A la caída de la tarde del Jueves Santo, la
Plaza del Corazón de María, el popular
“Jardín del Alpargate”, se llena de personas de toda Córdoba para ver
salir al Cristo de los “Esparragueros” como popularmente se le conoce al Cristo
de Gracia, ya que era costumbre de muchos humildes profesionales del campo, que
vivían de lo que daba la rebusca en el campo, dedicarle los mejores espárragos
para el Cristo de su devoción. Hoy estos profesionales "del campo han
desaparecido" pero la gente del barrio, han sabido pasar de padres a
hijos, esa costumbre de buscar espárragos para colaborar en el adorno del
Cristo.
Esta Hermandad del Cristo de Gracia recibió la
imagen de doña Francisca de la Cruz a principios del siglo XVII. Que le fue
enviada desde el Estado mejicano de
Puebla de los Ángeles, por su hermano y que había sido realizada por los
nativos de una pulpa especial a base de caña de azúcar.
La imagen siente la devoción de todo el barrio
de San Lorenzo, pero muy en especial de su Calle los Frailes, Calle El Agua,
Calle María Auxiliadora y el propio Jardín del Alpargate. Igualmente, son
muchas las instituciones de Córdoba, así como importantes personajes de nuestra
ciudad, que sienten gran devoción por “El Esparraguero”. Muchos aficionados al
campo, se esforzaban por buscar espárragos para que los luciera su Cristo. En
la taberna de casa Millán, (S. Juan de Letrán), muchos de sus clientes que se
siente muchas veces ajenos a la cosas de la Iglesia, suelen ver en este Cristo,
un hálito de esperanza para creer, y por ello,
sienten un gran aprecio y cariño por este Cristo.
Tuvo relación con esta Hermandad don Juan de
Dios de Aguayo y Manrique, uno de los priores de las Ermitas de Córdoba, en el
desierto de Belén, el cual, siendo Marqués (de Villaverde), decidió retirarse
de la vida cotidiana del consumo al mundo de la soledad y la oración.
El Centro Filarmónico Eduardo Lucena, así como
la Federación de Peñas, dos instituciones tan singulares de Córdoba, que les hagustado identificarse con esta simpática
Hermandad.
En la década de los años 1950, éramos muchos los
chiquillos que solíamos acudir fundamentalmente los sábados, a lo que se
llamaba confesar en la Iglesia de los Padres Trinitarios, nuestras madres,
sabían que estábamos allí y nada malo nos podía pasar, y de camino tomábamos
contacto con los nenes del Jardín, que por la proximidad del campo, parecían
más hábiles en el manejo del tirador y las cosas relacionadas con las
travesuras del campo. Muchas veces la reunión era la puerta de "Casa la
Turronera", en donde estaba el futbolín de Domingo, y allí se hablaba de
muchas cosas y como no de fútbol que era la afición mayoritaria de todos
nosotros.
Y hablando de los frailes diremos que se llevó
muchos comentarios aquel partido de fútbol que enfrentó en el Colegio
Salesianos (sábado 9 de julio 1955), a un equipo formado por los novicios
trinitarios y un equipo del barrio que formó el recién llegado a San Lorenzo,
el cura don Juan Novo González. El partido se jugó en el campo central, y en el
equipo del barrio que yo recordara jugaron, Copado, Luque, Basilio, Cantillos, Jiménez,
Torres, Rey, Almoguera, Roldán, Manolo
"Capuchinos" y el propio don Juan; aparentemente era un equipo de lo
mejorcito que se pudo formar a base de jugadores que jugaban en su mayoría en el
fútbol modesto, y por parte de los novicios, tenemos que decir que todos eran
casi iguales, con sus cabezas peladas, con su hábitos recogidos en sus
correajes, parecían, más que unos jugadores de fútbol, unos auténticos diablos corriendo, y en el resultado se notó pues le dieron un
auténtico baño de goles (8-1), Los aspirantes a frailes que estaban de internos
en el convento de los trinitarios, pusieron en evidencia a muchos que se la
daban de peloteros. Al mismo cura, se le quitaron las ganas de buscar este tipo
de enfrentamiento con los frailes.
