miércoles, 17 de octubre de 2012

EL CAFÉ




Según la revista Investigación y Ciencia, La industria del Café mueve en la actualidad 70.000 millones de dolares al año, cifra superada únicamente por el petróleo en lo que se refiere a exportaciones a escala mundial.

Se denomina café a la infusión que se obtiene a partir de las semillas tostadas y molidas de los frutos de la planta de café o cafeto. Es una bebida altamente estimulante, ya que contiene cafeína. También se le dio nombre de café o cafetería a local en donde se expende este producto o similares.

El cultivo del café se encuentra muy extendido en los países tropicales y más al sur. El caso del Brasil como productor concentra más de un tercio de la producción mundial. El grano del café es uno de los principales productos agrícolas, que se comercializan en los mercados internacionales y supone para los países productores un importante volumen en su entrada de divisas. El cultivo del café significó para muchos países enriquecer su historia, con el progreso y el bienestar desde hace más de un siglo.

A la altura del año 2000, el nivel de producción mundial de café estaba en poco menos 7 millones de toneladas. El negocio mundial del café se extiende a nivel mundial, en modo parecido tal cómo ocurre con el comercio del petróleo.

En España y Portugal y algunas zonas de Argentina (Río de la Plata), se consume café tostado en presencia de azúcar (torrefacto). Suele tomarse en el desayuno o en la sobremesa despues de las comidas, y es una de las bebidas sin alcohol que más unen a la gente a la tertulia o la discusión amigable. A mucha gente les gusta beberlo solo, pero existe una gran mayoría de personas que lo prefieren con leche. En verano, suelen tomarse en formas refrescantes.

EL CAFÉ Y LAS “FRANCHUTI”

En los años 1950, era normal que a todo turista que no hablara nuestro idioma, se le llamaba “franchuti”, eso pasaba con aquellas turistas por lo general rubias, (o pelo teñido), que solían sentarse en cualquier cafetería de la Calle Plata, llamando la atención con su cigarro en la boca. El que las mujeres fumaran para nosotros, era una auténtica novedad y nos causaba un razonable asombro. Muchas veces hacíamos un corro alrededor de los turistas, para regocijo de los propios extranjeros.


EL CAFÉ Y LOS TABERNEROS

La taberna de la Sociedad de Plateros de Calle María Auxiliadora, en aquellos años era un negocio de pocos cafés, alli lo que funcionaba era el consumo de vino y las tapas. (Las tabernas de la Sociedad de Socorros Mutuos, vendía al año 1.500.000 medios de vino). Por eso Antonio Jiménez María, que regentaba la taberna con su cuñado Pepito Hidalgo, se empeñó en darle utilidad a la máquina de café, bebiéndose todos los días durante una época alrededor de unos 24 cafés al día. En estas tareas de taberna encontraron la buena ayuda de Pepe Santos, que aunque trabajaba en la fundición de Felíx Martínez, les ayudaba a despachar muchos medios de “peseta”. Pepe Santos, que vivía en la Calle el Agua, fue durante muchos años, el Capataz del Paso del Rescatado

Alrededor del Café hay anécdotas de aquellos taberneros que empezaban por no saber manejar aquellas primerizas máquinas de café italianas, en su mayoría de la marca FAEMA, que  fueron de las primeras que llegaron a España. El nombre de FAEMA, nos sonaba a muchos, porque era el patrocinador del equipo ciclista de Miguel Poblet, el mejor ciclista español de todos los tiempos en las llegadas al Sprint. También esta marca patrocinó al famoso “Canibal”, el belga Eddy Merckx, posiblemente el mejor ciclista de la historia. Nuestro paisano, Antonio Gómez del Moral, después de ganar el  Tour del Porvenir en 1962, también fue fichado por la firma italiana.

Poca electricidad gastaban en el suministro de Cafés, pues la máquina apenas funcionaba, quizás por ello, este hombre Antonio, que quería “amortizar” todo, se bebía alrededor de los  24 cafés al día.

Un día le comentó a Paco Rubiano, que se encontraba como mareado y le dolía la cabeza, luego llegaron Miguel Expósito y Juan Carretero, y les hizo el mismo comentario, y estos intentaron convencerle para que fuera al médico. Finalmente haciéndole caso a Manolín Aranda, con el que tenía gran amistad, se llegó a la Calle Montero, (enfrente de la Ermita de la Montaña), que era en donde tenía la Clínica un practicante, que vivía en Barrionuevo y que por su forma rudimentaria de actuar, sus pelos alocados y sus continuos desplazamientos en bicicleta con la bata blanca, le pusieron “Don Francisco el Loco”. Pues bien a este hombre amable acudió para que le tomara la tensión arterial, servicio por el que le cobró un DURO.  (5 pesetas)

O el aparato estaba roto, o Antonio era un caso especial, a la vista del resultado, el practicante le dijo: “TRANQUILO TIENE USTED LA TENSIÓN UN POCO BAJA”, tome usted un poco de café para animarla.….Más que animado, Antonio quedó totalmente desconcertado.

Esta conversación la mantuvo el bueno de Antonio Jiménez, poco después de que ocurriera el famoso 23 F de Tejero. La gravedad de la situación, dio motivo a que él recordara aquel episodio de la tensión que le ocurrió con el practicante de los pelos locos.

De paso nos refirió que un primo hermano suyo, el Teniente General D. Manuel María Mejías, cordobés que vivió en la Calle María Auxiliadora, fue elegido en primera instancia para presidir el Tribunal Superior de Justicia Militar que iba a juzgar a los autores del fracasado golpe de Estado. Luego fue desestimado su nombramiento por haber sido mentor del príncipe Juan Carlos, cuando éste era joven.

EL CAFÉ Y LA RELIGIÓN

El café resultó especialmente reprobado por los sectores protestantes, no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco. En 1610, algunos hombres importantes de alemania, pusieron en marcha un sistema de medidas para prohibir el  consumo de café, sobre todo en el norte y en la zona este de Alemania. Con la gravación con un fuerte impuesto Federico II de Prusia, lo despenaliza, pero su consumo fue muy criticado hasta bien entrado el siglo XIX.

