martes, 28 de diciembre de 2010

La Calle "Nueva"



JOSÉ MELLADO “EL CANDADO”

Hace unos días falleció José Mellado Madrid, a la edad de 94 años. Trabajó toda su vida en la “FERRETERÍA EL CANDADO”; por eso a él no le importaba cuando le llamaban atender por el simpático apodo del “CANDADO”. Muchas veces Paquillo “El Rubiano”, Juan Carretero, “Miguelín”, Rafael Calvo o Manolo Blancart, entre otros amigos, así lo llamaron.

Era un gran profesional, y se tenía a sí mismo como uno de los hombres que más entendía de “tornillos” en Córdoba. Medio en broma medio en serio, nos había contado más de una vez que el edificio de los ALMACENES SÁNCHEZ fue de los primeros edificios que se hicieron en Córdoba, allá por los años treinta, sobre estructura de hierro. Se jactaba de decir que José Cuevas, el encargado de Álvarez Salas, y gran amigo suyo, le había dicho que toda la estructura iba a BASE DE ROBLONES Y TORNILLOS, y que la soldadura se puede decir que brilló por su ausencia. De aquel tiempo y por el mismo autor es la actual Cruz del Rastro. Ya en tiempos más recientes también hizo en su fragua de la calle de la Feria la Corona del Cristo de los Faroles.

Pepe “Candado” fue durante muchos años un cliente asiduo de la Sociedad de Plateros, donde diariamente se tomaba sus “medios de Peseta”. Sus dos o tres medios, como él solía decir, caían todos los días. Casi toda su vida vivió en la calle “La Banda”, en casa de los “Almogueras”, enfrente de la famosa “Sarapia”.

Cuando se jubiló no se hallaba todo lo contento que él quisiera, pero pronto se adaptó a su nueva vida. Prácticamente coincidió su jubilación con el mudarse de domicilio. Se fue a vivir cerca de la Avenida de Jesús Rescatado.

Al cambiar de domicilio el vino lo pasó a tomar en la taberna del “Llano Amarillo”, donde medio barrio de La Viñuela jugaba al dominó. A él le gustó poco este juego, prefiriendo siempre charlar y entablar conversaciones simpáticas y amables, en donde daba muestra continuamente de su buen humor y ocurrencias.

Hace poco tiempo, sentado en la puerta de ese bar, mantuve con él esta conversación en la que me dijo cosas muy sabrosas.

“A las 9 de la mañana, suena EL TIMBRE, toca LA CAMPANA, y GUTIÉRREZ coge LA LLAVE para abrir EL CANDADO”.
Con este simpático juego de palabras mostraba a las claras la cantidad de ferreterías que había en la Calle Nueva. Unas mejores que otras, pero todas se complementaban y daban vida comercial a la calle.

A LAS NUEVE DE LA MAÑANA
Estas campanadas, lógicamente, las daba el reloj de las Tendillas. Era la hora indicada para que abrieran los establecimientos que poblaban la Calle Nueva.

Este reloj fue inaugurado en Enero de 1961, mientras la mayoría de nosotros estábamos en aquella plaza presenciando todo el boato y detalles que acompañaron el acto. El water de Caballeros, estaba lleno de gente “en espera”, lo que daba idea de la enorme cantidad de cordobeses curiosos que acudieron a escuchar la voz de Matías Prats y el rasgueo de guitarra de Juan Serrano. El reloj fue promocionado por D. Crecencio Marrodan, distribuidor de la casa PHILIPS en Córdoba. Ni el guitarrista ni el gran Matías Prats cobraron nada por el evento. Solamente se le hizo un donativo de UN MILLÓN DE PESETAS, al hermano Bonifacio para sus niños de San Juan de Dios.

OTRAS COSAS…
Siguió hablando de la gente que hacía cola para jugar al dominó: “Cada vez hay más que se vienen aquí para jugar al dominó, y como observarás no todos son jubilados, sino que hay también mucha gente joven que está sin trabajo. Y es que hay mucho paro, no sé qué vamos a hacer. A este paso pronto van a dejar de pagarnos incluso la pensión. Yo tengo un vecino que hablándome del paro me ha dicho, con bastante humor negro, que hay tantos parados, tanta gente andando por las calles, que hasta el tiempo de los semáforos lo han tenido que cambiar. Y es verdad, el verde de los peatones dura bastante más”.

Más adelante le hablé de su Calle Nueva, y casi se le saltan las lágrimas: “No sé lo que ha pasado con esa calle, pero a mí me da la impresión que desde que pusieron en pie esas columnas romanas junto al Ayuntamiento se cargaron la calle. Pasas por ella y está todo desconocido, muerto y medio abandonado. Quedan sólo dos o tres establecimientos de los de mi época”.

Recuerdo que por aquellos años, los 50-60, a las tres y media esa calle Santa María de Gracia era un reguero de chavalas jóvenes y menos jóvenes que iban a trabajar al Centro. Ese desfile lo formaban las hermanas de la Rubia (Mari Carmen, Loli y Conchi), María Luisa María, Antoñita Franco, Rafi Ariza, Angelita y Fuensanta Saco, Rafi Extremera, las mellizas de Amparito, Inés Roldán, las primas de Calerito, Rafi Nogueras, Antoñita Amaro, Nieves Fernández, Isabel Agudo (la cuñada de Cerrillo), Elisa Camacho, las hermanas Cantueso, Pili Clemente, las hermanas Mesa, las hermanas Mari y Manoli Mata, Rafi Gavilán, las Hermanas Lucena, Manoli Serna, las Hermanas García Millán, Maleni Sánchez, la “Fali del Huerto”, Rafi Álvarez, Mercedes Villalba, las hermanas Pacheco, etc., etc. Todas formaban como una serpiente multicolor en donde cada una de ellas procuraba el lucimiento de sus zapatos, sus faldas de tergal, sus chaquetas, sus rebecas, sus peinados sus bolsos y hasta sus andares. Y la calle que “empleaba” a la mayoría de ellas era sin duda la Calle Nueva, posiblemente la calle más comercial de la Córdoba de entonces.

Ya dejando al amigo “Candado” queremos recordar la ingente cantidad de buenos comercios a las que acudía toda la Córdoba que necesitaba comprar algo, ya fuera con dinero o aplazado. En este segundo capítulo de compras hacían furor los famosos “VALES DE CRÉDITO”.

Se compraba a crédito en Almacenes Galo y José Hernández, un establecimiento de tejidos, prendas de vestir y toda clase de complementos. Era una tienda enorme con seis puertas de entrada a la calle. Por cada puerta te encontrabas caras de familiaridad. Se daba por ejemplo la circunstancia de que había incluso cajeras que eran hermanas de otras que habíamos visto en otros establecimientos próximos, tal era el caso de las hermanas Mesa. Una estaba allí y otra en Calzados Montilla.

Más abajo tenías la zapatería de Ciudad del Betis, luego los Almacenes Los Madrileños, que también tenían buena clientela de vales. Éste fue uno de los primeros comercios de Córdoba que tuvo un “letrero luminoso”.

Qué hablar de las tiendas de calzados. Además de las citadas Ciudad del Betis y Calzados Montilla (con dos tiendas) estaban Calzados Rivas y Calzados Mallorca. Y para tomarse una horchata, o helado estaba el simpático carrillo de “El Rubio”.

Había dos relojerías, sin duda de las más acreditadas de Córdoba, la Relojería Suiza y Relojería Mesa. Otras tiendas de mucha importancia eran los Almacenes Sánchez, los líderes en Córdoba en temas de juguetes, Zafra Polo, Marqués, León, Antonio Molina, Kalia, Checa, Martínez Rücker, Flomar, Otero Óptico, Alberto Molina, La Purísima, Muebles Redondo, Creaciones Amara, Deportes Romero y la tienda de paquetería y bordados Muñoz Morán. Esta tienda tenía en su segundo piso un taller con más de 25 jóvenes bordando y haciendo encajes. A la puerta estaba el simpático lotero Pino, siempre ataviado con su bigote y que fue de los primeros que empezó en Córdoba a vender participaciones. Gran fumador, fumaba siempre unos puritos muy pequeños. Su pregonada favorita era: ¡que tengo la “salvaora” y la otra!.

También en la esquina de la calle Azonaicas había una tienda de peletería de alto nivel que se llamaba Ciudad de Córdoba. Esta tienda estaba regentada por dos hermanos, que además de auténticos caballeros por su indumentaria parecía que estábamos ante dos personas de cualquier “clausura”.

Había hasta una clínica de accidentes de D. Francisco Calzadilla León. También estaba la consulta del Doctor Zurita, los laboratorios de los doctores Cabrera, y Rafael Canalejo (el Alcalde de Bélmez), que se hizo famoso por el concurso de TVE “Un millón para el mejor”. También el nombre de su pueblo fue primera página en muchos periódicos y revistas de la época. Todo el mundo quiso conocer este bello pueblo industrial del Valle del Guadiato.

El Alcalde de Bélmez en TVE
También en temas de perfumería, la calle estaba perfectamente representada por Casa Hoyo, un referente en Córdoba. Allí íbamos muchos a comprar la famosa “brillantina”, que nos mandaban nuestros padres para peinarse los sábados.

En un precioso edificio que hace esquina con la calle María Cristina hubo en primer lugar una tienda de Pueyo; después se instaló allí el primer Supermercado importante de Córdoba, que se llamaba SASS, y que entregaban para promoción los primeros vales VALISPAR que se vieron por aquí, Más tarde se instaló Urende, que ha estado hasta hace bien poco. A la espalda estaba Electricidad Poveda, y por ese rincón se entraba a las oficinas del Ayuntamiento. En el año 1979, recuerdo que el Alcalde de Córdoba, Julio Anguita, que estrenaba cargo, presenció desde uno de los balcones de ese edificio la Cabalgata de Reyes Magos. Se puede decir que aquel balcón, quizás por la novedad, fue tan observado como la propia Cabalgata.

Por tener esta calle, tenía hasta su farmacia, e incluso hasta su Banco. Pero lo que más nos llamaba la atención de esa calle a todos los nenes eran sus balcones. Balcones que eran “palcos anhelados” por todos nosotros, sobre todo cuando pasaban las procesiones de Semana Santa, las Romerías, la Cabalgata de los Reyes Magos… Nos daba mucha pena ver como casi siempre estaban vacíos y nosotros siempre agolpados en la calle y aguantando, de pie, a la espera de los desfiles. Y me acuerdo de los nenes “arrancando” cera de los nazarenos después de las procesiones. La mejor herramienta para arrancarla del suelo eran las formidables cuchillas de afeitar MSA. Que servían por lo menos para diez manos por cada lado.

LOS “VALES DE CRÉDITO”
Los establecimientos de esa calle, como media Córdoba, vivían de los vales de crédito para el pago a plazos, que por aquellas fechas estaban a la orden del día.

Entre todas las personas que han dado cuentas en Córdoba podemos citar:

Al “Chico Fortuna”, cuya zona de influencia era San Lorenzo, Las Costanillas, San Juan de Letrán y La Magdalena.

Al Rubio, “El Piyayo”, como también le conocían por la Electro Mecánicas, que extendía sus clientes por las Delicias, Venta San Francisco, Olivillos de Don Félix, Olivos Borrachos y en la Fábrica de la Electro.

A Juan Rojas Morales, que tenía su zona de influencia en los Olivos Borrachos, Cenemesa, Avenida Parque y Pisos de Cañete y el barrio de la Electro..

Al amigo Paco Flores, más reciente, que se quedó con las zonas del Chico Fortuna, e incluso ampliando a las Moreras y Palmeras.

Los “vales” que daban estos “agentes” personales servían para todo, incluso muebles, electrodomésticos y joyería. Así, en los Almacenes Robles, dedicado a artículos de regalo, un gran porcentaje de sus ventas eran por este cauce.

Por supuesto que eran muchos los clientes de estos vales de crédito, institucionalizados hasta en las grandes empresas. La Electro, Cenemesa o Carbonell concedían a sus trabajadores “VALES DE ROPA O ZAPATOS” para la mayoría de tiendas de Córdoba. La Constructora, “trabajaba” con los Almacenes Rodríguez Espejo, en plena plaza de las Tendillas. La Electro Mecánicas, además de trabajar con todas las tiendas más comunes, lo hizo con una tienda muy simpática que había en Córdoba, “El Metro S.A.”, con domicilio en Plaza de San Agustín y en la calle Barqueros, en donde está hoy COVAP. Se puede decir que esta última tienda durante muchos años vivió de estas ventas a plazos, para las que había que esperar reglamentaria cola.

