitaban las cejas en señal de duelo.

Los GATOS eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C.. Debido a la abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. El gran valor del GATO como cazador de ratones, hizo que los egipcios intentasen y lograsen su convivencia doméstica, pese a lo cual el gato no perdió su status divino. La religión del antiguo Egipto incluyó el GATO entre sus símbolos sagrados, estando considerado como la propia reencarnación de los dioses, en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad.

En el antiguo Egipto, hace miles de años, los GATOS eran considerados divinidades. Estos misteriosos animales eran tan importantes que cuando morían eran momificados, como los faraones, y si una persona mataba a un GATO, aunque fuera por accidente, era condenada a muerte.
Al igual que existen religiones en las que no se puede representar la figura de Dios mediante imágenes, tampoco estaba permitido recrear la imagen del GATO.
Pero hay otro motivo desconocido y fascinante que hace que los GATOS fueran divinos para los egipcios. Y es que los GATOS eran los guardianes del conocimiento. Como los egipcios conservaban la mayor parte de sus textos en papiros, los gatos eran claves en la conservación de la cultura y el conocimiento, ya que no dejaban que las ratas y ratones se acercaran a los papiros. Por este motivo todos los templos y bibliotecas donde se resguardaban los textos estaban protegidos por GATOS.

Los griegos y romanos, que fundaron sus civilizaciones basándose en la cultura egipcia, adoptaron de estos el uso de los GATOS como protectores contra las ratas, por eso los primeros monjes católicos llevaban GATOS con ellos a sus monasterios.

EN TIEMPOS DE BUDA

Cuenta la tradición, que Buda, viendo próxima su muerte, quiso reunir a todos los animales de la Tierra para dejar testimonio de su última voluntad. Para su sorpresa, solo se presentaron doce animales ante él. La rata fue la primera en llegar, después llegaron otros once animales: el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el perro y el cerdo. Como premio a la devoción religiosa que le brindaron, Buda los convirtió en los Doce Signos del Zodiaco Chino. El GATO no estaba.

EN DATOS

En España desde los años 1960, cuando la gente empezó a comer pudiéramos decir de "forma regular" empezó a meter en sus casas animales "mascotas", siendo la mayoría perros y GATOS. En datos del 2009, en España existían unos 6 millones de perros acomodados en sus casas y 1.5 millones de GATOS. Por estadísticas realizadas por organizaciones protectoras de animales, el 40% de los hogares españoles tienen alguna mascota.

 LOS GATOS Y LA SECCIÓN FEMENINA

La buena de Teresa, aquella mujer mayor que era como la "casera" que había en aquellas instalaciones de la Sección Femenina de la Puerta del Rincón, (Córdoba), ella tenía allí una pequeña vivienda y se encargaba de tener limpia toda aquella  zona. Vivía sola rodeada de GATOS,  a los que le echaba de comer todos los días de forma sistemática. El edificio que acogía a la Sección Femenina, estaba escorado hacia la izquierda junto a la Calle Adarve, pudiéramos decir que estaba a la izquierda de lo que era el edificio del Frente de Juventudes, que ocupaba el espacio que hoy queda entre la Calle Pasaje de la Estrella y la Calle Adarve. Curiosamente la cancela que tenía este edificio es la misma que se encuentra en la Puerta de la Diputación que da a la Calle Reyes Católicos.

Para subir a la zona de oficinas de la llamada Sección Femenina, había que subir unos cuatro o cinco escalones de huella a base de ladrillo visto. Al superar estos escalones, se accedía a una especie de explanada, en donde existían una serie de frondosos arriates, en donde abundaban el naranjo, las acacias, los nísperos y cuatro o cinco palmeras. Los arriates estaban muy bien cuidados y cuando llovía,  sus boleteros se inundaban de caracoles gordos, que era el manjar que Teresa le daba  a sus GATOS.  