Nada más llegar el café en el siglo XVII a Europa, algunos sacerdotes católicos lo llamaron una amarga invención de Satanás, pues lo vieron como una alternativa al vino, el cual, en su opinión tenía una tradición de bendiciones desde los principios de la Biblia y en el Sacrificio de la Santa Cena. El papa Clemente VIII, que al probar el café quedó encantado y lo alabó, tuvo que resolver el dilema religioso, para lo cual “bautizó simbólicamente al café”, haciéndolo así aceptable para los católicos.  

LOS INTELECTUALES Y EL CAFE

Tanto en el Sur de Europa, como en Inglaterra, el café fue muy apreciado y consentido. Ya en 1650, comenzó a ser importado y consumido en Inglaterra. Londres y Oxford, fueron ciudades pioneras en abrir un buen número de cafeterías.

Estas cafeterías fueron frecuentes lugares de reunión de filósofos y letrados, en donde discutían y daban a conocer sus ideas liberales. Por el año 1678, ya estas discusiones e ideas, creaban agitaciones en el tejido de la sociedad, hasta el punto de que el rey Carlos II de Inglaterra, intentó el cierre de las cafeterías, argumentando que se conspiraba en contra del propio rey. Esta orden trajo fuertes reacciones ciudadanas que al final impidieron el cierre de las cafeterías.

Se llegó a decir que los intelectuales bajo el efecto del café, pensaban y sintonizaban mejor con la sociedad, viendo con más claridad las soluciones políticas de los problemas. 

La famosa compañía de seguros Lloyd’s de Londres, tuvo su origen una cafetería fundada en 1688.

En Viena y en 1734, Johann Sebastían Bach compuso su célebre CANTATA DEL CAFÉ, en la que una escena recoge la petición de una hija pidiéndole al padre que no la castigue a no tomar café.

No hace falta decir que en España, los cafés como lugares de reunión de intelectuales, estuvieron a principios del siglo XX, a la orden del día. El Café Gijón, El Café Lyón, El Café Varela, El Café La Estrella, etc. etc. nos traen recuerdos de aquellas épocas.

EL COLADOR

El “colador” era un instrumento imprescindible en las cocinas de aquellos tiempos. El tener este utensilio en una cocina denotaba que en esa casa se respiraba cierto grado de bienestar. Aunque parezca mentira no todo el mundo tenía colador, sobre todo en aquellas cocinas en donde un simple "jarrillo de lata" ya era un menaje importante.

Pero había seguramente muchas clases de coladores y eso me lo demostraron mis amigos Pepillo Millán y  Manolo Vargas, que nada más llegar al Campamento de Cerro Muriano, (CIR nº 5), me explicaron que era lo que hacían los cocineros “sacando y metiendo” un saco en un caldero de agua hirviendo. Ante este movimiento me dijo Millán: “ESTE SACO CON ACHICORIA, CEBADA TOSTADA Y UN POCO DE CAFÉ MOLIDO, EN SU INTERIOR”, hace de maquinilla para hacer el café del Campamento y además sirve de colador. Efectivamente los cantineros dejaron el saco con su contenido (¿) dentro del caldero hirviendo y cuando calcularon que había estado el rato suficiente, lo sacaron y ya estaba el café hecho.

Este saco con el contenido que tenía dentro se solía utilizar “COMO MAQUINILLA Y COLADOR, UNOS QUINCE DÍAS”.

No se podía decir que el café estuviera ni bueno ni malo, pero si podíamos alegrarnos de que al menos estaba caliente.

EL CAFÉ EN LAS CASAS

Aunque con distintas formas no creamos que en nuestras casas por aquellos años (1940-1955), se hacían cafés de otra calidad. Desde luego cada casa tenía unos medios, unas costumbres y unas aficiones por el café para el desayuno. Bueno será aclarar que el café o lo que fuera se tomaba “sólo” El “cuartillo de leche” que se consumía en la casas era para los niños pequeños o para los enfermos.

El café con leche no se hizo normal, hasta que no llegó la leche en polvo americana allá por el 1954.

Por aquellos tiempos de los años 1940-1955, en la mayoría de las casas populares lo que se consumía era café (¿) hecho a base de “granzas”. Las granzas eran los restos del café que quedaban en las maquinillas de los bares y que ahora se tiran. Eran tiempos en que los “nenes” íbamos por las tabernas que tenían cafetera Italiana y preguntábamos: “¿Tienen ustedes granzas”, el tabernero miraba en el cajón de la cafetera y si tenía te llenaba el cacharro que llevabas por “dos gordas”. Hubo veces que tuvimos que recorrer incluso hasta bares del centro.

La cafetera que existía era una cafetera-puchero con un pitorro en donde se llenaba de agua y se echaba una cantidad de “granzas”, siempre en proporción con el agua. Arrancaba a hervir la cafetera y en la ebullición todas las “granzas” se movían con las burbujas que producía el agua a los cien grados. Este hervor le sacaba a los restos de café toda la sustancia que aún le quedaba.

Había casas en que se le daba a estas “granzas” otro segundo “hervor”, todo dependía de las existencias que tuvieras.

Con el paso del tiempo fue apareciendo el “café de cebada” pero que también escaseaba y había que recurrir muchas veces al estraperlo. Este café era solamente cebada tostada, y que al hervir dentro del agua, soltaba un color y sabor quedaba lugar al “café.” que se tomaba Esta cebada se molía bien con una botella esmerilada en forma de rulo, o en un molinillo para quien lo tuviera. Una vez molida, solía combinarse con una proporción de granzas, aumentando el “nivel” del café.

Por aquellas épocas y con estos cafés quien los tomaba, no padecían problemas de estreñimiento circunstancial.

La cebada se vendía en paquetes pequeños liados a mano en papel de estrasa. Su precio era de 0.25 céntimos el paquete.
  
El café de las casas hecho de “pucherillo” se diferenciaba claramente con el que nuestros padres se tomaban en las tabernas o bares acompañado de su copa de anís o coñac. Aquello según ellos era otro mundo.