Cualquiera diría que Córdoba estaba sumida en el crédito total. Pues en cierta forma sí. Pero también es verdad que este crédito era a “niveles domésticos”, y que difícilmente con ellos se podía alterar la estabilidad económica del país. Ha sido ahora, cuando unos cuantos “empresarios listos” han manejado sus negocios con CIENTOS DE MILES DE MILLONES DE PESETAS, que no eran suyos, solamente “avalados” por unos productos (pisos) que tenían pendientes por construir y vender. Ellos vendían y pagaban, y mientras este ciclo se verificaba, todo lo demás funcionaba.

Pero al igual que las empresas no daban vales de crédito por un importe superior al sueldo de un MES, los bancos y cajas se volvieron locos. Y mientras les pagaran daban y daban. Cuando se cortó el ciclo de ventas de pisos, se paró el pago que retroalimentaba a los créditos y todo el sistema de castillos en el aire se vino abajo. El Gobierno, para evitar males mayores, tuvo necesidad de “inyectar euros” en los bancos, para corregir sus “locuras”… que ahora lo estamos pagando los ciudadanos con los recortes sociales que se están dando… y esperemos que quede la cosa ahí.

NOMBRES PROPIOS

Ya hemos comentado que Don Francisco Calzadilla León, afamado traumatólogo, tuvo una clínica de accidentes en esta calle, pero por lo que lo hemos traído aquí es por destacar la labor que hizo durante toda su vida profesional en el Hogar y Clínica de San Rafael. En ese Hospital Infantil al que todo el mundo conocía por la “Famosa subasta de Reyes Magos”. El doctor Calzadilla, con un equipo de colaboradores entre los que destacaré a Don Gonzalo Briones Espinosa, se entregaron a paliar el dolor y el sufrimiento de los más desprotegidos.

Se pueden contar en miles los casos de niños que él atendió, bien en consulta o en el quirófano. Ni mucho menos eran niños de familias con alto poder adquisitivo, sino que eran los más desvaídos de la sociedad de aquellos tiempos. Se enfrentó con casos que desde el punto de vista médico “eran como abandonados por imposibles”. No tenían arreglo para el resto, y él, con el calor que le daban los Hermanos de San Juan de Dios sacó adelante a muchos niños de aquellos “condenados” que hoy, ya mayores, podrán ratificarlo. Pongo como ejemplo el caso del “Campanillas”, que para el que quiera observarlo por curiosidad lo puede ver en un cuadro que existe en las escaleras de dicho Hospital, en el testero de la segunda planta.

En este cuadro pintado en febrero del 1954, dos días después de una nevada intensa que cayó en Córdoba, aparecen el Hermano Gerardo, en sus brazos, el simpático Manolo, que tenía las dos piernas afectadas de “polio” El de la cama se llamaba “Yepes” y tenía un “tumor blanco de cadera”. El de las muletas es el mencionado “Campanillas”. Y el último, el que queda a la derecha con ambos pies deformados, se llamaba Esteban y era de Ciudad Real. Era un chaval formidable, pues a pesar de los 10 años que tendríamos, leía perfectamente con voz de locutor, como le decía el Hermano Bernabé. Con este compañero coincidí en la Universidad Laboral y me dio mucha alegría viéndolo en su banco de ajuste, andando casi perfectamente. El día que operaron a este compañero, simultanearon su operación con otro chiquillo al que le insertaron en sus pies los huesos que a éste le sobraban.

El cuadro se hizo como recordatorio de una especie de “mini” Congreso de traumatología que se celebró en la “Sala de los Pequeños”, y donde el Doctor Calzadilla, a un grupo de médicos y estudiantes de medicina, les explicó todo el proceso de tremendas operaciones que había sufrido el “Campanillas”. Entre otras cosas quiero recordar lo que más o menos dijo:

“Este niño vino hace dos años de un pueblo del Valle de los Pedroches. Venía con una parálisis generalizada. Para subir las cuerdas del toldo de la terraza tenía que ayudarse con la boca, porque en la cabeza era donde únicamente tenía sensibilidad. Después de cuatro operaciones, y con la ayuda del equipo médico de que disponemos (recuerdo que allí estaba muy joven Don Gonzalo Briones Espinosa) hemos conseguido que este chico pueda valerse por sí solo e incluso andar con muletas.

Como recuerdo, se pintó en Córdoba este cuadro en el que son protagonistas los niños, y cómo no, el Hermano Gerardo, ALMA, NORTE, y figura destacada de aquel Hospital, por sus conocimientos y entrega total y absoluta por la salud de los niños. Según decía él en muchas ocasiones era su forma de “hacer Iglesia”

Yo doy fe de aquello, porque pude comprobar allí mismo los tremendos casos que se resolvían. Había niños con las dos piernas escayoladas. Niños con escayolas desde la cintura, y hasta niños escayolados hasta el cuello. Aquello era de apariencia digna de toda lástima, y que sólo con el optimismo y el primor que los Hermanos ponían en el cuidado a los niños se conseguían tímidas sonrisas en sus pequeños rostros. Como contraste, también estaba en la Calle Nueva", aquel practicante que según los que lo conocieron en Córdoba, vivía en el edificio en el que finalmente estuvo Urende. Al parecer se llamaba Narbona. En aquellos tiempos la meningitis hacía de las suyas en las clases populares, por la escasez de penicilina. Pues bien, dicho individuo tuvo la maldad de hacer trampas con este antibiótico: inyectaba cualquier solución de tipo "inocua" y se quedaba con la penicilina, que luego la vendía al estraperlo. Al menos, fue condenado a unos doce años de cárcel

De San Juan de Dios solamente solemos acordarnos del Hermano Bonifacio, porque era el Intendente. Pero allí había una comunidad y un montón de voluntarios que hacían posible la ingente labor DE AYUDAR AL PRÓJIMO. A mí personalmente no se me puede olvidar el Padre Vici, al hermano Gabriel, el Padre José, el Hermano Tomás, el Hermano Bernabé, el Hermano Antonio, el Hermano Domingo… A Miguel el de la Cocina, a las mellizas de “la Nevería” que lavaban las vendas…y al mencionado Hermano Gerardo, el hombre que realizó miles y miles de curas a niños enfermos, y asistió a interminables operaciones de quirófano. Era también el responsable de todos los postoperatorios, y siempre estaba allí al pie del cañón. Después de estar muchos años bregando con la salud de los niños se cansó de vivir, según decía, “DE FORMA CÓMODA”. Se marchó a las misiones, allá por Ruanda.
El Hermano Gerardo.
Es lamentable que la ciudad de Córdoba sea tan “dadivosa” con aquellos que tuvieron como único mérito especial el ser políticos (del color que sea) o enchufados de los mismos. Homenajeados por la sociedad con tanta frecuencia, hasta con calles y públicos homenajes.

En cambio Don Francisco Calzadilla, sus ayudantes y los Hermanos de San Juan de Dios son prácticamente ignorados, quizás porque “huelen algo a Iglesia”, quizás porque nunca esperaron nada a cambio.


sábado, 11 de diciembre de 2010

El aguinaldo y la bolsa de Navidad (y II)



EL “MOTÍN" DE SAN LORENZO

Gustavo Fuentes era un simpático guardia de circulación que vivía en la calle del Arroyo de San Lorenzo, y que estaba orgulloso porque ostentaba el número UNO de orden. Gracias a la amabilidad de su esposa Soledad nos permitió a muchos nenes de aquella época poder ver gratis el cine San Lorenzo de verano; pero eso sí, por “detrás”, que era como ver la película “al revés”. Cosa, por cierto, de la que ya teníamos “costumbre” en las gradas del cine de la Plaza de Toros, donde la primera película que vimos fue DUMBO (1951).

Gustavo era una persona muy querida en el barrio. Desde que empezó la línea de autobuses Cañero-Plaza José Antonio (una de las más antiguas y rentables de Córdoba, y que creo aún sigue igual, más o menos), ya estaba ubicado el simpático guardia en la esquina entre Casa la “Picaílla” y Casa “Minguitos”.

Hace poco coincidí con Victoria Zamorano y Esteban Almirón. La primera tenía un puesto de arropías junto a la taberna “Huevos fritos”, y el otro vivía en la casa de la “sultanilla” que formaba el antiguo “Tacón de San Lorenzo”. Hablamos de aquellos días de Navidad, en los que al guardia de circulación lo “rodeaban” de regalos y obsequios. Y quisimos recordar el famoso día del “Motín”, que muchos presenciamos.

Era el año 1954. Desde primeras horas de la mañana empezaron ya a dejar regalos en torno al bueno del guardia Gustavo. La primera cesta que recibió fue la de la empresa de Autobuses Aucorsa. Luego pasó un empleado de Alfonso Lupión (pescados), y dejó un saquito de almejas y dos merluzas. Más tarde Antonio el de la “Damaza” le dejó nada menos que un chivo. El padre de Ángel, el piconero, le soltó una pareja de gallos. Paco Padilla, medio en serio y medio en broma, le obsequió con una caja grande de TUTU y otra de OMO. También su cuñado Navas le entregó una caja de jabón “Eraso”. Y siguieron dejando…aceite, legumbres, turrón de jijona, sidra El Gaitero, mazapanes Rucoco, Café Capuchinos, Coñac y Ponche Cruz Conde, botellas de vino Moriles 47, tres bacalaos, dos salchichones y chorizos, pan de higo, una bolsa de orejones, etc. etc.

Con todo, la verdad es que se había formado una gran “bolsa de navidad” de la que se sentía ufano y orgulloso el bueno de Gustavo. A pesar de que llevaba un resfriado encima, esta alegría y bienestar que irradiaba le hizo entrar, quizás más de la cuenta, a “darse latigazos” en la taberna de “Huevos fritos”. Pero a pesar de que entraba y salía constantemente, el resfriado no se le quitaba. Siguiendo consejos del “Picaíllo” se tomó un “carajillo” con una aspirina. Al salir de la toma se sintió como nuevo, pero al cabo del rato, siendo las once de la mañana, empezó a sentirse mal, y todo el cuerpo se sumió en un sudor que le asustó. Medio mareado se sentó en casa de la “Picaílla” y ésta, asustada, se llegó a la farmacia de López Wals, que estaba dos casas por encima. Vino con el boticario, y éste, cuando se enteró del “asunto” del “carajillo” le dijo que había sufrido una reacción alérgica, y le recomendó que se marchara a su casa y se metiera en la cama. Como Gustavo vivía cerca, se retiró a su domicilio sin problemas.

Así que la “bolsa de Navidad” quedó un tanto abandonada. Pero todo el mundo veló por la “integridad” de su bolsa de navidad, y otros incluso siguieron aumentándola.

En aquellos momentos pasaba por allí, Don Ángel el “Policía”, que era una autoridad natural en el barrio. Aunque eso sí, no era muy querido por su cacareada petulancia, estúpida soberbia, y descarado “gajorro”. El barrio no olvidaba algunos detalles de este hombre, que lo mismo presidía una corrida de toros en la Plaza de los Tejares que se dedicaba al poner inyecciones a domicilio. Sintiéndose intocable, pugnaba por llevar siempre la razón en cualquier discusión en la que participara. Así que a nadie le agradaba mucho su presencia, y todo lo que le hacían eran “papeles”. A pesar de todo, nada ni nadie podía evitar que este hombre fuera nada menos que el secretario del Gobernador, y con su autoridad quiso “hacerse cargo” de la situación… y de la cesta.

De momento, dijo que llamaría al Ayuntamiento para que mandaran un guardia de relevo. Seguidamente se puso a dar órdenes a la simpática Dolores la “Picaílla” para que vigilara la cesta de navidad. Más tarde, dijo que él mismo iba a resolver el asunto de la ausencia del bueno de Gustavo. Para ello se dirigió a la única taberna que tenía teléfono por aquellas épocas y que era Casa Manolo.

La verdad es que la presencia de este hombre, discutido, y del que se tenía recelo, hizo que cambiara el semblante de todos los que estaban por allí. Muchos, quizás mal intencionados, incluso dijeron que “el tunante” se quería llevar la “bolsa”, y que seguirle el juego ya no era ayudar al bueno de Gustavo, sino “colaborar” con esta persona que solía arrollar todo el mundo con su cargo.

