lunes, 21 de marzo de 2011

EL PREJUBILADO ECOLOGIGO

El juego del dominó tan habitual en las tabernas durante el siglo pasado, parece ser que se originó como tantos otros juegos en China, hace más de 3.000 años. De allí pasó a la cultura Egipcia, apareciendo por primera vez en Italia, allá por el siglo XVIII. De Italia pasó a Francia, Inglaterra, España y a toda Europa. A últimos del siglo pasado la costumbre de jugar fue desapareciendo de muchas tabernas, con la prohibición de muchos dueños. Actualmente el dominó se juega fundamentalmente en los hogares de jubilados, Peñas particulares y en algunas pequeñas tabernas.

Con las fichas de dominó que son 28, se juegan varios juegos, y empezaremos por mencionar los más simples.

JUGAR A LAS PORRAS (1954-1965, San Lorenzo)

En la antigua Porcelana (SUPE), trabajaron muchas personas del barrio y de los alrededores, entre ellos podemos recordar a: Manolo Santos, (Padre e hijo), Antonio Camacho, “El financiero” Antonio Dávila, “El siete y media”, Manolo Sanz “El Loli”, Manolo Repullo, (Primo del Tinte) Manolo Rodríguez, “El Tuerca”, Fernando Sánchez “El Nano”, Rafael Navarro “Finito”, Enrique Pozo “El Cascarilla”, El Matías Prast, (hermano de la Manola de la calle Montero), Manuel Rodríguez (Padre del “El boca”), Eulogio Martínez “Pecho paja” , Domingo Cantos “El negro” y los Hermanos “Ríos” etc. etc. Muchos de ellos, gente formal y seria para con sus obligaciones.

Quizás el más representativo de todos estos trabajadores era Manuel Santos Iglesias, que según el manifestaba a boca llena, fue el primer PREJUBILADO-ECOLOGICO, que hubo en Córdoba.

Cuando cerró La Porcelana, el tomó la ECOLOGICA decisión, de no alterar el medio ambiente, produciendo más humos, ni más ruidos ni más residuos industriales. Para ello, decidió a los cuarenta años de edad, no volver a pegar más un golpe en su vida. Quizás terminó cansado del trabajo que le tocó hacer, durante su tiempo de trabajo en la Porcelana, donde cumplió la misión de ASISTENTE del químico, de nombre Sr. Giovanni, que era un Señoríto Italiano. Todos los días como si fuera un “soldado”, se ponía a sus órdenes y éste le mandaba todas las mañanas, como única obligación, el cruzar la Barca de la Ribera y llegar al barrio viejo del Campo de la Verdad, (más o menos a donde ahora quieren levantar el “Imaginario Palacio de Congresos”) y llevarle a la “amiga” del Italiano, el presente que a éste se le hubiera ocurrido. Realizado este cometido, volvía a coger la barca de vuelta a esta orilla de la Ribera y regresaba a la taberna, como el decía “del orejas” para coordinar la tertulia, hablar de fútbol, beber vino o jugar a las “porras”.

Esta tertulia formada por unos diez o doce trabajadores de la citada Porcelana, (SUPE), se dedicaban a hablar, de lo divino y lo humano, y a discutir como hemos dicho, del Bilbao, del Atlético de Madrid o del Barcelona, que eran los equipos que más simpatías tenían por aquellos tiempos. La euforia y afición al Madrid, llegaría más tarde, con el Primer Plan de Desarrollo de Franco. Fuera de la discusión de fútbol, otros incluso jugaban a las porras, a la corre o al arbolito. Casi nunca al dominó, pues no querían comerse demasiado el coco. La ocupación de “su mesa” era casi habitual.

En el barrio era muy generalizada la opinión, de que había algunos trabajadores de este grupo, (que por estar casi siempre DADOS DE BAJA,) de que se entregaban UNOS A OTROS, el “testigo” de la baja. Es decir que parecía que se cambiaban las muñequeras, las vendas, los dedínes y hasta los cabestrillos para la simulación de sus accidentes. Hubo más de uno que para justificar las faltas, se atrevió a enterrar a la suegra incluso varias veces.

D. Santiago Muñoz, era de San Lorenzo (vivía en casa del banderillero el Niño Dios) y era un alto administrativo de la SUPE, y a él se debe el haber colocado a tanta gente del barrio. También influyó el cura de la parroquia (D. Juan), que antes de párroco de San Lorenzo, también fue trabajador de la simpática Porcelana. Pero tanto uno como otro, quedaron escarmentados de algunos de los fichajes que hicieron para trabajar en la empresa. Muchos de los trabajadores de este grupo, les rompió todas las estadísticas de ABSENTISMO a la simpática Porcelana.

EL JUEGO DE DOMINO EN LAS PEÑAS
El juego del dominó se popularizo mucho en los ambientes de las peñas, siendo en muchos casos la principal razón de ser de muchas de ellas. De hecho las competiciones o campeonatos se organizaban para el mundo de las peñas.

De estos campeonatos y de la fama que cogían a nivel de la ciudad, hubo algún aventajado que hizo hasta carrera política.