Al fondo  del Jardín arrancaban unas empinadas escaleras, por las que se subía a lo que eran las Oficinas de la Sección Femenina de Córdoba. En aquellos tiempos años 1956, era un espectáculo ver subir por aquellas escaleras, a un montón de jóvenes entre los 25 a 30 años, que trabajaban en aquellas dependencias. Abajo, y de forma un tanto más sencilla, estaban las oficinas  de la llamada Delegación Local de la Sección Femenina de Córdoba, allí por los veranos solían acudir colaboradoras que preparaban a las jóvenes para las asistencias a los campamentos, e incluso llegaban a labores de "espulgar" las cabezas de toda estas chicas que iban a convivir en Campamentos de Verano.. Fueron solamente tres meses los que estuve colaborando con aquellas mujeres,  y casi llegué a quedarme con el nombre de muchas de ellas, pues a  la mayoría  les llegué a llevar "LECHE EN POLVO" a sus casas. Recuerdo a Anita, que vivía frente de Santa Ana, a Carola que vivía en la Calle Roelas, a las hermanas Toledano, que vivían en Santa Marina, a la señorita Chelo, que vivía en los pisos de Cañete, a Rafaela González, en Vistalegre, a Loli Montoro, en San Cayetano, a Rosario Galvín, en Reyes Católicos, a Loli Aroca, en Santa María de Gracia, a Esperanza Ríos, en Calle Claudio Marcelo. y así podía seguir mencionando a cada una de aquellas jóvenes que todos los días acudían a aquellas oficinas. En el corto tiempo que estuve para los recados, apenas si llegué a entrar en aquellas oficinas, por lo que no pude comprobar tan siquiera en donde estaban sentadas unas y otras; porque mi sitio era en la Delegación de abajo,  en donde estaba Teresa las de los gatos. Allí pude comprobar que todos los días se hacían unos bocadillos, y a mí,  me mandaban a por el pan al Horno de las Hermanas Liébana de la Calle Morales.

Al cumplir los 14 años yo me marché a la Universidad Laboral y recuerdo que la Delegada Provincial, la señorita Carmen, me regaló doscientas pesetas, dinero que me lo dio la señorita Chelo, que era la que manejaba los dineros.

Me despedí de Teresa y de sus gatos, y de los caracoles gordos, que más de una vez cogí a escondidas de ella, pues ella decía que los caracoles, eran comida de sus GATOS.

Como he dicho,  a la mayoría de estas jóvenes yo le llevaba "LECHE EN POLVO", tan normal en aquellos tiempos, y por ello las conocí más personalmente. Aunque pasaron bastantes años sin volver a encontrarme a ninguna de ellas, fue un día, en la Oficina de Telefónica de la Calle del Caño, y allí pude ver a cuatro cinco de aquellas "muchachas", aunque ya algo mayores. Luego en la Delegación de Cultura, pude ver a otras pocas, y finalmente en la Diputación, también llegué a ver a un par de ellas. Se ve que al desaparecer esta Institución de la Sección Femenina, las empleadas que trabajaban en esta Institución fueron colocadas en otras instituciones.

Luego como todos los cordobeses, pude comprobar cómo algunas incluso iban en aquellas listas electorales de las primeras elecciones democráticas. En CENEMESA, me encontré con José Pila Cervantes, que trabajó de tornero y también llegó a estar un par de años, en aquellas Oficinas de la Sección Femenina, muy cerca de los GATOS.

Siempre hemos dividido a los políticos en políticos de gato o de perro. Adolfo Suárez parece hombre de galgo castellano. Felipe González, él mismo, es como un gato. Aznar es persona de perro pachón que le pega sustos a la perrita histérica de su señora.


LOS GATOS DE VILLARALTO

No quiero contar aquí nada referido con los GATOS, que éste simpático pueblo ofrece por INTERNET. El pueblo no es otro que  VILLARALTO, que entre otras cosas importante tiene este detalle de protección de los animales. No, yo lo que quiero relatar es un partido de fútbol que un día del año 1959 tuvo lugar en aquel pueblo. Fue un día del mes de julio de ese año, cuando fuimos  a jugar un partido de fútbol a este bonito pueblo de la Sierra de Córdoba. Era un partido que había organizado Francisco Muñoz Quesada, "El Quiqui", con un equipo del citado pueblo, para lo que formó un equipo formado por Juan Jiménez, Juan Rey, Antonio Trillo, Enrique Pérez, Ángel Boti, García Sánchez, Antonio Luque, Eduardo Pérez. López Colodrero, Miguel Fernández, y varios más que no me acuerdo y yo, que jugaba seguramente, porque era el que prestaba las camisetas  que no eran mías, sino del equipo del Cooperativa que entrenaba Rafael Rivas y en mi casa se lavaban. 

Nos montamos en San Lorenzo, en una DKW, matricula CO. 3690, de color verde y allí como pudimos nos acomodamos. El conductor de la furgoneta se llamaba Ricardo Ventosa, de edad un poco mayor que la mayoría de nosotros. El más veterano de la expedición era Juan Rey, que tendría unos 29 años y el más pequeño era yo con 16 años. El chofer estaba bastante gordo y hablaba como a voces, y a voces nos encargó que asegurásemos por dentro la puerta trasera de la furgoneta, cuya manivela de cierre no funcionaba.