Parecía mentira que aquellos frailes jóvenes,
que sólo sabíamos de ellos que todos los sábados "Rezaban a coro el
Trisagio", con aquellas jaculatorias de Santo, santo, señor .....,
pudieran correr como lo hacían dentro de aquellos hábitos tan pesados. Aquello
fue una lección que quedó para el recuerdo. Hoy en día, ya se oye el Trisagio,
y tampoco están esos novicios. No sabemos si eso es bueno o malo, esperemos que
el tiempo lo dirá.
Pero con independencia de la historia, los
frailes novicios y el origen de esta Hermandad, el Jueves Santo, se siente pletórico
de que este maravilloso Cristo, desfile por las calles de Córdoba.
En lo inmediato, en lo próximo, “El
Esparraguero” supone un orgullo para la gente del barrio que aprovecha
cualquier parte del recorrido de la procesión para “volver a contemplarlo”. Su
recorrido es un canto a la belleza y al fervor cofrade. Pero, sin lugar a
dudas, en el trayecto final de San Lorenzo a la Plaza del Corazón de María,
teniendo el silencio de la noche como testigo, se puede decir, que el recorrido
ES DE APOTEOSIS, pues la belleza y la armonía del cielo, del paso al andar, se conjuga con los vellos de punta, de los
cientos de fieles, unos jóvenes y otros mayores, que vuelven a su barrio, a sus
raíces, para contemplar algo que es "suyo" y les pertenece, y que sus mayores les
enseñaron a amar.
El delicado trabajo de los COSTALEROS, a los
sones de la música, ponen notas a una partitura, propia del cielo que se merece
este Barrio. Y es que el compás de la
música, constituyen un torrente de belleza y espiritualidad, que nos agarrota
la garganta y nos entrecorta los corazones. Luego, al final, ya en su Plaza,
discurre por una lluvia de saetas que nos suaviza la garganta y nos alivia el
corazón antes encogido.
Los mejores saeteros se han disputado la oportunidad
de cantarle al "Esparraguero" en los lugares más bellos de Córdoba.
De eso saben mucho Manolo Espejo, “El Churumbaque”, María Zamorano "La
Talegona", Luis Chófles Miranda, Maruchi "La Piconera", Andrés "El
Bendito" y tantos y tantos otros, que fueron felices por cantar a su
Cristo.
Cuando termina la procesión todos los años, Pepe
Quiles, Carlos Espejo, Rafael Córdoba, Alfonso Sánchez, Rafael Fernández y
muchos más que desde hace mucho tiempo, año tras año, le acompañan en su
recorrido por las calles de Córdoba, y algunos al terminar, solían decir: “¡Ea!
otro año más que le hemos acompañado”.
Y es que el fervor por este Cristo, rebasa los
conceptos de los normal. Gentes de taberna, que todo el año se puede considerar
que están ajenos a las cosas de la Iglesia, sienten una devoción especial por
su "Esparraguero".
TESTIGOS
DEL ESPARRAGUERO
La Puerta de Plasencia, fue una puerta situada en la parte este del
recinto amurallado que protegía a Córdoba, en la actual zona del Jardín del
Alpargate. Fue construida en el siglo XII, pasando a ser una de las principales
puertas tras la conquista cristiana y hasta el siglo XVI, que fue relegada de
su importancia por la Puerta de Alcolea o Puerta Nueva. En 1879, fue
definitivamente derribada.
La puerta de Plasencia tuvo un tiempo la
importancia que después adquirió la Nueva o de Alcolea. Por esta puerta entró
por segunda vez el rey Fernando III el Santo, Alfonso el Sabio, Sancho el
Bravo, Alfonso XI, Enrique II y Enrique IV, Los reyes católicos, El rey de
Navarra, y bastantes más personajes notables que visitaron Córdoba, antes de la
llegada de Felipe II.