Hubo parejas de jugadores que tenían tanta compenetración que llegaron a tener casi “una seña” para cada ficha y jugada. Estas señas las hacían tocándose la nariz, la oreja, guiñando un ojo, tocando el piano. También en la forma de levantar las fichas y como separarlas, tenían su “código”. En fin, multitud de señales. Todo ello aún con el partido sin empezar. Una vez empezado el partido, el pararse, arrastrar la ficha, dar un golpe en la mesa con la ficha o sencillamente tirándola, completaba el código de “entendimiento” de cada pareja.

De todas las peñas, era conocida una singular pareja, que tenía señas para todo, quizás hasta para perder. No cabe duda que por ello se cansaron de ganar torneos y copas. Durante un tiempo prudencial, se hacían acreedores a todos los torneos en los que participaban. Por circunstancias de la vida, la pareja se disgustó y dejaron de jugar juntos, y a pesar de que siguieron jugando cada uno por su lado, ya no pasaron de ser unos más del montón, como tantos otros.
A todos estos jugadores y peñistas, les afectaba la irremediable ingesta de “medios” de vino. Muchas veces esto daba lugar a discusiones interminables, que complicaban muchas veces la viabilidad de la propia partida. Todo esto ocurría cuando el “alcohol” iba llegando al estómago, por lo general a “palo seco”.

DOMINO EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS

El juego de dominó se jugó en todas las tabernas del barrio, era un juego auspiciado como hemos dicho por las Peñas, y por ello tenemos que citar a la Taberna de la Sociedad de Plateros, que por aquellos tiempos 50-80, contaba con bastantes peñas en sus instalaciones.

En primer lugar citaremos a los Romeros de La Paz, que de su sede fundacional de Santa María de Gracia (La Paz), se tuvieron que mudar a principios de los años sesenta. En esta Peña, había grandes aficionados al dominó, destacando por aquellos tiempos, los hermanos Heredia y El “Chindo”, entre otros. Pero la pareja que siempre les representaba en los campeonatos, era la formada por Juani “El pocas luces” y el Pildorito. Juntos jugaron muchos campeonatos, pero la verdad es que llegaron poco lejos, y si algo de extraordinario hacían era fumarse su acostumbrado puro, con la expectación que ello despertaba, dándole ambiente de toros a cada partida.

Otra Peña, en la que también se jugaba al dominó era la Excursionista Cordobesa. Allí jugaban, Paco Arjona, Rafael Calvo “El Mohete”, Rafael Obrero el “Platanero”, y Manolín Aranda, “El cojito”, estos si eran buenos jugadores, sobre todo la pareja formada por Rafael Calvo y “El Platanero”. Efectivamente Rafael Calvo, fue un fuera de serie y era un jugador que sabía aprovechase de cualquier descuido del contrario, por simple que fuera. Tenía una habilidad especial para “contar al vuelo” las decenas de cualquier jugada o cierre, curiosamente casi siempre con ventaja para él. Hay quien dice que fue él, quien inventó la “llamada de teléfono”, para levantarse y evitar que le pusieran un mandil.

También hubo una Peña llamada “Los Bohemios”, en la que había grandes aficionados a este juego, pero entre todos destacaremos a Rafael “El Caracoles”, y al industrial Juan Marín, que jugaban con una visión muy adelantada.

La Peña el “Relente” y los “Amigos de los Palomos”, no eran muy aficionados al juego del dominó, para ellos, los palomos y el fútbito, lo era casi todo.

Hubo otra Peña, con mucha solera, que llegó la última a esta taberna y que estaba formada por grandes aficionados al juego del dominó clásico. Esta Peña, no era otra que “Los Emires”, posiblemente en Córdoba, haya pocas Peñas, con más entusiasmo para el dominó que esta buena reunión de amigos. Aquí destacaban como no, los hermanos “Churumbaques”, Pero de todos ellos, yo destacaría a Rafael Espejo, que además de “maestro” en el dominó, fue también un Maestro con mayúsculas en la Universidad Laboral durante tres décadas. Además en esta clásica Peña, había también otros buenos aficionados, como “El Fofo”, “El Viruta”, “El Barbero”, “El Acaiña”, Pepe Díaz y José Mari “El Cordobés”. De este último jugador, se oyen comentarios en la taberna de Casa Millán, de que actualmente es el más completo de todos.

Pero la Taberna de la Sociedad de Plateros, además del dominó, también fue famosa, por sus “sonados peroles”. Efectivamente por aquellos tiempos y en el formidable patio de esta taberna, tenían lugar bastantes peroles, sobre todo en los fines de semana, en donde disfrutaban de ese buen ambiente, los más “granado de aquella Córdoba”, incluidos los mismos Cruz Conde, que se hacían acompañar por la gente importante de los negocios e incluso de la nobleza de Córdoba.
También pasó a la historia por su participación en la Romerías y Fiestas de María Auxiliadora. Destacar también las cruces de Mayo, que montaba en el patio el popular Manolo Montoro. Esta taberna siempre gozó de una exquisita convivencia y siempre funcionó a la perfección, como ambiente natural de buena “taberna”. Y esto fue gracias a mozos como, Carrizoza, Pepe González, José Granados, Sebastián, Antonio Jiménez, Pepe Hidalgo, Curro y Andrés Granados, que supieron darle siempre aire de agradable taberna. A partir de ellos, todos los que regentaron el negocio, prohibieron el juego del dominó y las peñas, perdiéndose el sentido auténtico de la taberna.

