La palabra “Semáforo” es de
origen griego como tantas cosas importantes de nuestras historias, es una
dualidad de palabras “sema” que significa señal y “foros” que significa
portador, es decir el semáforo es el que porta las señales.
También se llamaba semáforos a
las torres de señales que se extendían por todo el territorio, desde donde se
emitían señales ópticas, que facilitaban las señales más rápidas que utilizando
otros medios.
Pero el semáforo todo el mundo lo
asociamos con el mundo de la carretera, los coches y los cruces y su ánimo era
regular la circulación. La idea del semáforo se trajo a las ciudades del
entorno ferroviario, en donde se utilizaba para dar señales a los trenes que
circulaban por las vÍas.
Aplicando esta idea de los
ferrocarriles el ingeniero de trenes Jonn Peake Knight, quien trasladando la
idea de lo que existía ya en la vÍas de los ferrocarriles, instaló el 10 de
diciembre de 1868, el primer semáforo en la ciudad de Londres. Aquel artilugio
era lógicamente muy diferente al que podemos contemplar hoy, constaba de dos
brazos que se levantaban para indicar el sentido de circulación que tenía que
detenerse, al tener que utilizarse la luz del gas, esto provocó su explosión al
poco tiempo de ser inaugurado. Al funcionar las luces con lámparas de gas, se
imponía un funcionamiento manual a expensas de un policía de turno, lo que al
explotar le provocó la muerte en el año de 1869. Era invierno y el semáforo nacía con la
muerte de un policía servidor del orden y la circulación.
EL SEMÁFORO EN BROMA
Fue un programa de Televisión
Española de actuaciones de artistas “intrusos” dirigido por el genial Narciso
Ibañez Serrador, y lo presentaba un peso pesado de la pequeña pantalla como era
Jordi Estadella, con la ayuda estimulante de una serie de azafatas que como
siempre, estaban espléndidas. El programa consistía en que una persona con cara
de “intruso” se presentaba allí en el escenario y durante el tiempo de un
minuto, procedía a hacer lo que el creyera conveniente, fuera un pego, una
tontería o una idea genial. El ridículo o la idea genial era premiadas con una
cacerolada o aplausos. Aquello fue una forma de sacar provecho para la buena
risa, de todos los “ridículos” que la gente de forma voluntaria se empeñaba en
hacer cara al público. Luego, y con otros nombres se hicieron copias que ya no
resultaron tan originales.
EL PRIMER SEMÁFORO EN
CÓRDOBA
Era el mes de junio de 1957, y
estaba yo acompañado de mi padre en la
Plaza de las Tendillas, habíamos quedado citados por carta de
la Mutualidad
Siderometalúrgica en la puerta del Instituto Góngora, ya que allí nos recogería el coche de la Universidad Laboral
para llevarnos para realizar el examen de ingreso. Al presentarnos con media
hora de anticipación; eran las 10.30 de la mañana, y mientras llegaba el
autocar, mi padre me relató cosas de la Tendillas , ya que él solía coger allí todos los
días el autobús de la
Electro Mecánicas , que por aquella época eran de color
amarillo y paraban junto a los Water de caballeros que estaban en la acera de
telefónica.