EL EXTRAPERLO


Por las tardes había personas que disfrutaban de la vida tomándose un buen café, y para ello no tenían inconveniente en ir a las estraperlistas próximas al barrio que lo vendían. En San Lorenzo, había una soltera vieja llamada Margarita, que tenía una alacena llena de “gloria bendita”. También tenía café de Colombia del bueno, pero por una peseta, te daba un "paquetillo" en papel de estrasa, con doce granos de café. En la calle El Cristo, estaba Paula, que te daba el paquete con trece granos, aunque según parecía era de peor calidad de tueste, pues era portugués En la calle Velasco, y enfrente de donde estaba la casa del escultor Antonio Castillo Ariza, estaba Catalina, que era una estraperlista muy avanzada, pues te vendía “paquetes de café-combinados con cebada”. También en la calle Ocaña, estaba Manolo Sánchez, que era un gran estraperlista por lo que tenía siempre almacenado en su casa.

En las esquina de San Andrés con Hermanos López Diéguez,  había un tostador de café,  pero a juicio de mucha gente era algo caro. La gente buscaba en las estraperlistas conocidas y otras por conocer. En la Calle Espejo, había una que hacía algunas trampas pues mezclaba café de Colombia con el portugués. La más acreditaba era la estraperlista que había en la Plaza de la Lagunilla, exactamente en una casa a espaldas de la estatua de Manolete, que se llamaba Flora y te daba unos paquetes por una peseta con catorce granos. El café de cebada era a real el paquete.

También por la Ribera, andaba “Frasquito” que portaba el extraperlo a hombros ofreciendolo por las casas. La “Colchona”, La “Bien peiná”,  La “Transi” El “Cuello corto”, Natalia, Genoveva, Amparito, etc. etc. llenaban el rosario de extraperlistas.

No cabe duda de que el café ideal era medio paquete de café bueno con un paquete de cebada, salía un café maravilloso.

EL CAFÉ EN LA TABERNA

En aquellos años 1950-1960, no era normal que en las tabernas hubiera máquina de café. El tomar café era todo un lujo.

No obstante si había tabernas que por estar al paso de los trabajadores que madrugaban para ir al trabajo, disponían de máquinas de café, que normalmente se encontraba rodeada de botellas de anÍs y coñac, como complemento del que madrugaba o salía del trabajo.

CASA BASURTE

Situada enfrente de la “Puerta del Campo”, esquina con San Juan de la Cruz. Esta taberna, solía abrir a las 4.30 de la mañana, para atender a muchos de los trabajadores que había por aquellas épocas en La Avda. de Obispo Pérez Muñoz (Hoy Ollerías). Le faltaba manos a Antonio el tabernero, para poner copas de coñac, copas de anis, y cafes. Cuando llegaban las doce de la mañana, le decía a su hermana con la que vivía: “Ya está el taquillaje del día hecho”. En esta simpática taberna era visitada por mucha clientela, pero queremos recordar a Juan Cámara, Antonio Blanco, Antonio Hungría, Rafael LÓpez, Juan Castañón, Miguel Escudero, y en especial a Martín Pedregosa.

Este último, trabajador de la empresa Hispano Alemana, sufrió un aparatoso accidente en el año 1977, cuando España aprobaba La Ley para la Reforma Política (Ley 1/1977 de 4 de enero) que fue aprobada el 18 de noviembre de 1976 por las Cortes Generales, y fue la última ley del franquismo.

El bueno de Pedregosa, se cayó de la sexta planta de un edificio que se estaba construyendo en lo que fue el famoso solar de la Diputación Pronvincial, y decimos famoso, porque años antes tuvo lugar allí un asesinato “EL FAMOSO ASESINATO DEL PARAGUAS”, que quedó un tanto sin aclarar.

El bueno de Martín Pedregosa, estaba casado con una prima hermana de los “Canitos” famosos carniceros de Villaviciosa.

CASA EDUARDO

Hablar de Casa Eduardo, es hablar del servicio permanente durante las 24 horas y de  la antigua Estación de Ferrocarriles. Este amplio bar, no cerraba en toda la noche, mientras vivió Eduardo, y era refugio de taxistas, trabajadores y viajeros que iban y venían del tren. Tenían fama de hacer un buen café y su buena relación con los taxistas así lo atestiguaba. Evaristo López, Juan Carretero, Juan Rodríguez, Juan Tapia, Elias Llanos, “El “Carrataca”, El “Cabeza Buque”, El “Barba”, El “Simplón”, El “Choco”, Los hermanos “Barriga al lado”, y el “Sorna”, etc. etc. así los atestiguaban. Al morir Eduardo, su mujer Dolores, se quedó con el bar y les hacía a los taxistas el mejor café del mundo.

CASA CURRITO

En el antiguo y simpático barrio del Campo de la Verdad, existía la Taberna de Casa Currito,  que junto con el Estanco, la Taberna el “Cinco de Oros”, y el surtidor de gasolina, eran las referencias más importantes de este barrio. En esta taberna se congregaban muchos arrieros a la hora temprana de la mañana para tomar café, por aquellas fechas lo tomaban solo, pero con su copa de coñac o anís y algunos "carajillos". A falta de tortas o magdalenas para el desayuno, esta popular gente antes de partir para el trabajo llenaban el estómago con el estimulo del alcohol. Allí entraba Rafael Uceda, Enrique Fernández, Rafael González, Agustín Guerra, José Cabezuelo, Francisco Muriel, Manolo Arias “El Poli”, Manolo Carrasquilla. Andrés Lora, Javier Caballero, Antonio Ventura, Manuel Jalón y Domenech. “El Chatarrero”, El “Nicasio”, El “Manos limpias” y el “Barbo” y también paraba tres veces en semana, Antonio Jiménez, que hacía de corsario de Espejo, y era un enamorado de su pueblo.

