Era el año de 1961, y en Córdoba
se inauguraba su emblemático Reloj de las Tendillas, en dicha inauguración se
conjuntaron la guitarra de Juanito Serrano y la Voz de Matías Prast. Uno puso el toque mágico de su
guitarra y otro su voz inconfundible para la mayoría de los españoles.
Por aquellos tiempos, ya en los hogares de lujo y que tenían
televisión, se podían ver los anuncios de aquella niña prodigio que significó Marisol, sobre todo
cercanas las fiestas de la
Navidad.
Pero en estas Navidades del 2014,
lo recordarán los aficionados al cine, porque la TVE. en su segunda cadena nos
ofreció una película que precisamente se estreno en 1961. Se trata de la
película PLACIDO, la película del genial Luís García Berlanga (1921-2010), A
decir de muchos el mejor director de cine español. Quizás, sino hubiera sido
excombatiente de la División Azul ,
se hubiera proclamado su gran categoría.
Su estreno fue en el mes de
Octubre y cada personaje de los que componen el reparto tienen un parecido mágico, con los personajes
que en el día a día nos encontrábamos en nuestra vida común y diaria.
Hay gente que sabe tanto de cine,
que incluso iban vas allá de las pretensiones del propio García Berlanga, y así pudimos leer un comentario que decía:
“La letra del Villancico final de la
película tuvo problemas”, y eso no fue cierto, Camilo José Cela, que junto a
Dionisio Ridruejo, ejercieron como censores en aquellos tiempos lo negó rotundamente.
Con García Berlanga, dijo, había confianza total, no en balde era una persona
de confianza política y amaba por encima de todo a España.
Efectivamente en 1943, en un
periódico cercano al régimen se
publicaba un articulo, escrito por uno al que llamaban el escritor García
Berlanga.
[...] Sobre un carro, un carro de
ruedas destartaladas y ejes que chirríaban, a contraluz con la estepa iluminada
eternamente, llevamos ayer su cadáver a Motorwo, y en su jardín, la cabeza
hacia España, lo enterramos... Con él se fueron las medallas religiosas, el
cisne blanco en la camisa azul, y aquellas rosa de los Alpes que una estudiante
alemana le regalara. Nos dejó, sin embargo, una antología de la buena muerte y
una postura arrogante ante lo irremediable. Caía la tierra sobre su cuerpo y
descendía sobre nosotros el afán silencioso en la lucha. Así, sin gritos,
proseguíamos, cada vez más acelerada, la marcha hacia los límites de nuestra
conciencia. Se desangran, sí, los cadáveres de los falangistas, pero esa sangre
entra en las venas de los que nos quedamos, para rejuvenecer nuestro ímpetu'”.
Y hay quien dijo que Berlanga,
recreaba la España ,
de post-guerra, buscando la autenticidad en las gentes y en los entornos que
los rodeaban. Eran seres humanos que existían y había que acoplarlos a las mil
historias que se sucedían en cualquier pueblo de aquella España; pero que, por
otra parte no eran personajes, paisajes o historias, que no vinieran de lejos,
es decir de la España
de los tiempos. El mobiliario de muchas calles no era improvisación de unos
pocos años, al igual que el estado de las calles. En Córdoba concretamente en los barrios
populares, las aguas sucias, bajaban por
arroyuelos que se formaban en la mitad de la calle, las velas, no
solamente se utilizaban en las Iglesias, sino que era el objeto más valorado de
la casa, estamos hablando del siglo XIX. Lo que hacía Berlanga en sus
películas, es hacer coincidir muchos hechos en las películas, que aún
existiendo en la vida real, no tenían que ser coincidentes.
Sea como fuere, este hombre nos
recreaba la vida que solía darse en multitud de pueblos y situaciones, pero es
que dichos personajes los hemos vistos confirmados en nuestras vidas de
trabajo, diversión o vecindad.
QUE VIENEN LOS TURISTAS
Rafael, era un personaje singular
y entrañable de la fábrica de Westinghouse, hombre muy eficaz en su trabajo.