El caso es que el pueblo es sabio y reaccionó. Cuando el ínclito D. Ángel salió de Casa Manolo lo primero que hizo fue mirar al sitio que ocupaba la “bolsa de navidad”. Y pudo comprobar que allí ya no quedaba prácticamente nada. A su encuentro salió La pobre Dolores la “Picaílla” con una sola botella del Gaitero en una mano y un bombo de OMO en la otra. Era lo único que había quedado de aquel saqueo furtivo. La escena que se nos presentó fue propia de un fotograma de Berlanga. No hizo falta en ella nada más que el lotero Rafael “El Cojo”, que andaba por San Agustín metido también en faena.

Oculto al ínclito Don Ángel, había transcurrido el “Motín”, protagonizado por buena parte de la juventud “pobretona” del barrio, representada por “El Queco”, “El Asaura”, “El Curreles”, “El Escayola”, “El Guapo”, “El Cortezas”, “El Vinagre”, “El Mariquita Azúcar”, etc. que antes de que este hombre se pudiera llevar algo DESMANTELARON literalmente toda la bolsa. Al igual que ocurriera en el Siglo XVII, y que relató perfectamente Díaz del Moral en sus Historia de las Agitaciones Andaluzas, la gente del barrio de San Lorenzo seguía siendo especial.

Al final, y para arreglar el cuadro, se presentó el Gordo Zacarías, como guardia provisional suplente del bueno de Gustavo. Ni Don Ángel el “Policía”, ni el Gordo Zacarías pudieron averiguar nada sobre el paradero de la “bolsa de Navidad”, pues allí en el barrio nadie se prestó a colaborar con ninguno de ellos, se “hacían los locos”. Por supuesto, como el pueblo es pobre pero noble, el bueno de Gustavo sí que probó de su exquisita bolsa…

EL AMBIENTE DE AQUELLAS ÉPOCAS

Al describir aquellas épocas hay que echar mano de aquellos escaparates que eran la ilusión de todos los que echábamos algo en falta, sobre todo en el estómago. Mantequerías Abel, Almacenes Sánchez, La Cooperativa, Las Tendillas... Todos estos establecimientos del Centro nos mostraban unas “visiones“ poco más o menos que de ensueño. Se disfrutaba sólo con verlos. Más en plan popular y a lo llano, estaban los escaparates de Casa Venancio en plena calle Almonas, Este establecimiento, además de competir en las “estampas” con el Kiosco de Fidela montaba unos escaparates para las fiestas de Navidad de órdago. Allí abundaba de todo, incluso los simpáticos “orejones”.

Fuera de estos escaparates de comida había otros que también nos llenaban el alma, como el escaparate de la Papelería Victoria, enfrente del Ayuntamiento, en donde nos presentaban en primera la fila todas las figuritas inimaginables de los nacimientos. Entonces todas estas figuritas eran de barro, y suponían muchos empleos para esta pequeña industria. Hoy, el plástico ha acabado con buena parte de nuestro tejido industrial y artesanal. Para colmo, nuestro Ministro de Industria nos ha regalado a todos una bombilla también fabricada en China.

EL BARRIO Y SUS PERSONAJES

No hará muchos años, murió el “Lin”, hermano mayor del famoso “Sandokán”. Cuando sus hermanos Rafael y Pepe andaban buscando fortuna por todos los sitios, especialmente por Francia, el ya tenía una vida perfectamente asentada como platero con su taller en la calle Alvar Rodríguez. No era mala persona, pero le gustaba “vacilar” un poco del nivel que tenía, que era mucho más alto lógicamente que todo el entorno que le rodeaba. Organizó varias veces la Cruz de Mayo y ciertos festivales en el local del Cine Delicias, porque es de justicia decir que le tenía un cariño especial a su barrio.

En los últimos años de su vida quiso popularizar la felicitación a todos los viandantes que pasaban por San Juan de Letrán, a pie o en coche, con una copita de anís o de coñac, e incluso con algún mantecado. Se murió con esa ilusión cumplida y uno de los que le ayudó en este menester fue el “Sorna”, no el “Sorna padre”, ni tampoco, el “Sorna Taxista”, ni tampoco el “Sorna Bombero”.

… Hablamos de “Manolo el Sorna”, el hijo mayor, que era fiel reflejo por muchas cosas del padre. Quizás lo único que no llevaba era el palillo en la boca como su progenitor, pero la cara, el gesto permanente de pena, e incluso el algodón en la oreja, eran su fiel reflejo. Pedía siempre más clemencia que el propio padre. Comentaba con cierta gracia cómo en una ocasión el sastre de barrio, “Bimbela”, le hizo un traje y le sacó un pernil más corto que otro. Por la prisa de la ceremonia a la que iba no tuvo tiempo de devolverlo para su arreglo… ni otra ropa que ponerse. De acuerdo con el sastre, y con un bastón en la mano, se pasó toda la boda cojeando para disimular la diferencia de pernil. Así era el “Manolo Sorna”, y no habrá un sitio en Córdoba, en donde no hayan caído lágrimas de pena de este hombre, que decía poco más o menos que: “trabajar es perder el tiempo en un sitio, cuando a lo mejor estás perdiendo otras oportunidades”. Aún así trabajó en multitud de empleos y conoció a muchos patronos, pero desgraciadamente su historial laboral dio pocos quebraderos a la Administración, pues prácticamente siempre dio casi cero.

Fue peón recomendado del “Gato padre”, posiblemente el albañil más artista que ha habido en Córdoba (obra suya es, un patio, con una fuente maravillosa, en la calle Céspedes). Luego pasó a ser peón de “Paqui el Gato”, el hombre de confianza en temas de construcción que tuvo “Sandokán”, en sus primeros y fructíferos tiempos de constructor desde su barrio de Cañero con Arenal 2000. Después actuó como una especie de “guardaespaldas” de Diego “El Pichaca”. También le hizo de albañil y todo lo que oportunamente le exigía. Su lema en la vida era todo pedir y pedir. En una época para sacar su casa adelante tuvo que vender incluso “caracoles gordos” cosa que hacía por encargo. Estos animalitos se los proporcionaba el “Platanín” que era sepulturero del Cementerio de la Salud. El trato eran unos medios en la taberna de Casa Mariano, que estaba al lado de la bodega de “El Pelotazo”.

En su avatares de rifas batió un record al sortear una pava medio muerta tres veces. La primera vez, según él, fue porque le tocó a él mismo la rifa. La otra porque no apareció el dueño. Al final tuvo que entregar la pava medio moribunda (por el hambre que había pasado) a uno del barrio Gavilán, que le encrespó por el estado tan calamitoso que presentaba el animal.

Una vez salió de nazareno en la procesión del “Esparraguero” y se puso en el capirote una señal que sabía iba a llevar un amigo, para que su familia lo identificara, para poder de entregarle un bocadillo a mitad del recorrido. Lógicamente “Manolo el Sorna” se hizo pasar por su vecino y se comió su bocadillo.

Fue un buen hijo, y muerta la “Quica”, su madre, cuidó casi a diario de su padre (el “Sorna padre”) que ya era muy mayor y apenas salía. Lo lavaba todos los días, y el único problema era que su padre “guiándose por la televisión” creía que había un baile para cada edad. No había forma de decirle que con su edad algunas cosas ya no eran posibles. Igualmente le pasaba en el aspecto “sexual”, ya que todos los días, cuando le ayudaba a orinar, le solía pedir: “Manolo, sacúdemela bien, y de camino me la estiras un poco, para que la sienta”. Por curiosidad he de decir que un número de Lotería, el 25857, que siempre tenía suscrito el padre, jamás tocó, a pesar de que él continuó con dicho número.

En el plano político fue una vez por casualidad a una manifestación en Las Tendillas en la que se pedía la Autonomía. Ya estaba mal de la próstata por aquellos tiempos y se ubicó cerca del wáter de caballeros, por si las moscas. Tuvo que entrar al servicio (y como era natural por aquellos tiempos, hubo de eludir al “montón de mirones” que solía haber) y una vez fuera de nuevo se adentró en lo que ya era un gran torbellino de gente donde empezó a escuchar consignas de ¡Al Banco! El creyó que iban a asaltar y repartirse el Banco Ibérico entre todos, cuando en realidad las voces eran para llamar la atención de que los oradores se iban a situar en el Banco Ibérico, por debajo del reloj.

Así que, equivocado sobre las intenciones de aquello, se intercaló en todo el meollo de la manifestación. Algunos líderes que iban tras la pancarta supieron ver en su sencillez y su forma pobre de vestir un símbolo que enarbolar y lo arrastraron poco más o menos que en volandas hacia el mencionado Banco como emblema reivindicativo. Nada más llegar a la esquina de Gondomar aparecieron los “grises” (que al parecer habían dejado los coches en la Calle Sevilla, frente a la Hostería). No hace falta decir que al ver venir a los “grises” con cascos y todo, la mayoría de los manifestantes salieron corriendo y el pobre “Manolo el Sorna”, que no tenía experiencia en aquello, se quedó casi solo al lado de la pancarta junto a la farmacia Marín. Allí recibió de los “grises” toda la sarta de los palos que le quisieron dar. Suerte para él que entre los policías había uno de su barrio y vecino del “Tormenta” que dijo: “Basta”. Éste es “Manolo el Sorna”, que aunque no es trabajador habitual, no ha hecho nada malo. Su única idea política es que la olla esté hirviendo todos los días en su casa”.

Y era verdad. “Manolo el Sorna”, con la única persona que mantuvo “acaloradas dialécticas” fue con el simpático “El Mora” (el portero del bloque en el que estaba ubicado el Bar Cabello, en el polígono de la Fuensanta). Solían discutir de forma acalorada por las setas que se “robaban uno a otro”. Los álamos que había frente al Cuartel de Lepanto y cerca de Casa Pelitos fueron testigos mudos de estas simpáticas disputas.

Por último, estando un día en el “Llano Amarillo”, en donde estaba también mi amigo Juan Carretero (taxista) y José Mellado (“El Candado”), además de contarnos todas estas historias, a la pregunta del “Candado” de por qué no se iba a una residencia de la Junta, contestó medio en broma y medio en serio: “Cómo me voy a ir a una residencia de esas, que ya no es que esté bien o mal, sino que hay tan poca distracción que hasta para asomarse por una ventana hay que pedir la vez…”.


viernes, 3 de diciembre de 2010

El aguinaldo y la bolsa de Navidad (I)


Aunque el origen de la costumbre de los aguinaldos está muy bien documentado, la etimología de la palabra es bastante discutida. Se barajan explicaciones diversas, algunas bastante peregrinas, entre las que parece la más sólida aquella que la hace derivar del celta “eguinand”, palabra con la que se designaba el regalo de año nuevo.

Ya en la antigua Roma se generalizó, e incluso se institucionalizó, la costumbre de acompañar con regalos los buenos deseos y las felicitaciones (“congratulaciones”) en las fiestas de año nuevo y los cumpleaños. Rendían culto a Strenia, la diosa de la buena salud y de la buena suerte. De ahí que la palabra latina que designase el aguinaldo fuese la propia “strenna” o “strena” cuyo primer significado era “presagio” o “pronóstico”, porque al tiempo que se presagiaba o se le deseaba a alguien algún bien con ocasión de la llegada del año nuevo se le anticipaba una muestra de aquello que se expresaba con los deseos.

Por cierto, que en español existe la palabra ESTRENA con el significado de obsequio, presente o dádiva que se hace para demostrar la satisfacción o la alegría en la celebración de un acontecimiento feliz. Es un sinónimo de aguinaldo. De ella procede el verbo estrenar, en el que subyace la idea no sólo de principio, sino de buen principio de algo. Es la que acompañó siempre a los aguinaldos de año nuevo: la idea de empezar, de estrenar bien el año.

La paga extraordinaria de Navidad nació posteriormente en concepto de aguinaldo que daba el patrón a sus trabajadores. Otra forma de aguinaldo, de larga tradición, que goza aún de amplia vigencia, es el del obsequio en especie, con productos navideños, la entrañable bolsa de Navidad.

Sin duda, la más popular es la que practican en muchos lugares los niños, yendo en grupo por las casas: cantan villancicos y canciones alusivas al aguinaldo, y reciben una pequeña donación en monedas o en dulces. Esta costumbre contribuye a dar color a la Navidad tanto para los mayores (porque no es onerosa), como para los pequeños.

Otra forma de aguinaldo que sí se hizo onerosa, en cambio, fue la que practicaban años atrás todos aquellos que atendían servicios públicos en contacto con la gente: basureros, barrenderos, faroleros (cuando había que encender los faroles de uno en uno, ya fuesen de gas, ya eléctricos), carteros, serenos y algunos más. Iban por las casas repartiendo una felicitación en verso alusiva al servicio que daban durante todo el año, a la Navidad, y al derecho que tenían a recibir el aguinaldo. Aquello era una sangría, que acabó por caer de tan pesada que era.