Este Antonio Jiménez, el corsario, entre café y café, más de una vez relató que de su pueblo (Espejo), era José (Penso) de la Vega, (1650) un judio converso que tuvo que huir hasta Holanda, en donde se asentó con su familia y fue autor del libro “CONFUSION DE CONFUSIONES”, el primer tratado mundial sobre la Bolsa de Valores, de tan viva actualidad en estos momentos de recortes y primas de riesgo..

EL “OCHENTA Y NUEVE” ("89")

Esta taberna en el Realejo, o lo que es lo mismo el centro de Córdoba, era paso obligado para todos los trabajadores que de los barrios bajos, tenían necesidad de ir a las Tendillas y coger aquellos autobuses verdes de la Empresa San Rafael, que les llevaba a la Electro Mecánicas. Los servicios de Caballeros, junto al edificio de la Bilbaina, en las Tendillas, era el lugar a donde solían coger el autobús. Unos entraban a la seis de la mañana y otros salían a la misma hora, por lo que era elevado el contigente de trabajadores que subían y bajaban por el Realejo. Por todo ello “el 89”, abría a las cuatro y media de la mañana, era Luis el padre, el encargado de la apertura. Mas tarde se incorporaban a la tarea Rafalito y su hermana Conchita, que no daban abasto a servir cafés, copas de anis y coñacs. Incluso algunos clientes al venir recien cobrados y con algo de apetito, solían pedir además del café “UN BOMBERO”, que no era otra cosa que el costillar de un conejo. Más de una vez apareció por esta taberna el "cantaor" Pepe Marchena, acompañado de su amigo y "telonero" Manolo Montoro.

Eran clientes habituales de este “89”,  Fermín Gómez, “El chato”, Rafael Vázquez, “falines” José Estévez Milla, “El lobo”, Manolo Estévez. “El negro”, Antoñito Gutierrez, “El Chanfli”, Los hermanos Antonio y Rafael Blanco, Antonio Obrero “El Vela”, Los “Amaro” y los “Coloraos”, Enrique Navajas “Navajitas”, Salvador “El de los platanos”, Rafael Medina “El Bancalero”, Rafael Torres “El Farolero”, Enrique Mejías “El Ocaso”, Rafael Rodríguez “El Miajones”, Carlos Herrera “El lotero”, etc. etc., y fueron testigos de estos aconteceres.
 
En general todas estas tabernas que servían con el “achaque del café”, muchas copas de anís, coñac y ponche, apenas utilizaban el “saca-corchos”, pues el relleno de estas botellas, lo hacían con el clásico  garrafón.

TABERNA "LOS MOCHUELOS"

Taberna clásica de Córdoba, en donde por primera vez leí la frase "DESDE AQUÍ A LA CALLE RAVE", taberna de corazones encontrados como decía la gente de Santiago. En esta taberna, regentada por Pepin, persona agradable y singular, forofo del Atlético de Madrid, un día nos contaba Rafael García, "El Tinte" (al que le unía una gran amistad con Pepín) que llegaron un día al bar por el año 1968, cuando el Atlético de Madrid jugaba la semifinal del Carranza con el Valencia, partido que ganó el Atlético de Madrid con goles de Eulogio Garate, un fuera de serie, máxime cuando en el equipo de enfrente estaba nada menos que Waldo, aquel delantero centro que nos enseñó a tirar los golpes francos por encima de la barrera.

Esta taberna es digna de mencionar porque en una ocasión nos encontramos un cuadro personal que había de Miguel Reina, "boca abajo" y era producto del enfado de Pepín, porque aquel jugador del Candelaria, el Santiago, el Córdoba, y el Barcelona, (gran amigo suyo), había venido por Córdoba y no se había llegado a saludarle.

A nivel de cafés, podemos decir que esta Bar enclavado en pleno barrio de Santiago, era el paso obligado para aquella ferviente afición al Córdoba CF, de los años iniciales 1955-1970, por aquí pasaron los entrenadores Juncosa, Alvarito, Miguel Gual, Eduardo Toba, Ignacio Eizaguirre, Marcel Domingo, ect. etc. Ni que decir tiene que aquellos entrenadores estaban en contra de TIKI-TAKA, ese fútbol que ha hecho tan famoso al Barcelona.

Nos comentó NAVARRO, aquel defensa eterno del Córdoba, que el entrenador Marcel Domingo, amenazaba con suspender a cualquier jugador que jugara "AL MARICONEO DE ECHAR LA PELOTA PARA ATRÁS".

El Bar los "Mochuelos" en aquellos tiempos gloriosos del Arcángel lleno, había domingos que despachaba más de setecientos cafés, como preámbulo del partido. Allí llegaba gente que salía de la Calle Barrionuevo, Calle Ravé, San Pedro y de Puerta Nueva, que venían poco menos que de toda Córdoba..  


EL CAFÉ DE LAS JERINGERAS

La jeringeras, por razón de su trabajo tenían que permanecer mucho rato de pie. Por lo general eran mujeres más bien gruesas y de unas a otras se pasaron la receta de tomar café “bien cargadito” con UN CALMANTE VITAMINADO, y eso les venía perfectamente para la circulación, eso nos explicaba Concepción González, “Concha”, jeringera de San Lorenzo,  que superó los noventa años sin ningún problema de varices.

martes, 2 de octubre de 2012

CERCA DEL BAR COLON (1956-1960)





"Cuadrilla"de La Universidad Laboral de Córdoba,  en el Festival Taurino Organizado.
Por la Facultad  de Veterinaria de Córdoba.
Retratados en el patio del Antiguo Coso de los Tejares de Córdoba. 1958.

Arjona Vázquez, Teodoro Pérez de Pedro, Padre Fray Miguel Fraile, "El Niño de Salamanca",
Jerónimo Arjona, Pérez Gant y El Maestro Arjona, peluquero de la Universidad.
El que está fuera de la "cuadrilla" a la derecha es un Sánchez Saco.
Marzo de 1958.


Esta foto que me he permitido coger de Teodoro Pérez de Pedro, sin título, y que representa un marcado ambiente taurino, pudo estar perfectamente colgada en cualquier bar de Córdoba, y con más motivo en el Bar Colón, por la relación que tuvo éste con la Universidad Laboral y el mundo de los toros.