Estábamos en la conversación y
empezaron a llegar más padres con sus hijos y pudimos ver a los hermanos
Cantarero, a Navas Linares, a Unquiles Sánchez, a Váquez Martín, a Luque Aranda, a Julian
Contreras, a Manuel Pineda, a Calero León, a Manuel Martinez, a Nogueras Sánchez y así hasta un
largo etc. de compañeros. Finalmente llegó aquel espléndido autobús inglés
(tenía el volante a la derecha), que se paró en la puerta del Instituto. Al
abrirse las puertas de "aire" pudimos ver que se bajaba una especie de ordenanza con un
uniforme ceremonioso y que luego nos enteramos de que se trataba del señor Navarro, hombre de Madrid, sumamente educado y que nos daría muchas veces en aquellas Aulas, la alegría de abriendo la puerta, pronunciar la frase: "señor. Profesor, es la hora". Este ordenanza se puede considerar por sus educados modales, como un icono de lo que fue aquel Colegio Gran Capitán, en el que tuve la suerte de estar. Luego el señor Navarro, el primer año de su llegada a Córdoba, vivió alojado en la Calle María Auxiliadora, en casa de don Felíx Merino, aquel gran hombre en cuerpo y cualidades, que tuvo a su cargo la "potabilidad" del agua que se consumía en la Universidad Laboral. Nunca se le hará justicia a aquellas Universidades Laborales, a donde a los hijos de los trabajadores, se nos enseñó a comer, porque comíamos, se nos enseñó a estudiar porque había profesores que se ocupaban de nosotros, se nos enseñó a ser hombres, porque nos daban clases de formación integral
Y siguiendo hablando del ordenanza de la Universidad Laboral, el señor Navarro, de su corrección, de su estilo y su educación, me recuerda a aquel Colegio Gran Capitán de la Universidad Laboral, que a muchos de nosotros, que incluso veníamos de barrios y familias marginales, nos hizo sentirnos Orgullosos, de ser Españoles con todas sus consecuencias, mayormente por el trato exquisito que se nos dio.. Allí encontramos muchos de nosotros, la preparación y la disposición al mundo del trabajo, que muchos padres en el día de hoy les gustaría tener para sus hijos. Fue lamentable que estos malos "padres de la patria", acabaran con todo esto de la noche a la mañana. Verg:uenza les tenía que dar a todos aquellos políticos, que borraron del mapa aquello simplemente porque no se les había ocurrido a ellos..
Empezamos a subir y ocupamos
todos los asientos y bastantes compañeros se quedaron de pie, sobre todo en la
plataforma posterior. Con el coche en marcha y desde las ventanillas nos
despedimos de nuestros familiares. También antes de cerrar la puerta del autobús, se despidió de forma muy correcta el señor. Madrid. El autobús arrancó con dirección a Calle
Cruz Conde pero antes, tuvo que dejar que saliera un autobús que iba en la misma
dirección y que podía ser el que iba para la Electro Mecánicas.
Empezaron a andar despacio uno tras de otro los
dos vehículos y con sorpresa de todos al encarar el principio de la Calle y a la
altura de los Almacenes Rodríguez y Espejo, observamos que los dos vehículos se
pararon de forma ostensible; por curiosear miramos y el mismo chófer que era un
tal Sr. Molina dijo: “Ea, ya nos ha tocado el semáforo”, efectivamente aquella
columna metálica pintada en verde y que habían colocado en el cruce con la Calle Morerias ,
tenía encendida una luz roja que al parecer indicaba prohibido el paso. Luego
ya que circulábamos con más fluidez, el mismo chófer le comentaba al ordenanza:
“Hace poco tiempo que han puesto estos dos semáforos para regular el trafico y el
paso de los peatones; además de éste, existe otro en el cruce de Avenida
del Generalísimo con el Gran Capitán, que fue colocado un poco antes.
Los semáforos debieron de
ponerlos a finales del 1956, pero nosotros no lo habíamos visto hasta que íbamos en aquél autobús de la Universidad Laboral , y es que no era muy normal
que la gente que vivía del Realejo para abajo, anduviera por el centro de la
ciudad. Por eso días después de aquellos exámenes y estando en el portalón de San
Lorenzo, un grupo de amigos formado por:
José de la Cuesta ,
Martinez Bermudez, Manuel Torres, Rafael Gordillo, Antonio Granados y el que
esto anota, y habiendo salido en conversación el dichoso Semáforo, decidimos acercarnos para verlo "in situ".
Estando allí en el mismo cruce, vimos pasar en ese
momento a Rafael Merlo Jiménez, joven y eficaz dependiente de calzados
Rodríguez, al que conocíamos por vivir en la Calle el Cristo, y lógicamente le preguntamos
cosas acerca del Semáforo, y él conocedor de toda aquella zona, nos dijo:
“La Empresa que instaló este
Semáforo fue el taller de Electricidad de Antonio Mármol, que estaba ubicado en
la Calle Blanco
Belmonte. (Años más tarde, su hijo Antonio Mármol, se colocaría en la Universidad Laboral
de profesor de electricidad)
El amigo Merlo, siguió diciéndonos:
El que hizo los trabajos de albañilería e infraestructuras, fue José Rubio
“Pepillo el Pocero”, que ya por aquellos tiempos le hacía algunas obras al
Ayuntamiento, alternándose en estos menesteres con los hermanos Domínguez, que uno de ellos fue el Primer Presidente de la Federación de Peñas Cordobesas.