La Virgen de Linares, entró siempre por esta
puerta del Jardín del Alpargate.
En una ocasión año 1479, la representación
oficial de la ciudad esperaba a Fernando el Católico en la puerta de Plasencia
y resulta que luego entró por la Puerta del Rincón.
Precisamente en el año 1951, ya en verano,
dejaron consolidada la artística fuente que habían traído desde la plaza de
PUERTA NUEVA. El traslado de esta fuente fue un proyecto del arquitecto
municipal D. Víctor Escribano Ucelay, que, asimismo, fue el que diseñó la
fuente de la Cuesta del Bailío, realizada por los Talleres García Rueda.
El traslado de la fuente de Puerta Nueva, fue
aprobado en Consejo Capitular de 1950. El trabajo delicado de “desmontar y
montar de nuevo” se le encargó a los acreditados Talleres García Rueda de
Puerta Nueva. Precisamente y mientras nos tomábamos un café en el SEIS de
Puerta Nueva, Rafael García, el mayor de los hermanos, nos decía lo siguiente
en el año 2001.
“Como
profesionales, no tuvimos más remedio que hacer el trabajo, pero como vecinos
de Puerta Nueva, nos dolió en el alma, que una de las Fuentes más bonitas que
posiblemente había en Andalucía, la quitaran de nuestra Plaza de Puerta Nueva.”
Este lamento también se lo comentó a Ángel
Ogallas, por la amistad que tenían, en algún momento del trabajo, ya que fueron
compañeros en el Colegio Salesiano, junto a José Lujan, eran tiempos del
salesiano D. Antonio Sotomayor.
En un principio esta fuente la colocaron casi
pegando a la carretera, posiblemente en la vertical en donde hoy está el
Triunfo de San Rafael, tal es así, que Gustavo Fuentes, que fue el primer
guardia de circulación que pusieron en esa zona, muchas veces se tenía que refugiar
detrás de la fuente, porque más que vehículos,
era “ganado de carne” el que cruzaba para el Matadero municipal por el
camino de la “Redonda”.
Precisamente en los años setenta del siglo
pasado, fue un día en Córdoba de grandes vendavales, que además de producir
desperfectos importantes en la ciudad, derribó un enorme pino que había en el
jardín, además de un brazo de los tres que coronaban el enorme plátano
oriental.
El pino, fue retirado y quitado de en medio, y
se dio la circunstancia que muchos antiguos vecinos del barrio, se llegaron por
aquí para ver el pino caído. El tronco que perdió el plátano oriental, fue
suplido con un relleno de grava y cemento, que lo realizó por su cuenta,
Antonio “El Cerote” cuñado de Arturo Morales “El travieso”. Desde entonces
dicho árbol se empezó a recuperar y volvió a coger su esplendor. Todavía se
puede apreciar el agujero en el tronco.
Y hablando de los Talleres García Rueda, tenemos
que decir que fueron acreditados
profesionales, autores de importantes trabajos, entre los cuales se encuentran:
La fuente de la cuesta del Bailío, la reparación
de la fuente de la Piedra Escrita, varias reparaciones del Corazón de Jesús de
las Ermitas, la fuente de los patios de San Francisco, restauración de los
monumentos a Manolete, restauración de los distintos Triunfos a San Rafael en
Córdoba, el monumento a Matías Prast y muchos trabajos más en la
Mezquita-Catedral y distintos lugares fuera de Córdoba. Pero quizás el trabajo
más singular que hicieron fue en el año 1976. Los responsables de la Alhambra
de Granada, les encargaron la ejecución de varios leones en mármol blanco de
Murcia, para sustituir a los originales que había en el famoso Patio de los
Leones, mientras los restauraban. Al final este proyecto no prosperó y sólo se
llegó a realizar un león, que actualmente se encuentra en los bajos del Palacio
de Carlos V. La restauración de los 12
leones del famoso Patio, se llevó a cabo con otro criterio de restauración por
lo que no se llegó a utilizar el “león réplica” de los hermanos García Rueda.