La foto está tomada en el patio de la antigua Plaza de los Tejares, muy cerca de la vivienda de Luis Llamas, el sempiterno conserje que refugiaba su vivienda debajo de aquella frondosa parra.  Ahí se ve posando la “cuadrilla” de la Universidad Laboral, que actuaba en el festejo que organizado por la Facultad de Veterinaria, en marzo de 1958, se celebró en Córdoba. Aún eran tiempos en donde la Universidad Laboral, era aceptada en el “tejido” universitario de la ciudad, ya que al poco tiempo, por unas razones u otras, se le negó hasta su razón de ser.

Pero es que en la foto hay detalles que tienen un fondo de originalidad y relación histórica.

“EL NIÑO DE SALAMANCA”

Se trata del compañero José Manuel Sánchez, el más joven y bajito del grupo. (15 años), que hizo peritaje, y actualmente se busca la vida  como topógrafo. En la foto está vestido de lo que fue la gran afición de su vida “el toro”, no en balde era salmantino. Parece ser que el padre Fraile lo eligió en un casting que hubo de “toreo de salón” y por ello fue el “novillero” que representó a la Universidad Laboral, en el citado festival. En los carteles fue anunciado como el “Niño de Salamanca”. 

Este compañero, simpático, alegre, tuvo una gran amistad con un gran fraile el padre José María Guervos, Él mismo recordaba con simpatía, como en aquellos tiempos acudió en compañía del citado fraile, a merendar nada menos que al palacio de los Cruz Conde, en la Calle Torres Cabrera, (Era Alcalde D. Antonio Cruz Conde). Al parecer el padre Guervos, era un hombre muy relacionado con el teatro y el mundo de la escena, y parece ser que colaboró, de alguna forma en la confección de los “Festivales de España”, que por aquellas fechas se celebraron en Córdoba, con actuaciones del bailarín Antonio y  Maria Rosa, que se presentaron en el Alcázar de los reyes cristianos.

EL PADRE FRAILE

En el centro está el Padre Fray Miguel Fraile, primer Rector de la Universidad, toda una autoridad en la Orden de Predicadores, que por su excelsa preparación y sentido social fue designado para llevar a buen puerto ese ilusionante y magno proyecto que suponía la Universidad Laboral de Córdoba. 

A pesar de todo, ya por aquellos tiempos había una serie de políticos “progresistas” (léase Ruiz Jimenez y compañía), que se enfrentaron frontalmente en el seno del gobierno a la propia idea de las Universidades Laborales, concebidas por Girón. Como consecuencia de todo aquello, se le quitó fuerzas a estos proyectos y lógicamente se recortaron los presupuestos. Quizás decepcionado por todo ello, el Padre Fraile dimitió y se retiró a un convento de cartujos. De esta forma vino el Padre Cándido que se adaptó perfectamente a la nueva situación.

El proyecto de la Universidades concebidas por Girón, sufrieron una evidente involución y para muchos “progresistas” aquello había sido  una locura el pretender “que desde la formación profesional se pudiera acceder a cualquier carrera o especialidad de rango superior”. La propia Universidad clásica, estuvo siempre en contra de este proyecto, que representaba una gran oportunidad para los hijos de los trabajadores.

Para expresar el nivel de degradación a que llegaron todas las Universidades Laborales, citemos aquí las palabras que nos expresó un profesor de Fisica y Quimica, (Sr. Pantaleón), que se jubiló a últimos de los noventa y que un día no lo encontramos en el Campo de la Merced..

“Entré con veintisiete años en la Universidad Laboral y aquello, con el cuadro de profesores que tenía, con la categoría intelectual y docente de aquella treintena de dominicos que la coordinaban, suponía para mí como embarcarme en un gran portaaviones; con el paso del tiempo y los distintos cambios políticos, bajamos al nivel de un crucero, de un destructor... Ayer me jubilé y me da la sensación de que he llegado en una patera”.

ANTONIO ARJONA

El primero de la foto empezando por la izquierda, es Antonio Arjona Vázquez,  buena persona y mejor compañero. Aunque lo suyo era el fútbol, (jugaba en el Imperial del Frente de Juventudes), no tuvo inconveniente de ser peón de confianza del “Niño de Salamanca”. 

Nada más salir de la Universidad se colocó en la empresa Cenemesa, (Junto con su compañero de pupitre José Vázquez Martín). En dicha fábrica progresaron los dos profesionalmente, hasta su jubilación. Después de la Transición política se dedicó de lleno al mundo sindical, en donde llegó a ser incluso Secretario General de la UGT en Córdoba. También tuvo alguna intervención en la extinta Hermandad de ex alumnos de la  Universidad Laboral, que se fundó el 21 de febrero de 1962. No hace falta decir que era hijo del Barbero de la Universidad, el Sr. que aparece en la foto en el lado derecho, y que tiene toda la pinta de ser el apoderado de la "cuadrilla". 


PÉREZ GANT

El segundo por la derecha el que está al lado de Arjona el barbero, es Pérez Gant, del Colegio Gran Capitán, aula XXIX. Este compañero pasó por la vida como a hurtadillas, además de ser un tanto introvertido. Trabajó en Westinghouse y fue de los pioneros en Córdoba, bajo la dirección de Andrés Galán, en el manejo de máquinas NCR, para la perforación e introducción de datos, en aquellos primeros tiempos del Ordenador. Alternó con compañeros como,  Molina Cañizares, Manolo Seoane, Saenz Martinez, Ordoñez Toscano, Joaquín Pintor, etc. etc. constituyendo el embrión de lo que luego fue el Departamento de Sistemas de fabrica de Córdoba. A este grupo de compañeros se debe toda la labor inicial, llena de dificultades y probaturas. Más tarde fueron llegando a este departamento “los bien nacidos” o “recomendados” que explotaron el éxito y todos los elogios por el trabajo inicial realizado. Estos, se adjudicaron “TODO EL INVENTO”, dejando poco menos que en el olvido a los primitivos impulsores. Así se escribió la historia.