Fue precisamente en su época dorada como taberna de Peñas y dominó cuando recibió la visita de altas personalidades. En el año 1975, y cuando nuestro Guadalquivir, ponía la plata y las copas del dominó de color negro y nos atosigaba con su mal olor a pez muerto, visitó las peñas, el Obispo Monseñor Cirarda, que departió amigablemente con Miguel Alonso, Manolo Aranda y Antonio Martínez, con una copa de “peseta” en la mano, y con algún que otro chiste por parte de Miguel.

Poco despues de morir Franco, visitó la Sociedad de Plateros, “Isidoro”, el Secretario general del PSOE, que se encontró en Córdoba, con amigos y nostálgicos de su partido. Luego y cuando ya se vieron las fotos de los asistentes, se pudo ver a un Felipe González, rodeado de los que le entonaban ya como presidente.

También y en plena transición visitó la bodega el que fuera el primer presidente D. Adolfo Suárez, el cual acompañado por su mujer pasó un rato agradable mientras se bebía un medio de Platino. En una bota de la bodega, está el testimonio y firma del presidente.
Posteriormente, visitaron también esta taberna, lideres del PCE, como Julio Anguita Herminio Trigo y Rosa Aguilar. También llegaron otros líderes de izquierdas. Por cierto que en una presentación de la candidatura de Herminio Trigo, se quejaba el tabernero, de que un tal Enrique Curiel, quizás por error u olvido, se fue sin pagar una pequeña cuenta.

Famosa fue la terraza de esta taberna, (azotea), en la que se celebraban muchas bodas, amenizadas con bailables tocados por Los Hermanos Báez y otras orquestas. En aquellos tiempos esta azotea, eran como “Las Palmeras” de aquella época.

Igualmente en esta terraza (1945), se celebró un acto en honor del torero Manuel Rodríguez “Manolete”. Este acto estuvo ofrecido por Club Atlético San Lorenzo, que quiso solemnizar el nombramiento de socio de honor del club al famoso torero. En aquella fiesta según nos contó José Sancho “El borni” todo salió perfectamente a pesar de que “La Chupi” estuvo a punto de estropearlo todo.

DOMINO EN CASA ORDOÑEZ Y OTRAS COSAS

CASA ORDOÑEZ, esta taberna regentada por Paco Medina, yerno del dueño de la bodega, era un hombre serio en donde los hubiera. De un día para otro te veía llegar incluso con la cabeza medio vendada, y no se le ocurría preguntarte nada. Allí se refugiaba una clientela habitual que en el barrio daba la sensación que era de “segunda”. Quizás la eterna piquera y el vino del “pelotazo”, justificaba estos adjetivos.

Esto empezó a cambiar, cuando tertulias habituales de Casa de Minguitos, quedaban allí por las tardes, para jugar sus partidas de dominó, obviamente al dinero. Por aquellas partidas aparecían El futbolista Amaro, el fotógrafo Baños, el “Maero”, Antonio Dávila, El “Curreles” y Pepin Sánchez, entre otros. Allí por aquellos tiempos 1955-60, los billetes de 500.-Ptas, ya se veían pasar de una mano a otra con suma facilidad.

La clientela habitual era muy parca, ya que allí se bebía vino del “Pelotazo”, pero fue a la llegada a la parroquia de D. Juan (El látigo negro), cuando su padre D. Marcelino Novo, encarriló las partidas normales del dominó en compañía de Serrano, Eulogio, “Platerito” y “El Carcelero”.

De forma paralela, Ángel Parejas e Isidoro Álvarez, empezaron a hacer sus carrozas en la taberna y por unos años cogió cierto protagonismo. Fundaron la Peña la Limalla, que era la que titulaba aquellas carrozas para que el cura se llevara el premio. Obtuvieron sonados premios y marcaron un antes y después en el tema DEL DISEÑO, DE FLORES Y CARROZAS. Ángel Parejas, desapareció relativamente pronto, pero fue Isidoro Álvarez, en compañía de Margarita Laguna, los que desde la Peña la Pimienta, dieron vida a todo este mundo del folclore netamente cordobés. Esta pareja, estuvo siempre al servicio de la Córdoba Festiva, en Carnavales, Cabalgatas y Romerías.

EN CASA MANOLO

En casa Manolo (El de las quinielas), se jugaba todos los días al dominó clásico y destacaban:
Rafael Medina “El Misa”

Jugador de reconocida categoría, hombre discreto, callado y de jugadas geniales. Pero su sencillez, se imponía sobre todo comentario. Se repetía un comportamiento igual de cuando era un gran futbolista, calidad esta última reconocida por todos los que le conocían.
Fernando el “Nano”, Cristóbal Garzón, Antonio Camacho y Alejandro Rodríguez, estos cuatro jugadores fueron posiblemente de los más completos que haya podido haber en Córdoba.