Trabajo que lo venía realizando sin interrupción desde que entró en la fabrica
a finales de los años 1940. Era ordenanza y encargado de llevar y traer el
correo de la empresa. Pero al margen de esto, era una persona que se prestaba a
todo lo que su empresa le demandaba. En una ocasión venían a visitar la
fábrica, unos australianos que pertenecientes a una planta que los americanos
tenían allí, venían a Córdoba, para ver las técnicas de las “Bobinas Forfit”,
en las que la fábrica de Córdoba, era una adelantada a nivel. mundial.
Al margen de le realidad de esta
visita un jefe de cierto nivel, posiblemente el Sr. Tafur, en broma le comentó
al bueno de Rafael, que la fábrica le quería dar una buena impresión a estos
visitantes, y pretendía para ello que se le hiciera patente a estos lejanos
visitantes nuestra singular afición a los toros. Para ello y continuando la
broma, le dijo que si quería hacer una serie de pasajes, por el pasillo en
donde estaba la sala de reuniones, a fin de que pudieran verle “VESTIDO DE TORERO”, él, en un principio no contestó nada. Con toda
seguridad en su casa de la
Margaritas , pensaría el asunto y al otro día, nada más llegar
a la fábrica, contestó que si. El como siempre dijo que haría eso y lo que
hiciera falta por su fábrica. Entonces y continuando con la broma, enviaron a
un tal Pepe, con él a la Calle Morales ,
en donde existía una tienda en donde se alquilaba de todo. Le probaron el
traje, y finalmente aceptó uno de color “Burdeos y Oro”, pues le recordaba la
alternativa del Pireo, que era un torero de las Margaritas. El tal Pepe de acuerdo con el tal Tafur, pagó el importe del traje de torero.
El viernes, día previsto de la
citada visita, se presentó el bueno de Rafael, con una bolsa grande de "PIEDRA", en
la que traía el traje de torero y lo guardó en el cuartillo de la centralita de
teléfonos. Llegaron los australianos acompañados incluso de sus esposas, y se
acomodaron en el salón de reuniones, entonces el bueno de Rafael, se metió en
el cuartillo y allí se puso el atuendo de torero. Salió e incluso fue visto
por la simpática Carmen, la telefonista, que al verle con aquel traje, arrancó a reír y por poco, si todavía está en plena risa. Al ruido que se formó salió Herrera,
e interrumpió aquella broma. La broma había llegado demasiado lejos, pero aquí
pudimos observar como una persona buena, que en muchas cosas se pareció a cualquier
Placido que pueda haber por el mundo.
El simpático Rafael se quedó sin “torear”
aquella corrida, pero que a juzgar por sus comentarios, le hubiera importado
poco darle la alternativa a los paisanos del canguro.
LOS HIPOCRITAS BEATOS
Los hipócritas beatos que refleja
en la película han existido siempre. Antes eran beatos, y que algunos, todo lo querían
arreglar, con una aparente dedicación y con sus rezos de rosario. Y es que hay mucha gente que lo único que buscan es notoriedad y salir en la foto con los necesitados. Pero ahora, más
modernizados, con gente totalmente atea y que asume estas labores de ayuda y
solidaridad, tenemos a algunos artistas
y demás figuras del espectáculo, que antes de salir al escenario, proclaman SU
SOLIDARIDAD, con todos los que se sienta marginado, e incluso algunos van más
allá y ponen como ejemplo algunos sistemas allende los mares. Estos personajes
del espectáculo y al igual que los artistas que salen en la película para la
“cabalgata”, son mercaderes de todo lo que hacen y además engañan a los
espectadores con falsas solidaridades. Últimamente, a uno de ellos que tocará
muy bien la guitarra, cantará y recitará mejor aún, pero de eso a ser
solidarios, va un buen trecho.
La solidaridad real se demuestra
primero pagando cada uno sus impuestos, y luego haciendo cada uno lo que pueda. Recientemente la prensa nos habla de que un famoso “cantautor” ha constituido una
empresa para cobrar sus trabajos de artista. De esta forma paga un 21% menos
que desde la otra forma. Hacienda por lo visto, “que somos todos”, le ha dicho
que no se puede constituir una empresa para eludir impuestos y le reclama algo
parecido a 5.000.000 de euros. No es de recibo que se vaya por ahí criticando
los “recortes” cuando nosotros eludimos obligaciones de pago a la Hacienda..