Finalmente (seguro que más de una cosa se queda en el tintero) el nombre de aguinaldo se ha extendido en las Américas. En Colombia, en la República Dominicana, en México, se conserva esta palabra, pero predominando en ella el significado de obsequio de alimento y bebida a quienes van a felicitar las navidades.

LA PAGA EXTRAORDINARIA

La paga extraordinaria de Navidad a los trabajadores en España fue instaurada durante el gobierno de la Dictadura franquista en 1945 por el ministro Girón de Velasco.

Era muy normal en aquellos tiempos que determinadas familias se “entramparan” pensando en la paga. “Te lo pagaré cuando cobre la paga”, se solía decir. De las primeras cosas de carácter extraordinario que se compraban eran “LA SIDRA EL GAITERO” (que era el champán de los pobres), luego el pavo, perrunas de la “colchona”, y de fruta las naranjas california.

Con independencia de esta paga, en muchos Centros o Instituciones se les daba a las personas más “desvaídas” un aguinaldo en especie, es decir, aceite, garbanzos, lentejas, algo de turrón, y alguna bebida. Este tipo de ayudas lo encabezaban Instituciones Religiosas, como las Hermandades, que ayudaban a sus feligreses por estas fechas de Navidad.

EN EL COLEGIO SALESIANO

En el Colegio Salesiano, era tradicional por aquellos años (1946-1955) que a todos los alumnos que se “apuntaban” les ofrecían obsequios de este tipo. Todavía recuerdo perfectamente que te decían que llevaras una botella para el aceite, y había quien, aprovechando las circunstancias, llevaba UN BOTELLÓN lo más grande posible. Luego colocabas la botella en el Patio de los eucaliptos, junto al pórtico de Maria Auxiliadora, y al mediodía, cuando salías de clase, te encontrabas tu aguinaldo en forma de la botella, llena de aceite, lentejas, garbanzos, alubias, un chorizo, una morcilla, galletas, una botella de vino y dos pastas de turrón. A algunos de los obsequiados les dejaban una nota que decía “EN SECRETARÍA TIENE OTRO OBSEQUIO”. Allí llegabas y te tenían preparado a tu nombre una bolsa que contenía una camiseta de “pelo”, una camisa normal, un jersey, un pantalón y un par de zapatos. Encima de la bolsa un papel que decía “Feliz Navidad, de parte de los cooperadores salesianos”. Actualmente y después de muchos años ya, se encuentra en Córdoba en el Colegio Salesiano, Don Jesús Amable Vicente, que fue el director de las escuelas populares de aquel año 1953.

De todo esto puedo dar fe personalmente.

EN LAS EMPRESAS

En el año 1976, la Westinghouse, atendiendo a la petición que le había hecho el Jurado de Empresa por boca de Blas Pérez Poyato, preparó una bolsa de Navidad para sus jubilados. La mayoría de los jubilados de fábrica a esa fecha cobraban un suplemento de “jubilación” por parte de la empresa, como consecuencia de haber accedido a “jubilarse anticipadamente”. Normalmente esta anticipación, por aquellos tiempos, solía ser de dos años, y a los “prejubilados” se les garantizaba un complemento que les igualara el sueldo real que cobraban en ese momento en la empresa. Entre jubilados y beneficiarios la empresa tenía unas doscientas personas.

Aquel año de 1976 se le encargó al Sr. Cabrera, Jefe del Economato, que preparara una bolsa de Navidad para cada jubilado. La bolsa debía contener:

1 botella de Anís la Cordobesa
1 botella de Coñac Cruz Conde
1 botella de Sidra el Gaitero
2 barras de turrón de jijona (blando y duro)
1 caja de mantecados de 3 kilos, San Enrique
1 Caja de Mazapanes “La bruja”
1 Tripa de salchichón Revilla
1 Tripa de chorizo Revilla
1 Queso Gran Cardenal
2 Paquetes de peladillas
1 Participación de Lotería

Todo ello metido en unas cajas que había preparado Encuadernaciones Arenas, el de los simpáticos capirotes de Semana Santa (Calle Alfonso XIII).

La mayoría de las bolsas se repartieron a domicilio y lo hizo el chofer José Casado, ayudado por el simpático José Porcel, nombrado chofer-ayudante.

Al año siguiente, 1977, accedió a la Dirección de la fábrica Don Mateo González Robledo. Prestigioso Ingeniero de fabricación de la División de Transformadores y oriundo de Valverde del Fresno, provincia de Cáceres.

Nada más llegar a la Dirección quiso generalizar para todos los trabajadores en activo las bolsas de Navidad que se les daban ya a los jubilados. Este detalle formaba parte del gran sentido social que este hombre había demostrado en toda su carrera profesional.

En las experiencias anteriores de las bolsas de navidad para los jubilados, el Economato de fábrica, encargado de prepararlas, dejó a la luz problemas de “faltas” de turrón y queso, que al parecer “se perdía”. Como no se le pudo echar la culpa a nadie, la cosa se zanjó y asunto terminado.

Para evitar la reincidencia en estos problemas, y como se trababa ya de unos dos mil bolsas de navidad, la fábrica las encargó a una empresa de Córdoba, que incluso se encargó de repartirlas a domicilio para los jubilados.

Esta buena idea social de Don Mateo solamente duró unos tres años, pues los representantes sociales de los trabajadores, en su gran mayoría miembros del PCE, dijeron poco más o menos “que para obras sociales, estaban ellos”, y que la fábrica se limitara a incluir el importe de las bolsas en la “masa salarial”.

LA “BOLSA DE NAVIDAD” DEL PRESIDENTE

Curiosamente, que yo sepa, y a pesar de que en la fábrica se habían acabado oficialmente las bolsas de Navidad, había un personaje, que era Presidente del Comité de Empresa y vecino del barrio de la Fuensanta, al que al menos durante tres años, se le siguió enviando su buena bolsa de Navidad, como detalle personal de la empresa, eso sí, con carácter secreto y reservado. Por supuesto esta “bolsa” ya era de otro nivel, pues las chacinas de “pata negra” y el Güisqui Chivas eran el “apellido” de la misma. Se la llevaba el propio chofer de la fábrica, Antonio Domínguez, el cual lógicamente traía el albarán de haberla entregado en su domicilio, con el RECIBÍ de una persona que firmaba como la RAMONA.

Así se escribe la historia: los miembros del Comité de Empresa, piden que se acaben las bolsas de Navidad. En cambio, el Presidente de dicho Comité, recibía una “Superbolsa”, que tendría un valor muy superior a las de la gente normal.

LA "BOLSA DE NAVIDAD" DEL CONSEJERO

Como “listos” hay en todos los barrios, también algunos viejos sindicalistas del “Vertical” disfrutaban de bolsas permanentes. Como por ejemplo un antiguo delegado sindical que llegó incluso a ser representante por parte de los trabajadores en el Consejo de Administración de la Empresa. Este hombre, cuando estaba en Madrid, cada vez que intervenía en algo decía: “EL SEÑOR DIRECTOR DE LA FÁBRICA DE CORDOBA TIENE DOS COJONES…”. Como la adulación siempre suele funcionar, esto hizo que el Director agradeciera de forma permanente a este hombre sus ostensibles halagos y parabienes. Por todo ello, le hizo su vida agradable en Córdoba, asignándole una jornada permanente de DOCE HORAS, aunque no tuviera tanto trabajo que hacer. En un principio coordinó temas de limpieza, y se movía por toda la fábrica, por lo que era un hombre que conocía muchas cosas de la misma.

Sabía tanto que incluso llegó a ser temido. Un día, un alto jefe del Departamento de Personal, Antonio Herrera, a la sazón concejal del Ayuntamiento de Córdoba por la UCD, me pidió que le hiciéramos una visita al citado antiguo líder sindical. Al llegar a lo que era su dependencia de trabajo nos obsequió de momento con un café, que por aquellos tiempos (1979) estaba casi prohibido en fábrica.

Al abrir la “taquilla” para sacar el café, pudimos observar la cantidad de “Economato caro” que este hombre tenía allí. Tres o cuatro botellas de aceite de oliva Carbonell. Un montón de cajitas de azafrán en hebra. Un queso Gran Cardenal, varios paquetes de café Capuchinos, legumbres de todas clase, etc. etc. Al ver todo aquello, le pregunté ¿Fulano, qué es todo esto? A lo que contestó con toda la naturalidad del mundo: “Es el Economato que me lo estoy llevando poco a poco”. Terminamos como pudimos el café y volvimos a nuestros despachos.

Salvador Fuentes era hijo de Gustavo, el guardia de circulación de San Lorenzo. A este hombre lo coloqué ya de mayor en la fábrica, de peón en el Economato. Eran más del Madrid que el propio Santiago Bernabéu, y más de una vez sus discusiones le trajeron algunas complicaciones. Pero eso no era obstáculo para que algunas veces tuviera menos luces que un carrillo. Un día hubo una manifestación en la fábrica en contra del Economato y sus jefes, y entre él y Agustín Uceda, por ser los más altos, llevaban la pancarta de protesta. Salvador a los dos días lógicamente fue despedido, pues tenía contrato de eventual.

No le vino mal el despido, pues pasó al “paro” y después a la jubilación. Y esta situación le dio libertad para hablar del Economato. Un día comentó en Casa Gamboa, la enorme cantidad de Economato que retiraba el tal “ex delegado sindical”. Al oír aquellas palabras “desenfadadas”, al día siguiente nos apresuramos a ver por curiosidad el listado “Resumen de nómina anual” que elaboraba en la fábrica el amigo Andrés Galán. En dicho listado pudimos comprobar con asombro que al “ex Consejero de fábrica”, en todo el año, no le habían descontado ni una peseta por el Código 33, que era el Economato.

Y es que el antiguo sindicalista vertical, miembro del Consejo de Administración en representación de los trabajadores, se llevaba todas las “bolsas de navidad” que le parecían del Economato, y por la cara. Luego se supo que aprovechaba cualquier vehiculo que salía de la fábrica para sacar su “bolsa de navidad permanente”, confundida con otras cosas.

sábado, 27 de noviembre de 2010

EL TIEMPO ES RELATIVO...

“DIEZ MINUTOS” EN COLOR ROSA

La “Revista Diez Minutos” es una publicación española que se encuadra en el género que se conoce como prensa rosa o prensa del corazón. Esta empezó a publicarse por primera vez el día 1 de septiembre de 1951, y su precio inicial fue de 1 peseta. La edición contenía 24 páginas en blanco y negro y en sus primeros números consistía en una revista de información general. La revista fue evolucionando y se encajó de lleno en el periodismo llamado rosa o del corazón. Actualmente no solamente esta revista sino la mayoría de las que se dedicaban a estos temas, han sido “suplantadas” por programas de Televisión, que a diario, nos ofrecen soluciones de cómo mejorar la Economía, la Cultura, y el Paro. Todo ello presentado por una serie de personajes, a los que todos deberíamos imitar si queremos llegar a ser alguien Estas Televisiones (la mayorías pagadas con subvenciones públicas), son un “Aula Permanente” de enseñanzas éticas, civiles y sociales, y son por otra parte el reflejo de la cultura que demanda una sociedad.

Atrás se quedó el Teatro, El Buen Cine, Las Zarzuelas, Los concursos, Los programas de divulgación científica y las series con alguna trama familiar. Ahora lo que priva son los programas “a modo de terapia”, que nos hablan continuamente de Chismes, Puteos, Divorcios, Infedilidades, Temas de Cocina, Fútbol, a todas horas fútbol, e incluso Toros. Son programas que vienen como anillo al dedo a la INOCUA CLASE POLITÍCA, que nos ha tocado padecer. No obstante les viene muy bien para poder dar a entender que en este país no pasa nada. Mientras, CUATRO MILLONES Y MEDIO DE PARADOS, viven sumidos en la desesperación y todos los políticos y la sociedad tan a gusto, hablando nada más que de elecciones.


“DIEZ MINUTOS” Y LA CIENCIA

Diez minutos es un espacio de tiempo en el que pueden pasar infinidad de cosas. Por ejemplo si nos referimos al tan aireado BIG BANG, en “diez minutos”, podrían sucederse cientos y cientos de explosiones de aquel calibre y magnitud. Curiosamente la teoría del BIG BANG, debe su nombre a uno de sus más feroces opositores, Fred Hoyle, que utilizó el término para ridiculizarla en un programa televisado en el año 1950.

