domingo, 25 de diciembre de 2011

LOS HUNGAROS

En el principio de los años sesenta, aquellos sindicatos verticales que al parecer no eran “democráticos” y que solo servían para hacer pisos, también organizaban entre otras cosas unos campeonatos de fútbol entre las empresas, que se jugaban en la tarde de los sábados en el desaparecido Estadio de Lepanto. Hoy sería impensable pensar en un campeonato así, pues los sindicatos, demasiado hacen con “necesitar dinero” para pagar a sus muchos “liberados”.

La verdad es que tampoco hoy en día se podía imaginar un campeonato de aquellos, primero porque la televisión al ofrecer partidos de fútbol casi a todas horas, le ha quitado todo el protagonismo y la posible salsa que pudieran tener aquellos partidos. Pero también es verdad que las empresas en torno a las cuales se organizaban aquellos partidos, la mayoría han desaparecido. Ya no están CENEMESA, PERFECTO SILLERO, FUNDICIONES ALBA, TALLERES SERRA LEON, LA CORDOBESA, CEPANSA, TALLERES COSTAN, CERVEZAS EL AGUILA, ELECTRO MECANICAS, MONTE DE PIEDAD, etc. etc.

Pero en CENEMESA, no solamente se participaba en aquellos campeonatos entre empresas, sino que también aprovechando la jornada intensiva de verano, se organizaba por las tardes una competición entre las distintas naves o secciones más singulares de fábrica. Así una se llamaba “Cartones” otra “Bobinaje” otra “Chapa Magnética” otra “Montaje” otra “Los Húngaros” etc. etc. Pero con ser todas las secciones importantes quiero destacar a “LOS HUNGAROS”, por sus especiales características y personalidad, hasta en sus atuendos..

Al decir HUNGAROS, es querer recordar a una de las secciones más simpáticas y laboriosas de fábrica. Esta sección la 901, consiguió una homologación, podemos decir universal, cuando se les exigió que hicieran las cubas para los transformadores de una importante central nuclear francesa, propiedad de EURODIF. Este reto fue especialmente exigente para toda la fábrica de Córdoba, pero muy especialmente para esta sección, ya que fueron muchos los protocolos y homologaciones que tuvieron que cumplir.

Fueron más de 20 transformadores los que hubo que fabricar para dicha central y el producto lo repartió Westinghouse (adjudicataria de la central), entre sus fábricas de Córdoba y de Chaleruart (Belgica). que se repartieron la carga prácticamente al 50%.

GENTE CAPAZ

Para empezar los cálculos de los transformadores de 350.000 KVA, los realizó el ingeniero cordobés Antonio Marín Jiménez, que se tuvo que desplazar a Bélgica, para realizar dicho trabajo, lo que demostró muy a las claras el nivel de nuestro personal.

Esta fábrica de Córdoba, siempre fue cabecera en Europa en hitos de fabricación. Fue la primera en fabricar un transformador de 125.000 KVA, allá por los años sesenta. Luego vinieron los transformadores para EURODIF, y se fueron aumentando paulatinamente las potencias, hasta conseguir recientemente un transformador de 1.100.000 KVA, el de más potencia del mundo, para una empresa de USA. Posteriormente se ha conseguido el transformador de gran potencia y en modalidad DESFASE, con lo que se ha marcado otro hito mundial en este tipo de máquinas.

Pero a caballo de toda esta evolución técnica y tecnológica, los suecos de ABB, como premio a Córdoba, están desubicando TODAS LAS NAVES DE FABRICACION, aquí lo único que se hace ahora es prácticamente montar.

EURODIF

Para la realización de aquel pedido allá por los años 1979, a todos los departamentos y secciones de fábrica se les exigió que demostraran su nivel técnico y profesional, pues las condiciones del pedido fueron muy exigentes, en todos los aspectos técnicos. Para la fábrica de Córdoba, fue como su GRAN REVALIDA, el hecho de que los orgullosos franceses, le encargaran los transformadores de una de sus principales centrales nucleares, así lo atestigua. Pero de todas las secciones vamos a mencionar como hemos dicho solamente a los HUNGAROS.

FUERON GRANDES PROFESIONALES.

Efectivamente fueron muchos los trabajadores que prestaron su trabajo diario en la sección de calderería y que simpáticamente se le denominaba LOS HUNGAROS.

Entre un gran grupo de profesionales recuerdo a estos nombres propios que intervinieron en las labores de: CORTE, ESMERILADO, APLANADO Y DOBLADO.

Manuel Díaz

Pedro Pérez

Enrique Carmona

Juan Huertos

Manuel Alfaro

Antonio Tello

Julián Esquinas

Francisco Sánchez

Fausto García

Francisco Moreno

Antonio Ruiz

Eloy García

Juan Terrón

Alfonso Barata

Etc.

Etc.

(Poner los nombres es cuestión de una relación, pues en la práctica casi todos en aquella simpática sección, se llamaban por sus apodos)

Recordar como llevaban a cabo la operación de aplanado de aquellos enormes paños de chapa de 3 x 7 metros, produce escalofríos. Era trepidante el ritmo a golpe de mazo que estos trabajadores le imprimían a esta operación. Muchas veces se “picaban” entre ellos en el ritmo del golpeo por lo que aumentaban el ruido, la potencia y la rapidez. Al final la mayoría quedaron afectados con problemas serios de columna y llenos de dolores. Menos mal que en todos los casos la empresa “les compensó” con una pensión lo más menguada posible, y si te vi no me acuerdo.