También hay que citar en esta taberna a grandes jugadores como Manuel Rey “El Chico fortuna”, Manolo Sánchez “El tocinero”, Manolo Trujillo “El Capuchinos”, Álvaro Baena, “El estuches” y otros grandes aficionados.

EN LA TABERNA DE “LOS PERROS”
En casa de Minguitos, no se jugaba al dominó. Y en casa de “Huevos Fritos”, eran partidas que quedaban reducidas a la Peña de los Minguitos, que por diferencias con Manolo Minguitos, tuvieron que cambiar de Taberna. Por tanto vamos a recordar el dominó que se jugaba en la Taberna de los Perros, llamada así porque cada vez que entrabas a Casa de Joaquín, lo primero que salía a recibirte eran dos perros Chatos, que no decían ni pío.

En esta taberna, se daban partidas de alta apuesta y si hemos dicho que en Casa de Ordoñez, se veían los billetes de 500.-Ptas. de un lado para otro, aquí lo que se veían eran las famosas “Lechugas” (1000.-Ptas.). El juego no era el dominó clásico, sino que se jugaba, “al arbolito” .

En esta taberna jugaba todo el mundo, pues además de los cuatro que participaban en la partida, todos los que estaban mirando apostaban y fuerte entre si. Allí acudía mucho “El Pano”, “El Maero”, “El Ramiro”, “El Comandante”, “El Chico”, “El Sastre”, “El Dávila” y Paco Martínez, el marido de la “Lola Trujillo”, que casi siempre era carne de cañón.

En esta taberna se celebró una partida “tramposilla” que se jugó al dominó “de alivio”, entre Vicente Soler, el Dávila y el Curreles”. Entre los tres “pelaron” a un joven Amaro, que acababa de fichar por el Sevilla, y se vino a Córdoba con sus 245.000 duros de ficha, y como no, probó como era su debilidad al juego un poco de trampa que le prepararon los tres “prendas”. Al menos aquel día lo pelaron bien pelado.

Al margen de estas partidas, esta taberna también tenía su gente clásica que se desenvolvían como si estuvieran en su casa. Aquí entraban media banda de música de Lepanto. Entraba “El Rojas”, “El Miguelito”, Nicasio, los hermanos Milla y los hermanos Blanco. De los hermano Blanco, hay que hacer resaltar que Antonio, delineante del Ayuntamiento, cuando tuvo que trabajar en el nuevo ordenamiento urbanístico de Córdoba, le demostró un cariño especial a la calle en que nació, (Pedro Verdugo), adjudicándole en los papeles oficiales, el importante nombre de AVDA. DE DON PEDRO VERDUGO

sábado, 12 de marzo de 2011

LA CHATARRA Y EL COLISEO ROMANO


Allá por los años cincuenta y sesenta se puso de moda para muchos de nosotros el conocer las chatarrerías. Allí íbamos los más jóvenes a vender todo aquello metálico que nos encontráramos por la calle y de esa forma obteníamos algunos ingresos extras, para el cine, para comer o para lo que fuera.

Hoy, por las circunstancias de la vida, vemos circular por nuestras calles a unas criaturas, por lo general rumanos, que en su día obviamente no tuvieron suerte en el “Paraíso Socialista” de su país de origen. Esto que puede suponer un desengaño del “Paraíso Socialista” se lo escuché a Lucas León, con motivo de un viaje que hizo a este país en compañía de Paco García Salve. Ambos quedaron totalmente decepcionados ante la realidad que pudieron apreciar. A pesar de todo esto, en una de las últimas entrevistas que le hicieron al periodista José Mario Armero, se jactaba de que él había puesto en contacto a políticos de nuestra transición con el líder rumano Ceacescu para que este “aconsejara” de cómo lo teníamos que hacer. Poco tiempo después el citado líder moría asesinado en las calles de Bucarest.

De aquel “paraíso” han venido estos emigrantes, que si bien, por supuesto, no representan a la totalidad de los ciudadanos de aquel país, sí suponen un importante grupo marginal del mismo. Se dedican a coger con toda la dedicación del mundo los “sobrantes” de carácter metálico y no metálico que encuentran por todas partes, transportándolos en unos aparatosos carromatos como único medio de transporte, en su mayoría “fabricados” por ellos mismos. A esa figura humana, trabajadora y recolectora de todo lo que sobra, se le ha llamado de siempre “el chatarrero”.

Normalmente toda esta carga la llevan a una “base” en donde todo lo desmontan, lo trocean, lo clasifican, y finalmente lo llevan a la chatarrería. Y así estos inmigrantes hacen una labor muy importante para nuestras ciudades, pues las limpian de aquello que nosotros, incívicamente, dejamos abandonado junto a los contenedores.