Como auténticos artistas de la piedra, esa pena,
siempre la tuvieron dichos hermanos, especialmente Rafael, que era el mayor.
También el alcalde, D. Antonio Cruz Conde, pidió
a estos hermanos que con el oportuno asesoramiento de D. Francisco Cruzado
Moro, experto en mosaicos del Ministerio de Educación Nacional, llevaran a cabo
el traslado y la restauración de los mosaicos aparecidos en los bajos de la
Corredera, cerca del Arco Bajo, y con ellos decorasen el gran salón del reino
del Alcázar de los Reyes Cristianos, salón, que desde entonces pasó a llamarse
el “Salón de Mosaicos”. (1958). Y es
donde se celebran muchas bodas civiles de la Capital.
Rafael García Rueda, era también un enamorado de
la Alhambra de Granada y fue él, el que nos comentó que el famoso Patio de los
Leones, tenía una superficie de 528 metros cuadrados
y que los árabes lo cogieron como referencia de una medida de superficie
agraria, EL MARJAL, muy usada en la zona rural de Granada y algunas zonas de Murcia.
Los tres hermanos murieron relativamente jóvenes
y se llevaron muy poco entre sí. Los últimos trabajos que hicieron para la
Mezquita-Catedral, fueron dos celosías de mármol que están colocadas en el
Museo de San Clemente y un recordatorio de la visita de Juan XXIII, cuando en
Abril de 1950, cuando era ANGELO
GIUSEPPE RONCALLI, y era Nuncio apostólico en Paris, visitó la
Mezquita-Catedral, a la vuelta de su viaje de despedida por el norte de África.
Aún queda un recuerdo de esta visita a Córdoba, en Casa Pepe de la Judería, en
donde hizo parada para comer, "Japuta en adobo", que también le
habían hablado de ella. Por cierto que al pasar por Madrid, tuvo que guardar
cama en los aposentos del cardenal CICOGNANI, que por corpulencia se parecía al
futuro Papa.
Y siguiendo con la fuente diremos que con motivo
del diseño de la Avenida de Barcelona, a finales de los años sesenta del pasado
siglo XX, la fuente fue “retranqueada” más para el centro de la Plaza y se
ubicó “detrás del plátano oriental”, incluso se colocó sobre una base
plataforma. En el lugar que dejó la
fuente se colocó un triunfo a San Rafael, que lo habían traído de la antigua
fachada del Ayuntamiento y lo colocaron
sobre un pilar basamento.
Ya, para esa época se quitó del centro de la
Plaza, un poste metálico de fundición, con pintura en color verde y cinco
artísticos brazos, que cada uno tenía un farol. Al final este poste artístico,
hubo que eliminarlo, pues aparte de que alumbraba poco, cuando llovía le daba
la corriente a todo el que lo tocaba.
EL
CONVENTO DE LOS TRINITARIOS
En el año 1607, San Juan Bautista de la
Concepción, reformador de la Orden de los trinitarios, pidió y obtuvo licencia
real con la intersección del Duque de Lerma, ante el Obispo de Córdoba y el
Corregidor Don Diego López de Zúñiga. El 30 de Mayo del mismo año, el Cabildo
de la Ciudad concede la licencia para la fundación de un convento de
trinitarios descalzos. Posteriormente el Obispo, el día 7 de junio, autorizó
que tomaran posesión de una antigua y pequeña morada junto a la ermita de
Nuestra Señora de Gracia, que estaba a las afueras del barrio de San Lorenzo.
El primer superior de esta comunidad fue Fray Antonio del Espíritu Santo.
Los Trinitarios se instalaban en un convento en
las afueras del barrio de San Lorenzo, que por lo popular y pobreza del barrio,
pocas perspectivas de limosnas se aventuraban, hasta el punto que los propios
frailes agustinos de San Agustín, se opusieron a la creación de este convento,
pues interpretaban que no habría “limosnas para todos”. Al final el corregidor
don Diego López de Zúñiga, convocó a los trinitarios y a los agustinos, y se
impuso la sensatez, pues la llegada de los trinitarios al barrio supuso un
incremento de la recogida de limosnas y donaciones para todos.