Esa cantidad en pesetas, supone
aproximadamente 167. 000 ayudas de 420 euros, durante un año.
Aquellos, los de la película,
quizás eran falsos, porque todo eran apariencias y rezos de rosarios, pero
estos ateos, convencidos, son gente que elude a la Hacienda pública y en
buena parte por su culpa y la de los corruptos, el país se ve abocado a “recortes”
que él seguramente criticará..
LA LETRA
En la película se monta una trama
en la que la devolución de una letra, trae en jaque al pobre Plácido, pero que
lo que a él le ocurrió ha pasado multitud de veces a cualquiera al que le giran
una letra y no tiene para pagarla.
Con toda seguridad ninguna letra
habrá sido tan famosa como la letra que le prestó Juan Abelló a Mario Conde, para que pudiera
acceder a la presidencia de Banesto, (1980). Fueron más de tres mil millones de
pesetas, y lo curioso es el porqué el citado préstamo no se hizo en un talón o
en efectivo. Quizás el talón fuera más fácil de devolver, al menos, como le pasó
al Sporting de Gijón con el talón de 63 millones de pesetas que le dieron por
el fichaje de su delantero Quini. Este talón al presentarlo al cobro fue devuelto. En
fin, eso fue siempre un detalle que nadie nos explicó. Las altas finanzas
también tendrán sus curiosidades. Lo cierto y verdad es que con esta letra le
permitió comprar acciones de Banesto y con algunos acuerdos, llegar a la presidencia
del banco.
Se culminaba así una carrera
meteórica en el mundo de las finanzas, del hombre que por encargo de Juan
Abelló “El farmacéutico” vendió la empresa ANTIBIÓTICOS, a un empresario
italiano por más de 58.000 millones de pesetas. Esta operación fue tan
importante que hasta el presidente Felipe González, estuvo puntualmente
informado, y lógicamente dio su conformidad.
En esta venta Mario Conde y Juan
Abelló se embolsaron una buena cantidad de millones, al poseer el 25% y el 46%
de dicha empresa respectivamente. Pero lo curioso de todo esto, es que la
familia de los Botín, PLACIDAMENTE, y sin apenas exponer un duro, se llevaron
también 12.000 millones de pesetas de esta venta. Por lo que se ve estas
cantidades poco tenían que ver con la letra para el pago de aquel sencillo motocarro, que tenía que abonar el pobre
PLACIDO.
Hablando de letras devueltas, en
Córdoba, la empresa más rápida en reaccionar cuando se le devolvía una letra era
la razón social, Viuda de Victoriano Gómez. Esta empresa dedicada a almacén de
hierros y ferretería, era llegar el día de pago y no ser abonada una letra puesta al cobro por ellos, y al
otro día un procurador con domicilio en la Calle
Ramírez de las Casas Deza, te enviaba una notificación,
escrita con una letra hasta elegante y
de color morada, en la que te aclaraban todo lo que te podía pasar si no la pagabas. En ese aspecto la “Viuda”, como se le llamaba familiarmente, era
inapelable. Llegabas a sus oficinas en Ronda de Tejares y te causaba sensación
el contemplar en pleno año 1970, como sus empleados, utilizaban todavía
“manguitos” y tinteros para su escribanía. Pero eso si, mientras no pagaras no
había suministro.
En ese aspecto, mucho más
despreocupado en todos los sentidos nos parecía Almacenes Roses. El equipo de
administración encabezado por Francisco Serrano, (hermano del famoso
guitarrista Juanito Serrano), era más tolerante y comprensivo. Roses, lo último
que te negaba era el suministro, pues ellos eran de la filosofía, de que si no
podías trabajar, menos podrías pagar. Además solo te bastaba ir a la oficina y
hablar con aquel señor bajito y un poco gordito que respondía al nombre de don
Manuel Roses, para que te dieran otra posibilidad.
Pero las letras, no solamente era
la dificultad de pagarlas. Tenías también un gran sufrimiento tipo “PLACIDO”
hasta que bastantes de aquellos empresarios, que por todas partes abundaban, se
dignaban a darte una letra para poder pagar los jornales.