EL SÁBADO DE GLORIA

En aquellos tiempos de dificultades económicas y muchas necesidades, la chiquillería tenía por tradición el Sábado de Gloria ARRASTRAR LATAS Y ELEMENTOS METÁLICOS para hacer ruido de alegría por la Resurrección del Señor, que la Iglesia celebraba a partir de las DOCE DE LA MAÑANA. Llegada esa hora, todas las madres les procuraban a sus hijos la posibilidad de arrastrar amarrados a una cuerda las latas y los cacharros viejos que se encontraran. Era una cosa habitual, sobre todo en los barrios populares, y solía durar ese “arrastre” un par de horas. Nadie protestaba ante los ruidos, pues se consideraba como un rito heredado de padres a hijos. Y eso que eran muchas las latas que aquel año 1954 teníamos los nenes de mi calle. Cuando querías descansar del arrastre, las dejabas simplemente en la calle y las volvías a coger al rato. Pero aquel año fue distinto, porque José Montero Cívico, el “Pillo”, fue fiel a su apodo, sorprendiéndonos a todos de forma que, mientras descansábamos, él no tuvo nada más que arrastrarlas todas y se las llevó a la chatarrería del Huerto del Peral (Calle la Banda) donde trabajaba el “Morito”. Allí le dieron un par de pesetas. A pesar de nuestras quejas, las latas y elementos metálicos se quedaron en la chatarrería, y él lógicamente se encontró con un dinero que debió de venirle muy bien. A raíz de aquel día, la chatarrería ya adquirió importancia para todos nosotros y estábamos locos por ir a vender allí cualquier cosa.

Así que de arrastrar latas solamente el Sábado de Gloria, muchos pasamos a recolectar todo aquello metálico que se pudiera vender cualquier día del año. Quizás los más atrevidos arrancaban y cortaban incluso elementos metálicos en uso... El objetivo era que Fernández, el de la báscula, te diera el importe que pagaba, el cual te venía de perillas. Muchas veces fuimos al cine, al fútbol y a otras diversiones gracias a la chatarra.

Por aquellas fechas la Calle del Cristo, junto al taller de Manolo Martínez “El Latonero”, se echó a la calle para presenciar la boda de la “Salvorilla” que habiéndose quedado viuda muy joven (del Salvori), optó por casarse “de segundas”. En aquellos tiempos la costumbre era enganchar en el coche de los “casados de segundas” una serie de latas que se arrastraban e indicaban a todo el mundo que se casaba UNA VIUDA. El encargado de poner las latas fue su vecino el latonero, que buscó todas las latas, perolas, ollas y cacharros viejos que tenían “olvidados” hacia tiempo sus clientes, por lo que formó una “cola metálica” de escándalo. Todos los nenes fuimos detrás del coche de los novios. Lo que menos nos interesaba era la boda. Lo que todos nos disputábamos era el amasijo de latas para venderlo en la chatarrería. Incluso las arrancábamos con el coche en marcha. Los novios hubieron de parar el coche, pues tres de nosotros íbamos subidos en la parte de atrás a fin de ser los primeros en arrancar las latas. El novio tuvo la galantería de entregarnos las latas a fin de evitar un accidente. Al final éramos tantos los que aspirábamos a aquella chatarra que tuvimos que llegar a un acuerdo para repartirnos el lote.

LA OTRA “CHATARRA”

En 1956, año de reformas en San Lorenzo, la preciosa maquinaria a contrapesos del reloj de la torre, inaugurado en 1912, fue destrozada, desmontada y llevada trozo a trozo a la chatarrería. También toda la instalación de cobre del alumbrado de la Iglesia, fue quemada en la sacristía (para quitar la envoltura) y se perdió. Debajo de los altares laterales aparecieron unos antiguos candelabros hechos en tipo de forja catalana, y con el asesoramiento de Miguel del Moral, se les puso también ruedas en casa de un anticuario de la Calle Cabezas. Yo los transporté y me dieron una moneda de dos reales por ello.

Al quitar la falsa techumbre (una bóveda de medio punto), y dejar a la vista el artesonado y vigas de madera, salieron enorme cantidad de escuadras y garras metálicas que armaban la estructura de madera que sostenía los yesos. Estos herrajes, que fueron abundantes, se fueron perdiendo poco a poco del lugar en que se “guardaban”. En todos estos tejes y manejes hubo dos amiguetes: Pepe Díaz y Luís Nogales, ya fallecidos los dos.

Sin ser chatarra precisamente, de los cuadros se perdieron algunos marcos e incluso se cambiaron algunos lienzos originales por copias (por supuesto de peor calidad). Se perdieron once espejos dorados (cornucopias) que estaban en las columnas… y al parecer siguieron la dirección de la ciudad del Darro. Sin ser chatarra se perdieron también de la noche a la mañana unos espléndidos libros corales confeccionados por los monjes de San Jerónimo de Valparaíso. En fin, poco pudimos hacer al ver cómo se llevaban aquella “otra chatarra”. Se perdieron hasta las campanitas que daban los “cuartos” del reloj.

LA CHATARRA Y LA COMPETITIVIDAD

La chatarra es importante para los inmigrantes rumanos y fue importante para nosotros en su día, pero desgraciadamente, al ritmo que vamos, cada vez habrá menos chatarra metálica. El plástico, está sustituyendo a muchos elementos metálicos con lo que ello supone en detrimento de la mano de obra.