El segundo superior del convento fue San Juan
Bautista de la Concepción, que fue elegido en 1610, pero pronto tuvo que
abandonar el cargo a causa de la tarea de realizar nuevas fundaciones.
Una estatua de San Juan Bautista de la
Concepción, en actitud yacente, se encuentra en la Capilla del Esparraguero.
En el interior del convento existe un cuadro de
San Juan Bautista, que fue pintado por Miguel del Moral, y las manos en
posición orante del santo, son las manos de Pablo García Baena, este detalle no
lo comentó el Padre Manuel Fuentes, trinitario ejemplar y singular que fue el
que impulsó toda la labor parroquial, cuando en el año 1969, el Obispo Infantes
Florido, convirtió la Iglesia del convento en Parroquia.
De esta forma los trinitarios que fueron
exclaustrados en 1835, de forma vejatoria, y que pudieron volver en 1903, a su convento e
Iglesia, les era encomendada la nueva Parroquia de Nuestra Señora de Gracia,
segregándose de la parroquia de San Lorenzo.
Personas que ayudaron en esta inicial etapa,
fueron Rafael Caballano, Antonio Ruiz, Juan García, Antonio Carreras, José
Quiles, Rafael Doblades, Enrique Rosales, Antonio Mesa y el popular Juan “Pelitos”.
Este tabernero, colaboró mucho en las labores de la parroquia, e incluso en su
establecimiento “Bar Casa Pelitos”, puso unos menús con precios para todos los
bolsillos a instancia de los Trinitarios, especialmente el Padre Manuel
Fuentes, con el que le unía una gran amistad. “Casa Pelitos”, se hizo famosa en
Córdoba por su especialidad de pollos al ajillo, y los bocadillos de calamares.
El clásico bocadillo de calamares, era muy típico de los soldados que poblaban
el cercano cuartel de Lepanto, que
llegaban al Bar y pedían "UN COMPLETO". Esto ocurrió durante los años
sesenta y setenta del pasado siglo XX.
Hay que recordar aquí que D. Rafael Caballano,
el abuelo materno del actual gerente de la Librería Monte Sión, vecino siempre
del barrio, fue fundador y colaborador de la Orden Tercera. Además siempre
estuvo muy identificado con todo lo que significó la labor Trinitaria en la
Iglesia. Una vez que en aquella República de 1931, empezaron a llegar los
incidentes incontrolados de “anticlericalismo”. Él, con la debida autorización
de los frailes, se llevó a su casa y alojó la vitrina que contenía las
reliquias del entonces Beato Juan Bautista de la Concepción, en una disimulada
alacena con todo el respecto del mundo. Por esa actitud y otras que tuvo durante
la guerra civil de protección de las cosas sagradas para los cristianos, fue
finalmente el Obispo de la Diócesis, el que aprobó que éste hombre defensor a
ultranza de todo lo que significó el espíritu del Trinitario, pudiera ser
enterrado en la cripta de la Orden, debajo del Cristo de Gracia.
Era la época de frailes como el padre Alejo, el
padre Nicolás, el Padre Francisco, el padre José Altera, el padre Bonifacio, el
Hermano Leoncio, el padre Gabriel de la Dolorosa. Este último, el padre
Gabriel, todas las mañanas muy temprano acudía invariablemente para decir misa
a las hermanitas de los pobres de Capuchinos. Eran los tiempos en que los
frailes trinitarios llevaban un corte de
pelo que habían heredado desde la Edad Media, luciendo en su cabeza un gran
cerco que, a manera de gran tonsura, dejaba buena parte de su cráneo pelado.
Daba miedo contemplar en invierno la cabeza del padre Gabriel, con su “corona”
en la cabeza y sus pies sangrando por el frío de los sabañones asomando por
aquellas gastadas sandalias.