Salimos a las 11 de la mañana de San Lorenzo y llegamos cerca de las 2 de la tarde. Cuando íbamos por la antigua Cuesta de Espiel que dejaba el Cementerio del Pueblo a la derecha, se nos cruzaron dos GATOS, que obligaron  al sudoroso chofer a pegar un tremendo frenazo. Ni que decir tiene la que se lió en la parte de atrás de aquella furgoneta, pues tropezamos unos con otros y al tal Trillo, se le dobló un tobillo y se le dislocó toda la articulación. Aquella vieja furgoneta DKW, con toda seguridad del violento frenazo, se le debió soltar algún cable o bugía,  ya que a pesar de intentarlo varias veces, no consiguió arrancarla, era como decir aquella furgoneta vieja y verde, aquí me quedo. El chofer era consciente del retraso que llevábamos, y entonces decidió, poner la furgoneta en punto muerto  y bajar toda aquella pendiente si motor, y ya cuando casi llegamos abajo de la cuesta, metió la marcha y consiguió que el motor se pusiera en marcha. El chofer se dio cuenta de que todos íbamos "mosqueados", y apretó un poco la marcha.

Por fin y gracias a Dios, llegamos a VILLRALTO,  Allí en la Puerta del Hogar Parroquial, nos esperaba el cura del pueblo  y el alcalde. Como pudimos salimos de aquella furgoneta, que en algunos momentos nos dio la sensación de que se iba a desarmar por completo. Al entrar en el Bar pudimos comprobar que eran las dos, pedimos agua y nos contestaron que a esa hora todavía no la habían dado, ya que al parecer eran horas las que tenían de suministro, y entonces nos tuvimos que conformar con un vaso de sifón.  

Siempre recordaremos los "nudos" que se nos hicieron, al comernos el bocadillo de tortilla de patatas, que nos comimos a toda prisa, antes de jugar el partido que estaba anunciado para las tres. Nos llamó la atención que en aquella Calle del Pueblo que se adentraba hacia el campo, todas las puertas tenían sus gateras, por donde los GATOS entraban y salían tranquilamente de sus casas como un vecino más.

Poco quiero hablar del partido, ya que para empezar, y por tener un hombre lesionado, hasta nos tuvieron que emprestar un jugador para completar el equipo.  Curiosamente el joven del pueblo que nos prestaron, se llamaba  Roque Santos Luque, al que se conocía con el apodo de "El Gato".

El partido se celebró en un campo de tierra y muy duro, dando la sensación incluso de que estaba cuesta abajo. El árbitro era relativamente joven y vestía una camisa blanca con pantalón negro;  luego nos pudimos enterar de que era el que hacía las veces de sepulturero en el pueblo.  Tenía el reloj en la muñeca de la derecha, pero como en el pueblo hasta el cura eran de "izquierdas", se le debió parar el reloj, pues el partido duró hasta que por fin el sobrino del alcalde nos marcó el gol del triunfo. Más que un partido, aquello pareció un tormento para casi la totalidad de nosotros. Serían casi la seis de la tarde cuando el partido terminó y de inmediato, sin refrescarnos siquiera, nos volvimos para Córdoba, a donde llegamos a las 9 de la noche porque el dueño de la DKW no quería "forzar" su vehículo. Al bajarnos en San Lorenzo, todo sedientos y mientras estirábamos el cuerpo, se nos cruzó un GATO negro, que se metió en casa del cura, el conocido Látigo Negro.

El otro día me crucé con Juan Rey,  el más veterano de aquel partido  y le pregunté que si se acordaba algo de VILLARALTO, y me contestó:  "LA FURGONETA DKW", y aquel viaje con el episodio de los GATOS. Luego ya comentamos algo más sobre el partido y me dijo que en algunos pueblos es normal que dure el partido hasta que el equipo del pueblo gane. También recordamos a la mayoría que jugamos el partido y lamentamos la falta de muchos.

LA EMIGRACION

Era al principio de los años 1960, cuando se puso de moda el marcharse a buscar nuevos horizontes de trabajo, y eran incluso los periódicos los que te anunciaban, los destinos de Australia, Brasil y Centroeuropa, como solución de aquellas inquietudes. En el Picadero de la Calle Roelas, vivía Nicolás Oñoro, que era el que gestionaba los autocares que saliendo del Bar San Cayetano, te llevaban a cualquier lugar de Europa.