Efectivamente fueron muchos los trabajadores y mandos intermedios, que dieron EL CALLO”, en el trabajo diario en esa sección de los HUNGAROS.

Esta fue la primera nave que visité cuando ingresé en fábrica y allí por toda iinformación me indicaron que era la NAVE DE LOS HUNGAROS, (Hoy no queda nada de ella, pues se la han llevado toda al país vasco). Recuerdo que el maestro de esta sección era el simpático JULIAN SAEZ BARQUIN, que además de un perfecto conocimiento del oficio de calderería, se trajo de su Baracaldo natal, su boina, su sonotone, su afición a la bicicleta, sus dolores de reuma, sus dientes y su afición al Atlético de Bilbao.

CON NOMBRE PROPIO

Hace unos días nos enteramos de la muerte de Antonio Trenas Sánchez, que tuvo lugar hace poco más de un mes. Su familia, su esposa y sus seis hijos, tendrán mucho que echar en falta a este gran padre de familia. Todavía algunos recordamos, cuando allá por el 1966, su hijo mayor se tuvo que marchar al servicio militar (Sidi Ifni), y por poco le cuesta una enfermedad al bueno de Trenas, que casi lloraba en aquellas "cortinas" de su sección.

Este gran profesional se pasó su vida laboral en lo que se llamó “las cortinas”. Allí perdido entre separadores de tela azul, estaba la sección del maestro Antonio Trenas, en donde se montaban y soldaban todos los DEPOSITOS DE EXPANSION, de los transformadores, los CONJUNTOS PLACAS APRIETO CULATAS y los CONJUNTO TRENES DE RUEDAS, despieces fundamentales en el transformador. Ya no quedan cortinas ni rastro de estos despieces, y eso lo sabe muy bien Rafalin López y Antonio Cruz Gordillo, que fueron de los más adelantados de esta sección.

EXIGENCIAS

Para los transformadores de EURODIF, la sección de los HUNGAROS, fue mirada con lupa como suele decirse, pues toda la elaboración de la cuba, los doblados, las soldaduras, etc. etc. se tuvieron que realizar con procedimientos homologados. Se practicaron pruebas de Rayos X, e incluso hubo que mandar a ensayar probetas al CENIM. La chapa de la cuba era de 20 mm. de espesor del tipo A52D. También hubo que mandar los transformadores a someterlos a pruebas antisísmicas en unos laboratorios de Bilbao.

SOLDADORES

Para los trabajos de soldadura del montaje de las cubas, se tuvo que disponer de soldadores homologados, como fueron Arriaza Hidalgo, Rafael Jiménez y Antonio Ruiz, etc. etc. que realizaron el trabajo con soldadura semiautomática, (Fluxo-Flix Básico), a base de hilo tubular. Fue Mateo Maya Sánchez, como técnico del CENIM, quien coordinó todas estas labores.

Se hicieron ensayos de rotura y doblado, de acuerdo al procedimiento homologado, También se utilizaron para la refrigeración un tipo de radiador diseñados a base de tubos, que eran diseño de Chaleruart (Belgica). Estos radiadores se hacían en fábrica primera en el taller de Humanes Castillejo, que incluso llegó a perfecionarlos sobre su diseño original.

Pero es que en aquellos tiempos eran muchos los profesionales que arrimaban el hombro, cada uno en su sitio. Y esta sección fue fundamental, para que aquellos transformadores, pudieran salir por el apeadero de Renfe, que estaba por debajo de la Casa de “Pepe El Loco”, chofer singular de la fábrica.

Entre los muchos profesionales que trabajaban en la soldadura de despieces, y en el montaje de las cubas, utilizando el hilo continuo descrito anteriormente, en sustitución en muchos casos de aquellos tremendos electrodos FACILANO DE 7 MM., citaremos a:

Daniel León

Pablo Molina

Jorge Orden

José L. Orden

Juan Tena

Pedro Zafra

Fernando Alba

Manuel Zamora

Juan A. Cebrián

Juan Moreno “El Telarañas”

Vicente Pedraza

Rafael Leva

Fermín Jurado

Antonio Trenas

Antonio Cruz

Juan Chófles

Emilio Armenta

Francisco Rincón

Antonio Moya

Enrique García “El legañas”

Juan Arriaza

Juan Bautista

etc.

etc.

JUAN TERRON BLANCO

Pero si todos los trabajadores anteriores merecen todos los respetos, personales y de tipo profesional, hubo un trabajador llamado Juan Terrón Blanco, que con toda la entrega del mundo, un ABSENTISMO CERO, y un comportamiento ejemplar, durante toda su vida laboral, le tocó posiblemente realizar las tareas más ingratas, incómodas y peligrosas de la sección. “LA GRANALLA”.

El granallado era una técnica de tratamiento de limpieza superficial por impacto por el cual se podía lograr una limpieza de cualquier superficie metálica, mediante la proyección de miles de partículas abrasivas (granalla), a una gran velocidad (65-110 m/s) que al impactar con la pieza a limpiar, produce la eliminación de todas las partículas de oxidación y suciedad, permitiendo que esta superficie limpia, sea un correcto soporte adherente para cualquier minio o capa de imprimación.