El BIG BANG, se considera como una (explosión-expansión), del tiempo, la materia y la energía solamente condicionados por la fuerza de la gravedad. Hoy la mayoría de los científicos apoyan esta teoría, ya que al parecer y poco a poco son bastantes las hipótesis que se están verificando.

Aquello que se supone que pasó hace 15.000 millones de años, tuvo lugar en una fracción de segundo, desde aquel tiempo al día de hoy toda la ciencia de elite, esta empeñada en formular una explicación científica de aquel acontecimiento. Todo lo que pasó a partir de aquel instante, forma parte de temarios en los más reputados congresos internacionales. En cambio, poco dice la ciencia del TIEMPO ANTERIOR, al famoso BIG BANG..

Reputados científicos dicen que no debió de existir, pues el TIEMPO. Ya que este nace con el BIG BANG. No obstante esta hipótesis, es inevitable que se planteen en el mundo dos tendencias claramente diferenciadas. Unos creen que todo surgió sin intervención alguna de un Ser Superior. Otros en cambio, no conciben todo este suceso sin la intervención de un Ser Superior. Los primeros entienden que con el BIG BANG, nació el tiempo y por tanto NO HAY TIEMPO ANTERIOR.

Por otra parte los que creen en la intervención de Un Ser Superior, dicen: “Muchos científicos ateos, agnósticos y la mayoría de los que quieren VER PARA CREER, echan en cara a los que recurren a la Fe, para justificar el Ser Superior. ¿Pero acaso no es cuestión de fe, el creer que antes del BIG BANG, No había “NADA”, esto significa que nadie puso ESA PEQUEÑA PARTE DE HIDROGENO CONCENTRADO, que dio lugar a esa explosión inicial.?, ¿O acaso es fácil explicar que de un superátomo, en su expansión hayan salido millones de soles, galaxias y planetas?. Esto por mucho que digan los científicos, es cuestión de MUCHA FE.

La tierra con sus 4.500 millones de años de historia es “hija” de aquella explosión, y si pudiera hablar, nos aclararía algo sobre el tema. Esperemos que estas Televisiones que nos inundan con su cultura, cualquier día nos den la sorpresa de que La Esteban Belén de turno, por ejemplo nos dé una clase magistral explicando y aclarando el tema.

“DIEZ MINUTOS” Y LA SANIDAD

En las consultas nos dan número cada espacio de DIEZ MINUTOS, luego en la practica afortunadamente hay médicos que suelen tardar más. Hay que tener en cuenta que al no tener enfermera el tiempo se le va de la siguiente manera:

Tocar el timbre y abrir la puerta 0.50 minutos

Recibir tarjeta y número 0.50

Meter datos en Ordenador 1.50

Pregunta Clínica 1.50

Posible reconocimiento 5.00

Hacer recetas o volantes 3.00

Otras recetas 2.00

Despedida y salir del programa 2.00

Salida de enfermo 0.50

TIEMPO POR ENFERMO 16.50 minutos

Este tiempo variará si está lloviendo, hace frío pues hay que añadir el quitarse en todo caso el abrigo e incluso acomodar el paraguas y soltarlo.

Como podemos ver el tiempo que dedica el médico a la “clínica” es mínimo, pues el galeno está más pendiente del ordenador que del propio enfermo.

Hay lamentablemente otros casos, en que el médico se limita a recetarle al enfermo, lo que pone en los recortes de las cajas de medicamentos que le llevan. Al final y si el enfermo se acuerda, le pide un volante para hacerse una “analítica”, simplemente porque el vecino se la suele hacer. En este caso suele tardar un poquito menos.

No obstante lo anterior, hay comunidades que están más automatizados aún que nosotros, pues los vascos sólo esperan unos diez minutos de promedio en ser atendidos por su médico, como alardean como cosa positiva..

Así se desprende de un estudio realizado por Eroski Consumer tras haber analizado 170 centros de salud de 18 provincias de todo el país, así como los tiempos de espera y la opinión de 4.250 pacientes. En el País Vasco se visitaron 26 centros de salud repartidos entre las tres capitales vascas y otras localidades con menor densidad de población.

La demora media en las consultas vascas se encuentra entre las más bajas del estudio: algo menos de 10 minutos, por debajo de la media nacional que es de un cuarto de hora de espera.

“DIEZ MINUTOS” EN LA FÁBRICA

En aquellos años sesenta y setenta, las sirenas de las fábricas se oían en Córdoba, con relativa frecuencia. Nada más que en Ronda de las Ollerías se dejaban sentir unas diez o doce sirenas, de otros centros de trabajo. En el paso a Nivel de las Margaritas, se oían por lo menos cinco o seis. Sonaba también la de Asland, la de la Cordobesa, la de Serraleón, la de la Madrileña, la de Rodríguez Hnos. la de la fábrica del Plomo, la de la Medical, la de Moreno S.A,. la de Aceitunas Torrens, la de Carburos Metálicos, la de la Electro Mecánicas, la de la Cenemesa, etc. etc. y tantas y tantas empresas que han desaparecido. Pues bien estas sirenas sonaban cinco minutos antes de la hora de entrada y cuando alguien llegaba después de ese pitido de la sirena, “PERDIA MEDIA HORA”. En realidad poca gente perdía media hora, por regla general los trabajadores eran muy puntuales.

“DIEZ MINUTOS” EN LA PRODUCCION

Taylor y Fayol, con su revolución industrial, trajeron a los procesos productivos los tiempos asignados por tareas. Hubo varios sistemas de tiempos que se hicieron famosos en los ámbitos de la fabricación en los años sesenta y setenta. Para los ejecutivos de las empresas creían que toda la capacidad de “competir”, estaba en reducir los tiempos de ejecución. Para ellos no existía el I+D, no existía la tecnología, no existía la investigación, no existían los nuevos diseños. Para aquellos empresarios, daba la impresión de que sólo existían los tiempos.

En la práctica los materiales, diseños y coste de equipos, suponían un 80% del total del precio, por lo que la incidencia del tiempo sobre el coste total sólo incidía en un 20%. Lo que equivale a decir que un AHORRO DEL 25% EN EL TIEMPO DE EJECUCION, solo afectaría en el precio de costo en poco menos un 5%. (Tanto para nada).

Desgraciadamente “Esos lodos, trajeron estos barros”, hoy toda nuestra industria se está “desubicando” por falta de capacidad competitiva. No tenemos diseños, ni se ha investigado sobre ellos y siempre hemos fabricado “pagando patentes”. Nuestras Universidades, están llenas de burocracia y de funcionamientos rutinarios. Pequeños países como Corea, Israel, ect. Tienen cada una más de tres Universidades con rango Internacional de Tecnológicos, en cambio nosotros, lo único que tenemos de más nivel son las “Llamadas Becas Erasmo”. Lamentablemente hay encuestas recientes en que nos dicen que la mayoría de nuestros universitarios, sólo aspiran a ser funcionarios.

EN TORNOS REVOLVER

Con motivo de una visita que realizamos en 1961, a Madrid, visitamos la fabrica Bressel, y en aquella nave de mecanizado, pudimos ver a aquellas mujeres jóvenes que estaban en aquella “batería” de tornos automáticos. Todas alimentando sus tornos por la cañonera vertical. Con DIEZ MINUTOS, hubieran tenido tiempo para hacer como mínimo y en muchos casos unos cientos de piezas, del tipo de las que hacían; tornillos, tuercas, arandelas.

Pero aquello eran las chicas de Madrid, que con batas azules atendían aquellos tornos de alimentación vertical. Yo quiero hablar ahora de los tornos revolver de Westinghouse, en donde por ejemplo el amigo “Pilas”, hubiera tenido tiempo para hacer una “hartá” de piezas. Estos profesionales, tenían un ritmo de trabajo trepidante, y tenían que hacer un sin fin de piezas para cumplir la jornada. Parecían auténticos autómatas, manejando las maniquetas del carro y el plato. Además todo con un ruido ensordecedor de las “cañoneras” en donde daban vueltas y vueltas las barras de alimentación.

EN FRESADORA

En esta máquina de precisión una simple preparación, Colocar Cabezal, Colocar Plato Divisor, Colocar Prensilla, etc. Eran preparaciones que suponían más de esos “diez minutos”, pero luego cualquier mecanizado de una pieza, suponía bastante más tiempos. En esta máquina era un superclase por su calidad profesional e intelectual, José Vázquez Martín, el hombre que conocía el tema de las “reducidas” como pocos, siendo con ello un experto en el cálculo y ejecución de engranajes. Para él “DIEZ MINUTOS”, no significaban nada, pues era un hombre con una capacidad imaginativa para sacar todas las ventajas y eficacias de su trabajo.

EN SOLDADURA

El “Padre Santo”, José Jiménez Rodríguez, era hermano de “Lázaro y su Acordeón”, aquel simpático peñista, y destacado profesor de taller de la Universidad Laboral. El “Padre Santo”, era un fuera de serie como sopletista y un gran soldador sobre el hierro y el aluminio. Pero el discutía como nadie un minuto, pero los “DIEZ MINUTOS”, los sacaba de ventaja en cualquier trabajo porque era un genio a la hora de organizar su trabajo en serie. Lo de “Santo”, se lo decían cariñosamente, porque se sentía orgulloso de ser creyente.

EN MONTAJE DE CUADROS

En esta sección y con “DIEZ MINUTOS”, no había tiempo ni para mirar el mapa, como de forma simpática había “renombrado”, Paco Leiva Campoy, a los planos. De forma sorprendente, este hombre del Alcázar el Viejo, consiguió saltarse a la “torera” las Normas DIN, y empezó a llamar a los planos como “Mapas”. Paco Leiva, era el Maestro de esta sección de montaje de cuadros eléctricos, pero en su barrio, ya gozaba de la categoría de maestro en el dominó. También jugaba muy bien con la “malilla” en la taberna del “Tarugo”, en donde había grandes aficionados a este juego de envite. Además Paco, como gran cordobés, participa con su patio de la calle San Basilio, en el realce cordobés de los patios del mes de Mayo.

EN BAÑOS DE ACABADO

Allí los “DIEZ MINUTOS”, los dejaban en la taquilla del Maestro, y se dedicaban a trabajar en función de la demanda que le hacían las distintas secciones. Era solamente entrar y no paraban de trabajar en todo el relevo. Empezando por el mismo Maestro, y por recordar a alguno citaré a Emilio Rincón Manosalvas, Miguel Díaz Maldonado, etc. Trabajaban como “cosacos”, y plateaban terminales, zincaban tornillos, y galvanizaban dando toda clase de acabados. Todo este trabajo lo hacían en un ambiente cargado de humos tóxicos. Curiosamente estos trabajadores tenían un absentismo anual de CERO. Jamás protestaron lo más mínimo y eran los últimos en salir porque ni tan siquiera se enteraban de cuando sonaba la sirena.

Es justo recordar a este ejemplar grupo de trabajadores, comandados por un Maestro, D. Antonio Caballero, cabal y formal, como persona, compañero y gran trabajador, que vivió durante muchos años, en la simpática “Casa del farol” de la calle Almonas, (enfrente de Esteban Almirón). Todo lo que se diga de la profesionalidad de este hombre, es quedarse cortos. Sus hijas y sus hijos, fueron la razón de su vida.

“DIEZ MINUTOS” EN EL AMOR

Albert Eistein, cuando hizo su “segundo” enunciado de la Ley de la Relatividad y ante un grupo de alumnos, les decía. “Parece que en esta segunda ocasión mis explicaciones han calado más profundamente entre la clase científica, pero a ustedes como es natural, os la voy a explicar dicha ley de la relatividad, de una forma más sensilla, con un ejemplo humano. Cuando me refiero a que el tiempo ES RELATIVO, pongo el ejemplo siguiente: “Dos enamorados están juntos durante DOS HORAS, y para ellos, están tan a gusto, que el tiempo discurre, que vuela, se les ha hecho relativamente corto y pequeño En cambio, “DIEZ MINUTOS”, solamente que estéis junto a una persona desagradable, os parecerá una eternidad. Estos dos pequeños ejemplos nos demuestran que el Concepto tiempo adquiere una dimensión distinta, por su carácter de relativo.