Este “Pepillo el Pocero” fue uno de los que trabajaron en San Juan de
Letrán y la Calle Montero , para que su Carnaval se hiciera famoso en Córdoba durante los años setenta y ochenta del pasado siglo. También fue uno de los
primeros “Colonizadores” del entrañable paraje de nuestra sierra “La Colina ”, en donde llegó a
regentar el principal Bar del mismo nombre y que fue referente para muchos aficionados al perol
Y allí mismo nos explicaron que
los postes de los Semáforos, fueron realizados por fundiciones “SISI” de Madrid
y que los letreros de CERVEZAS EL ÁGUILA, que se habían pintado en los bordillos del PASO DE PEATONES, fueron realizados por “Los Maños”, pintores que tenían el almacén de pinturas en la Calle La Banda (Ruano Girón), en el mismo local en donde antaño tuvo su taller de zapatero el simpático Mejías, el que fuera además de
zapatero, masajista del Córdoba en sus primeros tiempos. Este Mejías, era un gran aficionado al boxeo y la gimnasia, y a determinadas personas enseñó estas técnicas y fue precisamente Don Alfonso Cruz Conde, el que le dio el puesto de masajista en El Córdoba CF, en aquel año de 1954.
En aquel año de 1956, la
fábrica de CERVEZAS EL ÁGUILA, estaba en un gran proceso de expansión en
Córdoba. Dicha fábrica estaba ubicada en un edificio que hacía esquina con la Avenida de Cervantes y la
Calle Fray Luis de Granada, muy cerca de la
que fue la casa Chalet del inolvidable
“Manolete” y en la misma acera de CARAMELOS HISPANIA, que patrocinaba todos los jueves por la tarde el programa de RADIO CHUPETE, en Radio Córdoba, EAJ-24.
Luego pudimos ver nosotros que la
caja de registros con todos los cables estaba en la fachada de la Zapateria "CIUDAD
DEL BETIS", que daba a Cruz Conde, muy cerca de lo que era la entrada al
edificio de la “BILBAINA” (Hoy la Estrella), aquella importante compañía de seguros que daba la
cobertura médica y de accidentes a empresas importantes como la Electro Mecánicas.
Y muy cerca de allí la Taberna
de Casa Salinas, una de las Tabernas más clásicas de Córdoba. Al otro lado del edificio y en la esquina de la Calle la Plata, ya aparecía
por allí el celebre “Pablito” echando al vuelo sus piñones, y de vez en cuando y en la puerta de la marisquería el Puerto, se solía ver al celebre y singular "Mario".
En realidad el Semáforo era más
para regular el PASO DE PEATONES, pues por aquellos años la circulación en
Córdoba era aún muy escasa. Tenemos que decir que por San Lorenzo solamente en la
plaza de San Rafael se solían ver
aparcados los coches del médico D. Nicolás del Rey; del que era su chófer el espigado y serio Eduardo González. Luego estaba el coche de Antonio Aguayo, taxista, que se implicó
poco después en la compra de un camión de transportes al que le puso en su cabina en nombre de “Pancho” en recuerdo a la Taberna “Casa el Pancho”, porque a la vez de que era cliente de la taberna, al parecer había algunas razones de parentesco con el dueño. El camión fue explotado por su hijo Antonio hasta que se lógicamente se jubiló. Pero a pesar de todo
y como hemos dicho en Córdoba había pocos coches matriculados, siendo la
matricula más alta en aquel año de 1956, la de CO-10113., que nos dice bien a las claras la poca
circulación que había por nuestras calles. Es más, la
Calles los Frailes, Ruano Girón y Calle Montero, aún estaban
de piedras y llenas de grillos.
