sábado, 13 de agosto de 2011

ADIOS A UN CABALLERO

Hace unos días ha fallecido en Córdoba, D. Ignacio Guisado Balanzategui, que fue un ingeniero importante de la empresa Cenemesa-Westinghouse, todavía nos recordamos como el infatigable Rafael Baquero, siempre que se cruzaba con él por fábrica le decía: ¡A sus órdenes mi alférez! Y él con la sencillez que le caracterizaba le sonreía. Y es que Rafael Baquero, hizo la mili en artillería 42, con su “teniente Puebla”, como decía él, de forma simpática, pero allí también coincidió con el joven ingeniero con el uniforme de alférez.

En esta ventana que es el Internet, he asomado comentarios de personas que dejaron huella en la fábrica de alguna forma. Primero fue Antonio Núñez Magaña, al que le hicimos un recuerdo como presidente que fue del Comité de Empresa, y resaltando en todo momento de que fue un trabajador y compañero ejemplar. Si hubiera muchas personas como él no cabe duda de que el mundo sería mucho mejor.

Luego también quisimos recordar a Manuel Flamíl Cañete, porque fue otro profesional que aportó muchas virtudes y consejos a aquella fábrica tan necesitada de ellos. Flamil, siempre se le recordará como el “sabio” que muchas veces no hablaba por no alterar la naturaleza. Su discreta forma de comportarse tanto profesionalmente como en orden a la amistad, dejó un hálito del sentido de la lealtad, del que desgraciadamente está falto nuestro mundo.

Pero si le he hecho estas semblanzas a estos dos compañeros, para mi es de justicia el mencionar aquí la pérdida de D. Ignacio Guisado, porque con ello hacemos un acto lógico de recuerdo y reconocimiento. Fue mi querido compañero Flamil, la persona que primero me habló del Sr. Guisado.

Era el año 1962, y yo acababa de entrar a fábrica en aquel Departamento de Métodos, de la División de Transformadores, en el que llegamos a coincidir gente antigua con gente más modernas y joven. El departamento estaba ubicado en un sitio que era paso obligado para todo el personal de Estudios y la jefatura de la División. Aquel desfile que diariamente teníamos que observar, tanto a la entrada como a la salida, nos llevó a los más jóvenes a hacer cábalas sobre unos y sobre otros. Para ello nada mejor que preguntar: -De las quince o diez y seis personas que estábamos en el Departamento, incluido el Sr. Rafael Carranza, que era el jefe, todos coincidíamos en que el ingeniero más interesante y de más prestigio de la fábrica era el Sr. Guisado.

Un día de aquel año 1964, escuché una conversación que tuvo lugar cerca de mi mesa de trabajo y que la protagonizaron un perito llamado Caballero (Anís las Columnas) y mi amigo Flamil, el comentario giraba en torno al transformador gigante, para aquellas fechas (125.000 KVA), que se estaba diseñando para la Sevillana de Electricidad. Allí hablaron como entendidos en la materia, de que el alma de aquel proyecto, no era otro que el Sr. Guisado. Aquello representaba para la fábrica un impresionante salto adelante, pues se fabricaba el transformador “Acorazado” mayor de Europa, a principios de los años sesenta. Más adelante me fui informando que en este tipo de transformadores era una auténtica autoridad mundial. La fábrica empezó a recibir pedidos de todos los lugares de España y del extranjero. El producto perfeccionado por él, era apetecido por la todas industrias eléctricas importantes. Paralelamente a este avance en el diseño de “las tripas” (parte activa), que fue prácticamente obra suya, se contó también con el avance de la tecnología en temas de soldadura y estanqueidad sobre todo para las cubas.

El marcó un ritmo de crecimiento en el volumen y potencia de sus máquinas (transformadores), que los ingenieros de fabricación, encabezados por D. Mateo González, Eduardo Alonso, Baldomero Hernández, y el “Alemán”, se tuvieron que poner a su par en temas de la tecnología de fabricación. Efectivamente, se imponían bobinas de gran tamaño y había que resolver su problemas de guipado, enrollamiento-formación, tratamiento y su posterior conexionado. Se imponían grandes circuitos de chapa magnética y el “Alemán” montó un tren continuo de corte y recocido, que funcionó a las mil maravillas. Incluso hubo necesidad de diseñar un Parque móvil para el estacionamiento de los transformadores terminados y en espera para expedir. En estos trabajos hay que destacar el trabajo profesional del equipo encabezado por Enrique Repullo, Francisco Aranda, y el proyectista "tenor" Murillo Velarde.