TEODORO PÉREZ

Para el último lugar dejo al amigo Teodoro Pérez de Pedro, “Viana”. Aún no sé de dónde sacaba tiempo para tanta actividad. Lo mismo estaba actuando en el teatro, corriendo campo a través, bailando danza vasca, jugando a balonmano, en los toros, o jugando al fútbol. Y luego, que conste, era uno de los más aplicados y responsables en sus obligaciones de estudio. Yo hablaría personalmente con él muy pocas veces, pues no coincidimos en la misma especialidad; pero como me gustaba mucho el fútbol le seguía en sus evoluciones como futbolista.

Todavía recuerdo el partido de primeros de Abril del año 59, en el campo que había detrás de los talleres pequeños. En ese partido la Universidad jugó contra el Amparo de Córdoba, Ganó la Universidad 3-1. El amigo “Viana” marcó dos goles. Cuando veía jugar a “Quini” en el Barcelona -jugador de control y remate-,  me acordaba de él. Por cierto en ese partido mencionado se lesionó Eulogio López, ese gran portero de Cacabelos, (León), con un golpe en el riñón.

Recordando a Teodoro traigo al pensamiento a muchos alumnos internos del Colegio Gran Capitán, que siempre demostraron una integración total en el centro. Por ello supieron sacarle a aquel periodo de tiempo un rendimiento que se nos antojó óptimo. Para ser sincero, he de indicar que a algunos externos nos costó más trabajo dicha integración, y eso lógicamente repercutió en el rendimiento de cada uno. Al final creo que, gracias a Dios, la sola estancia en la Universidad de aquellos años fue un capital incalculable que nos llevamos todos a nuestras casas.      


LA LÁPIDA

Aparece una lápida de homenaje a Manolete y la fecha de su muerte, ocurrida en Linares en 1947. El toro que mató al torero se llamaba “Islero”. y era de la ganadería de Miura. En el Bar Colón colgaba una gran foto de este toro.

Pues aunque parezca curioso, los iniciadores de la ganadería de Miura fueron los frailes dominicos de Sevilla. Los monjes cartujos de Jerez que, como cobradores del “Diezmo”, recibían de todas las ganaderías la “décima” correspondiente, juntando durante años ganado de varios encastes. Pero fueron los dominicos de Sevilla los que a finales de 1700 les compraron una vacada completa a los citados monjes. Con el tiempo y una sabia dedicación lograron el encaste típico de los miuras. Después de la desamortización de Mendizábal esta ganadería pasó en 1852 a D. Juan Miura. Este propietario es el que le da el nombre a la mítica ganadería.


EL BAR Y MANOLETE

El Bar Colón, desapareció en el año 1967 al ser comprado por una importante inmobiliaria de Córdoba. En su lugar se levantaron unos lujosos bloques de pisos, y las propias oficinas de la inmobiliaria.

La plaza de Colón era uno de los lugares de Córdoba más emblemáticos, por sus jardines, por su amplitud, por sus “niñas”, por todo. Era además el recorrido final de los autobuses de la Universidad Laboral. Hoy dicha Plaza se encuentra muy modernizada en cuanto a los edificios de su contorno. De ella han desaparecido bares emblemáticos, como Casa Paco Cerezo, Bar Rinvi, Bar Roma, Bar los Ángeles, Bodegón de Diéguez y el citado Bar Colón. Además de las Bodegas López Sánchez. Solamente queda el Bar Puerto Rico y Casa Paco Acedo, junto a la Torre Malmuerta, pero que ha sido cerrado  últimamente. 

En dicha Plaza se encontraba también la casa de “Machaquito”, que fue anteriormente casa de la madre de José Flores “Camará”, que fuera apoderado de Manolete. También en la zona de la Torre Malmuerta, estaba la fábrica de caramelos Kibi, los chocolates Gran Capitán y la herrería de Mariano “El Cojo”. Por allí andaba también la Magistratura del Trabajo junto a la carpintería de Pericet. En la misma acera del Bar Colon, estaba Victoriano Villar, importante fabrica de cristales, en la que trabajó de empleado el famoso “Guillermo” mozo de estoques de Manolete.

También estuvieron por allí las oficinas del raquítico servicio de aguas potables que por aquellos tiempos había en Córdoba. Precisamente por aquellas fechas (finales de los cincuenta), estaba todo el perímetro de los jardines, rodeado de tuberías apiladas para la modernización de el suministro de aguas que se llevó a cabo en Córdoba, con las modélicas instalaciones de Villazul.

En cuanto al bar Colón en sí, por dentro era amplio, confortable y con buen servicio; todo ello bajo la coordinación de su dueño, Luis Moreno Posada. Estaba bien decorado y era acogedor; tenía un amplio mostrador situado en la parte derecha del local. En el centro disponía de un salón bastante amplio, con cómodos veladores en torno a unas ordenadas mesas. Al fondo los servicios, y en el lado izquierdo disponía de tres estancias o cuartos reservados con puertas independientes. La primera según se entraba a la izquierda estaba dedicada al torero Manolete. De sus paredes colgaban multitud de cuadros con motivos taurinos. Como  camareros  había dos empleados, Antonio, que tenía gafas  y Rafalín, sobrino del dueño, que era más bajito. Algunas veces también trabajo de camarero “El patillas”, Navarro de nombre y que era también barbero de la Universidad.

Me contó Miguel Escudero Melero, que al parecer, a últimos del mes de abril de 1943, terminada la feria de Sevilla, vino a Córdoba el empresario taurino Pagés, reuniéndose con Manolete  y su apoderado en el reservado primero de la izquierda. Allí trató el empresario sevillano de asegurar el contrato del torero cordobés para la feria de abril del año 1944. En la anterior, que acababa de terminar, no había podido contar con la presencia del Califa cordobés.

Según parece, se reunieron en este bar por exigencia de Manolete, huyendo de los periodistas que les esperaban en la puerta del Hotel Regína, lugar habitual donde se hospedaba el empresario sevillano cada vez que venía a Córdoba. Paco Cerezo, que se consideraba amigo personal del torero se molestó mucho porque la reunión no se celebrara en su Bar.