“DIEZ MINUTOS” EN EL FUTBOL

Diez minutos en un partido de fútbol, es toda una vida, y más aquí en Córdoba. Este año hemos perdido sendos partido en el último minuto. Pero quizás el recuerdo más patético fue el que protagonizó nuestro equipo, en un partido contra el Ecija CF. en Segunda División B, Terminó la Primera Parte y el Córdoba lo había “bordado”, el Córdoba ganaba por CUATRO A CERO. La segunda parte, no sabemos porqué, quizás “Laviña” (el portero) lo pueda saber, cambió todo, de lo que hubiera sido la “continuación” de la goleada, pasamos a la sorpresa. Por un fallo infantil, nos metieron uno, por otro fallo, nos metieron otro. En los últimos “DIEZ MINUTOS”, aquello fue no apto para cardiacos, pues en el minuto ochenta nos meten el tercero, (4-3), y cerca del minuto noventa nos meten el cuarto gol (4-4), El barro, el portero Laviña y vaya usted a saber nos amargó la tarde.

Todavía fue peor un partido jugado contra la UD. Las Palmas, en Primera División. En la primera parte nos pusimos un 3-1, favorable al Córdoba. En la segunda parte los canarios, dándonos una exhibición nos marcaron CUATRO GOLES, con lo que perdimos el partido. Los “DIEZ ULTIMOS MINUTOS”, fueron fatales.

A modo de resumen tengo que reconocer que en los temas del “BIG BANG,” no soy persona con conocimientos, solamente expongo mis inquietudes. Pero en el tema de los “DIEZ MINUTOS”, relacionados con el proceso productivo, tengo que decir que lo conozco con bastante suficiencia para decir: “Hubo trabajadores en aquella época 60-70, que sufrieron la enorme presión que supusieron los TIEMPOS. Recuerdo especialmente a aquellos compañeros que TRABAJABAN EN LOS TORNOS REVOLVER, que aquello era poco menos que de locura.

Contracta todas estas experiencias vividas por aquellos trabajadores, que los “tiempos” les suponían una enorme preocupación. Muchos de ellos, ya está desgraciadamente desaparecidos. Otros, estarán con suerte en alguna residencia de estas, tan humanas y con tanta distracción, que incluso para asomarse por una ventana, hay que pedir la vez. Finalmente estarán los que vivan y que con su pensión que no llegará ni a los “Mil Euros”, no las tienen todas consigo, ni para un regalo a sus queridos nietos..

Y digo contracta, con las informaciones que tenemos, de que nuestros “políticos”, primero el líder de Comisiones Obreras cobrara en el año pasado 120.000 euros. Pero ahora nos viene la información de que el “emigrante”, Sr. Montilla, (líder de un partido de trabajadores), tiene un saldo en su cuenta de ahorro de 365.000 euros. ¡Que rentable es la política! Todo ello dentro de la legalidad que nos da Nuestra Solidaria y Justa Constitución.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Vivencias desde la Choza del Cojo


Empezando por el final, un Viernes, 28 de Julio del 2006, se derribó esta simpática “choza”, que muchos cordobeses recordarán, bien porque alguna vez entraran a pasar un rato, o bien simplemente de verla al paso, fácilmente distinguible junto a un gran eucalipto donde acababa la ciudad. Esta estancia fue inicialmente una venta de arrieros, una pequeña construcción ubicada en una zona próxima al arroyo de Pedroches y la Cerca de Lagartijo que, como indica Francisco Carrasco en su amena obra sobre nuestros arroyos, estaba rodeada por otro arroyuelo que sólo en épocas de intensas lluvias bajaba hasta el llano bordeando la Huerta de los Lirios. En esa zona abundaba la anea reseca, cerca de una pequeña alameda. Por Navidad, muchos chavales subíamos a la cantera próxima a por barro (greda) para hacer pastores.

Al atardecer, cuando los pájaros se refugiaban en los árboles y el sol se escondía por las “Electromecánicas”, se despertaba de su letargo la Choza del Cojo

Según dice Alfonso Gómez en su libro sobre la Córdoba golfa, la Choza del Cojo tenía solera: no era una venta cualquiera. Abandonada desde hace años, y en estado ruinoso, se sabe de su existencia al menos desde el año 1862. Cuentan las crónicas que en ese año, con ocasión de la primera visita a Córdoba de la reina Isabel II, el Domingo 14 de Septiembre, las autoridades locales recibieron en una lujosa tienda instalada para la ocasión a tan egregia personaje junto a la Choza del Cojo. También, y con el nombre de “Cueva del Cojo”, es citada por Pío Baroja en su libro de “la feria de los discretos”.

Su último servicio fue como güisquería; con anterioridad fue la citada venta de carretera, luego taberna y después mancebía. En suma, un lugar muy pintoresco y entrañable para muchos cordobeses que, entre sus paredes, pasaron ratos de agradable “evasión” con los amigos o junto a una buena moza, saboreando unas botellitas de Montilla o Moriles y degustando un hermoso pollo de campo con sus patatitas fritas. Era lo que se llamaba “echar una canita al aire”.


BURROS MUERTOS

Al llano que había junto a la Choza del Cojo iban en los días festivos a jugar chavales de todos los lugares de Córdoba (Miguel Reina hacía de las suyas por allí), incluidos los “bellotos” de los Salesianos (los alumnos internos), y buena parte de los seminaristas de Córdoba. Después de los varios partidos de fútbol simultáneos que se echaban, llegaba la hora de beber y refrescarse y los que no éramos ni “bellotos” ni seminaristas no teníamos “intendencia”… por lo tanto había que ir hasta el venero que estaba en el arroyo en la “orilla de las pitas”, a mitad del camino hacia el puente del ferrocarril.

Aunque el agua del venero era fresca y cristalina, y salía al nivel del mismo arroyo, no podíamos por menos que SOPORTAR EL TREMENDO OLOR A CARNE PODRIDA, que venía de los esqueletos de caballerías, mulos y borricos muertos que toda la gente que podía abandonaba en el llano que existía en la otra orilla, entre el mencionado puente del ferrocarril y el puente de la Choza del Cojo. Era dantesco ver los costillares de estos animales diseminados por todo el llano en la margen izquierda del arroyo (mirando desde la Choza), exactamente en donde hoy se levanta cuarenta o cincuenta bloques de pisos apilados. Había veces que incluso se veían volar por aquel llano hasta grupos de aves carroñeras…


JABON “ECOLÓGICO”

Estábamos en el año 1953, enfrascados en uno de esos partidos de fútbol, en este caso contra una gente del Zumbacón, cuando observamos que al cercano arroyo de Pedroches, y con una maniobra extraña, se acerca un camión con la cabina de color rojo que, según recuerdo, ponía “Pancho”. El camión abrió las compuertas traseras y, aprovechando el desnivel existente, dejó caer sin ningún pudor una “masa” negra y pastosa. Al parecer era jabón podrido, según nos dijeron posteriormente. La enorme plasta cayó en toda la orilla siendo arrastrada buena parte por el caudal del arroyo.

A los dos días volvimos al mismo escenario y pudimos ver que media Córdoba se llevaba aquella pasta negra para uso doméstico. El empresario debió ser un personaje importante y con “contactos”, pues ni la prensa se hizo eco de aquella irresponsabilidad y desfachatez. Desde luego no pudo ser el empresario del sector Don Benito Lozano, porque después de alguna polémica se hallaba ya enterrado en el “cementerio civil” por haber vivido “amancebado”.

DOS ALUMNOS MUERTOS

Era el año 1955, y veníamos de la “Campiñuela” a donde habíamos ido a coger unas pocas bellotas. Al bajar por el terraplén del camino que lindaba con la Cerca Lagartijo y alcanzar al llano en el que se jugaba al fútbol, vimos una ambulancia junto a la carretera y un tumulto de gente alrededor. De forma lamentable, uno de los pocos coches que pasaban por la carretera en aquella época arrolló al niño de Villaharta Carlos Doval Gavilán, alumno de 2º curso de los “bellotos” del Colegio Salesiano. Su entierro constituyó toda una manifestación de duelo.

No terminaría la desgracia para el Colegio Salesiano. Al año siguiente los alumnos internos pasaban otra jornada de campo en la zona cercana llamada Peña Tejada (hoy zona de La Colina), y mientras la mayoría jugaban al fútbol, varios de ellos, al parecer, se pusieron a jugar cerca de unos grandes tubos de hormigón que estaban dispuestos para las obras de la conducción de agua desde el Guadalmellato. Incomprensiblemente, uno de estos tubos se rompió, dándole los cascotes en la cabeza al alumno de 2º curso Gerardo Montes Ortega que falleció prácticamente en el acto. Aquel sitio era muy visitado por todos los que nos gustaba el fútbol, aparte de que sus encinas conformaban un lugar ideal para los peroles de muchas peñas. También tenía la novedad de que junto al pozo había unas pequeñas cuevas naturales. Fue un hecho muy triste que dejó marcado para siempre aquel paraje, hoy destrozado por las urbanizaciones.


LOS PIONEROS DE LOS “POLLOS AL AJILLO”

Por ese mismo año 1955 había en San Andrés un pequeño bar llamado “Maza”, que se hizo famoso para los nenes de aquella época porque tenía un futbolín que nos gustaba visitar. En un momento determinado, o un familiar o el mismo dueño de dicho bar se quedó con el Restaurante de la Gasolinera de San Carlos, donde se especializó como pionero en los “pollos al ajillo”. Tuvo éxito, y hubo mucha gente que los fines de semana se desplazaba a este restaurante expresamente para saborear dicho plato. Más tarde apareció el famoso “Frenazo” que también se especializó en “pollos” y hasta en “conejos”, que conservaban en aceite orza. En la capital fue “Casa Pelitos” otro que trató los “pollos” con cierta autoridad, y que además se popularizó por dar comidas baratas a los “desvaídos”.

También fue pionero el Restaurante San Carlos en celebraciones de “Nochevieja”, siendo la peña “Los 14 pollitos” una de las primeras que celebró allí estas fiestas.


EL “LANGOSTINO DE ORO”

Lo que ya quedaba de la Choza del Cojo vio durante bastantes años una caravana de buenos coches y buenos semblantes encorbatados poseídos por el toque de la suerte, Nos referimos a los empleados de Cajasur, que daban la sensación de que nadaban en la total opulencia y dominaban hasta el mismísimo futuro. Eran “demostraciones” de poder y homenaje permanente, que en la mayoría de las veces se asemejaban a las “Bodas de Camacho”. Esos momentos vividos en el pabellón denostado de San Carlos representaban una etapa gloriosa de la desaparecida entidad de ahorro (dicho lo de “ahorro” con sentido indulgente). A dichas comilonas se les llegó a nombrar popularmente como “el culto al langostino de oro”. En las mesas no faltaba de nada. Había ilusión y se masticaba el poder junto a los mejores manjares, servidos por una cohorte exquisita de camareros que iban y venían portando una de las mejores y más caras vajillas de Córdoba. Tanta era la gente que asistía a estas comilonas que el varias veces ampliado y restaurado salón de San Carlos se quedó pequeño. Entonces, quien tenía autoridad para ello propuso la idea de hacer una especie de Palacio del Sur en terrenos de Villa-Cachonda. Al final parece ser que su ejecución ha quedado sólo en eso, en un cachondeo. Tanto se ha demorado que hasta la propia Caja ha “desaparecido” sin poder ver después de tantos años ni tan siquiera el comienzo de las obras…

No sabemos si el Banco de España, o quien sea, habrá tenido que pagar alguna factura de éstas que estuviera aún pendiente. No obstante tenemos que decir que en Córdoba chocaba esta situación de grandeza y derroche con la que vivían otros trabajadores de la ciudad, que temían día y noche por la suerte de sus empresas. Algunos ni siquiera cobraban el sueldo a fin de mes o eran despedidos. Ahora, evidentemente, ya no se ven esas caravanas de coches, tan brillantes y relucientes. El oro y el oropel, por la ALQUIMIA de la vida, se han convertido en plomo hueco. Hasta el “langostino de oro” da la impresión de que se ha degenerado en un simple “cangrejo negro” de esos que abundan en el arroyo contaminado de Rabanales, entre el fango y la suciedad del vacíe de la antigua Cerveza el Águila y otros basureros, en donde hasta las ratas han presentado sus oportunas quejas por falta de salubridad.

“SÍ JULIO, YA ESTOY EN EL CAMINO”

Esperemos que Rosa Aguilar que fue muchas veces invitada de honor de aquellos convites, y conoce por tanto todas sus entretelas, desde su cargo de Ministra de Medio Ambiente arregle al menos la contaminación de este simpático arroyo de Rabanales, Las “ciudadanas y ciudadanos” de Córdoba, a aquellos a los que nunca iba a abandonar, como ella institucionalizó en sus celebres propagandas políticas, se lo tendrán en cuenta. No le valen a Rosa achaques para resolver esto, como los que echaba al bueno de Julio Anguita, cuando al querer saber de su ausencia y tardanza antes cualquier pleno, y al localizarla por teléfono, ella le contestaba al Califa Rojo: “SÍ JULIO, YA ESTOY EN EL CAMINO”.