En todas estas inquietudes estaba la fábrica, cuando surgen todos los problemas de la transición, (1976) Por intereses de los partidos politicos que se decían representaban a los trabajadores, las grandes fábricas se convirtieron en el escenario escogido e ideal, para tomar ellos un protagonismo en el mundo del trabajo y de la transición. Para lo cual se habían apropiado previamente de los sindicatos verticales, y manejando sus asambleas, tomaron la fábrica sin pegar un tiro como suele decirse. A pesar de la lógica resistencia de la fábrica, de la noche a la mañana cambiaron muchas cosas. Una de ellas, es que lo técnico, la tecnología, quedó relegada a un segundo plano de importancia, convirtiéndose en centro de gravedad inevitable los conflictos laborales y con ello adquirió una importancia desproporcionada la Dirección de Personal. Aquello significó el declive de muchas cosas, y la perversión de otras. Había jefes que más que preocuparse de la fabricación o de la marcha del producto, estaban más atentos a la oportuna “palmadita” en el hombro a cualquier líder sindical que se cruzara por su camino. En muchos despachos importantes más que discusiones o reuniones de trabajo, se desarrollaban tertulias con los líderes sindicales, con un aparente afán de “nadar y guardar la ropa”, por parte de los jefes. Flotaba el miedo y todos a su manera querian ponerse a salvo.

Pues bien, porque fui testigo presencial de la mayoría de todos estos acontecimientos, estoy en condiciones de decir que D. José Ignacio Guisado Balanzategui, tuvo en todo momento un comportamiento de caballero honorable y siempre siguió laborando en sus investigaciones y atendiendo a todas las consultas que se le hacían. Cuando en la fábrica daba la impresión de que valía todo (1982), el supo enfrentarse incluso al director Sr. Adolfo Plaza, para que las categorías profesionales de muchos de sus trabajadores, no se sintieran menoscabadas, por aquella locura colectiva en que había entrado la fábrica. El se negó a facilitar listas de posibles “despidos” porque para él todo su personal era digno y necesario. Por ello no tuvo inconveniente de enfrentarse no solo al director de fábrica, sino a la cúpula de Madrid. Al final estas actitudes le pasaron factura, y de un departamento técnico como era su responsabilidad en Estudios, lo pasaron a temas de Coordinación y Marketing Internacional, aduciendo los “autores” del castigo, de que era el único ingeniero con dominio pleno del inglés americano. Llegados los años noventa, y por razones de edad, lo prejubilaron como a todos los ingenieros, pero ya había dejado una gran labor de enseñanza e incluso había sabido dejar a buenos “herederos” como fue, por ejemplo Lorenzo Prieto, o el caso de Antonio Marín Jiménez, al que los sres. de ABB, que llegaron echando a todo el mundo, no tuvieron más remedio de pedirle que "aguantara" trabajando hasta los setenta años.

No obstante la Multinacional ABB, dado el prestigio internacional del Sr. Guisado, lo quiso mantener como un haber en su fábrica de Córdoba, para lo cual le ofreció un contrato especial, y le puso un despacho.

Incluso los sindicatos, a través de Manolo Rubia, recabaron su colaboración para que parte de su saber se lo transmitiera a las nuevas generaciones de universitarios. Desgraciadamente este proyecto como todos los que llegó a hacer el bueno de Rubia, no cuajó, pues el corporativismo de las instituciones, especialmente la Universidad, no aceptaba lesiones de nadie.

Finalmente tengo que decir que el Sr. Guisado nunca fue mi jefe. Nunca me concedió nada ni me negó nada. Por razones de trabajo me entrevisté con él en su despacho una media docena de veces y el trato siempre fue exquisito. Pero si estaba delante el día en que al Sr. Moreno (Jefe Personal), le negó la mencionada lista, diciendole que trasladara la queja a Madrid. Y como último galardón, un día D. Manuel Ruza, (Médico), que le conocía bien, pues era como su médico de cabecera, y el que le recetaba sus medicamentos habituales, me comentó un día cuando acababa de abandonar el botiquín. "El Sr. Guisado es todo un caballero, con una categoría humana que yo diría que rebasa incluso toda su calidad profesional. Además es un ejemplar padre de familia numerosa."


4 comentarios:

Toñi Flamil dijo...

Descanse en paz el Sr. Guisado, que con frecuencia mencionaba mi padre respetuosamente.