En aquellos tiempos el medio de vino que hoy está a 1 euro (166 pesetas), estaba a 0.60 pesetas. Bien es verdad que un peón de la construcción cobraba 250 pesetas a la semana.

Era de los pocos bares que ponían “tapas” en Córdoba, ya que no era costumbre por aquí lo de “comer con el vino”. Destacaban los calamares, el bacalao frito, las mollejas, los muslos de conejo, la ensaladilla, los callos y la carne al jerez. En cuanto a los callos, tenía una disputa permanente con la Taberna de Paco Cerezo, ya que la mujer de éste los ponía con una calidad insuperable.

El Bar Colon, era un bar puntero en Córdoba para aquellos tiempos, pues incluso ponía terraza de verano con toldos de protección.


PARADA DE AUTOBÚS

Todos los compañeros de aquella época deben recordar con un cariño especial este bar ubicado en la Plaza de Colón, (hoy edificio Noriega), que en aquellos tiempos era prácticamente el centro de Córdoba.

El bar era, por así decirlo, la parada central de aquellos grandes autobuses pegaso (ingleses, con volante a la derecha), que adquirió la Universidad Laboral para los desplazamientos a Córdoba. Allí era frecuente ver a alumnos, profesores y empleados que bajaban del coche o esperaban subir a él. En esto de los coches, aunque los conducían grandes profesionales, todos teníamos nuestras preferencias en cuanto a la velocidad. La mayoría opinábamos que el Sr. Abilio era el más rápido. Con el tiempo el Sr. Molina le fue comiendo el terreno. Felipe, Latorre y a última hora Serranito, eran más tranquilos.


JORGE NEGRETE EN LA MERCED

Los jardines de la Merced, también llamados de Colón, están ubicados en el Campo de la Merced. Reciben el nombre de la Merced debido al convento de dicha Orden que hubo en este lugar, y que hoy es el  Palacio de la Diputación Provincial. En este Palacio o antiguo convento mercedario, quedan testimonios (lápidas), de que allí estuvo Cristóbal Colón, entrevistándose con los reyes Católicos, con motivo del viaje al Nuevo Mundo.

Como paseo, el Campo de la Merced fue iniciativa en 1835 del Sr. Conde de Torres Cabrera, alcalde de la ciudad. De esta época son los cimientos para la fuente que habría de ocupar el corazón del jardín, su centro húmedo.

El cordobés singular, Fermin Gómez Gutierrez, nos contaba, que en el mes de septiembre de 1950, vino a Córdoba, Jorge Negrete, acompañado de su grupo de mariachis. Paraban todos en el Hotel Regina y se dedicaban trípode en mano, a retratarse con la Plaza de los Tejares de fondo. Estaba reciente la muerte de Manolete, y este hombre como un mexicano más, se sentía atraído por el torero cordobés y sus recuerdos. Pero, ni por taparse con sus sombreros de mariachis, se les hizo soportable el calor que notaron en Córdoba. Quizás por ello el “solo” de trompeta, “Rodolfo”, a petición de Jorge Negrete, buscó una piscina en Córdoba, para pasarlo bien los tres días que iban a permanecer en nuestra ciudad. El botones del Hotel, llamado “Sandrini el Cojo”, les acompañó a la piscina de los Mialdea, (Ciudad Jardín), pero ésta no fue de su agrado. Ellos querían un sitio más natural e intimo. Entonces, el citado “Sandrini” (que vivía en la calle Anqueda,) muy cerca de Rafael López “El Grajo”, le invitó a que visitara la “Alberca de Cecilia”. El tal “Rodolfo”, al verla, rodeada de parras, higueras y algunos árboles frutales, quedó encantado y hablando con Cecilia, se la “alquiló” durante tres días exclusivamente para ellos, al precio de unas doscientas pesetas diarias. Según nos comentó Ana Aguilar, (Hija de Cecilia), Jorge Negrete, no fue a la Alberca, nada más que el primer día.

Terminó el “alquiler especial”, cuando Jorge Negrete, hizo su presentación para todo el publico de Córdoba, en la Plaza de los Jardines de Colón. Fue por la mañana y aquello fue poco menos que apoteósico. Allí disfrutaron sobre todo el sexo femenino y hubo muchos “enterados” que se pasaron al intentar “ejercitar  el rabo”. Huyendo de los municipales, hubo más de uno que cayó a los estanques de los niños que expulsaban agua por la boca.

La Córdoba eterna, la Córdoba de la cultura, repitió escenas parecidas en este recibimiento y homenaje a cuando en junio de 1948, nos visitó el “mago de la penicilina”, (Fleming), al grito de: “¡Olé Torero! o ¡viva la madre que te parió!”. En pleno Puente Romano, los cordobeses, se agolpaban para darle un caluroso recibimiento, a éste singular científico. Había que ver  como estaba la Puerta del Puente, para participar en el homenaje que se le hizo a este gran personaje de la ciencia. El Alcalde de la ciudad D. José Salinas Anchelerga, le transmitió todo el cariño que esta ciudad tan universal manifestaba a este hombre singular..

Córdoba, siempre trató bien a todo el mundo. Es la ciudad de Córdoba la que se siente maltratada y olvidada por la mayoría de los políticos.

LA PLAZA DE COLÓN DE  HOY

Estos jardines se encuentran actualmente muy renovados y los paseos de antaño se han modificado con una arquitectura moderna, habiendo desaparecido aquellos estanques cuadrados con dos niños, uno a cada lado del estanque, impulsando el agua por la boca.

También se ha remozado la fuente central, así como el cerramiento de los jardines a base de unos paños de balaustrada de época y unas puertas sobre muretes muy decorativos. También gozan de un alumbrado acorde con el estilo arquitectónico que representa todo el conjunto.  

Los cuatros paños de edificaciones que rodean el jardín se parecen muy poco a los de aquella época, pues aunque siguen ocupando el mismo espacio, la renovación y modernidad de los edificios le da a todo el conjunto un aire de gran plaza. El único edificio que sigue igual que el de aquella época, es el de la esquina con la Calle Osario, que era en donde estaba instalada la fábrica de Victoriano Villar y que lindaba con el Bar Colon.