Para realizar su trabajo se ponía una vestimenta similar a la de los buzos submarinos, y se encerraba en una cabina totalmente aislada, con dificultades de alumbrado, ruido, y de respiración por las partículas que flotaban en el ambiente Su misión consistía en el manejo adecuado de la manguera que vomitaba miles de partículas metálicas, que debidamente orientadas sobre la superficies a “granallar”, conseguía una superficie limpia con la suficiente adherencia para recibir las capas de pintura de protección y acabado que necesitaba el transformador.

En las condiciones en las que le tocó a este trabajador hacer su trabajo, eran posiblemente las más extremas de toda la fábrica. Por el contrario, él, que pasó lo mejor de su juventud dentro de aquella cabina “diabólica”, jamás se le vio nunca protestar

ES DE VERGUENZA

Que el trabajador Juan Terrón Blanco, con su padecimiento permanente de diabetes, que le implicaba incluso tener que pincharse la insulina en el trabajo, tuviera que meterse todos los días en esa “fatídica cabina” que representaba la GRANALLA, para acumular jornadas de cotización, para tener derecho a una pensión de esas que se denominan poco menos que MILIURISTA. Mientras, podemos ver y vemos, y ahí está LA VERGÜENZA, como los medios de comunicación un día si y otro también, nos anuncian como algunos políticos, e incluso gente DE ALTO COPETE, (que después que son mantenidos por el erario público), hayan cometido ABUSOS ECONOMICOS DE FRAUDE Y ENGAÑO, a este país. Y encima hay que soportar que un tal Cayetano, viejo trabajador de la nobleza, (ironía), se permita el lujo de descalificar a los andaluces.

Al que defrauda y roba, a la cárcel y que devuelva todo lo que haya robado y en cuando a DON CAYETANO, yo le contrataría para que al menos una vez en su vida trabajara y precisamente en una GRANALLA, para que de esta forma comprobara la diferencia que existe entre vivir de las RENTAS, MONTADO A CABALLO, y trabajar con la dignidad y entrega que lo hizo Juan Terrón Blanco, que siendo andaluz, se pasó toda su vida laboral dentro de una fatídica granalla produciendo para este país.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL CANTE EN LAS TABERNAS DE CORDOBA

En Córdoba para hablar de tabernas estuvieron “homologados”, muchas personas, y entre ellas todos los miembros del grupo Cántico, pues además de ser poetas practicaron el arte de pasear y disfrutar por las tabernas de Córdoba. De ellos dimanó la agradable expresión, de que las tabernas eran como SANTUARIOS DEL VINO.

También tenemos que decir que Francisco Solano Márquez, nos describe afortunadamente en un libro, el entorno de las tabernas de Córdoba, con todo su colorido y detalles singulares.

Pero entre los cordobeses que amaron el mundo de las tabernas, con sus tertulias, sus copas y sus medios, no podemos olvidar a Manolo Carreño. Este hombre fue un cordobés que vivió, conoció y disfrutó todo ese mundo de las tabernas como pocos. Incluso desde los distintos medios de comunicación llegó a tener “su novela semanal” sobre estos lugares en donde se tomaba vino. Carreño, fue un hombre irrepetible en aquellos tiempos, que lo mismo traía a Córdoba a su amigo García Lorca, para que en compañía del joven poeta cordobés Alvariño, presenciara la “recogida” de las Angustias en su marco incomparable de San Agustín, que se tiraba un par de días “tieso” refugiado en el “despacho sótano”, que en la calle Cruz Conde, poseía, Agustín Fragero, (El Caballero de la noche), el cual, con la sola compañía de su inseparable galga “La Piñonera”, acogía a todos los “tiesos y desvaídos”, que circulaban por la noche cordobesa sin un duro.

Manolo Carreño, fue militar y al parecer la profesión la tuvo que dejar por incompatibilidad con su forma de ser. De su carácter de castrense lo único que heredó fue su capacidad para usar el sable, ya que casi siempre andaba dando “sablazos”. En una ocasión se encontraba en el Bar de los Cuernos (El Hispania Royal), y le preguntaron: “Manolo, tú no tienes patrimonio que vender?”, a lo que él contestó: “Sólo me queda el mausoleo familiar y eso no es material fungible”.

LA TABERNA EN LOS BARRIOS

La taberna en los barrios populares por aquellos años 1945-1960, se comportaban como auténticos “sofás”, muy apropiados para el psicoanálisis y la terapia de los trabajadores, que una vez terminada su agotadora jornada laboral, le decían a la “mujer”: “Niña que voy un rato a leer el periódico”. Muchas veces el hombre se marchaba a la taberna, para no estorbar a la mujer en las labores que esta realizaba en su estrecha vivienda. Al llegar a la taberna se encontraban con otros clientes habituales, que bien por estar parados, jubilados o dados de baja, permanecían mucho más tiempo a pie de mostrador. En las tabernas había tertulias, conversaciones e incluso hasta discusiones que eran perfectamente “moderadas” por el tabernero de turno. Al no existir el televisor, era el cartón verde, azul o color salmón, con los resultados de fútbol, la “pantalla ideal” que servía como motivo de todas las discusiones.