Recuerdo que una vez fuimos a ver el Córdoba que jugaba en el Estadio de Nou Camps, con el Barcelona, partido que perdió por dos goles a uno, y podemos decir que el malogrado Benítez, que llegaría a ser uno de los mejores defensas de España, jugó aquel partido de interior. El autocar de Sánchez Navas, lo cogimos en el Bar San Cayetano, y recuerdo que salimos el sábado a las 11 de la mañana, y Diego Fernández, el presidente de la Peña El Príncipe, pidió que nos pusieran algo de música, y nos sorprendió el chofer que se llamaba Ricardo Cantos, con el Cuento del "El GATO CON BOTAS", que todo el mundo quedó encantado de  escucharlo. En el cocherón-taller que había al lado del Bar y en el que Patricio Carmona, tenía su taller de tornero, los GATOS, se encontraban muy a gusto.

Por aquellos tiempos 1960-1966, la platería sufrió una de las muchas caídas que ha tenido a lo largo de la historia; también el sector de la ebanistería y la propia imprenta, dejó a muchas personas sin trabajo, que no tuvieron más remedio que plantearse la emigración. Una cosa era Europa, pero Brasil y Australia, eran palabras mayores.  En muchas casas se puede decir que no quedó nada más que el GATO, pues se marcharon todos.

Por encima de mi casa en la Calle Roelas vivía la familia formada por Antonio Varo Montoro y Carmen Millán Millán, que tuvieron dos hijos, uno llamado Antonio y una hija llamada Carmen, el padre tenía un pequeño taller de ebanistería en la Calle El Cristo, pero con toda seguridad aquel taller debió de hacer "aguas" según nos comentaría Matías Obrero, que fue empleado de ellos y que cuando fue a cobrar unos dineros que le debían, se pudo enterar por una hermana de Antonio Varo,  que ya estaban en Brasil.

Antonio el padre se fue con 67 años,  su hijo Antonio 37 años y su hija Carmen con 32 años. Allí continuaron con su profesión de ebanistería y llegaron a montar un buen taller, pero esta familia, el padre y los dos hijos, ambos casados ya desde Córdoba, no volvieron a España, a pesar de que tenían aquí en Córdoba una extensa familia. 

Pero yo quiero recordar aquí a Antonio Varo el padre, que todas las noches del verano cuando volvía para su casa, siempre se paraba en mi ventana a "charlar" con mi GATA. Una vez que pasaba Antonio Varo, la GATA se quitaba de la ventana y se posicionaba en su lugar en donde dormía todos los días, a los pies de mi hermano Gabriel. Era impresionante el cariño que mi GATA le tenía a Antonio Varo.

A los siguientes días de la marcha de esta familia al Brasil, mi GATA empezó a estar rara y no paraba de maullar. Al tercer día ya salió a la esquina de la calle para esperarle y cuando se volvía no dejaba de maullar. A la semana de la falta de su amigo, salió a la calle y cada vez se alejaba más para salir a su posible encuentro, hasta que desgraciadamente un coche la arrolló y murió a la semana justa de que su amigo se marchó al Brasil.

A través de un sobrino de Antonio Varo, que trabajaba en CENEMESA, le comentamos lo que había pasado con la GATA, y a los quince días o cosa así, nos comentó que su prima Carmen, le había comentado por teléfono, que su padre siempre echó de menos su Córdoba, su San Lorenzo y como no, su GATA, hasta el punto de que nos pidió una foto de ella. No pudimos facilitarle la foto, pues la gata ya había muerto.

LA LOTERÍA

En aquellas épocas el juego de la Lotería era la única posibilidad de prosperar un poco de la noche a la mañana, y la gente el que podía, jugaba pequeñas participaciones con el ánimo de que le tocara algo. De antiguo existía un famoso cuento de horror escrito por el autor americano Edgar Allan Poe, en el que un joven matrimonio se ve abocado al fracaso, cuando el marido dejado por su hábito a la bebida decide matar al GATO, que era un elemento que había formado parte de la felicidad inicial de aquel matrimonio. Luego ya apareció  otro gato en escena y la cosa fue de mal en peor.

Tras la muerte del GATO, se desencadenan multitud de circunstancias adversas, que hacen horrorosa  la vida del matrimonio.

Quizás por ello, los catalanes que hacen lecturas interesadas de todo lo negativo, en 1912, pensaron una administración de lotería con el nombre del GATO negro. Esa administración fundada en Barcelona,  fue un referente en los restantes lugares de España y se prodigaron las administraciones con el nombre del GATO Negro, de esta forma al aspecto negativo del GATO, los catalanes, eternos amigos de la "pela" supieron sacarle un contenido positivo.