Pero también es justo destacar a los hermanos
legos, Fernando y Leoncio, uno que con todo su carácter serio (era vasco),
parecía que se iba a comer el mundo, pero tenía ese don de los trinitarios que
lo daban todo. Estuvo durante muchos años en aquel puesto de verduras que daba
a San Juan de Palomares, cerca del Patio de Josefita. Luego tenemos al hermano
Leoncio, al cargo de la cocina, en donde se empleaban varias mujeres, pero que
entre todas ellas destacaba “La Prudencia” mujer del Juan el que alquilaba los
triciclos en el Jardín. Esta Prudencia, destacaba más que por saber guisar,
posiblemente por ser una de las primeras mujeres que en Córdoba, montó en
bicicleta, siendo además una adelantada en utilizar el pantalón de su marido,
como su propia prenda femenina.
También en aquella cocina hubo quien hizo de
Celestina, ya que llegaron a “arreglar el casamiento tardío” de Rafi la cocinera, con el empedernido solterón y
veterano militar Rafael Gómez María.
EL NOMBRE
DEL ALPARGATE
Esta Plaza en la Edad Media, se llamaba de los
Olmos, por la abundancia de este tipo de árbol que había por su entorno y en la
propia plaza. Posteriormente se fue llamando Plaza de los Padres de Gracia,
Plaza del Corazón de María, Plaza de los Trinitarios, por estar allí ubicado en
ella el convento de la citada orden. Actualmente se llama Plaza del Cristo de
Gracia, pero sin dejar por conocidos o mencionados todos estos nombres, la
mayoría de la gente del Barrio y de la misma Plaza la conocen como Plaza del
JARDIN DEL ALPARGATE.
Y es que el “Jardín del Alpargate”, significó
mucho para la gente del barrio de San Lorenzo, era el límite natural entre lo
que llamaban ciudad y el campo. En los años de necesidad, los señores del campo
tenían el aceite, la harina, el tocino y el pan, y lo poco que daba el campo
para comer; los de la ciudad sobre todo los del centro, tenían dineros para
comprar estos alimentos. Los de San Lorenzo y en especial los del Jardín del
Alpargate, al estar en medio, no tenían ni rentas, ni aceite, ni pan, ni nada
para comer, solamente tenían el hambre, que hasta flotaba en el ambiente. Se
trataba de personas que de sencillas y populares que eran, algunas tenían fe
ciega en “las tijeras, el plato y la sal”
como rito para colocar en las mortajas de sus difuntos. Y para que la muerte no
volviera a entrar en cualquier casa,
solían cerrar como señal de protección, una hoja de la puerta de la calle para
indicar que allí, en esa casa, ya había
llantos y duelo por un difunto.
Y digo de lo que llamaban “ciudad”, (De la
Taberna de “Huevos Fritos” para arriba), porque San Lorenzo, era una parte de
Córdoba, alejada de la Medina y en donde se daban todas “las faltas”, habidas y por haber. Desde el siglo XIX, había
abundante analfabetismo, había falta de calificación profesional, por lo que
tradicionalmente era un barrio potencial de muchos parados, y que por fuerzas
tenían que dedicarse a las labores “furtivas
del campo”, en cualquier recolección, labores de caza, u otros menesteres
agrícolas. Hubo quizás más hambre que en otros sitios, porque así lo atestiguan
los comentarios de los que esperaban cualquier descuido de las Huertas de los
alrededores, para de esa forma poder coger cualquier cosa que fuera comestible
y que hubiera sembrada. Por todas estas cosas, históricamente los habitantes de
estos entornos, llevaron a cabo reiteradas revueltas y motines por el hambre,
como el famoso motín del año de 1652. y que acabaron refugiándose en la
Iglesia, ante la llegada de las fuerzas del orden, en estas labores de acogida
se destacó el coadjutor D. JUAN PALOF, que siempre se identificó con los
necesitados. Sus vecinos, sus parroquianos, a su muerte honraron la calle en
donde vivió dándole el nombre de JUAN PALO.