Todavía recordamos aquellas
oficinas ubicadas detrás de la
Gasolinera de Cañero, en la que una empresa de estas que se
“organizaban” para construir unos bloques de pisos, tenían allí sus oficinas.
Uno de los socios se trataba de un tal Carreto, que había formado sociedad con
un hijo de Hernández-Fonta. Normalmente le hacías la carpintería metálica y la
cerrajería, e ibas allí los viernes para que al menos te adelantara una LETRA
aceptada para pagar los sueldos. Todos estos empresarios te pagaban en la forma
y manera que ellos querían y tenías que esperar cola para que te dieran una
LETRA de 35.000 pesetas. Luego con el efecto en la mano te ibas al Banco
Bilbao, y empezaba para ti otro “calvario”, pues el “Luís Aganso” de turno,
todo era ponerte pegas para negociarla y su posterior abono. Y eso que tenías
que dejar el 10% del importe para la cartilla y te cargaban unos gastos de
hasta el 23 %.
Una empresa de daba gusto poder
trabajar con ella era una que se llamaba San Martín, de la cual todavía
recuerdo su dirección de la Calle Orense ,
nº 11. Madrid 20, y eran comprensivos y rápidos a la hora de pagar sus
obligaciones.
Otra empresa que trataba a los
cerrajeros como si fueran “PLACIDOS” era la empresa Fomento de Obras y
Construcciones, que fue la que realizó la construcción de Mercacórdoba, y allí
después de que el pago era contratado a 180 días, a la hora de certificar el
Vº Bº de la factura, era todo un sufrimiento al estilo del de PLACIDO.
Entregabas la factura a origen y la dejabas allí, a la espera de que te avisaran de que estaba revisada. Pasaba una semana y otra, y ya desesperados, llamabas y a lo mejor te decían : "Tiene un error numérico, vengan a por ella y la rectifican". Aquello era un sin vivir, pues había que pagar sueldos, proveedores y la LETRA, sin venir. Entonces y a las tres semanas
de la fecha de la factura, te avisaban de que el PAGARE, estaba allí. La fecha
de vencimiento la ponían a 180 días desde el día que te aceptaban la factura,
casi siempre a los 20 días de haber presentado la factura para su aceptación.
En esta tesitura y si todo el
taller estaba volcado con este cliente, necesitaba financiarse, para pagar
sueldos y proveedores, y para ello era frecuente que se recurriera a “Un
cliente imaginario y girarle una letra de peloteo”. Esta política de desastre
económico con tantos sufrimientos como los de PLACIDO, fue lo que llevó a la
ruina la mayoría de los talleres de carpintería y cerrajería que había en
Córdoba por aquellas fechas.
Pero de las LETRAS se podría
escribir un libro y aún sobrarían anécdotas y datos para contar. Sí el Gran
Capitán, pudiera hablar de la cantidad de LETRAS que se le giraban a su
“domicilio”. Me refiero a las llamadas “LETRAS DE PELOTEO” con las que se
financiaba todo el que lo necesitaba. Los bancos lo sabían y las aceptaban,
pues era una línea bastante rentable, por gastos, comisiones, y todo lo que
suponían estas letras.
Hablando de este tipo de “LETRAS
DE PELOTEO”, hay que traer aquí el recuerdo a un simpático “Manolo el de las
cabras”, personaje que sin apenas tener conocimientos contables, manejaba las
letras como si fueran cromos. El las rellenaba a mano, y cualquier sitio era
bueno para realizar esta operación. Aunque mentalmente (era algo mayor),
cuadraba perfectamente los números, en una ocasión en el Banco Hispano que
había en el Gran Capitán (Local ocupado hoy por el Cortes Inglés), negoció una
LETRA de peloteo a su nombre, y el banco se la aceptó. Posiblemente no se
dieran cuenta, pero es que este hombre perdió casi todo su capital inmobiliario
que poseía, pagando gastos y más gastos del banco. Este buen hombre de alguna manera
era otro PLACIDO de la letra.