LOS ZAPATOS DE DORA

La Choza del Cojo, por cuestión de “camaradería”, pudo observar cómo “Monerris”, el simpático jugador del Córdoba, nos entregó en el bar "Gol" a mi amigo “Zarra” y a mí unos zapatos de señora de calzados Forsen, para entregárselos a “Dora”, una chica que los esperaba en la Venta Rosales. Allí entramos, y en un ambiente muy de relax con piscina incluida, intentamos localizar a la tal “Dora”, cosa que hicimos con la ayuda de un atento camarero. Esta “sirena” estaba metida en un bañador blanco, y tenía una rubia pelambrera que remataba una escultural figura difuminada entre el humo de su cigarrillo “Ganador”. Al parecer esta señora era la “amiga” del hombre que hoy, ya fallecido, se hallaba en Tenerife navegando en su yate de nombre “Dédalo”. Por la entrega de los zapatos nos dieron una moneda de “diez reales”.

Todo este mundo de “amigas” costaba mucho dinero y sólo se lo permitían algunos, fundamentalmente los “peloteros”. Pero como en todas las “artes” solía haber mecenas que costeaban muchas veces estos ambientes. Según me contó Rafael “El Gato”, en la celda de una cárcel cualquiera se dieron famosos tríos con un noble de por medio. Allí se puede decir que nació el concepto “bisexual”. Los dineros, son los dineros, y son capaces hasta de crear vocabularios nuevos…

RAMONCÍN EL “MALABARISTA”

También la Choza del Cojo pudo dar fe del malabarismo que “Ramoncito” hizo delante de Roque Olsen, Juanito González y Vicente, entre otros. Allí al parecer esperaban a un grupo de más gente del Córdoba que se iban a comer un perol que le iban a dar de homenaje a Mejías, el utillero-masajista del Córdoba. La chavalería que estaba jugando en aquel llano, al ver a los futbolistas sentados allí tranquilamente, nos acercamos y formamos corrillo. Allí Olsen, estuvo hablando de la habilidad de Puskas para tirar los penaltis. No se cómo ocurrió la cosa, pero un chavalillo (“El Kubalita”) empezó a darle pataditas a una naranja verde y le hicieron palmas cuando completó una serie de cuarenta patadas seguidas. Por allí apareció montado en una bicicleta de señora Ramoncito, y se paró a ver “aquella” exhibición de la naranja. Ramoncito, era un muchacho ya de unos 17 años, y se trataba de un famoso jugador aficionado al que siempre le acompañó una técnica insuperable. Al ver lo de la naranja, y para no ser menos, pidió un trompo, y empezó a darle pataditas. No sólo le dio cerca de doscientas pataditas, sino que, cada tiempo prudencial, le daba una patada en la “púa” y le hacía dar un giro sobre sí mismo al propio trompo. Aquello fue espectacular, y el mismo Roque Olsen, le abrazó y le halagó. Después de aquella exhibición, nosotros, los que tuvimos la suerte de presenciar aquel espectáculo aplaudimos a rabiar.

LLEGA EL TORO DE OSBORNE

La Choza del Cojo pudo comprobar cómo a principios de los años cincuenta se colocaban en Córdoba los primeros tableros de “publicidad estática” en la orilla del arroyo que lindaba con la huerta de Antonio Carrión. Había un anuncio de colchones, otro de máquinas de coser, de Laxen bustos, de anís Ventolera, de Cafés Saimaza, y del Toro de Osborne. Estos paneles se pueden decir que fueron la primera propaganda de este tipo que hubo en Córdoba. Al cabo de sesenta años han llegado los catalanes y quieren quitar el simpático toro. Aunque, afortunadamente, ya cuando vamos para Málaga hemos dejado de tener que ver al famoso toro de la Cuesta del Espino entre esas peligrosas curvas.

AQUELLA “FÓRMULA UNO”

A la altura de la desviación para el Polígono del Granadal estaba ubicado el puente sobre el arroyo que pasaba por debajo de la carretera. El puente hacía juego por las barandas y los pilares de que estaba hecho, incluso los colores de su pintura, con una serie de puentes (cinco) iguales que había hasta Alcolea. Pues bien, este puente estaba colocado en un sitio dominante de la carretera de Madrid, por lo que en su sentido a Córdoba había una buena pendiente de carretera perfectamente terminada de asfalto y muy lisa. Todo esto, y los pocos coches que circulaban por aquellas épocas, propiciaban el hecho de que los “chavales” más osados con sus “patinetas” se lanzaran en tumba abierta hacia Córdoba en una dura competición. Había veces que eran hasta cinco o seis “patinetas” las que corrían como locos hacia la llegada. La meta estaba establecida en la puerta de la Venta Rosales, donde terminaba el “buen asfaltado” y empezaba el habitual adoquín duro. Había gente que incluso cruzaban apuestas. Un día se presentaron en aquella competición dos “monstruos sagrados” de las patinetas, pues tenían las mejores y las más grandes de Córdoba. Uno era del Campo de la Verdad y se llamaba “El Cornejo” (tenía amputadas ambas piernas), y otro era “El Melli” de las Costanillas, que vivía cerca de la casa de los “Porreros”, frente al Colegio de la Centeno. Este muchacho era victima de la polio en ambas piernas.

Esta era la Córdoba de aquellos tiempos, en la que tener una simple patineta era tener algo muy importante…

miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL VALLE DE LOS BUITRES

“EL VALLE DE LOS BUITRES”

(1978-1995)

En los años cincuenta la Alameda del Tiritar era un lugar de ensueño para ir de perol en verano con la posibilidad de pernoctar en los puentes festivos. Allí por aquellas fechas pasaba el arroyo Rabanales con una limpieza de ensueño, y se disfrutaba lógicamente del paño. Era incluso más apetecible esa agua que la de nuestro río.

Desde que se instaló la fábrica de cervezas el Águila en la cuesta de Rabanales, además de contaminar la simpática fuente que había en la cuesta, contaminó totalmente el arroyo. Luego otras naves que se pusieron a su vera, hicieron el resto.

No estamos hablando de ningún paraje que sea ajeno a nuestra querida Córdoba, ni que tampoco este muy lejos de la capital. EL VALLE DE LOS BUITRES, como lo definió el simpático Andrés Tripiana Márquez, un buen profesional dedicado al automovilismo en el apartado de chapa y pintura y que tuvo que salir huyendo de allí porque le quisieron embargar hasta una barca de remos que tenía en el Guadalquivir. (López García)

Para llegar a Valle, ubicado detrás de las naves que hay en la Gasolinera San Carlos, hay que adentrándose por el camino que linda con la antigua escuela de Formación Acelerada de San Carlos, en dirección hacía el arroyo Rabanales, que bordea la alameda de Tiritar, Allí, a la orilla del citado arroyo, hay un rellano de terreno, en el que había una especie de polígono semiclandestino formado por varios talleres que en aquellos tiempos ocupaban a un total de 50 trabajadores. Salvo un par de naves, al parecer legales, todas las demás que bordeaban el llano deberían ser ilegales, ya que dicha parcela, era catastralmente destinada para usos agrícolas.

A pesar de eso, su dueño Rafael Jurado Díaz, el hombre que se averiguaba una financiera debajo del agua, desde el año 1978, el año en que perdió el Atlético de Madrid, la Copa de Europa, empezó a hacer naves y naves y cerró todo el perímetro del terreno con naves adosadas, dejando, solamente libre la orilla del citado arroyo, y porque según parece no tenía más remedio. Aquel seudo polígono, sin carretera, sin iluminación alguna, con los ruidos raros que se escuchaban a orillas del arroyo, sobre todo llegando la noche, era una versión auténtica del “EL VALLE DE LOS BUITRES”, como lo definió oportunamente el amigo Andrés.

En la margen de éste arroyo con el citado polígono, se vaciaba todo lo que sobraba de las naves colindantes. Se tiraban sacos de caracoles gordos y chicos muertos, se arrojaban los restos de las losas que se rompían, y se tiraba todo lo que sobraba del resto de naves. Por ello de noche, esta margen del arroyo, era un sucesión de ruidos, grandes y pequeños, en donde las ratas, los lagartos y otros bichos similares, estaban a su aire.

Pero el Valle de los Buitres para mi, es el recuerdo de veinte años día a día que los he vivido con intensidad dentro de la Empresa con la que colaboré a tiempo parcial, como fue UNION CERRAJERA CORDOBESA.

Ahora que se oyen declaraciones del Sr. Díaz Ferran, de los ministros y de los políticos que gobiernan este país, yo quiero contar aquellas experiencias vividas en el Valle de los Buitres, con todas las sinceridades.

Vaya por delante el decir que si pongo como ejemplo a la Unión Cerrajera Cordobesa”, es porque fue una empresa que la conocí durante bastante tiempo. Y traté de forma muy directa a todos los componentes de esta Cooperativa. Colaboré bastantes años con ellos en el tema de presupuestos y facturación. Eso no quita que por experiencias vividas, pueda decir que hay muchas empresas que han sufrido “El Calvario de los Buitres”.

EL PRIMERO “LLANITOS”

Nada más entrar te encontrabas el taller de “Llanitos” dedicado a la piedra artificial, un auténtico artista, cansado de andar por toda la Córdoba de los autónomos. Un día me dijo que se había refugiado allí en el “Valle”, para quitarse de todos los que le acechaban para cobrarle. Aquí, me dijo hago mi Arcángeles, mis fuentes y mis columnas, porque el oficio me gusta y lo llevo en el corazón. Pero no se puede trabajar para nadie y menos a la gente de la construcción.

“EL TABIQUES”

Este era un cuñado de un tal Bernier que empezó a fabricar unos módulos para levantar separaciones y tabiques, pero que su explotación comercial no era compatible, con pagar impuestos ni cotizaciones y por eso se refugio en el “Valle”. A pesar de que trabajaba a media puerta cerrada, también tuvo problemas de cobros que le llevaron a cerrar definitivamente el “chiringuito”. No obstante quedaron sus restos diseminados por la orilla del arroyo.

UNION CERRAJERA CORDOBESA

Al hablar de Unión Cerrajera Cordobesa, hay que decir que fue la idea de un grupo de profesionales de la cerrajería, que teniendo todos prácticamente los mismos orígenes en el Taller del “Pichaca (Diego Castilla Cortes), quisieron encarar su vida profesional con nuevo rumbo en una especie de Cooperativa.

Para clarificar este proyecto hay que identificar a las personas que lo constituyeron, por lo que los vamos a “definir” de mayor a menor. Todas estos trabajadores, esforzados al maximo y que llenaron Córdoba de hierros, ventanas y rejas, posiblemente les ha quedado una pensión de estas de MIL EUROS, tan habituales en Córdoba.

-Antonio Ruz Castillero. (68 años)

Posiblemente uno de los profesionales más completos en todos los sentidos, de los que yo me he cruzado en mi vida. Muchas veces daba soluciones profesionales, que las hacía como si tal, pero que tenían el sabor añejo propio de los genios. Muy buena persona, poco egoísta. Su único punto débil era la fragilidad de su salud, lo que le acarreaba algún absentismo.

Francisco Losada Wic (66 años)

El “Madriles” como le conocían en los mentideros profesionales. Era buena gente. Gran profesional de taller, honrado e incapaz de hacer daño a nadie. No obstante no estaba dotado para la labor de empresario (gerente) que le encomendaron desarrollar. En la toma de decisiones era su autoridad la que valía. Era muy hábil mentalmente, pero le faltaron los fundamentos básicos para ser empresario de una empresa de 30 profesionales. El asunto de las relaciones laborales las llevó aceptablemente. Terminó su vida profesional en un Bar.

Alejandro Luque Carmona (66 años)

Como todos buena persona y buen trabajador. Posiblemente el menos dotado en imaginación para el trabajo, pero que lo compensaba con su gran capacidad de observación. Era portador de un sentido muy bonito de la lealtad, como prueba de amistad. Hacía mejor que nadie los números mentalmente.

Florencio Ruz Castillero (65 años)

Trabajador de una casta irrepetible. Se atrevía con todo, y siempre era el primero en asumir cualquier riesgo. Era noble y sencillo como un niño. Era de las personas, que aunque hoy pudiera tener problemas de espaldas, dolores, o lo que sea, se entregó al trabajo en cuerpo y alma. Su trabajo bien realizado, formaba parte de su conciencia.