CASA “PEPE LA FILA”

Esta pequeña tabernilla estaba en la calle Ruano Girón (esquina con la calle el Trueque). El bueno de Pepe, (José Bejarano Meléndez) después de probar varios negocios, entre ellos la pescadería, la carnicería y otras intentonas, puso una pequeña taberna, para que la atendiera su hijo Antonio, que se encontraba en el paro. Allí con su familiaridad, logró una clientela de amigos que le fue fiel durante bastante tiempo. El paso inexorable del tiempo hizo cambiar las circunstancias y Antonio “la Fila”, cerró la taberna y se marchó a trabajar a la Universidad Laboral de Málaga.

Esta taberna permanecería abierta unos quince años y por ella pasaron muy buenos clientes teniendo que destacar “AL COJO CONDE”, que cantaba y tocaba la guitarra, cada vez que se animaba. Era un placer verle desplazarse en su pequeña moto, con el cante y la guitarra al hombro.

También pasaron por allí un tal URBANEJA y PABLO EL BIZCO, que cantaba de maravilla las colombianas. Más de una vez se presentó en la taberna el singular AUTOMOTO, al que había que invitarlo y además darle siempre algo, para que cantara. Muchas veces y desde Casa de Millán, se dejaba llegar por allí “El Talegoncito” (sobrino de María Zamorano la “Talegona”), que cantaba de forma maravillosa.

Aunque más jóvenes, alguna vez entraron en esta taberna por su afición al cante, José Mª Campos y su amigo Paquirri, allí se juntaban con su amigo José Sierra, otro buen aficionado al cante. Por cierto, que el amigo Campos, me comentaba, que un día fueron a casa de su amigo Sierra, en la Calle Frías, muy cerca de la antigua “Atarazana de perros” y se quedaron asombrados de que su amigo del alma, no tenía ni sillas para sentarse en su pobre casa. Allí su “espléndido sofá”, era un simple cajón, y hasta como mesa tenía un bidón de aquellos de la leche en polvo americana. Nunca se pudieron explicar como el bueno de Sierra tenía ánimos de querer escuchar cante flamenco.

CASA MIGUEL COSANO

Casa Manolo Armenta, era la taberna del barrio, pero en casa Miguel, era donde se refugiaban los que querían cantar y beber vino bajo la tolerancia de esa pequeña gran mujer que se llamaba Candelaria y que era la esposa del tabernero. Allí se concentraban una serie de clientes que casi todos eran forofos de aquel Atlético de Bilbao de entonces. Unos eran los hermanos Federico, Antonio y Miguel Morrugares, “Los cocos”, también entraban los hermanos Ríos, los hermanos Rafael, Paco y Pepe Misa y como no Rafael Fimia, Rafael Barrilero, Diego Villarejo, los amigos Paquirri y Parritas, y Vicente Soler, entre los más destacados. Allí muchos domingos se planteaban sesiones de cante al pie de aquel mostrador de azulejos verdosos, a los que les chorreaba el “sudor del tabaco”.

El cante en esta taberna lo protagonizaban un joven Manolo Vargas, otro era “El Paquiro”, pero también lo hacían, Pepe Misa “El mortera”, Eugenio “El pildorito” y Juan “El azu-quiqui”, entre otros. Miguel el tabernero era un hombre con poca suerte, pues a pesar de tener en su mujer Candelaria, a una excelente cocinera, se tuvo que marchar a Madrid, a principios de los años sesenta, porque el negocio no funcionaba. Lástima, porque por ese tiempo fue cuando el tapeo se puso de moda en todas las tabernas de Córdoba. No cabe duda, de que aunque su mujer guisara muy bien, el no servía para el bar, pues no tenía recato alguno en tener unos enormes dedos coronados con unas uñas “muy negras”. Además tenía la costumbre de sacarse de vez en cuando los mocos de la nariz con esos enormes dedos. Al poco tiempo de marcharse a trabajar a Madrid, volvieron por Córdoba, (1965), para presenciar un partido Córdoba-Real Madrid, y pudimos comprobar que el otrora “forofo Atlético”, ahora volvía siendo hincha del Madrid.

TABERNA LA PALOMA

Esta taberna, compañera de esquina de la Fuente de la Piedra Escrita, era el lugar a donde acudía mucha gente del barrio de las Costanillas y sus alrededores. Ya hemos dicho en otras ocasiones que durante el día se jugaba, a aquella lotería, en que los cartones se “apuntaban con chochos secos”. Esta lotería la cantaba el zapatero “El Sopo” que siempre se desenvolvió por esos lugares. Los Curro Roldán, Manuel Maldonado “El Mangui”, los Hermanos Salva, Los Gordillo, Los Ojeda, Los Calderón, Los Larrea, los Salazar, etc. etc. Eran asiduos a esta taberna, al igual que mucha gente en general de aquellos contornos.

Había un zapatero que tenía su banco de trabajo en los portales de la Corredera, que se llamaba JUANITO CALA, y que vivía en el Alcázar Viejo. Cantaba como los mismos ángeles. El frecuentaba esta taberna acompañado de su amigo Juan de Dios, y eran muchos fines de semana los que les daba hasta las cuatro de la mañana cantando. En aquella épocas (1948), estaba prohibido el que las tabernas permanecieran abiertas a esas horas de la noche y menos aún cantando. Más de una vez los propios municipales dejaban sus bicicletas a buen recaudo y se sentaban a oír el cante del citado JUANITO CALA. Otras veces y para que no se disgustaran los taberneros cantaba en Casa de Fermín. El hecho de que este simpático zapatero-cantaor, merodeara por este barrio, es que estaba pretendiendo a una chavala de la Calle el Cristo, que vivía en Casa de Lola Varo. La negativa de esta muchacha en el tema de amores, hizo que nuestro zapatero y cantaor, se marchara a trabajar a las Minas de Hellín.