Efectivamente, la sustitución de elementos metálicos en la industria por formas de plástico se nota en la carga de trabajo DE FRESADORA, TORNO, TALADRO, Y AJUSTE. Son muchas miles de horas de elaboración que con el plástico moldeado se han perdido, y eso se traduce en pérdidas de muchos puestos de trabajo. Como muestra, podemos citar aquí la industria del frío, los electrodomésticos y la automoción. Cada vez habrá, por tanto, menos chatarra y paralelamente cada vez menos horas de mecanizado y elaboración. Hoy en día elaboras una coquilla o molde de cualquier elemento metálico y puedes en una jornada de trabajo inyectar con plástico miles y miles de piezas.

El plástico ha llegado a sustituir hasta a elementos de tortillería, tuercas, arandelas y espárragos roscados, que al obtenerlos por inyección reducen enormemente sus costos y su elaboración. También se utilizan los plásticos como separadores para todo el tema de moldeado de hormigón, sustituyendo a los separadores tradicionales de acero.

Vamos, que el plástico nos está dejando sin “chatarra” y eso es síntoma negativo de paro y de miseria. Ahora es nuestra industria la que se está convirtiendo en una mala chatarra, pues de las instalaciones, capital y mano de obra solamente se está eliminando esta última.


Vespasiano

… Al emperador romano Vespasiano (66-99) cuando se iba a disponer a levantar el famoso Coliseo Romano se reunió con sus técnicos y arquitectos y éstos le presentaron un plan a base de medios MECÁNICOS para simplificar las labores de ejecución de dicho monumento. El emperador, al que le gustaba analizar mucho los consejos de sus asesores, contestó a los pocos días: “por encima de la simplificación de las tareas del trabajo de construcción, está la obligación del Imperio de dar un trabajo digno a sus ciudadanos”. Así que Vespasiano largó a paseo las máquinas que le hubiesen ahorrado mano de obra y hasta planificó la cosa para que la inauguración durase cerca de cien días. De esta forma dio trabajo a los comercios de la ciudad de Roma. Eso entendía él que era generar riqueza (por cierto, lo que por un lado daba por otro quitaba: puso una tasa por usar las letrinas públicas).

El comportamiento de este gobernante debiera servir de ejemplo para muchos políticos de ahora, que con aires excesivamente “liberales”, consienten intercambios, fusiones de empresas, que con el achaque de UNA INEXISTENTE COMPETITIVIDAD, acaban con la mayoría de los puestos de trabajo, como por ejemplo las empresas eléctricas y de telefonía. Estas últimas, facturando con un incremento casi exponencial en relación a los años sesenta, no tienen apenas ni la centésima parte de trabajadores. Eso sí, se ufanan de ser “competitivas”.

jueves, 3 de marzo de 2011

LA CALLE LAS PARRAS

En el año 1963, coincidí con un antiguo compañero Antonio Cañero Roduela, que me lo encontré visitando el patio de mi casa, (C/ Roelas 22), que ese año habíamos presentado al concurso de patios que organizaba el Ayuntamiento de Córdoba.

Recordamos con simpatía aquel primer curso de la Universidad Laboral (1957) y lo bien que lo pasamos en aquellas prácticas de taller. Me contó que había regresado de la Universidad Laboral de Tarragona, en donde había hecho Artes Graficas, pero que a pesar de que llevaba trabajando un año en Graficas Utrera, en Córdoba, (C/ Benito Pérez Galdos), tenía pensado marcharse a Australia al calor de un familiar suyo (Francisco Cañero), que ya había emigrado al país de los canguros. A este respecto me comentó: “Mi pariente tuvo que marcharse a Australia, porque en Graficas Utrera a pesar de que él era un buen Maquinista y Minervista se le fueron complicando la opciones de trabajo. Quizás también la influencia decisiva de su mujer Obdulia, fue el detonante final para que este hombre MEDIO LLORANDO, se despidiera de sus amigos, sus compañeros y de su Córdoba, para siempre.”.

De las últimas veces que pude ver a Francisco Cañero, en Córdoba, salía del taller que tenía el tío de José . Campos Moya, al que solía acudir para “echar horas”. Como tantas personas hacían por aquellas épocas. Este taller estaba situado en la calle Ruano Girón, (Calle la Banda), en la casa en que estuvo la “Tasca de Barbudo”, el hombre de la antigua “Moto LUBE”. También en ese portal estuvo la zapatería de Curro “El Sopo”, Zapatería, en donde se daban sesiones de TEATRO LEIDO, sobre todo de novelas del Oeste, a cargo como no, del simpático “Artillero”. El mismo “Sopo”, “cantó” durante muchos años la lotería de la “Taberna la Paloma” en las Costanillas.

Han pasado los años y con motivo de la página Web de la Universidad, me he comunicado varias veces con Antonio Cañero Roduela. Precisamente en el mes de Mayo del 2010, y en medio del festival de los patios. Me envió un correo para decirme: “Me he afincado definitivamente en Australia y ya es difícil que vaya para allá, pues mis hijos están casados y situados aquí junto a mis nietos. Y como es natural mi mujer y yo queremos acabar nuestros días junto a los nuestros.”