En Córdoba, y en la Calle Alfonso XIII, enfrente del BAR GAMBRINUS, estaba ubicada esta administración de Loterías, un poco por encima de Electricidad Guerrero, y Máquinas de escribir Medina. La verdad es que Antonia Gaitán Álvarez, la primera titular de la Administración número 4, solía quejarse de que en aquella Administración  no entraban ni los GATOS y por ello, la gente le puso el apodo de la "La Funeraria". Esta mujer no descansó hasta que la pudo trasladar a la Plaza de José Antonio, y allí le plantificó el nombre de "El GATO negro", que aún continúa en la actualidad.

Esta administración una vez ubicada en la Plaza de José Antonio, distribuyó el premio gordos los años,  1989, en el 13.228, en el año 1989, en el 15.802, y en el 1992, en el número 15,249.

Coincide la aparición de esta Administración en la Plaza de José Antonio, cuando justo desaparecía la de la Calle Marqués del Boíl, que estaba regentada por Carmen, una mujer bastante bella y que estaba emparentada con el doctor Zurita, cuñado del ex-rey Juan Carlos.

En esa Calle eran famosos los GATOS que solían aparecer por el Salón de Billar, y que daba la impresión de que cuando jugaba "El Chino", gran jugador, hasta ellos (los GATOS), se unían al grupo de espectadores para presenciar la partida. Luego en el cercano Bar Miami, regentado por Félix Sánchez Aguilera, se juntaban los Zuritos, los Ángel Jiménez, Los Mario, Los Pérez Salamanca, entre otros, y uno que se podía considerar un intruso entre ellos, que era el "GATO CHICO", de la saga de los "GATOS" del Jardín del Alpargate. Allí hablaban de juegos y de dineros y siempre terminaban jugando en el salón de Billar "A las Treinta". 

EL GATO DE LA CALLE ZARCO

Durante aquellos de 1960, abrieron durante un poco tiempo un puesto de carne de caballo, el establecimiento estaba ubicado nada más salir de la Calle Zarco hacia la Beatilla. Muy cerca de la casa en donde Rafael Medina, tenía su taller de pintura y escultura. En dicha casa y en el portal tenían los dueños de la Huerta de la Sardina, un puesto de verduras.

 Ese puesto era de don Eugenio Corell, gran amante de los caballos, aficionado a los enganches y una de las primeras personas que empezaron a explotar los naranjos de forma racionalizada. Este hombre era valenciano, y tenía muchos dineros y vinculaciones republicanas. Fue la persona que le compró a la familia de don Rafael Castejón una finca de naranjos en la Carretera de Palma del Río, junto a los viveros de Santa Marta. Las personas que lo conocieron aseguraban que se vino a Córdoba solo por prescripción médica. Durante algún tiempo estuvo unido sentimentalmente con Carmen, la bella lotera de la Calle Marqués del Boíl, que era familia del doctor Zurita, cuñado del ex-rey Juan Carlos. I.

En esta Calle Zarco, una de las más antiguas de Córdoba (1466), y cuyo significado es AZUL CLARO, nacieron los hermanos Rincón y ellos nos contaron, que cerca de allí estaba el huerto de los "GATOS",  que con el tiempo sería el Cine Olimpia. Las personas solían dejar todos los días  la comida para que una cantidad abundante de GATOS, tuvieran su sustento..

Por cierto en esta administración de Marqués del Boíl, se distribuyó en 1963, el precio gordo de Navidad, en el número 19.936, y casi todo cayó en el Colegio de la Milagrosa, mediante participaciones de 15 pesetas. Recuerdo que estábamos en CENEMESA, junto a la mesa del maestro Rafael Rodríguez "El Pájaro" y el "GATERAS" un peón del almacén de herramientas, llegó con la noticia de que había tocado el gordo en Córdoba. El "Chato Duarte" y el "Chato Méndez", no se lo creían hasta que llegó "El Panchito", que al estar su puesto de trabajo "escondido detrás" de la enorme prensa Blanch, pudo certificar de que lo había escuchado y además que a su hija le había tocado.

Aquel día en aquella Nave de Aparellaje, todo el mundo se alegró, y hasta los GATOS que en número de cuatro había en la sala de compresores, empezaron a maullar de alegría. Y es que a una nieta de Juan Claus, que era el mantenedor de los compresores,  le había tocado también la lotería.

Todavía recordamos, cuando alguna vecina molesta por las "rapiñas" que le pudiera hacer cualquier GATO, aunque fuera el GATO de la vecina, te daban algo de dinero por ponerlo "A SERVIR".  Se trataba de que te daban el GATO metido en un cesto, canasto o algo en lo que se pudieran transportar, y tú lo llevabas lo más lejos posible de tu casa o tú calle y allí lo soltabas. En la mayoría de los casos el GATO volvía otra vez a su lugar de origen.

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