CASA CASTILLO

En esta simpática y antigua taberna del Realejo se pasearon muchos cantaores. Unos mejores que otros, pero en general todos grandes aficionados. Allí solía cantar muy a menudo Luís Chofles Miranda, que cantaba de forma singular. Muchas veces coincidió en el cante con su cuñado Mariano Páez. También entraban los mellizos de la “casa de paso” de San Rafael, que bailaban y canturreaban por todo lo que querían. Curiosamente tenemos que recordar que uno de los mellizos, las pasó canutas cuando su madre le dio “suero” en sustitución de la leche que escaseaba. El suero procedía de la leche-aguada que sobraba de hacer los quesos. La lechera era Rafalita, la que vivió en la casa del rincón de la calle el Cristo, al lado del agricultor Gavilán, que por cierto se había casado con una preciosa mujer gitana. Con muchas dificultades el enfermo superó las altas calenturas y la infección. Esto lo solía contar el mismo “Melli” cuando ejercía de barbero en el arroyo de San Lorenzo, en un local detrás de la sultanilla que tenía la familia del platero Almirón.

También cantó bastantes veces en Casa Castillo, Ramón de los Llanos, que supo alternar en el cante con el más pequeño de los hermanos Blanco, de la calle Pedro Verdugo. Alguna vez que otra también tocó allí su guitarra el “Cojo” Murillo, guitarrista que vivía enfrente del Cine Astoria, y que enseñó a mucha gente a tocar la guitarra. El “cojo” Murillo era el hombre que mejor utilizaba la brillantina para decorar su ondulada cabeza. Su guitarra siempre formó parte de su impecable atuendo, que se completaba por un elegante reloj de bolsillo. Su madre Fuensanta, una excelente mujer que un día, nos facilitó una “botella esmerilada”, para que pudiéramos comprar vino de “20” en la “tasca” de Casa Soto, para celebrar el ascenso del Córdoba a Segunda (1956).

EL TORO AL QUE LE FALTABA UN HUEVO

En la Sociedad Plateros, entraba un veterinario, llamado Rafael Bonilla Vilela, gran aficionado al cante, a los toros y a los caballos, y que casi siempre estaba sentado en la ventana charlando con Agustín Jurado. Un día apareció por allí Rafael Lozano, antiguo empleado de Zafra Polo, y junto al incombustible Victoriano Lozano, se hicieron unos irrepetibles cantes. Ante la llegada de más clientes, formaron una animada tertulia, y como tema de la misma se habló de aquellos toros que le devolvieron en Córdoba, al famoso ganadero Victorino Martín, (Mayo de 1984). Rafael Bonilla, (veterinario de la Plaza), había tenido que rechazar un toro, ante el cabreo del todo poderoso ganadero de Galapagar. Al parecer el toro era uno de los más bonitos, por estampa y trapío, además de tener un pelaje cárdeno, pero le faltaba UN HUEVO, pues lo tenía “sin bajar”. El veterinario nos comentó que el toro era un animal precioso y posiblemente ideal para la lidia, por ello el cabreo del ganadero.

A casa de Castillo, vino el ganadero, acompañado de varios hombres del toro, después de buscar por varias tabernas de la zona, a Rafael Bonilla, el cual le había comentado que el podía “arreglar el huevo del toro”, para que pudiera ser lidiado en cualquier plaza y en especial en la plaza francesa de BEZIERS. Efectivamente, de acuerdo con el petulante ganadero, le “descolgó” al toro la bolsa del testículo y al estar hueca, se la rellenó de un postizo, pudiendo salir el toro a la plaza con dos huevos. Al toro después de su lidia le dieron incluso una vuelta al ruedo. .

CASA SOTO

Esta taberna situada en el Arroyo de San Lorenzo, enfrente de la Escuela Obrera, de D. Eloy Vaquero, “zapatones”. Se podía considerar como una tasca de suburbios, a donde entraban personas un tanto marginadas y rebotadas de otros sitios. Allí entraban muchos de aquellos “carreros” que nos sacaban el cajón de la basura de nuestras casas. Por allí aparecían algunas veces el “Leones” que cantaban maravillosamente por el Sevillano, entraba Antonio el “Cañoneras”, Fidel “El Revuelta”, el hermano de “Popeye”. (un héroe, de Sidi-Ifni), La taberna era como especie de un sótano muy mal aireado y de escaso alumbrado, pues parecía un trabuco en donde lo único que faltaban eran los piratas. Tenía sólo dos bombillas, eso sí que estaban permanentemente encendidas, pues el local no tenía ventana alguna. Allí entraba incluso hasta el “Ya queda poco”. Que se bebía el vaso de vino de un tirón. Pero quizás el cliente más asiduo era Juanillo Chofles, que si bien su hermano Luís, sabía cantar, el no tenía ni idea. Otro cliente que también se creía que cantaba, era Manolo Cerezo, que en compañía del Ángel Fimia, tocaban todos los palos, hasta que se cansaban.