Antonio Romero Leonar (64 años)

El “Gordo” como se le llamaba cariñosamente, es una persona sorprendente, pues si bien era analfabeto en lectura. También era un prodigio en inteligencia deductiva para realizar los más complicados trabajos. En cualquier cosa que se ponía a hacer era un fuera de serie. Su capacidad de rendimiento, era el doble al normal de cualquier persona. En cambio, su desconfianza en el medio que le rodeaba, le hacía un tanto receloso. Aquello que no entendía, para él suponía algo que estába en contra de él. Es el más vivo del grupo.

“EL CARACOLES”

Manolo Murillo “El caracoles”, su taller era el que estaba a continuación y además era el más veterano en el “Valle”. El “caracoles” fue un trabajador, allá por los años sesenta de Almacenes San Antonio, de Materiales de Construcción. (Que patrocinaba el espacio de MINUTOS DEPORTIVOS, de Radio Córdoba). Tuvo suerte y le tocó la lotería nacional y se metió a empresario sin formación para ello, empleando todo lo que le había tocado. No obstante montó un taller con maquinaria nueva y dio empleo estable a 12 personas.

El taller no tenía ni oficinista ni nada, solamente su “compadre” iba un día a la semana para llevarle según él las cuentas. (¿)

El “caracoles” era un hombre espléndido y todas las navidades regalaba “el cordero” para guisarlo al estilo de “Robin de los Bosques”. en el "Valle". Precisamente por esas fechas del año 1986, al hacerle una factura para Noriega, hubo una persona que le abrió los ojos y le dijo: MANOLO AL PRECIO QUE TU FACTURAS EL METRO DE LOSA PARA NORIEGA, tu taller pierde todos los días 25.000 pesetas. Nada más darse cuenta de este dato, tardó dos días en cerrar el taller. Tuvo que devolver hasta el piso que había comprado a Nicolás Aparicio, en la Avenida de Barcelona, y que estaba pagando.

TALLERES EMILIO

Este hombre tenía otro taller de cerrajería, pero más fundamentalmente dedicado a las rejas, cancelas y tema de estructura. (llenó las casitas de Cañero, de rejas de Medio Punto). Para ello compró un camión auto-grúa e incluso instaló en medio del llano una alta grúa de obra para poder mover la enorme cantidad de formas que tenía que mover. Quizás más joven que los cerrajeros. Era más vivo en el trapicheo del trabajo, pero evidentemente, tenía menos preparación. No obstante aportaba una novedad que los otros no tenían, cual era que se dejaba barba y solía beber güisqui. Pero poco más, todo el día tenía la ropa de trabajo puesta y no conocía otro mundo. No cogió grandes obras y quizás por ello no fue tan maltratado por las grandes constructoras. Al día de hoy puede decir que con todos los kilos de hierro que ha gestionado, todas las cancelas de medio punto que ha hecho y toda la cerrajería que ha salido de su taller, ni ha vivido, ni tiene más comodidad económica que un funcionario.

ACEITES Nª SEÑORA DEL CARMEN

Esta empresa empezó allí a ocupar una nave de estas que preparaba Rafael Jurado, y que la mayoría de los días apenas tenían actividad alguna. Allí solamente llegaba una furgoneta de forma regular que soltaba, despojos de carne y huesos, y que con el tiempo acumularon tantos, que por hedor, putrefacción y hasta incluso grandes gusanos, les obligaron a quitar de allí aquel “siniestro almacén”. Los profesionales que hacían este trabajo, portaban unos monos azules, y en el peto izquierdo llevaban en blanco el emblema de la empresa. Se hizo un escrito de portesta dirigido a Sanidad y a raiz de aquello, retiraron el Kiosco. Al parecer utilizaban aquellos despojos para dar "grasa" al aceite.

ANDRES TRIPIANA EL “GORDO”

Este muchacho simpático y afable, llegó con toda la ilusión del mundo para montar su taller de Chapistería y Pintura. Al fondo de la nave instaló una decente cabina de pintura e incluso hizo su foso para las reparaciones. Estuvo unos seis o siete años a plena actividad pero con una clientela, que según él, no le pagaba, porque la mayoría eran compañeros, amigos o socios de su coto de caza. La verdad es que este hombre tuvo que salir huyendo del “Valle”, pues hasta una barca de remos que tenía en el río, se la embargaron. (López Garcia)

EL “SERIO” DE LOS GARBANZOS

A parte de un tornero que había escondido debajo de un árbol, el último negocio que se montó allí, era el de un hombre que todo el día estaba “cerniendo” garbanzos, lentejas y habichuelas. Este hombre si se veía que funcionara pues mezclaba garbanzos de todas leches, lentejas de todas las cosechas y habichuelas de todos los paladares y las envasaba. Alguna veces entre montón y montó se perdía alguna rata que decía por donde había entrado pero no indicaba por donde había salido.

No podemos hablar con absoluto conocimiento de las causas del chapista "El Gordo” , ni las del "Serio" de las legumbres, o mucho menos de la nave de “Aceites el Carmen”, etc. etc. pero si queremos hablar de estos profesionales, los cerrajeros, que sus productos eran consumidos por las grandes constructoras.

La mala gestión propia de las empresas, y la descarada y abusiva presión egoísta de las Constructoras, determinó que en Córdoba, hayan quedado “MUCHOS CADAVERES POR EL CAMINO”, de fontaneros, electricistas, herreros, soladores, carpinteros, alicatadotes, etc. Estos criterios abusivos los intento describir de forma muy sucinta en el capitulo siguiente.

GASTOS DE FINANCIACION

Eso fue un capitulo determinante para la quiebra de muchas empresas. Los Bancos cobraban por aquellos tiempos, entre el 22 y el 24% de gastos de negociación para el papel a noventa días. El papel devuelto lo cargaban con intereses del 28%. Cobraban comisiones hasta por toser.

Por si todo esto fuera poco, había empresas como Fomento de Obras y Construcciones, que aunque por contrato te decía que negociaba a 180 días, con achaques administrativos, tales como: “la factura tiene un fallo numérico, hay una partida errónea, etc Con lo que dilataban la conformidad de la factura. En la practica se aumentaba la financiación a 210 días, por lo menos.

Otros, empresas como Godino Ruiz Hnos, que aunque le presentaras la factura totalmente liquidaba, ellos te daban siempre “Cantidades a cuenta”: Nunca te liquidaban a su momento. Con lo que cualquier obra en vez de pagártela a los noventa días que era lo pactado. Te la pagaban realmente a 6 meses o cosa así. Luego venia el banco para arreglarlo todo.

De todas estas situaciones de estar “lampando” por liquidez, el BBVA, y supongo que igual otros bancos, se aprovecharon de todas estas circunstancias, haciendo la financiación poco menos que imposible. Yo, llegue a ver llorar a Paco Losada, “El Madriles”, al salir del BBVA, de Ronda de Los Tejares, por la negativa de Miguel “El director” a abonarle una determinada letra.

EL TRÁFICO DE EMPRESAS

Había empresas que si no te lo decían a la entrada te lo decían a la salida. Y se aprovechaban para ello, cuando sabiendo que estabas “loco por coger la letra”, (Pues te estaban esperando alguien para cobrar), Entonces te decían por la cara: “Me tienes que quitar el tráfico de empresas”. Y el pobre empresario, loco por coger la letra para negociarla y pagar los sueldos, y lo que debía, no tenía más remedio que decir que si.

La obra del Gran Teatro, por ejemplo, supuso una factura de cerrajería por lo menos de 22 millones de pesetas de los que el 3.3% de tráfico de empresas no lo pagó la Constructora que hizo la obra. Años más tarde Hacienda les reclamó a los cerrajeros el dichoso tráfico de empresa. Incluso le abrió varios expedientes.

CARAS DURAS Y QUIEBRAS

Supongo que en la mayoría de los proveedores, les pasó estas experiencias más de una vez, ya que era moneda casi obligada. Yo me voy a limitar, a relatar a algunas de las experiencias de Unión Cerrajera, que se encontró de la noche a la mañana, con un número de quiebras casi seguidas. En primer lugar hay que traer aquí al “cara” de Construcciones Sabariego. A esta empresa se le equiparon 242 casitas adosadas en la provincia de Madrid, (Robledo de Chavela), Estas Casitas iban equipadas de carpintería y cerrajería de aluminio. Este empresario, cuando se le acabó el dinero, empezó a devolver letras, como el que devuelve cartas de amor. A los cerrajeros, les dejó una buena púa. Fuimos a las oficinas para ver que se podía hacer y nos dijeron, que incluso el gato y el canario, estaban embargados.

Después vino otra negativa a pagar por parte de un tal Porritas, al que se le había hecho una nave junto a la gasolinera de Cañero, exactamente en el sitio que Rafalete, empezó su negocio de “pinchitos”.

Después de esta empresa, llegó una suspensión de Coinde, S.A. (Obra Calle del Avellano), allí no pudimos recuperar tampoco nada.

Finalmente una empresa subcontratada que trabajaba para Dragados, y que le realizó unos bloques en la provincia, (Villa del Río), dejó de pagar al llegar la segunda letra. Tampoco se recuperó nada.

Todas estas suspensiones hicieron que el taller perdiera su “liquidez” y no tuvo más remedio que trabajar, no ya para ganar, sino para pagar a los proveedores que ya se les debía y los sueldos.

LOS ARQUITECTOS

En muchas obras era normal que “los arquitectos”, pidieran hacer modificaciones que afectaban al trabajo normal contratado. Las empresas constructoras, de esas modificaciones que implicaba tiempo, materiales y dedicación, o lo que es igual, más gastos, pasaban olímpicamente de pagarlos.

EL FAMOSO “CUADRANTE” Y LAS ADJUDICACIONES” DE NORIEGA

Todas las empresas quieren obtener el máximo de beneficio, es lógico y razonable y todo ello se podía comprobar cuando tenías que concurrir a subcontratar una obra. Ya que todas solían “apretar” lo suyo.

Pero como en todas las cosas de la vida, hay formas, maneras e incluso “trucos” para intentar alguna cosa.

La empresa Noriega, siempre elaboraba un CUADRANTE, en el que siempre con la habilidad de sus encargados de obra, iban los precios DE UN LOCO, que hablando en plata “no sabía ni en donde estaba”, y que incluso ellos, la Empresa, jamás le hubiera encargado la ejecucíon de una obra, pues NO OFRECIA NI GARANTIAS TECNICAS, NI CAPACIDAD DE FABRICACION, pero eso si, era interesante su PRECIO POR LA REFERENCIA A LA BAJA QUE REPRESENTABA EN EL CITADO CUADRANTE., Esto en OFF, lo comentó un buen número de veces el Sr. Caplés y el mismo Vallejo, por citar a algunos de los Jefes de Obra de esta empresa...

Te llamaban muy correctamente de la empresa y te decían: “VENGASE USTED POR AQUÍ QUE SE VA A ADJUDICAR LA OBRA TAL”. Tú ibas y te sentaban en el despacho del apoderado que fuera y te decían: “TENEMOS INTERES EN QUE USTED HAGA ESTA OBRA”, pero tenéis que adaptaros al precio ESTE. Y TE SEÑALABAN EL PRECIO DEL LOCO”, tú te defendías y decías que a ese precio era imposible hacerlo porque se le perdía dinero. Ellos te contestaban: “TU PIENSATELO Y NOS CONTESTAS PASADO MAÑANA”.

Las necesidades de liquidez, las deudas y la obligación de pagos inmediatos, hacía que este hombre aceptara prácticamente “cambiar el dinero”, aceptando el trabajo que le proponían. Una vez más se bajaban los pantalones.

No todas las empresas tenían esos procedimientos de “adjudicar”, aunque no renunciaran nunca a su lógico beneficio. Pero al menos comprendían que los subcontratados tenían derecho a “su parte” del beneficio.

Y para finalizar tenemos que decir que lo mismo que ha habido ayudas millonarias para los Bancos, Cajas de Ahorros y Empresas importantes que han estado en crisis. Recordemos las ayudas que recibieron en su día Cademesa, General Eléctrica y la misma Cenemesa, donde les condonaron deudas a la Seguridad Social y Hacienda, de miles de millones de pesetas. No, sabemos porqué a la Unión Cerrajera, esta empresa que mantuvo una media de treinta trabajadores durante más de veinte años, le estuvieron abriendo expedientes sancionadores que le obligaron a cerrar en 1995.

No sabemos si lo del “VALLE DE LOS BUITRES”, era por las alimañas que pudiera haber en el arroyo, o más bien por que casi todos los negocios que había allí, eran pasto de los Buitres, que de alguna forma representaron para ellos algunas empresas constructoras.