EL EMPLEADO DE LA
NOTARÍA
Desgraciadamente hay
funcionarios, que todavía no se han dado cuenta de lo que es fundamental o
accesorio. Hay personas que van con una cosa muy urgente y a lo mejor decisiva
para ellos, y el funcionario toma el asunto de
forma PLACIDA y como si todo el mundo cobrara un sueldo fijo de la Administración.
Traigo aquí el recuerdo de unas
gestiones llenas de preocupación, y aceleración, pues se trataba de conseguir
que al director NUEVO, que iba a venir a la fábrica de Córdoba, no le faltara
de nada y se sintiera cómodo en nuestra fábrica para que no la cerraran. Eran
tiempos de nerviosismo y mucha preocupación. Le buscamos un piso en la Plaza de las Doblas, para
que él se sintiera a gusto y confortado. Nos apresuramos para conseguir de
Sevillana, que le dieran luz cuanto antes, pero para ello necesitábamos el
“Certificado del Instalador”. Los Hermanos Pedraza, se portaron
maravillosamente y casi de madrugada llegaron y nos cambiaron los aparatos de
protección y nos dieron el certificado.
Con el certificado en la mano y
corriendo como PLACIDO, subimos a la planta del edificio de Servicios
Múltiples, y llegamos al mostrador de Industria. Allí sin tener conocimiento de
que llevábamos por lo menos tres días de un lado para otro, entregamos el
certificado a un empleado del mostrador. Lo miró, lo selló y cuando esperábamos
que nos diera “El Papel de Industria”, Benito, que así se llamaba el
funcionario, nos dijo: “Vengan ustedes dentro de tres días”. Recuerdo que venía
conmigo el chófer de la fábrica y sorprendidos nos miramos uno a otro y casi al
unísono dijimos. ¿Qué hace falta para poder llevarnos el papel de Industria?.
Le dijimos, y el nos contestó: “Pues firmarlo” -¿Y quien tiene que firmarlo?.
–Acaso ese señor que está leyendo el periódico- Al oír la palabra periódico, la
persona que estaba leyendo el CORDOBA, miró y preguntó: “Que es lo que pasa” y
entonces le dijimos que había que firmar aquel documento, y entonces se
levantó, y dirigiéndose al mostrador cogió un bolígrafo y firmó el documento.
Rápidamente salimos corriendo para Sevillana, para que fueran a dar corriente.
Todo el esfuerzo que hicimos era
para poder dotar con luz, el pisode la persona que venía a Córdoba como
director que no era otro que Adolfo Plaza; todo nuestro interés es que este
hombre o el director que fuera se sintiera lo más cómodo posible.
EL ENTIERRO
Se había muerto un teniente
coronel de Lepanto, y ya salía el cortejo del entierro en dirección para el Cementerio
de San Rafael, cuando todavía no se había abandonado la Plaza del Jardín del
Alpargate, en medio de una importante expectación de publico, surgió la voz
potente de un tal Mariano, que siendo repartidor de vino de una bodega que
popularmente llamaban “El Pelotazo” y que al estar algo bebido, se subió al
pilón de la fuente y gritó: “Viva el Látigo Negro”, de esta forma vitoreaba al
cura que presidía el entierro nombrándolo por su apodo.
Más adelante el entierro pasó en
plena “Redonda”, y allí en la
Puerta de Pedro Rojas, además de los que iban a vender
trapos, chatarras y todos los desechos que se encontraban, había unos húngaros
que con trompeta y tambor hacían que la cabra actuara como era costumbre por
aquellas épocas. La cabra muy respetuosa se quedó quieta y el sonido de la
trompeta dejó de sonar.
Antes de llegar a la esquina en
donde estaba la Casa
del "Tercio", (había 206 vecinos), los acompañantes del entierro, el cura y los
propios monaguillos se echaron a un lado, para que pudieran pasar cuatro vacas
que un tal “Manolillo” había llevado a beber a la fuente del cementerio y
volvían para el pesebre. El único que vio los toros desde el palco, fue el cochero
del cortejo fúnebre que se llamaba Paco Galíndez, “El Torta”, que al ir en el
pescante del coche de caballos iba a salvo de todo. .
Pero a la mayoría de los acompañantes del
entierro le faltó tiempo para apartarse y subirse algunos a lo alto de alguna
ventana.