MANUEL MALDONADO RUIZ “El Mangui”

Fue todo un personaje de las Costanillas. En su calle de la Rinconada de San Antonio, fue vecino de otra familia muy clásica de Córdoba, las Trujillos, que durante toda su vida han estado ligadas a su San Agustín. Este singular cordobés se cansó de cantar por todas las tabernas típicas de Córdoba. Cantó en casa del Pisto, en San Basilio, cantó en el bar Chaleco, en Casa Fermín, en Casa Basurte, en el Bar los Califas, e incluso en casa de Pepe el Habanero, a donde acudió un día acompañado del famoso Arturo Fernández. y de otro cantaor famoso como era “Marchenon”, hombre de pelo plateado que se arrancaba a cantar por todos los palos cuando le facilitaban como mínimo su paquete de tabaco de rigor.

El “Mangui” actuó en toda Córdoba, para hacerlo lo hizo hasta en la piscina del Carmen, en donde deleitaba a los bañistas con su cante y acompañamiento de guitarra. Su gran amigo el hijo de la “Coneja”, Curro Roldán, en su moto le paseo por todas las verbenas y fiestas populares de Córdoba. Fue de los primeros artistas contratados en aquel inicial tablao del Zoco de la judería. El “Mangui” amó a Córdoba, y según decía el betunero “El Conejo”, todos los limpiabotas de la Piedra Escrita, lo admiraban. Durante su vida cosechó muchas palmas en el mundo del cante. Cuando ya era un poco talludito, decidió probar suerte en el deporte del Boxeo aficionado, cosechando muchos aplausos en el Córdoba Cinema de verano y en el Cine Iris de la calle Abejar.

Los últimos tiempos de su vida los pasó con mucho sufrimiento, pues sufrió la amputación de sus piernas. Con mucho valor y gallardía se paseó por su Córdoba, en su “coche blanco” que brillaba como el nácar. Falleció en enero del 1994, y sus restos descansan en el Cementerio de la Salud de su amada Córdoba, muy cerca de los toreros, el Guerra, Lagartijo, Machaquito y el mismo Manolete.

viernes, 2 de diciembre de 2011

LOS BANCOS


Muchas veces cuando éramos jóvenes suspirábamos por haber sido banqueros, eran nuestros padres, cuando al pedirle algo que no tenían, solían decirnos: “Tú te crees que yo tengo los dineros de un banquero”. Luego cuando se abrieron las perspectivas de encontrar un trabajo, nuestros padres suspiraban porque nos colocaran en un banco, aunque fuera de botones. Para nosotros en aquellos años finales de los cincuenta, el banco más familiar y próximo era el Monte de Piedad y Caja de Ahorros del Sr. Medina, que realizaba sus exámenes de ingreso en los “altos” de un edificio conjunto a la Iglesia de la Compañía. Eran numerosos los opositores, que en la prueba “clásica” de mecanografía, solían llevar máquina propia, lo que suponía una preocupación manifiesta de los que apenas teníamos experiencia mecanográfica. Lo mismo que en la salud, allí las pulsaciones por minuto que tenias en la máquina eran muchas veces decisivas.

El colocarte en una entidad bancaria, era un salto cualitativo en nuestras vidas, simplemente con “estar en una ventanilla”, te salía infinitamente más rentable que cualquier oficio profesional o colocación. Simplemente a nivel de pagas extras, cobraban el doble o el triple que los demás trabajadores.

Todo el mundo que haya leído un poco conocerá las ventajas y privilegios que desde antaño tuvieron los empleados del Banco Nacional San Carlos, (1789), posteriormente el Banco Español de San Fernando, (1832) y ahora el actual Banco de España.

LA GESTIÓN DE LOS BANCOS

Antiguamente los bancos eran gestionados por personas altamente cualificadas y sólo los acontecimientos, guerras, peligros del mar, sublevaciones de las colonias, y las grandes obras que se acometieron (puertos, canales, despeñaperros, malas cosechas por la sequía, etc.), determinó que se originaran, grandes DESCONFIANZAS, que hacían poco menos que la liquidez desapareciera de los mercados y se colapsara toda la economía.

La desconfianza entre los mercados, es la principal causa de las crisis financieras. El poder endeudarse, ha sido siempre una actitud de poderío, de solvencia y era precisamente porque se endeudaban los que de forma natural tenían un patrimonio, bien por su asentada colocación, sus valores inmobiliarios, u otro tipo de bienes. Hoy en cambio se han endeudado tantas personas, con el único aval, del piso, el chalet u otra vivienda que pretendía comprar.

Pero es que esa desconfianza en la deuda y la solvencia, se ha extendido a los gobiernos y a sus propias instituciones, que han venido gastando bastante más de lo que realmente ingresaban. Lógicamente estas desconfianzas son ya de mayor calado, por lo que se ha liado todo el Caos en Europa, en donde todo el mundo recela del que está al lado y enfrente.

Aunque en esta situación se pueden buscar responsabilidades en los políticos, en las instituciones y en los ciudadanos que se han pasado en su forma de endeudarse, no cabe ninguna duda de que la banca en general ha sido LA PRINCIPAL CULPABLE, de que se haya llegado a esta situación.