EL BISCUTER
En el año 1956, viendo EL NODO en el Cine Florida, y como preámbulo de la película
“Veracruz”, en la que aparecía por cierto Sara Montiel, nos comentaba que el
parque de BISCUTER en toda España llegaba a la cantidad de 3.500 unidades.
Hablando de los coches BISCUTER,
tenemos que hablar del que tenía Antonio Serrano Gámez, y que muchas veces nos llevó a Alcolea para bañarnos. También recordamos el que tenía Rafael Garrido, aquel representante del "Scot Brite". Pero el que mejor recordamos era aquel que era propiedad del dueño del Bar Peru, que con el dueño montado, protagonizó una escena que se nos antoja propia del cine de Berlanga,. dicho Bar estaba ubicado cerca de San Nicolás, en la esquina en la que actualmente se encuentra Confecciones Millán.
Fue al salir del Arroyo de San Rafael para girar para San Lorenzo, cuando se le debió ir aquel simpático coche y se fue a parar al portal de la casa de los Almirón, dueños de la sultana que había en la esquina de San Lorenzo con el arroyo del mismo nombre. Por delante se llevó a dos personas. Un practicante que se llamaba don Sebastián Cano Marín, con su cartera de trabajo que la llevaba siempre en las manos. Este conocido profesional de la medicina tenía su consultorio particular en Santa María de Gracia enfrente de la taberna "Casa Calzaito" , y era el encargado del Botiquín del Colegio Salesiano de Córdoba.
Fue al salir del Arroyo de San Rafael para girar para San Lorenzo, cuando se le debió ir aquel simpático coche y se fue a parar al portal de la casa de los Almirón, dueños de la sultana que había en la esquina de San Lorenzo con el arroyo del mismo nombre. Por delante se llevó a dos personas. Un practicante que se llamaba don Sebastián Cano Marín, con su cartera de trabajo que la llevaba siempre en las manos. Este conocido profesional de la medicina tenía su consultorio particular en Santa María de Gracia enfrente de la taberna "Casa Calzaito" , y era el encargado del Botiquín del Colegio Salesiano de Córdoba.
La segunda persona arrollada fue
un hombre mayor que vendía tabaco al estraperlo, y se llamaba Matías, y era
vecino del constructor “El Bola” y de la Lola Trujillo. Afortunadamente
no pasó nada más allá del susto. Los primeros que acudieron a prestarle auxilio
a los arrollados, fueron el guardia de circulación Gustavo Fuentes y el joven
mozo de la Taberna
de Manolo Minguitos, que no era otro que Rafael Carrillo Maestre, dueño actual
del Restaurante el Churrasco de nuestra capital.
Hablando de Matias, el vendedor
también arrollado, tenemos que decir que fue una gran persona y cuidó de su
sobrino Ángel, como si fuera su hijo. "Angelillo El loco” como le decían sus
amigos de la Peña
el Octavo, era una excelente persona y trabajaba en todo lo que se le decía.
Pero lo de llamarle loco, le venía porque en su Peña, orientada fundamentalmente
para disfrutar de los peroles, cada uno tenía su misión. Pepe Polo, guisaba, y otros
buscaban espárragos, leña, cortaban la ensalada o encendían la candela; pero al
amigo "Angelillo el Loco", había que dejarle que realizara su pasión: “Afeitar a todos
los compañeros del perol” esa era su manía de siempre y todos lo aceptaban. Al
final el bueno de "Angelillo", se tuvo que ir a Barcelona, dejando su tierra y
sus costumbres, como tantos cordobeses,
por problemas del paro.
Arturo Morales Contreras, de
joven estuvo empleado en aquella célebre fábrica de zapatillas “LA LANZA ”, situada cerca de la Torre Malmuerta ,
(Calle Aza), al hablar del dueño del Bar Perú, nos decía:
Paco Rael, que así se llamaba, apenas
contestaba por su nombre y casi siempre atendía por su apodo de “Bizco”. Era un
buen profesional del Bar, pues ponía un café de muy buena calidad, así como
“tiraba” muy bien la cerveza al grifo. No obstante era un hombre algo raro, y
al final se comprobó su rareza cuando murió en condiciones un tanto extrañas en
su domicilio. En la papelería Cañete, enfrente de dicho Bar, se reunía un grupo de amigos del oficio de impresores y ellos familiarmente le decían a Paco, el "hijo del fraile".