Seguimos la conversación y le pregunté por su pariente Francisco Cañero, y me dijo que había muerto a principios del año pasado, a los 92 años. Al hablar de su tío Paco, se refirió en los siguientes términos.: “Mi pariente, me dijo, que desde que se marchó en el año 1963, no volvió nunca a España, a pesar de que su esposa, si ha vuelto unas cuatro veces. El como le costó tanto tiempo y penas adaptarse a la lejanía de Córdoba, tenía mucho miedo a volver, ya que pensaba que si volvía a pisar su Córdoba, “NO HUBIERA TENIDO VALOR PARA ABANDONARLA OTRA VEZ”. Testigo de toda esta conversación con mi tío Paco, eran sus lágrimas.

Al decirme esto, el vello se me puso de punta. Al pensar en la distancia, la separación y la angustia que acompañó al bueno de Paco Cañero durante toda su vida en la lejana Australia. Ese su “Exilio de trabajo” tan lejano, lo padecieron muchos cordobeses por los años sesenta, terminó diciéndome. Ten en cuenta me dijo, que nada más que para venir a España, el pasaje supera más de los 3.000 euros.”

Sin habernos recuperado del relato, me pidió que le hablara de Córdoba, de sus gentes y de los patios. Y yo para alegrarle el ánimo le quise hablar de los patios de una calle simplemente, porque sus patios resumen maravillosamente cualquier homenaje que se le quiera hacer a Córdoba, y a sus gentes en el mes de Mayo.

LA CALLE DE LAS PARRAS

Al quererle relatar a mi antiguo compañero el “australiano” el ambiente de patios que se respiraba en Córdoba, he procurado hablarle de forma muy general de esta eclosión que ha experimentado Córdoba en mayo del 2010, pero para citarle detalles me he querido centrar solamente en la CALLE DE LAS PARRAS.

En los años que llevo viendo patios ningunos me han impresionado tanto como los patios de la calle de las Parras, esta calle para que tu te sitúes, le decía a mi amigo el “australiano”, es paralela a la calle Ocaña, calle, que está junto a la famosa taberna de las Beatillas, y que a decir de las hemerotecas fue visitada por el Poeta García Lorca, en la Semana Santa de 1935.

En la misma calle Ocaña, vivió en su juventud Rafael García Repullo “El Tinte” que jugó en el San Lorenzo, Córdoba y Atlético de Madrid. Viviendo en Madrid, venía todos los años a “veranear” Al sol de su Córdoba y se reencontraba en San Lorenzo, con sus amigos de la infancia, especialmente con Vicente Soler y Manolo Crezo. En una de estas estancias en Córdoba, y ya mayor, la aprovechó para casarse en la Iglesia de San Rafael, con su novia de siempre. La boda se celebró a la siete de la mañana. No hace falta decir que el sacerdote de la boda fue D. Antonio García Laguna, gran conocido de la familia, y una testigo que no faltó, fue su tía, la famosa “Josefita la Repulla de San Rafael.”.

El “Tinte”, a mediados de los sesenta se vino a vivir a Córdoba, en donde lo colocaron de ordenanza en la Caja Nacional. Se fue a vivir al Barrio de Santa Rosa, no obstante todos los jueves, se encontraba en la Sociedad Plateros de la calle Maria Auxiliadora, con algunos amigos de la tertulia “El Negrete”. (Peña Puerta-Nueva), también acudían como invitados, Pepe Alcalá, (El Capitán), Miguel Morrugares (El Fati), y José Mena, (El Pacifico), viejas glorias de aquella simpática Peña de los 14 Pollitos.

El 12 de enero del 2000, falleció el “Tinte”. Había nacido en la calle Zarco, una de las calles mas antiguas de Córdoba. Posteriormente vivió en la calle Ocaña y de allí la casa familiar se trasladó a la calle Badanas, a espaldas de las Bodegas Campos. Hoy esa casa está incluida en el restaurante.

También, paralela a la Calle las Parras, está la calle Hinojo, calle bonita y cordobesa, en donde vivió bastantes años el “Marqués del Cucharón”, (D. Alfonso López), personaje insustituible en la Córdoba cultural, clásica, y festiva. Hombre de tremenda ilustración y que supo hacer gala de su cordobesismo como pocos. Tuvo amigos a borbotones y siempre fue fiel a su innata elegancia y discreción. Si la historia tuviera que buscar un personaje que representara la ilustrada imagen del Séneca cordobés de todos los tiempos, ese pudo ser D. Alfonso López.

D. Alfonso, hombre liberal y demócrata, tuvo siempre muy a gala, que D. Antonio Jaén Morente, (El Republicano), lo eligiera entre el grupo de amigos por los que demostró un especial interés, en contactar con ellos, en su visita de vuelta a Córdoba, desde el exilio, allá por el 1954. Esa lista la confeccionó D. Antonio Jaén, y se la remitió al gobernador D. Victoriano Barquero y Barquero, a su requerimiento.

Un día estando en la Taberna de las Beatillas, coincidí con él y le pregunté en compañía de Joaquín Ruiz Baena, ¿D. Alfonso, porque razón el Maestro Ramón Medina, no mencionó nunca en sus canciones populares al Barrio de San Lorenzo?. Es curioso continué, pues menciona al de San Agustín, Santa Marina y San Juan de Letrán. Entonces D. Alfonso me dijo: El cura, el cura, (El látigo negro), que tuvo una trifulca con Juan Morales Rojas, y desde entonces, éste poeta, que era el autor de las letras del Maestro, silenció para siempre a San Lorenzo.