Efectivamente, los bancos en su afán desmedido de ganar, ganar y ganar, han dado créditos a gobiernos, instituciones y ciudadanos de a pie que no tenían garantizada su solvencia, por ello cuando HA SURGIDO LA DESCONFIANZA, de unos contra otros, la liquidez se ha escondido y como consecuencia de ello la capacidad de acometer grandes inversiones, o simplemente pagos, se ha visto totalmente dificultada, con lo que tanto “ladrillo devuelto” ha sido poco menos que una ruina.

Esta culpa echándosela a la banca, es un acto totalmente justo, pues la banca en general está dirigida por gente que ocupa el sillón sin la preparación adecuada y en muchos casos no llega ni a la mínima. En el caso de algunas Cajas de Ahorro, la cosa es ya de juzgado de guardia, pues entre políticos, sindicales y recomendados de otras instituciones, han convertido los consejos de administración, en gente que no QUIEREN NADA MAS QUE DINERO PARA ELLOS, y por su falta de preparación y ética les trae sin cuidado la marcha global de la institución.

En plena crisis del sector de las Cajas de Ahorro, en donde hay muchas incluso que no han desaparecido porque el gobierno les ha inyectado dinero público, curiosamente a sus jubilados y prejubilados, les han asegurado en la práctica dos “jubilaciones” .Una la que le corresponde por el Estado y otra la que la propia Caja “arruinada” le paga a sus empleados. Es decir que un simple empleado de ventanilla, aún con la empresa arruinada, se prejubilaba con un sueldo prácticamente al doble que cualquier profesional de oficio, ya fuera, fresador, tornero, soldador o trabajador aventajado de la construcción. Eso sin contar las subidas de sueldos que muchos consejeros se han puesto aún estando en ruinas.

Pero los bancos, en su dinámica de acaparar nunca pierden y hoy con el achaque de que ha sido “cosa del ordenador” te descuentan por todo. Un simple certificado que les pida de que no les debes nada por una anterior hipoteca saldada, te pueden cobrar hasta setenta euros por el documento. Y cuando vas a cancelar un préstamo te cobran derechos de cancelación de acuerdo con el criterio del empleado que te toque, y además después de gruñir lo suyo. Pides un extracto del movimiento de tu cuenta a dos meses pasados y ya te cobran un par de euros por la información. Cobran por todo, se reparten el dinero y luego tiene que llegar el gobierno de todos los españoles para inyectarles liquidez a unos intereses irrisorios.

EL GUIJO “El Cerrajero”

Era un hombre muy discreto y callado, pero era una figura en abrir cajas fuertes atascadas, simplemente “oyendo el tic tac”. Era un profesional solicitado por muchas empresas importantes incluso por muchos bancos. No solo atendía trabajos de Córdoba, sino de fuera de Córdoba.

Antonio Guijo, vivía en la calle Muñices, en la “casa de paso” con la calle Abejar. En un principio tuvo un pequeño taller, pero terminó por quitarlo y dedicarse nada más que atender las llamadas que a diario recibía. Tenía un precio tarifado para cada tipo de apertura y que lo podemos cifrar en el siguiente criterio:

Un precio normal, un precio especial y un precio extraordinario. Por los años 1978, cobraba MIL QUINIENTAS, TRES MIL QUINIENTAS, Y EL TERCERO ERA A VALORAR. Casi siempre lo resolvía con el primer criterio, que además del importe en metálico, incluía el que lo tenían que recoger y llevar a su casa en coche.

Antonio López González, el hijo de Concha la jeringuera, nos contó una tarde sentados en el portalón de San Lorenzo, que allá por el año 1948, en la Banca Pedro López, de la calle Carreteras, se planteó un problema de que la Caja, no se podía abrir y el cajero Adalberto López María, (su padre), acudió al Sr. González, jefe de oficina, (padre de Alfonso, el droguero), al que le apodaban en el banco como el “Salomón”, por lo competente que era y porque además era el hombre de confianza de los López de Alvear, dueños del banco.

El Sr. “Salomón”, era un hombre de “tirar de lápiz” y después de hacer muchas probaturas y cábalas, pues en este banco “se cuadraban hasta las comas”, autorizó que se llamara al Guijo, que por aquellos tiempos debía de tener unos 38 años. Como llevaban toda la mañana con la Caja cerrada, se planteó el “abrirla” como una cosa urgente.

En esta ocasión fue el propio cajero Adalberto López, el que se llegó a su casa, pues aún no tenía teléfono para llamarlo. (Esta fue la razón de que lo recogieran siempre de su casa). Llegaron al banco y lo primero que dijo fueron sus honorarios. Estas cifras les parecieron caras a uno de los dueños y desautorizó el trabajo. El Guijo se marchó solamente con 10 pesetas, que le dieron para compensarlo de alguna manera. Lógicamente la caja permaneció toda la mañana cerrada y después de probar con varios “aficionados”, que no lograron abrirla, por la tarde tuvieron que recurrir otra vez a Antonio Guijo. “El Guijo”.

Se presentó de nuevo en el banco de la calle Carreteras y lo primero que le dijo al entrar al López de Alvear, que había allí fue: “Abrir esta caja ahora va a costar DOSCIENTAS PESETAS”., muy a pesar suyo, los banqueros “claudicaron” ante la habilidad de este hombre, que una vez más abrió la caja en 30 segundos.