AQUEL AÑO 1956
En este mismo año de 1956, D.
Antonio Bejarano Nieto, que fuera Hermano Mayor de la Hermandad del Rescatado,
durante los primeros años de los cincuenta, por culpa de la sequía que asoló a
Córdoba en el año 1955, se encontraron sin flores para adornar el paso de su
titular en la Semana Santa, y fue cuando “aprovechándose” de
que era el secretario de la alcaldía, llegó incluso a pedir poco menos que
permiso al alcalde para “cortar las pocas flores” que habían florecido en los
jardines de la Victoria. Pero
afortunadamente se cruzaron en su camino la familia Prieto que hacía pocos años
que habían instalado una floristería en Córdoba y ya “importaban” claveles del
pueblo catalán de Cabril. Los hermanos Prieto, propietarios de la floristería
Santa Marta, ya había entrado en contacto con el italiano Farine Bienovino, que fue
el que introdujo en España el cultivo industrial de flores. Y digo
afortunadamente porque desde esa época los hermanos Prieto, de forma
desinteresada asumieron el compromiso de
adornar todos los años el paso del Rescatado.
A este propósito, me contaba
Rafael Prieto que en una ocasión una mujer celebre de Córdoba, como era Concha
“La Pichichi ”,
entre otras cosa, gran devota del Rescatado, pidió contribuir de forma
económica en el adorno del paso y le dijeron que no, que eso una obligación que
había asumido gustosamente Santa Marta, pero ante la actitud de la devota mujer,
le permitieron que ella personalmente le pusiera al Cristo un ramo de claveles
a los pies. Esto era en el año 1956.
LA
CALLE MORERÍAS
Un grupo de amigos quisimos
experimentar lo que era pasar un Semáforo, y así lo hicimos, y nada más pasar
detrás “DEL VERDE”, nos topábamos con los Almacenes Rodríguez y Espejo, establecimiento
emblemático de Córdoba, que se sintió orgulloso de haber tenido como empleados a personas como:
Rafael Bravo, Enrique Moreno,
Rafael González, Ramón López, Eusebio Granados, Fernando Aranda, Angel Bustos,
Rafael Revuelta, etc. etc. Esta tienda atendía muchos "vales de cuenta" que era el medio que tenían muchos trabajadores para poder comprar.
La sociedad de Rodríguez y
Espejo, la habían formado Rodriguez Jiménez, como socio capitalista; dineros que lo había hecho “dando cuentas por las casas” o lo que vulgarmente se decía haciendo de “ditero”. Luego cogió de socio al simpático Espejo, al que le decían por su
estatura “Espejito”, que era el encargado de la tienda de tejidos “PACO HIERRO,” que estaba en lo que hoy es la Taberna de "Rafalete" el de los pinchitos en la Calle San Fernando. Este Rodriguez Jiménez, no hay que confundirlo con los Rodriguez del Tembleque,
que estos eran otros y al parecer tenían un poco más de dineros. Estos últimos tenían su
fábrica de aceites, harina y jabones en la Calle D ª Berenguela, aunque empezaron en un local
que había en donde estuvo la antigua Comisaria de policía, por debajo del Viejo Coso
de los Tejares. En su empresa de la Calle D ª
Berenguela, tenían de portero a Jesús Cosano, hermano de Miguel Cosano, tabernero de San Lorenzo, y padre de la saga de plateros que empezaron con Pablo Cosano.
Al principio de los años 1940, el notable Salesiano D. Manuel Notario, encargado de las clases del "Pozanco", ayudaba a mucha gente del barrio del Barrio de San Lorenzo, entregándoles "VALES" de favor por aceite, harina y otros productos alimenticios que donaban los Rodriguez Hnos., en su contribución como antiguos alumnos salesianos. Este formidable salesiano al final de los años cincuenta se marchó a Argentina buscando el calor familiar de una hermana suya que vivía en el país de Leo Messi. Allí falleció; era de Villabuena (Salamanca). .