Gracias Manuel por esta entrada, publicada justamente coincidiendo con las Lágrimas de San Lorenzo o lluvia de las Perseidas, de connotaciones tan especiales para toda mi familia, y por todas las de tu blog. Nos haces emocionarnos, recordar, imaginar...

En cuanto a Baquero, ¿qué podría añadir a tus comentarios? Además de haber sido mi padrino y el de mi hermana, fuimos vecinos durante 17 años. No recuerdo haberlo visto nunca enfadado o contrariado, siempre jovial y bromista.

También me resultan muy familiares otros nombres que mencionas. Por ejemplo, Enrique Repullo, sentado cada tarde junto a su esposa en el bar Siroco.

A propósito del transformador gigante: nos contaba mi padre, quien poseía un sano sentido del humor, que cuando finalizaban en la fábrica un transformador, llamaban a Pacheco (que era bajito de estatura), y le hacían una fotografia, juntos, para que quedara constancia de la "gran" obra recién construída.

Un abrazo, Estévez.

Manuel Estévez dijo...

Estimada Toñi

La misma emoción que tu sientes, la siento yo cada vez que recuerdo algo de lo que fue nuestra fábrica.

En cuanto a lo que me dices de la lluvia de estrellas, hoy nos hemos reunido la familia y mis hijos se han acordado mucho de tu padre.

Has de saber que sin ser grandes aficionados, les encanta las cosas que pasan con las estrellas, y no cabe duda que fue tu padre el gran referente de ellos.

Tu madre me tenía a mi informado de todo lo que "pasaba" por ahi arriba y me mandaba sus dibujos y todo.

En cuanto a lo que me dices de el amigo Pacheco Orellana, tengo que decirte, que siempre mantuvo una buena amistad con tu padre, hasta que se marchó a Valladolid.

Era un gran técnico, pero mejor persona, eso si muy cortito de estatura.

En cuanto a la semblanza que hago del Sr. Guisado, se la merece pues fue un auténtico fuera de serie.


Gracias por tu colaboración

rafael san martin ramón dijo...

En relación a la expresión nunca me concedió nada, ni me negó nada, ha de decir, que a mi si.
Recuerdo que algunas veces cuando había perdido el autobús, usaba el autobús de linea de la Electro Mecánica y pasaba andando a través del paso a nivel hasta lo que era La Contructora, y en ese trayecto me recogía D Ignacio Guisado en su coche que era un seiscientos de color crema, algunas veces.
En ese recorrido, en el paso a nivel había una placa por la que se calificaba a Córdoba como ciudad industrial de primer orden en el periodo de la Dictadura. Se refería a la de Primo de Rivera.
También me regaló un libro titulado " The Mathematics of Circuit Analysis" del MIT que tan famoso es ahora. Todavía lo estoy estudiando, y no termino de aprenderlo.
Me enseñó a ser buena persona, cosa que tampoco llego a serlo.
De las otras personas nombradas guardo un buen recuerdo, y aprendí de ellas a ser buena persona, cosa que no he conseguido tampoco.
Recuerdo a Baquero que insistía en que adquiriera cultura a través de los libros. Gracias a él tengo algunos libros.
Respecto a Flamil, siempre tengo presente, que estaba muy contento con el yerno que tenía. Alguno se preguntará, si era porque el yerno era millonario, inteligente, u otra caracteristica similar. Pues no, era porque le gustaba también " el canuto", que era como se refería al telescopio con el que estudiaba a las estrellas.
De otras muchas personas guardo un buen recuerdo, a las que no nombro para no hacer esto interminable. De alguna malo, pero eso es la vida.
Abrazos para todos.

Manuel Estévez dijo...

Estimado San Martin


Santo y seña de la buena gente como diría el bueno DE TAFUR, me alegra tu comentario pues está en total consonancia con tu forma de ser.

Cuando estabas de adjunto al Sr, Jefe de Operaciones de Trafos. ya mostrabas tu nivel de preparación, pues eras INGENIERO AGRONOMO, con lo que ello significaba en Córdoba.

Recuerdo tus ratos amenos de mucha simpatía que conpartimos.

Hablastes siempre en VERDAD REAL, y nunca te andastes por las ramas.

Recuerdo que fue tu padre el que estaba de director de las Escuelas de San Andrés, cuando entré en el año 1950-51, todavía debo lo que era la matricula UNA PESETA.

Personas como tú, con la calidad humana y capacidad intelectual y de desenfado que tienes, son las que necesita este país.

Un abrazo amigo San Martin

Saludos