A falta de otras posibilidades, el Jardín del
Alpargate, también era el lugar de “veraneo”,
para aquellas gentes sencillas del barrio,
que no habían tocado en su vida el agua del mar o algo parecido. Era el
lugar de veraneo para los chiquillos, pues allí se iban para jugar y corretear,
ya por el jardín, ya por la “lonja” o
incluso por los aledaños de la “redonda”.
Muchas noches acudían allí familias enteras a tomar el fresco con el aliciente
de tener la fuente de agua fresca muy cerca. Y la verdad es que la mayoría de
las personas que por allí circulaban, en vez de utilizar “trajes de baño” calzaban las populares alpargatas.
Existen unas crónicas de RICARDO DE MONTIS, de
1866, cuando ejecutaron el Jardín y llevaron a cabo el empedrado de los
entornos e incluso de la Calle María Auxiliadora; empedrado claro está, con
cantos de río (piedras), siendo Alcalde de Córdoba D. Juan Rodríguez Sánchez.
El citado RICARDO DE MONTIS, cronista de la ciudad, llegó a decir en el
periódico:
“Han proyectado un Jardín del tamaño poco menos
que el de un ALPARGATE”. A raíz de ese comentario, el pueblo, los vecinos, le
pudieron empezar a llamar como el Jardín del Alpargate.
Hay autores muy respetables que justifican este
nombre del “ALPARGATE”, por el hecho de que aquí en esta plaza se “cambiaran las zapatillas” los hermanos
nazarenos de la hermandad del “Esparraguero”.
Pero para cualquiera que se haya criado en el barrio y conozca a sus gentes y
sobre todo en aquellas épocas, ve que esta hipótesis es un tanto precipitada.
En primer lugar, porque los supuestos nazarenos
del “Esparraguero”, gente popular en su mayoría, por la condición social que se
daba en el barrio por aquellas épocas. (Principios del siglo XX), “No disponían
de zapatillas ni alpargatas de recambio”. Eran personas en la mayoría de los
casos de calzado o zapatillas únicas y por lo general zapatillas de esparto.
Desde antiguo nos inquietó el origen de este
popular nombre e hicimos nuestras indagaciones. Le hemos preguntado: a los GALLAS, a los MARIA, a los VAQUERO, a los “SORNA”, a los “GATOS”, a los ALCANTARA,
a los GAVILAN, a los MORALES, a los ESPEJO, a los LESMES, a los CUEVAS, a los ESPINOSSA, a los TIENDA,
a los SANTA CRUZ, a los CAÑAVERAS, a los
“PIRUTI”, a los ALJAMA, a los CÓRDOBA, a los CASTILLAS, a los RODRIGUEZ, a los
MANOSALVAS, a los BUENO, a los GARCIA, incluso un día le llegamos a preguntar a
Carmen, la agradable mujer que tenía a su cargo el Water del servicio público,
aquel que había después de la casa de los Gavilán y casi enfrente de la casa de
los de La Rubia Villalba y de Aurora Jiménez. La mujer de los servicios nos
contestó que ni ella ni sus gatos sabían el origen de aquel nombre.
Y siguiendo con el nombre del Alpargate, unos
opinan que el nombre le viene porque en dicho Jardín, se concentraba
habitualmente muchas personas que no tenían otro calzado que las alpargatas.
También hay quien opinaba que el posible nombre se debía a que en las cunetas y
en la cercanía del Jardín, había siempre muchas alpargatas rotas y abandonadas.
Y finalmente la opinión de varios como los Alcántara, que nos dicen, que cuando surgió la alpargata con suela de
goma, (principios años 20), se puso en medio del Jardín un anuncio con el
retrato de una enorme alpargata con su suela de goma, que al estar sola, la gente
sencilla le llamaban en singular: “El anuncio del Alpargate”, y de ahí pudo
venir el nombre al Jardín.