Al principio de los años 1940, el notable Salesiano D. Manuel Notario, encargado de las clases del "Pozanco", ayudaba a mucha gente del barrio del Barrio de San Lorenzo, entregándoles "VALES" de favor por aceite, harina y otros productos alimenticios que donaban los Rodriguez Hnos., en su contribución como antiguos alumnos salesianos. Este formidable salesiano al final de los años cincuenta se marchó a Argentina buscando el calor familiar de una hermana suya que vivía en el país de Leo Messi. Allí falleció; era de Villabuena (Salamanca). .
Estos Rodríguez, cuando estaban
en su apogeo, hicieron para sus oficinas centrales y vivienda propia para los cuatro hermanos varones, un
edificio con fachada de azulejos en color azul que por sus características todo el mundo le llamaba la “CASA DEL COÑO”, y es que todo el que pasaba y lo veía solía decir: “Coño
que casa”. Este edificio está ubicado en la esquina de Avenida de Cervantes con
Ronda de los Tejares y se convirtió en
edificio emblemático de los Hnos. Rodriguez, al parecer tuvieron intención de que
lo realizara el constructor Federio Valera Espinosa, más que nada, porque tenía
entre sus encargados a Gabriel González Ruiz, que era fuera de serie en el tema de
fachadas, pero al final parece ser que lo hizo el constructor Alejandro López.
Dejando a los Rodríguez, no
paramos en la Calle
Marqués del Boíl, y de lo primero que tenemos en cuenta fue
de la lotera tan guapa que había en aquella Administración de Loterías, que se
llamaba Carmen, (pariente de Zurita, el cuñado del rey) era una mujer
de verdad, de esas que se llamaban de “banderas”. También nos enteramos con alguna reserva de que esta lotera llegó a tener alguna relación con Eugenio Corell, un afamado republicano valenciano, que se
vino a Córdoba y empezó su actividad como empresario agrícola. Enamorado de los
caballos y los coches de tiro; fue de las primeras personas que empezó a
explotar en Córdoba el cultivo de naranjos de forma moderna. Compró una finca
que fue de D. Rafael Castejón, situada en la carretera de Palma del Rio, muy
cerca de los viveros de Santa Marta.
Luego pasamos al Bar Miami, que
en aquellos tiempos empezaba a estar atendido por Rafael Sánchez Aguilera, que
había sustituido en el bar a su hermano Felix, que ya estaba destinado como
cocinero para El Hotel Córdoba Palace, que estaba a punto de inaugurarse.
Luego nos habló del Salón de
Billares, que había también en esa calle y donde presenció muchas veces jugar a
uno que le decían “El Chino” que era un maestro. Habló de que había una mesa en
la que se solía jugar al dinero y allí entraba mucha gente de Córdoba, para
jugar “a las treinta”. El singular "Fra Polo", también frecuentaba este billar.
Al hablar del nombre de la Calle , (Marqués del Boil),
nos dijo que aunque poco el marqués del Boil también había sido cliente de su
abuelo y que el nombre de la
Calle fue un detalle del Ayuntamiento con Francisco de Paula
Arróspide y Marimón, que ostentaba el Marquesado por aquellos tiempos a
principios de siglo XX.
Luego más adelante nos habló del
entierro del hijo de este marqués que se llamaba, José Mª Arróspide Ruiz del
Burgo Marqués del Boil y conde de Albatea, que falleció en 1955, su entierro
fue uno de los llamados de “cruces” a los que acudían sacerdotes y cruces de
todas las parroquias. Antes de enterrar a este hombre llamó mucho la atención
que al abrir el ataúd para dar fe de que se enterraba al difunto "correcto",
un grupo muy etiquetado de los asistentes al funeral, procedieron a arrojar
hojas de papel con una escrituras comunes a todos en donde ponía BULA, acto
seguido y después del consabido responso el cadáver fue enterrado en su
panteón.