OTROS "BANQUEROS"

José Cabrera, era un personaje singular que vivía en la calle el Cristo nº 6, y que cuando inauguraron el Banco Hispano de la calle Sevilla, él estaba destinado en una ventanilla de las cinco o seis que había en aquel mostrador. Al jubilarse el conserje que vivía en la calle Manchado, él accedió a dicho cargo que le correspondió por antigüedad.

Pepe Cabrera, era un hombre que siempre iba perfectamente uniformado y en invierno nunca le faltaba su gabardina de etiqueta. El toreaba “en distintas plazas” (tabernas), pero a la que era más asiduo cliente era a la Paz de San Agustín, allí alternaba con Manolo Toro, el Tito “El fotógrafo”, Manolo Trujillo, “El Armillita”, etc. y cuando cerraron dicha taberna, se trasladaron a casa Manolo “El Quinielas”, como clientes casi habituales.

Cabrera, era un enamorado de las cosas de Córdoba y amaba el fútbol y la lírica. Más de una vez y de dos, cuando en los fines de semana se tomaba cuatro o cinco medios, junto al mostrador, le gustaba hacer la ENTRADA DE LOS GAVILANES, y disfrutaba mucho con ello. Pero en las tabernas por aquellos años, (principios de los setenta), se estaba complicando lo de cantar, pues aparecían carteles que decían: SE PROHIBE CANTAR BIEN O MAL, en otras tabernas como en la clásica Casa Miguel de la Manzanara, este cartel decía: PROHIBIDO CANTAR, BAILAR O BLASFEMAR EN NINGUNA DE LAS FORMAS QUE PUDIERAN EXISTIR.

Era un sábado al mediodía y el mostrador de Casa Manolo, estaba bastante concurrido. Unos hablaban del partido que le tocaba al Córdoba jugar el domingo, otros hablaban de la “Gilda” que acababa de pasar para coger su autobús de todos los días y que le llevaba al Barrio de Cañero, en donde tenía su domicilio habitual. Otros como Manolo Vargas (el herrero), tocado con su gorra, cantaba apoyado en el hombro de su amigo “El Cojo Conde”. Ante este ambiente de mostrador y con un par de medios de más, Pepe Cabrera que se encontraba acompañado de Enrique de la Virgen (el electricista), intentaban un dúo lírico que sobresalía en voz y tono por encima de cualquier ruido. Pepe el tabernero, con la diplomacia que le caracterizaba, le dijo a los que cantaban que por favor bajaran el tono. Entonces Pepe Cabrera, que era muy ocurrente, le dijo al tabernero:

“Pepe, tenemos que arrancar con fuerza si queremos romper el cerrojo de la Real Sociedad, que nos visita mañana, esperemos que no tengamos que echar mano de nuestro amigo “El Guijo”, (cerrajero), para abrir dicho cerrojo.

Después de que los ánimos se centraron, y todos los cantaores se callaron, surgió la ocurrencia de Pepe Cabrera, contando una experiencia que pasó en su Banco, con el mencionado “El Guijo”.

“Debía de ser allá por el año 1954, cuando Alfonso Cruz Garrido, encargado de Construcciones San Martín, S.A, no había retirado aún todos los pertrechos de la obra, cuando se inauguró a toda prisa el Banco Hispano Americano. Quizás la precipitación, la excesiva prisa por abrir de cara al público, complicó la apertura de la caja, y éste problema le amargó la mañana a Santiago de Gabriel, que era el apoderado de Caja.

Intentaron por todos los medios abrir aquel “armatoste” e incluso acudió Rafael Calvo, que era mecánico y estaba en la cercana Hostería y ni por esas. Ante esa situación hubo alguien que se acordó de un cerrajero que había en la Calle Muñices, y que montaba su cuartel general en casa de Baltasar Parra.

Lógicamente fueron a por él y a la media hora o cosa así, llegó Antonio “El Guijo”, que portaba una simple cartera por todo maletín de herramientas. Todo el mundo desde que entró en el banco, le siguió atentamente con la mirada. Nada más estar frente a la dichosa Caja, fue como llegar y besar el santo, ya que en menos de unos treinta segundos, la Caja estaba abierta.

Al ver la Caja abierta, Santiago de Gabriel, empezó a sonreír y cogiendo DOSCIENTAS PESETAS, le dijo: “Tenga usted Sr. Cerrajero y muchas gracias”. A lo que el cerrajero retirando la mano de las doscientas pesetas, le dijo: “No Sr. Banquero, mi trabajo vale MIL PESETAS”. El Apoderado de Caja (Santiago de Gabriel), se puso de todos los colores y le dijo: “Pero hombre, si ha tardado usted menos de un minuto en abrirla”. Entonces “El Guijo”, cerrando la puerta de la Caja tal como estaba, le dijo: “Ahora si quiere usted que la abra ya son DOS MIL PESETAS”. Al final los banqueros le pagaron al cerrajero lo que él pedía por su trabajo.

Esta versión contada por el simpático Pepe Cabrera, era conocida ya por Pepe el tabernero, pues no hay que olvidar que el citado Santiago de Gabriel, era consuegro del “Niño Dios”, que era primo de Manuel Rodriguez "Manolete", llegando a ser incluso miembro de su cuadrilla. El "banquero" y el "banderillero" vivían en la Calle Roleas nº 3.