LOS PATIOS

Acompañado de mi esposa decidí visitar los patios de la mencionada calle Las Parras. Nada más entrar y hacia la derecha, (Por la Rejas de D. Gome), nos encontramos con el patio, que había obtenido el primer premio. Al traspasar la puerta de la calle pudimos comprobar el porqué dicho patio era acreedor a ese galardón. Al principio y casi en el pórtico vimos a una encantadora joven, que al parecer era la dueña, y que no cabe duda de que podía, presentarse como una flor más de las muchas que había en aquel patio. El patio presentaba una gran variedad de geranios, gitanillas y flores de todos los tipos por exóticos que parecieran. Todo formando una conjunción de belleza, colorido, que daba una sensación de maravilloso y pacifico bienestar.

Que colección de objetos y recuerdos, de típica y rancia antigüedad. Como la máquina de escribir tipo “Royal” que nos recordaba aquellos tiempos de la academia “Underwoodd”. Clásica tienda de máquinas de escribir que hubo en la acera del Instituto Góngora, y que estaba regentada por aquella mujer tan pionera en el arte del maquillaje y del teñido del cabello. Su color plata del pelo y los ojos “retocados”, eran un adelanto considerable en el tiempo de la moderna cosmética.

Esta mujer era la hija de D. Lorenzo Gollonett, alto empleado del Ayuntamiento, y que por cierto fue el Jefe del Servicio de Bomberos durante la República, siendo la persona que ordenó a su capataz de confianza. D. José Ruiz Lozano, a que en el mes de Septiembre del 1936, y después de un bombardeo retirara del tejado de la Mezquita-Catedral, una espoleta de bomba que afortunadamente no había estallado.

También había una máquina de coser antigua, que nos recordaba aquellos tiempos de Manuel García Plaza, aquella tienda que vendía accesorios de maquinaria agrícola, bicicletas y máquinas de coser Alfa. Esta razón comercial, confeccionaba todos los años los mejores almanaques de “paisajes” que se daban en Córdoba. El establecimiento estaba ubicado en la esquina de la antigua Plaza de Toros de los Tejares, y su apoderado era D. Manuel Pérez Casas, famoso antiguo alumno salesiano, cordobés clásico en donde los hubiera, amante del teatro y un activo miembro del cuadro de actores del citado colegio Salesiano. Este gran cordobés, fue también Hermano Mayor de la Hermandad del Calvario de San Lorenzo, y en la taberna de la Plaza de la Fuenseca (Casa Bellido), pudieron dar testimonio de sus grandes dotes de buen amigo y excelente persona.

El siguiente patio nos gustó por su amplitud y sus galerías atiborradas de geranios y gitanillas muy especiales. Su pozo en un lado del patio, daba sentido a una casa de vecinos que ahora se asemejaba a un patio cualquiera del palacio de Viana. Allí en esa casa, vivió una persona a las que yo tuve un público reconocimiento, pues fue familiar mío. Manuel Estévez Milla.

D. Manuel Estévez, nació en la Calle Pedro Verdugo y fue un gran profesional en la Electro Mecánicas, su empresa de toda la vida. Allí se le apodaba cariñosamente como “El Negro”. A decir de sus amigos fue un compañero excepcional, que supo compaginar el trabajo con el mundo de las Peñas y como tal fue unos de los fundadores de la Peña de los Romeros de La Paz, en la taberna del Realejo, situada frente a la Confitería de San Rafael. Junto a D. Amador Naz Román, fue uno de los mejores jugadores de dominó que hubo en Córdoba por aquellos tiempos. Murió el 23 de Diciembre de 1975. Curiosamente un mes después que Franco.

En el siguiente patio a mano izquierda se conjuga la belleza con la serenidad claustral. Nada más entrar, el pozo central te avisa de que ese es el lugar ideal para poder admirar ese esplendor de la naturaleza, expresado en maravillosas macetas, con plantas y flores de todos los tipos. El frescor y la brisa del patio, sus galerías…Da la sensación que de un momento a otro, el canto gregoriano va a irrumpir en ese equilibrio del Mayo cordobés. Más belleza y más sosiego es imposible, solamente la poesía del que un día fue su inquilino afortunado D. Pablo García Baena, nos puede desgranar las notas sublimes de esa melodía escondida que se quiere asomar por esas barandas y galerías de claustro eterno. Pablo García Baena, formó parte del grupo Cántico, también fue uno de los refundadores de la Hermandad del Remedio de Ánimas, a la que supieron imprimirle un carácter y estilo tan singular como único, que inevitablemente la hacen ser una de las más famosas de España. Como colofón y premio a su brillante quehacer literario y poético, le fue concedido el Premio Cervantes de las Letras.

Por sus patios y por todos estos personajes, la Calle las Parras, ha sido este año el colofón de los patios, y orgullo de esta zona tan singular de Córdoba, llena de calles con encanto de vecinos e historia.

Que lástima que Australia esté tan lejos, para aquellos cordobeses que un día tuvieron que marcharse por problemas serios de trabajo.