LA PLAZUELA EL MORENO

Esta Plaza de forma rectangular y con suelo de piedras, era un monumento de plaza. Tenía un encanto especial y la mayoría de sus casas de patios profundos, vieron jugar a la mayoría de los toreros de Córdoba. La Cruz que dominaba la plaza en el centro y la Taberna "Los Chaparritos", que estaba en la entrada de la Calle Haza, formando esquina con la factoría de Almacenes San Antonio (Carbonell),  fueron testigos de muchos juegos infantiles en el tema del toro. 

Francisco Carrasco Heredia, exquisito poeta de Córdoba, nos contaba su niñez en esta Plaza y cualquier comentario tenía un sabor a prosa añeja y recordatorios de añoranza. Nos comentó los “peroles” que desde esta Taberna (Los Chaparritos), se solían echar algunas veces en la misma Torre de la Malmuerta. Recuerda que las llaves de dicho recinto, las guardaba Rafael Rodríguez Melero, "el barbero".  Paco Carrasco, nos relataba y contaba como transcurría la vida en aquellas casas de vecinos, con sus tranquilas galerías, con sus botijos colgados, sus toldillas, sus jilgueros y aquellos vecinos sentados al fresco, esperando que anocheciera, y que no tenían más reloj que los silbidos de los trenes que pasaban por la cercana estación.

Con dicha plaza se comunicaba la calle de las “Cuatro Esquinas”, y que así se llamaba porque en cada esquina vivía un torero. En una era vecino el “Virutas”, en otra “Manolete padre", en otra “Camará” y en la otra el “Niño Isabel”. Calle más arriba, y por debajo del economato de Asland, vivía el picaor “Miajitas”, y ya enfrente, al lado de Pablo Vidal, estaba la casa de "Guerrita".


EL CARRO-TORO

En la plaza de Colón discurrió buena parte de la juventud de Manolete, pues aunque el vivió en la Plaza  de la Lagunilla, sus amigos y la zona de sus juegos estaban entre la Plazuela del Moreno y el Barrio del Matadero. El solía juntarse con sus primos Cantimplas, Niño Dios, y Palitos, y con sus amigos, el Toto, el Fernandi, el Luichi, el Camará, el Chiquilin, y los hermanos Fernández Fogyy. Todos ellos, desde muy jóvenes, tenían perdida la cabeza por el mundo del toro. En un principio jugaban con un carro-toro con cabeza de mimbre, y lo hacían en los bajos del Viaducto del Pretorio. Y lo gracioso del caso, según me contó Antonio Fernández Fogyy, es que en esos juegos del toro, el que cargaba casi siempre con el carro-toro, era el mismísimo Manolete. Incluso le hacían que lo llevara a guardar a la carpintería de Pericet. Todos sus amigos abusaban de él por prudente.

Actualmente, de aquel grupo de amigos ya no queda prácticamente ninguno. Precisamente Antonio Fernández Fogyy, el único amigo de sus juegos que quedaba, muerto hace un par de años, me comentaba un día que le visité en la Residencia de Jesús Nazareno: “Quien haya conocido y tratado como nosotros a Manolete, nos da mucha pena, comprobar como a una persona tan buena, tan honesta y noble, como fue el torero, haya sido calumniado de forma tan cobarde por un consabido grupo político. Efectivamente “estos amantes de la libertad”, tras la guerra civil, propagarón por los pueblos que Manolete se ejercitaba en la suerte de matar con los presos comunistas. Dicha monstruosidad solamente se le puede ocurrir a gente que vive inmersa en el odio y el resentimiento de forma permanente. 


LA BANDERA

Otra polémica referida al torero Manolete es la que hace alusión al tema de la bandera. Se ha comentado muchas veces por ahí que cuando llegó a Méjico a torear se negó a salir a la Plaza si no se quitaba la bandera republicana. Esto igualmente es falso.

Manolete se entrevistó en México, a petición propia, una vez que coincidió con D. Antonio Jaén Morente, intelectual y político cordobés que se había exiliado durante la guerra civil. Se saben comentarios de este Sr. de que valora el detalle del torero paisano, que nada más llegar a tierras mejicanas fue a visitarle al Centro Andaluz. Allí mantuvieron una entrevista cariñosa entre cordobeses, recordando cosas de su querida Córdoba, su patria chica. De resultas de esta reunión, el citado intelectual califica en sus comentarios al torero “como un joven cordobés de altos valores morales”.

Igualmente, D. Indalecio Prieto, también en sus memorias, relata el encuentro que tuvo con Manolete en Méjico. También fue a petición del propio torero, que era todo un ídolo allí. Quedaron en verse en un restaurante de la ciudad mejicana junto un grupo de republicanos exiliados. D. Indalecio iba habitualmente a un restaurante que tenía la atención hacia él de ponerle siempre en su mesa una banderita republicana. Pues bien, en esta reunión que iba a tener con Manolete, y para que el torero no se pudiera encontrar incómodo, ordenó al restaurante que retiraran dicha banderita. Según D. Indalecio, en dicha reunión hablaron profusamente de España, y él reconoce públicamente en esas memorias que le causó una grata sorpresa e impresión el joven torero cordobés.
    
Finalmente me dirijo a todos los compañeros de la Universidad Laboral, que un día paseasteis por Córdoba, y os digo que el embrujo de sus calles, su olor a azahar, la belleza de sus patios y el esplendor de sus cruces de mayo, os echaran siempre de menos. Hubo un tiempo que fuisteis para ella ciudadanos ilustres de su mejor hidalguía. Córdoba siempre os recordará con el corazón abierto.

Hoy día 30 de Septiembre, día de San Jerónimo, nos hemos enterado que Manuel Rodríguez “Manolete”, poco antes de morir visitó el Monasterio de San Jerónimo (1947). Quizás quiso sumarse de esta forma a la visita que también hizo en su día a este Monasterio, Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran Capitán".