LA
JERINGUERA
Rosario Murillo, también ocupó su sitio como Jerínguera
en el Jardín del Alpargate. Después de la guerra, ella puso su puesto junto a
las escalerillas de acceso principal al jardín. Allí, hiciera frío o calor
estuvo siempre al servicio de la gente del barrio. Más de una vez sufrió las
inclemencias de las “riadas” del arroyo del camello, que se desbordaba
produciendo aquellas famosas “riadas de chocolate”, que inundaba todo el barrio
de San Lorenzo.
Los aparejos del puesto los guardaba en una casa
de la Calle del Agua, situada enfrente de la Casa de PEPE SANTOS, que durante
muchos años fue el capataz de paso de la Virgen del Rescatado. Precisamente PEPE
SANTOS, tuvo que ser testigo excepcional, de aquellas actuaciones de María
Zamorano “LA TALEGONA”, cuando le cantaba a su Rescatado, desde la azotea de Casa Joaquina. (Luego Pérez
Barquero).
Siguiendo con Rosario la “Jeringuera”, diremos que las dos hermanas que
le ayudaban en las labores del puesto, eran Rafi y Encarni, vecinas de la Calle
El Agua, y que a su vez eran hijas de Agustín Guzmán una de la personas más
hábiles en las pesca de las ranas.
Este exquisito manjar para muchos lo preparaba
de forma exquisita, la Taberna La Paz de San Agustín. También "El Faiyi" emparentado con
los Cañaveras, era un experto en el arte de pescar ranas a la luz de la Luna. Y
ya que hemos mencionado a los Cañaveras, no podemos dejar de mencionar a la
singular "Gilda" que era la "dueña" de la Calle María
Auxiliadora, cuando desfilaba por ella. Amparito desde su tienda de
ultramarinos que era como el "Púlpito" del barrio, solía decir:
"Hala ahí que va ella" y hasta los vecinos se asomaban para verla.
Hasta "El Panza", aquel orondo Barbero, suspendía el pelado o el
afeitado del que fuere, y salía para contemplar a la mencionada
"Gilda" Su hora de pasar era como cronometrada a las 12.30 de la
mañana. Salía de San Agustín, Pozanco, Calle Roela y Calle María Auxiliadora. En
el Jardín del Alpargate, cogía el autobús para el Barrio Cañero.
Rosario la Jeringuera, quitó el puesto en 1958,
cuando se casó su niño con la Kristi, la hija menor del Manuel Morte González, que se quedaría a
principios de 1940, con el traspaso del Horno de Remesal, que era uno de los
catorce que ya existían a finales del siglo XVIII.
En el año 1954, un día después de la Fiesta de
la Candelaria, cayó una nevada de más de 80 cms. en Córdoba, ni los más viejos
habían recordaban algo igual. Fue el marido de la Jeringuera, que madrugaba
para ir a trabajar a Bernardo Alba Pulido el que le dijo: "Rosario el
Jardín del Alpargate" está enterrado en nieve. Y es que todo el entorno
del Jardín era una auténtica postal, y la gente de las Calles Montero, Calle
Agua, Queso, María Auxiliadora, acudían para presenciar la Fuente que parecía,
"Una auténtica Carroza adornada con infinidad de flores blancas" de
aquellas que se hacían a golpe de tijeras para las Romerías.
Y hablando de peñas, tenemos que decir, que
cerca del Jardín estaban la peña Córdoba Soberana, Peña los Emires, Peña Los
Excursionistas y Peña los Romeros de la Paz; que por aquellos años, ya andaban
cerca del Jardín, y que supieron lucir espléndidas carrozas. El arte de los Ávila,
los Cervantes, los Parejas, los Isidoro, los Luque, fue paseado en aquella
Romería de Linares, que ya por aquellos años, principios de los años 50,
estrenaban un bonito recorrido con el ensanche del “Puerto de la Salve”.
Desde que se recuperó esta Romería clásica de
Córdoba, siempre pasó por el Jardín del Alpargate.