Saliendo de esta calle nos llevó
a recién inaugurado Bar IVORI y nos dijo que en esta Bar era donde se reunían
un importante grupo de Cursillistas de Cristiandad, que tenían como líder en
Córdoba a don Juan Capó Boch, este sacerdote mallorquín se trajo para nuestra ciudad
la idea de los cursillos a los cuales los impulsó desde la emisiones matutinas
en la radio, “DE COLORES”, en que se daban reflexiones para los cursillistas
que las escuchaban. También muy cerca de aquí formaban tertulia habitual
algunos toreros, de forma especial los Zuritos, Antonio, Manolo y Gabriel, y
buena parte de sus amigos.
Más allá estaba el Bar Colonial,
como su nombre indicaba, era un lugar en donde se respiraba un ambiente muy al
estilo inglés; por lo pronto tenían su propia plantilla de “betuneros” para el
limpiado de los zapatos, uno de ellos era Rafael Gil, el padre del “cachas negras”. El café de este bar era de los
más exquisitos de la zona centro, y eso se comprobaba por la calidad de “las gransas”
que te vendían y que aún aguantaban un par de hervidos más en el puchero en las casas
populares..
Siguiendo por la calle y formando
un pequeño vértice estaba La
Taberna la Verdad, que era un lugar de reunión del personal
de comercios y oficinas, que solían reunirse a la salida de sus trabajos. Tenía
unas buenas especialidades en tapas. Una casa más hacia el Gran Capitán (Cerca del Colegio de Abogados), estaba en la primera planta "Industrias Parsi", dedicada al
tema de extintores y en una planta superior había un consultorio médico de una
Mutualidad de papel y Artes Gráficas, y
que había un médico de huesos que era D. Carlos Aguilar, uno de los primeros
médicos en utilizar la moto Lambretta. Por los patios se podían ver restos de
unas excavaciones de un Foro Romano que según la prensa había aparecido por esa
zona colindante.
Tenemos que decir que el Delegado
de "Industrias Parsi", fue uno de los que montaron en Córdoba, la famosa caseta
de “SOBRE LA MARCHA ”,
en los añorados jardines de la
Victoria , cerca de la caseta Municipal.
Aquella Caseta, causó
sensación en Córdoba durante muchos años. Por cierto el cartel anunciador de la
caseta fue realizado por el famoso cartelista-retratista, Ricardo Anaya Gómez,
que aquel año de 1956, pintó el cartel anunciador de la Semana Santa de Córdoba,
representando a un grupo de nazarenos de los Dolores en la Plaza de Capuchinos, al
fondo, el Cristo de los Faroles y la
Iglesia del Hospital de San Jacinto.
Y siguiendo en dirección al Gran
Capitán y en la acera de enfrente nos encontramos con la tienda de zapatos de don José Reyes, persona sensacional que vivía en la Calle Manchado ,
cerca del escultor Camacho, y que para imitar a sus parientes de Calzados
Toril, irrumpió en el mundo del calzado. Nos llamaba la atención de forma
especial la portada del establecimiento que la decoraba con “Una reproducción a
gran tamaño de la carta del Rey de Copas”.
Un poco más abajo y en la misma
dirección estaba la
Delegación de Apuestas Mutuas Deportivas Benéficas, que era el
organismo que controlaba las quinielas de fútbol. El delegado de esta
Institución era el periodista Antonio Quesada Chacón, corresponsal del diario
ABC en Córdoba. A aquel centro fue a donde acudió a mitad del año 1952, Manuel Jimenez Torres, para cobrar el premio de la quiniela que había acertado
cuyo importe rondó cerca del medio millón de pesetas. Con ese dinero compró el traspaso de la
histórica Taberna Casa Armenta de San Lorenzo.
Y más adelante nos encontramos la puerta falsa del Palacio del Marqués del Boíl, que es el edificio que hoy ocupa la
tienda “Zara”. De este familia los Arróspide, hasta hace poco ha sido la
propiedad del cine Góngora, que finalmente lo ha vendido al Ayuntamiento de
Córdoba.